domingo, 29 de octubre de 2023

 


LOS QUE NOS PRECEDIERON

 

Tito Ortiz.-

 

En días como el de hoy, yo subía con mi abuela al cementerio de San José, para limpiar y ornamentar la tumba de su hijo, mi tío el pintor, Rafael López Marín, para que el día de los santos y el de los difuntos, luciera llena de flores. Él había muerto el día veintinueve, del nueve, de mil novecientos cincuenta y nueve. El mismo día, pero nueve años antes lo hizo su padre, así que cada vez que el almanaque dice que llega el día de san Miguel, en casa solemos mirarnos unos a otros, a ver a quién le toca esta vez. Vamos que nos ponemos, más o menos, como un pavo escuchando una pandereta.

Con un cubo y estropajo, dejábamos la tumba reluciente. Estaba enterrado en la tierra, pero después la familia logró que el túmulo fuera forrado con mosaicos blancos, y a la cabecera, junto a la cruz de hierro forjado que sostenía una placa de mármol con sus datos, se instaló una hornacina protegida con cristal, en cuyo interior había una foto de mi tío y una figurita de fray Leopoldo, del que era devoto y al que había conocido en vida, junto a unas florecillas de plástico descoloridas por los rayos del sol, que aprovechábamos para cambiar por otras nuevas, que duraban todo el año. A continuación, en un tazón de loza, mi abuela vertía aceite, en el que ponía flotando y encendidas, cuatro mariposas como ella les llamaba, que no eran más que unas lamparitas de aceite marca don Bosco. Después de la faena, rezábamos el rosario por la salvación de su alma y eterno descanso, y un fotógrafo ambulante de los que recorrían el cementerio, nos hacía una foto junto a la tumba, según costumbre de la época.

TRADICIÓN

Como podrán comprender, estas tradiciones en la memoria de un niño, se quedan grabadas a fuego en la mente, a pesar de estar tan lejanas en el tiempo, pero sepamos cómo empezó la tradición de honrar a nuestros muertos.

Dicen los que de esto saben que, en el libro Segundo de los Macabeos está escrito: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» Análogamente, en los primeros días de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica, que es un conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes se había de orar. Para la Iglesia católica, se trata de una conmemoración, un recuerdo que la Iglesia hace en favor de todos los que han muerto en este mundo (fieles difuntos), pero aún no pueden gozar de la presencia de Dios, porque están purificando, en el purgatorio, los efectos que ocasionaron sus pecados.

Este día, los creyentes ofrecen sus oraciones (llamadas sufragios), sacrificios y la misa para que los fieles difuntos de la Iglesia purgante terminen esta etapa y lleguen a la presencia de Dios. Hay, pues, una gran diferencia en la fiesta del día primero y el ambiente de oración y sacrificio del día dos. Aunque la iglesia siempre ha orado por los difuntos, fue a partir del 2 de noviembre del año 998 cuando se creó un día especial para ellos. Esto fue instituido por el monje benedictino San Odilón de Cluny. Su idea fue adoptada por Roma en el siglo xvi y de ahí se difundió al mundo entero.

INCINERACIÓN

Con el avance de los tiempos, esta tradición se ha modernizado, aletargado de alguna manera, y con la aparición de la incineración, los cementerios presentan una estampa distinta, conviviendo aún con retazos de la tradición. Ya tuvimos un primer paso, cuando se dejó de enterrar en la tierra, pasando los féretros a los nichos, pero con las cenizas del finado en una urna portátil, las posibilidades de reconducir el duelo se han diversificado. Hay quienes dejan testado que éstas se esparzan en un lugar determinado al que en vida le tuvo cariño. Otros las depositan en pequeños columbarios, como hacían los antiguos romanos, e incluso, me consta que otras descansan en la vivienda de la familia, en lugar de honor a modo de altar doméstico. Particularmente, si no hubiera decidido ya y, comunicado a los míos, donde quiero reposar eternamente, me hubiera gustado que mis cenizas se depositarán en el jardín que nuestro cementerio tiene a disposición de quienes deseen utilizarlo, sobre todo por compartir con tanta gente, un lugar en el que no estar solo eternamente. El Jardín de Las Cenizas, junto al Señor del Cementerio, me parece un lugar idóneo, en el que compartir espacio con tantas personas anónimas, que ya no lo serán.

