martes, 26 de junio de 2018
AQUÍ NO HAY QUIÉN VIVA
AQUÍ NO HAY QUIÉN VIVA
Tito Ortiz.-
Los políticos en general, con honrosas excepciones, hace ya mucho tiempo que perdieron las formas, incluso la educación, con un comportamiento en las cámaras, más propio de patio de vecinos y barriobajero, que de personas puestas ahí por los ciudadanos para defender nuestros intereses. Hasta el punto, que, con este último cambio de Gobierno, han conseguido llevar su crispación sin límites a la calle, convirtiendo a algunos ciudadanos en auténticos energúmenos, carentes de toda lógica y talante democrático. Al día siguiente de tomar posesión Sánchez, ya le estaban exigiendo desde la bancada peperiana, un debate del estado de la nación, que mientras ellos han estado gobernando, nos han hurtado a todos durante tres años. ¡Hay que tener desvergüenza! La misma que para amenazar con tumbar los presupuestos en el Senado, en lo referente a los vascos, por haber consentido el cambio. Eso es de navajazo trapero por la espalda y a traición. Pero bueno, que se puede esperar del partido que ha implantado la corrupción al sur de Europa. Por cierto, que, si se les recuerda eso, ellos contraatacan con los ere, sin advertir algo muy importante: Chaves y Griñán dimitieron de todos sus cargos y del partido, y lo que es más importante, ninguno se ha llevado un duro de ese dinero a sus cuentas privadas. El PP no puede decir lo mismo, sea cual sea el resultado y la sentencia última del tema andaluz.
Pero la crispación ciudadana es tan grande, y tan despiadada, que se dan comportamientos dictatoriales y antidemocráticos entre bandos enfrentados, en un país que aún tiene una Constitución vigente, y una democracia que entre todos se están cargando. Que un grupo de independentistas, asalte la universidad catalana, e impida por la fuerza, una conferencia sobre Miguel de Cervantes, es llevar el horror del separatismo a unos niveles anteriores a Cromañón. Pero que se va a esperar de quienes derriban estatuas, sin molestarse en estudiar el pasado del representado, solo por el hecho de que allí lo puso un gobierno que ya no existe. La incultura de algunos catalanes con respecto a su propia historia, es tan descomunal, que a veces uno puede sospechar, que éstas hordas secesionistas, pertenecen a un territorio lejano aún por domesticar, abanderados de una independencia cuyos resultados no han calibrado, aunque la desean con vehemencia acéfala e inculta. Se parecen – tal vez por eso se repelen – a un partido popular víctima de la corrupción de algunos de sus militantes más distinguidos, que ahora descabezado, intenta con rumbo incierto, a toque de corneta, un prietas las filas, para ver quién lleva la nave a buen puerto, aunque lo suyo sería un dique seco por algún tiempo, para una profunda reparación del casco y los motores, y un perdón a los ciudadanos, que hasta ahora nadie ha tenido los bemoles de entonar. Los populares tienen que disculparse ante una sociedad a la que han traicionado y esquilmado, en beneficio propio de algunos de los suyos, y eso en política hay que pagarlo con una severa penitencia. No vale con pararle los pies al “voluntarioso” de Aznar, espetándole que el centro es de ellos, y que se quede donde está, que no lo necesitan. Entre las filas peperianas, subyace una extrema derecha ultraconservadora, que como no anden listos, son capaces de repetir la historia, montando a caballo de nuevo, -aunque cadáver-, a Rodrigo Díaz de Aznar, y quién sabe si volvería a ganar la batalla. Yo en meigas no creo, pero… haberlas haylas, y el espíritu de Fraga sigue por ahí vagando, más cabreado que una mona, al ver lo que han hecho con su partido. Yo doy fe, que para eso estoy muerto.
