martes, 19 de octubre de 2021

DESCLASIFICANDO

 DESCLASIFICANDO


Tito Ortiz.-


Parece ser que información privilegiada ha llegado a las rotativas, en la que se dejan ver asuntos hasta ahora no advertidos, sobre los hechos acaecidos durante el golpe de estado de 1981. Según parece, anotadas en agendas del entonces máximo responsable del espionaje español, el general Emilio Alonso Manglano, existe una conversación con el rey, de la que se desprende que en la noche del 23 de febrero, el general Armada le insistió para ser recibido y completar el golpe, argumentando que contaba con el voto socialista. Esto último ya de por sí, es como para miccionar y no echar gota, pero entre los detalles anotados por el jefe del Cesid, destacan dos nombres, incluidos en una lista de los que había que poner ante el pelotón de fusilamiento en cuanto triunfara el golpe: Juan Luís Cebrián, director del diario “El País”, y Pedro J. Ramírez, director de “Diario 16”.

Los que vivimos aquellos aciagos momentos, sabemos que con el tiempo se fueron descubriendo listas, realizadas por los fachas, que de haber triunfado el golpe, hubieran pasado por las armas a muchas personas significadas por su lucha en pos de la libertad y la democracia y Granada no fue una excepción. Aquí también se confeccionó una lista negra, para darle “el paseíllo” a unas decenas de criaturas hacia las tapias del cementerio, como ya ocurrió tras el levantamiento de 1936 y años sucesivos. En ella se incluían políticos, sobre todo comunistas, sindicalistas y otros inocentes de toda culpa.

Pero curiosamente, no aparecía el nombre de un compañero de la prensa en este periódico, con dilatada trayectoria como poeta, escritor, crítico de teatro y opositor al régimen desde la clandestinidad, que además, en aquellos momentos, aunque provenía del Partido Socialista Popular de Tierno Galván, militaba en el PSOE, por el que era Senador en la Cámara Alta. Pepe Ladrón de Guevara, cogió un cabreo de tres al cuarto por no verse dentro de la lista para ser “depurado”, ya que desde toda su vida, era de general conocimiento su oposición a Franco y su lucha por la libertad, además de su militancia política de izquierdas desde la instauración de la democracia. Su enfado fue tan mayúsculo, que no tuvimos más remedio que sobrellevarlo, a base de unos chatos de vino en la taberna “El Elefante”, hasta altas horas de la madrugada, ante la mirada bonachona de Enrique el tabernero, que también nos acompañó tomando unos vasos.

La perra que cogió Pepe por su exclusión de la lista para ser fusilado fue tan grande, que ya clareando le prometí que lo averiguaría, y así fue. Al día siguiente, cité a José María Caballero, jefe de la Falange en Granada y a él en el café Fútbol, para mediar entre los dos y que recibiera las explicaciones pertinentes. Y a la hora acordada, allí estábamos los tres sentados ante iguales copas de sol y sombra para zanjar la situación. El tema quedó aclarado de manera contundente por el jefe de Falange. Le dijo a Pepe que aunque era un rojo, le gustaba su poesía y como escribía en el periódico, y que además, no estaba en la lista de los a fusilar, porque ya habían fusilado a su padre en 1938, y con un muerto en la familia ya era bastante. Ladrón de Guevara, lejos de agradecerlo, se mostró muy contrariado. Apuramos las copas y nos fuimos en paz.

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