Hemos pasado –los de mi generación- de velar a nuestros muertos en casa, llevar luto durante dos años, rezarles una novena tras el fallecimiento, la misa de corpore insepulto, la esquela en el periódico y la misa de difuntos cada aniversario, a modernos edificios con tanatosalas, aparcamiento y cafetería para los velatorios. Del dolor y el silencio, a que alguien tome la palabra glosando al difunto, antes de la despedida en la sala del adiós, o que suene su música preferida. De guardar como recuerdo, la pluma, el encendedor o el reloj del muerto, a poder llevarlo colgado al cuello, convertido en una piedra preciosa a modo de colgante o collar. De depositar su cuerpo en el lejano cementerio, a tenerlo en la repisa de la chimenea en el salón. En fin, que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, y nosotros…también.

 

 

domingo, 22 de octubre de 2023

POLICÍA LOCAL

 


POLICÍA LOCAL

 

Tito Ortiz.-

 

Mi primer recuerdo de niño de lo que entonces era un policía local, es un hombre con un largo gabán por debajo de las rodillas, con un correaje blanco, manguitos y salacot del mismo color, apostado de día y de noche, en un portal de la Cuesta de Gomérez, donde residía el alcalde, Manuel Sola. Un compañero regulaba el tráfico al final de la calle con Plaza Nueva, pues la de Gomérez era de dos direcciones de tráfico, y había que tener cuidado al incorporarse a la plaza. En la puerta de Correos – donde hoy se ubica el monumento a Colón y la reina católica – había otro haciendo lo mismo con Gran Vía.

La chiquillería los llamábamos “guardias de la porra” porque era la única defensa que portaban, y les temíamos más que a una vara verde, porque si nos sorprendían jugando a la pelota en la calle, nos la quitaban y con una navaja la partían en dos, para que escarmentáramos. Por eso siempre dejábamos a uno vigilando y, en cuanto lo veía aparecer por la calle, gritaba: ¡El guri, el guri!, para que echáramos a correr escondiendo la pelota.

El día dos de enero, se celebraba el “Día del Guardia” y todos los parroquianos les dejaban regalos junto al taburete de Puerta Real desde donde dirigían los vehículos. Pavos, gallinas, cajas de mantecados y de sidra se agolpaban como reconocimiento de los granadinos a su labor, y al sueldo escaso que cobraban. A caballo encabezaban las procesiones de semana santa, la del corpus y la cabalgata de reyes magos. No tenían motos, ni coches patrulla. Sólo alguna bicicleta para entregar las notificaciones, y una moto con sidecar, para su jefe, que era herido de guerra.

LOS PRINCIPIOS

Así era la policía local de Granada en aquellos años cincuenta, y la de muchos otros sitios, pero el asunto es que la cosa venía de siglos antes.

Dicen los que de esto saben, que, para encontrar sus inicios, tenemos que remontarnos a la Andalucía dominada por los árabes. Por entonces encontramos la figura de los, “Derrab”, que recorrían las calles vigilando que no se cometieran delitos. Asistían a la ciudadanía y protegían a los altos mandos, un legado que ha llegado hasta los agentes municipales actuales. Más tarde, en el siglo XII, surgieron los Sayones, los Alguaciles y los Porteros de Vara. Se encargaban de materializar las órdenes que dictaba la Justicia y nos han dejado algunas curiosidades. Los Sayones, por ejemplo, se ganaron bastante mala reputación, y no es extraño que hoy la palabra “sayón” se refiera a un hombre que destaca por su ferocidad. El de los Porteros también tiene su sentido: llevaban una vara de madera flexible que utilizan como arma. Su labor era tan reconocida que, de los setenta y siete artículos de las capitulaciones que los reyes católicos le ofrecieron a Boabdil para entregar Granada, uno recoge expresamente la figura de los alguaciles, como precedentes de lo que hoy conocemos como policía local:

“Todos los funcionarios y empleados de la administración nazarí, desde el sultán hasta los siervos, pasando por los alcaides, cadís, meftís, caudillos, alguaciles y escuderos serán bien tratados y recibirán un sueldo justo por su trabajo. Se respetarán sus libertades y costumbres”.

