HIDROALCOHÓLICO
Tito Ortiz.-
Al principio de esta pesadilla que estamos viviendo, que muta cada vez que le vamos a dar caza, hubo varios iluminados que decían tener la receta para acabar con el coronavirus. Uno de ellos fue Donald Trump, quien recomendó la inyección o ingesta de lejía, lo que dio como resultado, el ingreso de algunos cientos de criaturas en hospitales con secuelas irreversibles, algunas peores que padecer la enfermedad. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, es otro lince consultador del oráculo para acabar con la pandemia, al que ya acusan de crímenes contra la humanidad. De entre los negacionistas, tenemos ilustres como Miguel Bosé y otros mesías que, luchan contra los “falsos profetas” que basan su discurso en la ciencia y sus resultados. Porque lo peor de la pandemia no es que nos esté matando, y que las UCI estén repletas de no vacunados, lo dramático es que a estas alturas de la película, hay quién la sostiene y no la enmienda, previniéndonos a todos para que no nos vacunemos, porque lo que en realidad nos están metiendo con la dosis, es un microchip para hacerse con nuestras conciencias y tal vez con nuestros ahorros.
No tengo sueño, son las cuatro de la madrugada cuando le estoy dando vueltas a todos esto, desde que ayer me pusieron la tercera dosis. Voy ya por el tercer cubalibre de gel hidroalcohólico con coca cola, y la verdad es que me siento mucho mejor. No sé si esto será que la vacuna me está haciendo reacción, pero yo me encuentro muy bien. Es más, hace horas que no le hago caso a la teletienda, estoy enfrascado en la situación que estamos viviendo. En los locos ilustres que se ríen de los vacunados, en las funerarias que se están haciendo ricas con el dichoso virus, y en ese millón de sanitarios que todavía no se ha vacunado, y aquí me paro, me pongo el cuarto cubalibre de hidrogel, me siento en el sofá, y ya me noto mucho mejor. Pero si lo de vacunarse está tan claro, ¿por qué profesionales de la sanidad se niegan a pincharse? No me negarán que esto da que pensar. Gentes formadas en salud, diplomados, licenciados, doctores, auxiliares, que no consienten en vacunarse. ¿Qué saben ellos que no nos cuentan a los mortales? En esto estamos más perdidos que con el volcán de La Palma. La ciencia ha avanzado mucho, es verdad, pero todavía no sabemos cuándo un volcán entra en erupción y cuando se va a dormir de nuevo, o cuando va a dar un terremoto. Mientras le doy el último trago al cubata, pienso que hemos avanzado mucho en unas cosas, y en otras no damos pie con bola, tal vez porque no sean rentables a quienes viven de esto, que no somos nosotros.
Por cierto, desde que empezó la noche, estoy intentando descargarme, a través de la aplicación correspondiente de la Consejería de Salud, el certificado de mi tercera dosis, han pasado seis horas y la página sigue colgada dando error y diciendo que lo intente más tarde. Se me han acabado el gel hidroalcohólico y el refresco de cola, mientras espero, no voy a tener más remedio que ponerme un poquito de vinagre de Jerez con tónica, que algo me hará contra la COVID, porque la inventó un farmacéutico.
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