martes, 19 de junio de 2018
SÁLVAME DIARIO
SÁLVAME, DIARIO
Tito Ortiz.-
Anoche soñé que un periodista de la prensa rosa, reconvertido en novelista de éxito, ascendía al ministerio de cultura. Me sorprendió que el nuevo Consejo de Gobierno, admitiera a quién se había declarado en contra del deporte para llevar esa cartera, pero a estas alturas de mi vida he visto tanto y tan diverso, que mi capacidad de asombro brilla por su ausencia. Máxim Huerta, “El Breve”, dimitió de su cargo obligado por Pedro Sánchez que, a su vez, todavía no ha dimitido por atacar al portero de la selección en un asunto de faldas, del que el cancerbero salió indemne. El novelista, cursi de toda la vida como un repollo con lazo, y henchido de una soberbia digna de quién se defiende con un ataque, no parpadeó cuando decía que lo que había hecho con Hacienda, lo habían cometido otros colegas, y se jactó de llamar jauría, a quienes habían propiciado su estrepitosa caída del ministerio. Soñé que todo era producto de una pesadilla de la que no sale el PP, que no se resigna a estar en la oposición y descabezado. Pero los sueños, es lo que tienen, que a veces se convierten en pesadilla. También soñé que, desde las filas del partido conservador, alguien llamaba al móvil personal de Florentino Pérez, para que a toda costa y de manera expedita, no consintiera que la selección española pudiera proclamarse campeona del mundo con un gobierno socialista, que pudiera rentabilizar los éxitos. Y dicho y hecho: El Real Madrid contrató por la vía de urgencia a Lopetegui, creando la crisis más universal, jamás sospechada. Esto de soñar es la repera, porque ocurren cosas que jamás en la vida real ocurrirían. Cuando creía que ya había soñado todo lo imposible, mi mente me llevo a la instrucción del caso Urdangarín, y cuál no sería mi asombro, cuando en el juicio oral, vi a un fiscal que por extraño sortilegio, se convertía en el mejor abogado defensor que una infanta hubiera soñado nunca, perdiendo así la amistad de siempre con el juez instructor del caso, que me pareció un valiente a quién todos los españoles deberíamos estar agradecidos de por vida, porque jueces como el, nos devuelven la confianza en la justicia. Lo extraño es que el fiscal no se ha ido aún de España. Soñé que la sentencia del excuñado del rey, cada vez que pasaba por un tribunal se iba empequeñeciendo, y que además se abría un concurso de ideas, para ver que cárcel podría ser más benigna para éste exjugador de balonmano. Soñé que el Banco de España, nos metía las cabras en el corral, con la predicción de una subida de precios debida al coste del petróleo, una cosa que ya ocurría en los tiempos de Franco. Por lo visto, no se conforman con que tengamos que pedir un préstamo personal, cada vez que llenamos el depósito, nos auguran que subirá todo, incluido el interés por la política. Sentí vergüenza durante el sueño, cuando vi a los líderes del PP decir que, evitar la muerte en el Mediterráneo de seiscientas criaturas, es una operación de maquillaje para el PSOE, que no quieren más que fotos buenas. Ellos prefieren las de los subsaharianos abiertos en canal, por las alambradas de la frontera con Marruecos, o que sigan sin tener derecho a la sanidad pública. Esas, si son buenas fotos para el partido conservador. En el sueño, vi a tres jugadores hacer una regresión a su infancia, y cometer errores de colegial, como el penalti de Nacho, el balón entre las piernas de Egea y la falta de Piqué, y es que los sueños…sueños son. Entonces me puse a ver Sálvame, Diario. Que Dios me perdone.
martes, 12 de junio de 2018
¿QUÉ HAY DE NUEVO, VIEJO?
¿QUÉ HAY DE NUEVO, VIEJO?
Tito Ortiz.-
No me ilusionaba tanto con un nuevo gobierno, desde aquel primero de Adolfo Suárez, con, Joaquín Garrigues Walker, Ignacio Camuñas, Landelino Lavilla, Marcelino Oreja, José Manuel Otero Novas e Íñigo Cavero, Francisco Fernández Ordóñez y Juan Antonio García Díez, Enrique Fuentes Quintana, Fernando Abril Martorell, Rodolfo Martin Villa, y el general Manuel Gutiérrez Mellado. Casi me vuelvo a ilusionar tanto como entonces, al comprobar que hay otra España, distinta a la casposa y tradicional sindicalista que se nos proyecta desde la calle Génova de los madriles. Huele a limpio y a juventud en el nuevo Consejo de Ministros, que por cierto, deberá cambiar de nombre, porque las ministras son casi el doble, así que habrá que utilizar un neutro para denominar esa nueva mesa, al estilo, Consejo de Gobierno, como en Andalucía, porque llamarle Consejo de Ministras y de Ministros, a mí no llega a sonarme estéticamente correcto, pero vamos, que eso es una minucia protocolaria, comparado con la importancia de que el nuevo Gobierno duplique el número de miembras, que diría Bibiana Aído, mi admirada ministra de igualdad, que siempre se ocupó más de las formas que del fondo.