 Avanzando en la historia, se advierte que muchos de los antepasados de los agentes municipales, coincidieron en algún punto de la historia. Los Porteros de Vara existieron hasta mediados del siglo XIX, mientras que, ya en el XVIII, los Salvaguardas del Pueblo habían comenzado con sus patrullas. Se trataba de un cuerpo creado por el rey Carlos III, formado por más de 1.000 hombres que se dedicaban a hacer rondas de vigilancia. Viajando 50 años hacia delante, el panorama era distinto: de lo que más se hablaba era de los “Mangas Verdes”,  - por el color de sus bocamangas- cuya lentitud a la hora de acudir a las llamadas de auxilio de la población derivaría en el dicho: “a buenas horas, mangas verdes”. ¡Nada que ver con la velocidad que hoy permiten los coches patrulla!

 

ACADEMIA

 

Viendo de dónde venimos, no hay más que felicitarse por los avances que este cuerpo ha experimentado en cuanto a su formación académica, la diversidad de los servicios a prestar al ciudadano, su capacitación y adiestramiento para los tiempos que corren. La Policía Local de Granada, goza de un merecido prestigio por parte de los ciudadanos, que reconocen su labor y puesta al día, para ofrecer un mejor servicio y seguridad a la población. Con el paso de los años, los agentes fueron ganando cada vez más medios para cumplir con sus responsabilidades. En ciertos servicios y áreas, todavía es posible encontrar a profesionales a caballo o en bicicleta, aunque ambos han encontrado un fuerte rival en las motos, sin olvidar alguna experiencia de artilugio eléctrico, parecido al de las visitas turísticas. Durante varios años y hasta 1955, los conductores a los que los agentes daban el alto huían antes de que pudieran multarles, ya que carecían de motocicletas o coches para perseguirlos.

Pero hoy se trata de un cuerpo con distintas funciones, adaptado a los nuevos tiempos, en el que la mujer también ha conseguido su inclusión, a pesar de la extrañeza que en algunos ciudadanos pudo causar su llegada en igualdad con el hombre. Un asunto más que superado por el grueso de la población, que ve con normalidad el acceso de la mujer al ejército y demás cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Los principios no fueron fáciles. Observen como el caballero de la foto, vuelve la cara con extrañeza, cuando ve a dos policías locales mujeres, regulando el tráfico en la Gran Vía. Eran otros años. Feliz Día del Patrón.

 

 

 

 

domingo, 15 de octubre de 2023

PAN TUMACA

 


PAN TUMACA

 

Tito Ortiz.-

 

Hubo un tiempo –yo lo he vivido- en el que la simpatía de Granada por el pueblo catalán, era evidente. Estos afectos nos venían dados, fundamentalmente, porque en los años sesenta fueron muchos nuestros paisanos que tuvieron que emigrar huyendo de la miseria, y el pueblo catalán los acogió, les dio trabajo y la oportunidad de prosperar, cuando aquí se les negaba. Eran tiempos de maleta de cartón, hatillo con hogaza y libra de tocino, billete de tercera en tren con bancos de madera, viaje de dos días y a buscarse la vida fuera de casa lejos de la familia. Aquellos granadinos pioneros de la emigración a Cataluña, aceptaron los peores trabajos para los que no hacía falta cualificación, y con gran esfuerzo y sacrificio lograron, unos reunir a la familia tiempo después en esa tierra de acogida. Otros, ahorrar para regresar y vivir con mayor desahogo fruto de lo ahorrado.

