martes, 5 de septiembre de 2017

QUE TRISTEZA

QUE TRISTEZA Tito Ortiz.- El pasado Martes, en la página 35 de éste periódico de mis entretelas, vi la foto más triste, desde la de Aylan Kurdi, el niño muerto en una playa de Turquía. En la aterradora imagen, se observaba a una señora que bien puede ser mi abuela, sosteniendo a duras penas en sus manos un fusil, mientras un soldado de Maduro, le enseñaba a manejarlo. Me quedé estupefacto. ¿Cómo se puede ser tan mezquino, implicando a octogenarios en la hipotética defensa de un país, que él mismo ha llevado a la ruina política, económica y humana? En esa venerable anciana, vi a los niños de la guerra, reclutados a la fuerza en el África profunda, o a los que -yihadistas sin escrúpulos ni conciencia- adosan cinturones de explosivos y los mandan a los mercados para que se inmolen. Es tal, la degradación de algunos mandatarios, que ya no son políticos dictadores, a los que se les llena la boca de libertad y democracia. Se han convertido – como el señor Maduro – en gurús de una secta salvaje, que lleva más de un centenar de cadáveres en las calles de Venezuela, con miles de encarcelados políticos, contrarios a la masacre y la ignominia que está llevando a cabo, ante la pasividad del mundo civilizado. Un individuo que a éstas alturas no resistiría el más liviano examen psiquiátrico, no puede seguir por más tiempo, hundiendo a las gentes de un país rico, desabastecido y hambriento, mientras los adeptos a su presidente, viven en mansiones con todo tipo de lujos y riquezas. Éste demente, atrincherado en un bolivarismo interpretado a su medida, fusionado con un chavismo populista y trasnochado, y mal aconsejado por Pablo Iglesias y su troupe, está hundiendo en la miseria a su país, presumiendo de poner muertos y encarcelados encima de la mesa de una paz, que solo está en su mente enferma. Si queremos analizar lo que está ocurriendo en Venezuela con Maduro, no hay más que observar el comportamiento del líder de Podemos, y padre espiritual del “madurismo”, que está aprovechando el verano, para atrincherarse en su guardia pretoriana, haciendo de Podemos, una caricatura de lo que iba a ser el partido salvador de la Patria española. Sus últimas decisiones no hacen más que profundizar en el endurecimiento de sus estatutos para evitar críticas, filtraciones y noticias que le perjudiquen. Se está construyendo un blindaje, en el que hacer a su antojo lo que le apetezca, con purgas entre sus afiliados, en lo que algunos de sus, antes incondicionales, ya ven la gestación de una casta, dentro de un partido que pretendidamente nació para acabar con ella en la clase política española. Sus continuos ataques a medios y periodistas, no hacen más que confirmar la triste y peligrosa deriva por la que camina el líder coletudo, dando muestras de una egolatría, que no conoce límites a su afán de poder, inmersa en una ambición digna de hacérsela mirar. Al partido morado, ya le están saliendo bastantes moratones, gracias a la altivez de quién se ha creído el mesías salvador de los españoles. Solo hay que esperar, que el sano juicio de los ciudadanos, ponga coto a tamaño desatino, y el implacable veredicto de las urnas, ponga en su sitio a éste “salvapatrias”, que tan pronto está dejando cadáveres de los suyos por el camino.

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