martes, 12 de septiembre de 2017
LECCIONES, ¿DE QUÉ?
LECCIONES, ¿DE QUÉ?
Tito Ortiz.-
Éste verano que ya agoniza, hemos vivido un culebrón informativo que todavía colea – y lo que te rondaré morena – en el que una vez más, periodistas y medios hemos sido utilizados y no en todas las ocasiones, para bien. Se nos ha convocado a horas y días no habituales, para alimentar un mensaje, que ocultaba parte de la verdad en unas ocasiones, y en otras adquiría por la comunicante, tintes de tragedia cuando no eran necesarios, dependiendo de la presión que se quisiera ejercer sobre los hombres y mujeres encargados de impartir justicia igual para todos, seamos los que seamos. Y es que una cosa es dar clases en la Universidad, a criaturas en aprendizaje, que si no hacen lo que queremos son suspendidos y ya está, y otra muy distinta ejercer asesoramiento ajustado a Ley, aderezado con parafernalia mediática, poco afortunada, pretendiendo con ello, que las togas refrenden unas actuaciones y actitudes, fuera de lo reglamentado. Desde aquí, mi reconocimiento a quienes han sido imperturbables ante lo no ajustado a derecho.
Las causas pueden ser muy nobles, pero también deben serlo las formas de comunicar, y la reciprocidad informativa. Cuando la portavoz ha visto que la justicia la requería, para poner orden en la causa, no ha dudado en cerrarse en banda, y lo que en plena efervescencia a favor del viento eran continuas peticiones de colaboración a los periodistas, se han convertido en negativas a darnos explicaciones de la nueva situación, y acogidas al derecho de no declarar. Los que días antes éramos imprescindibles para remar a favor de sus -no siempre- acertadas teorías, hemos pasado a ser sujetos molestos para la misma causa y persona. Sorprende el cambio de estrategia, cuando lo que queremos es informar de la misma manera a los ciudadanos, que es nuestra misión y vocación. Por eso, compañeros/as, debemos ser muy cautos a la hora de que se nos utilice, como es el caso, para causas empecinadas en aras de la igualdad, protección y “legalidad” interpretadas de parte, que además esconden y afloran tardíamente, en comportamientos fuera de la ley. Hemos soportado de la asesora y portavoz estoicamente, ruedas de prensa farragosas, ricas en contradicciones y temas mal explicados, para las que hemos necesitado asesoramiento, pero esta vez, especializado de verdad. Nos hemos volcado con el caso con una entrega total y sin condiciones, por eso ahora no comprendemos su actitud. Eso es de hacérselo mirar seriamente. El hecho de que éste caso haya sido abandonado por algunos letrados, debió encender todas las alarmas, pero de todas las partes implicadas, incluidos nosotros los periodistas, que deberíamos haber preguntado por qué lo hacían.
Yo soy el primero, y lo he repetido hasta la saciedad, que la Ley no puede favorecer en ningún caso y bajo ningún concepto, a los maltratadores. Pues entonces habrá que cambiarla y no navegar entre vacíos legales, que dan carta de naturaleza a comportamientos muy humanos y comprensibles, pero ávidos de un respaldo de la justicia, como no podía ser de otra manera. Y a la asesora mediática decirle que, con los medios, hay que estar a las duras y las maduras. No se nos puede utilizar a capricho, y cuando viene mal dadas, enmudecer porque ahora no interesamos. Si éramos necesarios antes, ahora también.
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