Cataluña se nutrió de una mano de obra en los años del desarrollismo, imprescindible para contemplar ahora su nivel. Frente a la histórica predisposición a la industria textil, se invirtió en nuevos sectores como la metalurgia, la industria papelera, la química, cerámica, el sector energético y el de la construcción. Para que nos hagamos una idea, la población de la comarca del Baix Llobregat, de 1930 a 1970 se multiplicó por dieciocho. De 1940 a 1975 los emigrantes del Barcelonés, el Vallés Occidental y el Baix Llobregat representaban el 52.9% de la población total de Cataluña, de ahí que, el crecimiento económico esté ligado íntimamente al demográfico. El PIB catalán, de 1960 a 1970 creció a un ritmo de un 7.9% anual. En quince años dobló su renta gracias a una alta producción de bienes manufacturados y una mayor capacidad adquisitiva de la población.

 

PERMEABILIDAD SOCIAL

 

Cataluña se benefició de nuestra emigración, mientras que nuestros paisanos dejaron de pasar penurias, comprobando que la prosperidad era posible, aunque fuera lejos del terruño, así que el agradecimiento y reconocimiento eran mutuos. De hecho, sin prisa, pero sin pausa, les fuimos dando a conocer nuestras costumbres, rituales, folklore, pudiendo asegurar que la adaptación entre culturas ha sido aceptable, durante mucho tiempo

Aquí siempre hemos dicho desde entonces que, la novena provincia andaluza estaba en Cataluña, debido a ese millón de paisanos, que desde hace varias generaciones, ya se han convertido de nacimiento y convicción, en unos catalanes más. No hay que olvidar que –incluso- dentro de los más radicales defensores de la independencia catalana actual, hay varios descendientes de aquellos andaluces pioneros de la emigración a Cataluña en los años sesenta del siglo pasado. Hijos de andaluces nacidos en aquella tierra, y que se identifican, no con las raíces de sus padres, sino con las de la que los ha visto nacer, y que los ha conseguido para su causa independentista. Un hecho real y no visto con buenos ojos por aquí abajo, en líneas generales, debido a la radicalidad de los planteamientos, fuera del orden constitucional vigente.

 

CULÉS SIN HABLAR CATALÁN

 

Hubo un tiempo en que la simpatía aquí, por el Barcelona Club de Fútbol, era tan evidente, que muchísimos aficionados al Granada, lo eran también del equipo catalán, proliferando por decenas, las peñas dedicadas al equipo culé en toda la provincia. Durante el franquismo, esta afición al equipo barcelonés tan lejos de Cataluña, sirvió también para distanciarse del régimen, ya que se identificaba, en líneas generales, a los aficionados del Real Madrid, como adeptos a la dictadura, mientras que a los barcelonistas se le tildaba de antifranquistas. Todo esto recogido con las lógicas excepciones.

Lo cierto es que, desde hace unos años, cuando resurgió el movimiento independentista catalán, ya son muchos los aficionados al equipo culé de estas tierras, que reniegan de tal afición, y se han llegado a cerrar muchas de las peñas dedicadas al barcelonismo en nuestra región.

No obstante, los andaluces y granadinos, cada vez con más fuerza, testimonian en tierra extraña, cada vez con mayor entusiasmo, el apego a nuestras raíces, celebrando con inusitada contundencia el día de Andalucía en Cataluña, La Feria de Abril, y La Romería de El Rocío entre otras muchas tradiciones, en total convivencia pacífica, con quienes los acogieron en su momento y les dieron pan y trabajo.

 

LA FUENTE DE CANALETAS

 

A principios de los años ochenta del siglo pasado, la armonía entre nuestros pueblos era tal, que al pan tumaca nosotros le añadimos un buen jamón de la Alpujarra, sin cobrar derechos de autor. El alcalde de Barcelona, Narcís Serra, que después sería vicepresidente del gobierno y ministro de defensa, enamorado de nuestra ciudad, y de su Festival Internacional de Música y Danza, dado que él contaba con formación musical, que con frecuencia le hacía ponerse al piano y no desentonar en absoluto, quiso tener un detalle con Granada, viniendo a regalarnos, una copia de uno de los símbolos históricos de Barcelona en su Rambla: La Fuente de Canaletas, que junto a nuestro alcalde Antonio Jara, tuvo a bien inaugurar en las inmediaciones de la antigua Hípica. Todo ello constituyó un día de fiesta para las dos provincias, que desde entonces se vieron hermanadas por un monumento que, en el caso de Granada tiene un gran significado también, pues somos conocidos por la ciudad del agua y la monumentalidad de sus fuentes históricas que aún se conservan. En la foto de Juan Ortiz, los dos alcaldes sonrientes, acceden al corte imaginario de una cinta, que unía para siempre, dos provincias tan diferentes y tan agradecidas entre sí. El agua que todo lo cura, pudiera hacer posible un acercamiento entre hermanos que, pudieran en estos momentos estar distanciados. Yo tiendo mi mano el primero.