A mí la composición del nuevo gobierno del país me parece una juagada maestra de Pedro Sánchez, para demostrarle a los españoles, a los europeos y al mundo entero, que existe otra España más fresca, más joven y más preparada, menos casposa y rancia de la que en los últimos años ha presumido el partido de la corrupción, que ha dejado sin trenes a Granada, y sin esperanza a sus gentes. Y lo ha hecho todo, un defenestrado, alguien a los que la mitad de los suyos pusieron en la calle, apuñalándolo por la espalda, y que llenó el depósito de gasolina, de su bolsillo y, se recorrió España contando a los compañeros y compañeras que querían oírlo, la verdad de sus argumentos y la felonía de los traidores. Pedro Sánchez, el redivivo, el esperado, el deseado, con valentía ha llevado a cabo una moción de censura, no para echar al PP del Gobierno, sino para acabar con la corrupción de un partido político, podrido hasta los tuétanos, que ha secuestrado al país a base de subir impuestos y congelar sueldos y pensiones, rescatando a los bancos y dejando a los ciudadanos a su suerte. Esa es la verdadera cara del PP y por la que Pedro Sánchez ha salido al rescate de la patria, barriendo debajo de las alfombras, abriendo puertas, y ventanas para ventilar la corrupción instalada en la derecha más arcaica de Europa, evitando con su posicionamiento, que los del chalet de seiscientos mil euros se instalen en la Moncloa, y en lugar de luchar por las pensiones, la reforma laboral, la sanidad y la educación, lo primero que hagan sea, cambiarle el nombre a las calles, derribar estatuas, y proponer que se le quiten las medallas que otros otorgaron a quienes quisieron, como máximas prioridades de la sociedad de nuestro tiempo, porque eso es lo que más les preocupa a estos chicos y chicas de papá, que un día surgieron de entre los indignados, para aburguesarse en cuanto pisan un escaño, cobrando por primera vez en su vida, un sueldo a todas luces , inmerecido. Menos mal que aquellos que ven en el nuevo Gobierno de Sánchez, la transitoriedad, ya han pedido cita todos con sus respectivos oftalmólogos. Si sus señorías dejan de mirarse el ombligo propio, y piensan en los ciudadanos, apartando a un lado los intereses partidistas y, trabajan por los ciudadanos, estoy seguro de que éste Gobierno ha venido para quedarse.
martes, 5 de junio de 2018
EL GRITO DE LA PALABRA MUDA
EL GRITO DE LA PALABRA MUDA
Tito Ortiz.-
Dicen, los que de esto saben, que el silencio es la ausencia de sonido, pero en ocasiones, hasta una fotografía o un cuadro, nos despiertan del sueño más pesado con un alarido estremecedor que hasta a los muertos hace hablar. Mi hermano Antonio Enrique, desde su atalaya accitana, vuelve a remover conciencias, a zarandear letargos y despertar a indolentes, con una palabra muda que traspasa los confines del alma, para echar raíces en los tuétanos de nuestras entretelas. Auschwitz, si nos fijamos bien, no queda tan lejos, todo lo contrario, está tan presente como entonces, pero con otra puesta en escena. Ahora no se gasea por miles a diario. Se les deja morir de hambre y enfermedades, ya superadas por nosotros, en campos de refugiados sin fin o, mejor dicho, con fecha de caducidad. Los campos de concentración del Tercer Reich están ahora en el Mediterráneo, fosa común de la desesperanza, donde a diario mueren criaturas humanas que sueñan con un mundo mejor, olvidando que un dios injusto, los hizo nacer en una parte del globo terráqueo, en la que los animales salvajes viven mejor que ellos, y con mayores expectativas de futuro.
Antonio Enrique, nos sumerge en un pasado histórico tan atroz como real, con el bálsamo de la palabra estética y la frase bien construida, como corresponde a un académico pulcro y modélico, pero no por eso su mensaje deja de ser menos hiriente. Todo lo contrario. Con tinta de seda en papel de arroz, el poeta y escritor horada nuestra mente, - y lo que es peor – nuestro corazón para ponernos ante el espanto más cruel que la humanidad haya sufrido y consentido, del que todavía no se ha recuperado, afortunadamente, porque la vida de millones de personas masacradas por la barbarie nazi es un espanto que nunca debe ser superado, y mucho menos olvidado. Que el autor ponga al servicio de la muerte sin sentido, su poesía mejor construida, no la hace más dulce, ni menos mortal. Es una vergüenza para la humanidad entera sin fecha de caducidad, a perpetuidad, como las fosas en los cementerios. Y lo peor de todo es que, hoy día, siguen muriendo inocentes que nada tienen que ver con las guerras. Dependiendo del ciclo histórico, las contiendas son religiosas o políticas. Se mata por unas ideas de izquierdas o de derechas, se mata en nombre de algún dios, o se mata porque las fábricas de armamento de Estados Unidos o Europa deben sacar al mercado los elevados stocks de sus almacenes del terror y los negocios impuros, así sin más historia, aquí de lo que se trata es de hacer caja como sea. Hay quién monta una guerra con el coste de millones de vidas humanas, solo para controlar la producción de petróleo a su favor y se queda tan pancho. Luego, a la África desnutrida que la zurzan, o que se encarguen las organizaciones no gubernamentales, y así tranquilizamos conciencias. Les mandamos dosis de comida diarias, en bolsas plastificadas como si fueran astronautas, en lugar de plantarles con semillas los campos y, proporcionarles agua depurada, medicinas y hospitales. La Palabra Muda, de Antonio Enrique, no es un monolito al pasado, es también un grito desaforado y abierto al horizonte, con el fin de que miremos alrededor, y veamos, que, aunque los hornos crematorios sean piezas de museo para ser visitadas, aquí, ante nuestros ojos, los muertos caen todos los días, como entonces, y si los contamos, nos daremos cuenta de que las cifras son muy parecidas. Los gritos de muerte en el Mediterráneo no llegan hasta aquí.
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