ESTO ES “PA” MORIRSE
Tito Ortiz.-
Que las nuevas elecciones generales sean en el mes de los santos, de todos los santos, diría un presbítero granatensis de los años sesenta, no es por casualidad. El asunto arrastra su marramo desde hace tiempo. Llevamos sin gobierno estable, el mismo que los socialistas intentan sacar al dictador del valle de los caídos. Y cuando los asuntos domésticos arrastran un muerto de esta prestancia, paréceme que dios mira para otro lado, con cierta sorna, como esperando que se líe entre partidarios y detractores. Es tiempo de contradicciones, de efectos pendulares, de mantener la verdad y lo contrario en el mismo discurso, tratando como lerdos a los ciudadanos, que asistimos al gran teatro de la mentira política, asombrados, desengañados, deprimidos y cabreados. Haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga, es un viejo adagio, que en política hispana se ha hecho viral – como dicen los modernos – permitiendo que la desvergüenza campe por sus respetos, sin ruborizarse. Pero la derecha” facistoide”, es así. Cuando de niño veía en el NODO entrar a Franco bajo palio en los templos siendo recibido a las puertas sagradas, por obispos y cardenales mitrados, me preguntaba como un genocida, podía abrazar la religión de mi Cristo, cuya misión en la tierra fue luchar contra todo lo que aquel general bajito de El Ferrol representaba. Y menos aún comprendía, que la máxima autoridad de esa religión, recibiera con todos los honores e inciensos en la casa de dios, a quién nunca le tembló el pulso para firmar fusilamientos. Que los fachas hayan tenido abrazada la fe católica, y que la iglesia instituida los haya protegido y ensalzado, es algo que estoy deseando poder preguntarle a Pío XII, en cuanto me lo eche a la cara. El año que él fue elegido Papa, Franco logró la victoria de su golpe de estado. La divina providencia le puso en la mano a su santidad, la oportunidad de posicionarse junto a los débiles y vencidos, pero no lo hizo. Con Hítler y Mussolini le pasó igual. El santo padre se puso de perfil, pero no dudó en cuanto acabó la segunda guerra mundial en posicionarse claramente. El Santo Oficio condenó el comunismo marxista (1 de julio de 1949) y amenazó de excomunión a sus seguidores. En la misma línea acorde con los tiempos (aún lejano el Concilio Vaticano II), Pío XII insistió en el deber de los cristianos de dar su voto a personas de segura fe católica (discurso del 10 de marzo de 1950). Con precedentes como estos, no debe extrañarnos que un viejo abad del Valle de los Caídos, haya plasmado en un informe, que los que construyeron la fortaleza victoriosa, lo hicieron voluntariamente y cobrando un buen sueldo. Después de este argumento, sorprende que nadie le pusiera una camisa de fuerza, pero esta democracia es así. A veces es tonta, pero deja resquicios para los que no siendo demócratas, la puedan utilizar en su favor. Clama al cielo que el abogado de los Franco, ante el fallo por unanimidad de la justicia, y representando a quienes nunca han creído en la democracia, ni mucho menos en la Constitución, afirme a cámara sin pestañear que va a recurrir el traslado de los restos, al Tribunal Constitucional. Es para desternillarse. Pero además, el lince, con rostro de cemento armado, mantiene que si el Constitucional no les da la razón, recurrirán al alto tribunal europeo de los Derechos Humanos, como si Franco y toda su familia, fueran defensores a ultranza de esos derechos que, el dictador masacró con botas y espuelas. Una mano negra, está reescribiendo la historia.
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