 

domingo, 8 de octubre de 2023

… PARA UN INSTANTE

 


… PARA UN INSTANTE

 

Tito Ortiz.-

 

Conocí a Pepe Cantero, en la segunda mitad del siglo XX, cuando yo dirigía el grupo de Teatro de Juventudes Musicales, Manuel de Pinedo, El Teatro Popular, y otra gente entusiasmada por las tablas, intentaba abrirse camino en el arte de Talía, en una Granada que había permanecido adormilada, desde los tiempos de Pepe Tamayo, La Agrupación Lírica Francisco Alonso y La Álvarez Quintero, en la que, de alguna forma, nosotros representábamos el nexo de unión para el futuro. Fueron años en los que incluso, la Universidad de Granada, viendo el florecimiento teatral en nuestra ciudad, puso en pie un mecanismo aglutinador de tantas iniciativas independientes, a las órdenes del catedrático, José Luís Valverde, a cuyas reuniones asistíamos entusiasmados y esperanzados, en protagonizar grandes proyectos para la escena con la marca “Granada”.

Lo mejor de esta iniciativa era sin duda, la charla posterior ante un chato de vino, ideando nuevos proyectos, nuevas representaciones, aprovechando el teatro del Centro Artístico, siempre dispuesto a la colaboración con todos, y el nuevo espacio escénico de la Facultad de Ciencias. El Isabel La Católica, nos quedaba fuera de presupuesto, como en el horizonte lejano del trabajo a realizar. Pero fueron años muy gratificantes, en los que se pusieron los espartos para avanzar en el arte de Talía granadino, contando además con la colaboración de los críticos teatrales de la prensa local, o sea, Pepe Ladrón de Guevara en Ideal, y Emilio Prieto en Patria y La Hoja del Lunes.

LA RADIO

Pepe Cantero no es un actor al uso. Una de sus pasiones es La Radio, con mayúsculas. Lo escuché por primera vez en la desaparecida, “La Voz de Granada”, y desde entonces, su timbre personal, su entonación e interpretación, me hicieron profundizar –más si cabe – en mi vocación. Pepe, no es un entusiasta de la radio como medio de comunicación… Es un enfermo irredento. La lleva en las venas, hasta el punto de que seguimos teniendo pendiente un proyecto ilusionante: Volver a llevar el teatro a la radio, en aquella emisora que nos lo permita. Somos niños que crecimos con los seriales radiofónicos como, Ama Rosa, o Lucecita, con las voces de grandes maestros para la historia de la radiodifusión, al estilo de los guiones de, Guillermo Sautier Casaseca, interpretados por Rafael Barón, Matilde Vilariño, o Joaquín Peláez, nuestras voces de referencia, en aquel irrepetible grupo de actores de Radio Madrid. Pero lo nuestro es puro teatro. Sentí mucho no poder contar con él, cuando grabé en los estudios de Radio 80, El Tenorio, dirigido por Manuel de Pinedo, pero es que Pepe ya se había ido a Madrid, para ingresar –según deseo de su familia- en el Cuerpo Nacional de Policía, aunque el niño salió revoltoso, y se nos matriculó en arte dramático. Por eso desde entonces mantengo con él esta deuda que no saldaremos hasta que emitamos por cualquier emisora, una obra de teatro de nuestros clásicos, o contemporáneos, que nos da lo mismo, el asunto es hacerlo antes de que a uno de los dos, se nos caiga el telón. Esto último me lo podía haber ahorrado, pero es mi malafollá innata. No lo puedo remediar.

LA ZARZUELA

La formación y experiencia de Pepe Cantero, le permite entonar con solvencia el género lírico, sobre todo si es dirigido por Miguel Sánchez Ruzafa, del que me confieso admirador rendido. Una “panoja” de zarzuelas interpretadas en el Isabel La Católica, así lo acreditan, y aunque está capacitado para todo tipo de papeles, he de reconocer que su faceta de tenor cómico, no admite comparaciones, por su especial gracejo y contundente interpretación.

Viéndolo en el escenario junto al coro, el tenor y la soprano, recuerdo con gran cariño, aquella televisión en blanco y negro de los años sesenta en mí casa, cuando los domingos por la tarde, se transmitía desde el teatro de La Zarzuela de Madrid, la representación programada del mal llamado, género chico. Pues tengo en mi memoria una versión excepcional de, “El Huésped del Sevillano”, en la que un emergente meritorio llamado, Pepe Sacristán, interpretaba al escudero del protagonista, en una actuación mítica que arrancaba los aplausos del respetable, augurando –sin duda- la gran proyección actoral que posee el de Chinchón, a estas alturas de su vida.

EL CINE Y OTRAS SERIES

Camino del centenar de películas y series en las que ha intervenido, el actor granadino tiene un palmarés envidiable, y lo que es mejor, el reconocimiento de todos los actores y actrices con los que ha trabajado, en una faceta tan difícil como es la de no oscurecer al protagonista. Tocar una puerta y entregar una docena de pasteles, sin que esto trastoque la escena o acarree perder el hilo conductor, solo lo saben hacer bien los elegidos. Entrar entre bambalinas y entregar un sobre, con un simple: “Una carta para usted señor”. Es de una delicadeza extrema, para no hacer perder la concentración del resto del reparto, y que la escena continúe. Pero la misma eficacia se requiere del actor, para todo lo contrario. Un chiste en el instante preciso, una mirada de pánico, o un tropezón bien medido, levantan la carcajada en el tiempo requerido por el autor, salvando una escena del naufragio.

Y si hablamos de su militancia granadina, con él se rompió el molde, porque fue uno de los primeros en atender compromisos muy importantes de trabajo, habiendo trasladado de nuevo su residencia a Granada. A éste no lo echamos de aquí ni con agua hirviendo. Dicho lo cual, convendrán conmigo que, el cómico granadino, Pepe Cantero, es un lujo de Granada, y como amigo… Dos.

 

domingo, 1 de octubre de 2023

 


A TROTECITO LENTO…

 

Tito Ortiz.-

 

Mi admiración por el caballo viene desde que tengo uso de razón, y mis padres me hicieron aquella primera foto, a lomos del de madera que el fotógrafo tenía en la plaza de Bibarrambla, entrando por la calle Príncipe. Ya en la escuela, comenzamos a estudiar caballos históricos como, “Babieca” del Cid Campeador, “Rocinante” de don Quijote, o “Bucéfalo” de Alejandro Magno. Yo que, me confieso desde entonces como admirador irredento del caballo, me interesé mucho por ejemplares tan extraordinarios como, “Marengo” de Napoleón, y las distintas razas. Mi preferida es el Pura Sangre, pero no desdeño otras como el Árabe, del que tanto sabe la granadina, Ana de La Chica, presente desde los cinco años en competiciones nacionales e internacionales, con un palmarés extraordinario, y que tanto hace por este deporte desde su Centro Hípico Nevada. El caballo Español Puro, que tiene su catedral en Jerez, en La Real Escuela Ecuestre de fama mundial, o La Yeguada Militar que, con su labor, a veces, demasiado callada, mantiene la tradición de Carrera y Tiro, de manera admirable. Y una de las joyas de nuestra corona, El Cuarto de Milla, que puede alcanzar más de ochenta kilómetros por hora, único en su especie.

Por todo lo anterior expuesto y, por lo que sigue, no es de extrañar que fuera yo, uno de los primeros en inaugurar al principio de la década de los setenta del siglo pasado, el picadero “Caballo Blanco”, donde pasaba las mañanas de los domingos, sobre la silla de distintos ejemplares de alquiler, recorriendo las choperas cercanas y disfrutando de la monta, con la complicidad de aquellos ejemplares, nobles y briosos. Después pasé a La Lancha de Cenes, y a continuación a Sierra Nevada. El último paseo por el Parque de doña Ana, llegando hasta la playa, ha sido de verdadero encanto y disfrute para el cuerpo y la mente. Vamos, no sé si se habrán dado cuenta, pero soy un enamorado de los caballos, incluso de rejoneo, como el mítico “Cagancho” de Pablo Hermoso de Mendoza, cuya muerte lloré como un niño.

“MATAJACAS”

Era “Matajacas”, un subteniente del ejército de tierra, que presumía de lucir La Cruz Laureada de San Fernando, la máxima distinción española para hechos heroicos de guerra, que sólo una persona más tenía concedida: El general Franco. “Matajacas” decía haberla obtenido por su valentía en la defensa del Peñón de La Mata, en Cogollos Vega. Hasta casi la década de los años setenta del siglo pasado, “Matajacas”, se paseaba por el centro de Granada, con su uniforme militar, a lomos de una jaca blanca, perfectamente adiestrada para su recorrido, que comenzaba en las bodegas Castañeda, donde el subteniente daba cuenta de su acreditado vermut, mientras la jaca permanecía paciente en la puerta de la calle Almireceros. Sobre el brioso corcel, proseguía el recorrido hasta el bar “Jandilla”, donde después del chato de vino, la desataba de la aldaba en puerta del Corral del Carbón, y andando se dirigían ambos hasta el cercano Cisco y Tierra, la jaca siempre dos pasos atrás del militar, como manda el reglamento. Era aquel el momento que aguardaba “El Mananas”, con su mono azul, el yugo y las flechas de Falange en el pecho y sus botas militares acharoladas, para dejar impecables las de montar de “Matajacas”. El animal aguardaba paciente en la puerta de la Casa de Socorro, hasta que su amo le silbaba, y ésta se disponía a ser montada hasta Los Mariscos, junto al teatro Cine Regio, donde don Mariano Méndez, salía a acariciarle sus blancas crines. La siguiente estación era el club taurino, donde “Matajacas” ya no descabalgaba, y se hacía servir en la puerta el caldo correspondiente. De ahí, a la taberna del Elefante en Puerta Real, en la que El Bueno de Enrique y su mujer Encarna, atendían con esmero al habitual cliente, no sin elogiar la extraordinaria doma de aquel animal bendito, henchido de paciencia que, con solo un gesto de su dueño, sabía lo que tenía que hacer. Sobre la cabalgadura de nuevo, el borlo de su gorro de barco, le iba golpeando la nariz al ritmo sereno de la yegua postinera y elegante, que era la envidia de todos los paseantes, y de ésta guisa, el animal proseguía su ruta hasta la misma puerta de la basílica de nuestra patrona, donde sin ser avisada, giraba su cuerpo a la derecha para enfrentar la puerta, y con el jinete sobre sus lomos, la jaca se arrodillaba de sus manos delanteras, haciendo genuflexión a la virgen de las Angustias, mientras “Matajacas”, permanecía en el primer tiempo del saludo militar. Arrancados los aplausos de los presentes, al comprobar aquella escena, la jaca recuperaba su posición inhiesta, y lentamente giraba hacia la puerta del bar de los hermanos Granados, donde su jinete repostaría de nuevo. Allí aguardaría una vez más paciente, atada a la reja.

MEJORANA

Como un granadino más, “Matajacas” no podía resistirse a volver a casa, sin degustar aquella maravilla de vino, al que los Granados pusieron por nombre, “Mejorana”, cuya composición fue siempre un secreto, del que solo se sabía que era Luís el encargado, cada noche después cerrar el establecimiento, de hacer la mezcla correspondiente, en sus exactas proporciones de una barrica a otra, para que a la mañana siguiente, los parroquianos pudiéramos saborear aquella maravilla de color indefinido, chispeante al paladar como un afrutado, ayuno de taninos, con una entrada en el gaznate de peligro indefinido, pues si insistías en que llenaran, la voltereta era de tres trayectorias, rozando la Femoral.

Honor y gloria a los hermanos Granados y, a los caballos de nuestros recuerdos.