…
PARA UN INSTANTE
Tito
Ortiz.-
Conocí a Pepe Cantero, en la
segunda mitad del siglo XX, cuando yo dirigía el grupo de Teatro de Juventudes
Musicales, Manuel de Pinedo, El Teatro Popular, y otra gente entusiasmada por
las tablas, intentaba abrirse camino en el arte de Talía, en una Granada que
había permanecido adormilada, desde los tiempos de Pepe Tamayo, La Agrupación
Lírica Francisco Alonso y La Álvarez Quintero, en la que, de alguna forma,
nosotros representábamos el nexo de unión para el futuro. Fueron años en los
que incluso, la Universidad de Granada, viendo el florecimiento teatral en
nuestra ciudad, puso en pie un mecanismo aglutinador de tantas iniciativas
independientes, a las órdenes del catedrático, José Luís Valverde, a cuyas
reuniones asistíamos entusiasmados y esperanzados, en protagonizar grandes
proyectos para la escena con la marca “Granada”.
Lo mejor de esta iniciativa
era sin duda, la charla posterior ante un chato de vino, ideando nuevos
proyectos, nuevas representaciones, aprovechando el teatro del Centro
Artístico, siempre dispuesto a la colaboración con todos, y el nuevo espacio
escénico de la Facultad de Ciencias. El Isabel La Católica, nos quedaba fuera
de presupuesto, como en el horizonte lejano del trabajo a realizar. Pero fueron
años muy gratificantes, en los que se pusieron los espartos para avanzar en el
arte de Talía granadino, contando además con la colaboración de los críticos
teatrales de la prensa local, o sea, Pepe Ladrón de Guevara en Ideal, y Emilio
Prieto en Patria y La Hoja del Lunes.
LA RADIO
Pepe Cantero no es un actor al
uso. Una de sus pasiones es La Radio, con mayúsculas. Lo escuché por primera
vez en la desaparecida, “La Voz de Granada”, y desde entonces, su timbre
personal, su entonación e interpretación, me hicieron profundizar –más si cabe
– en mi vocación. Pepe, no es un entusiasta de la radio como medio de
comunicación… Es un enfermo irredento. La lleva en las venas, hasta el punto de
que seguimos teniendo pendiente un proyecto ilusionante: Volver a llevar el
teatro a la radio, en aquella emisora que nos lo permita. Somos niños que
crecimos con los seriales radiofónicos como, Ama Rosa, o Lucecita, con las
voces de grandes maestros para la historia de la radiodifusión, al estilo de
los guiones de, Guillermo Sautier Casaseca, interpretados por Rafael Barón,
Matilde Vilariño, o Joaquín Peláez, nuestras voces de referencia, en aquel
irrepetible grupo de actores de Radio Madrid. Pero lo nuestro es puro teatro.
Sentí mucho no poder contar con él, cuando grabé en los estudios de Radio 80,
El Tenorio, dirigido por Manuel de Pinedo, pero es que Pepe ya se había ido a
Madrid, para ingresar –según deseo de su familia- en el Cuerpo Nacional de
Policía, aunque el niño salió revoltoso, y se nos matriculó en arte dramático.
Por eso desde entonces mantengo con él esta deuda que no saldaremos hasta que
emitamos por cualquier emisora, una obra de teatro de nuestros clásicos, o
contemporáneos, que nos da lo mismo, el asunto es hacerlo antes de que a uno de
los dos, se nos caiga el telón. Esto último me lo podía haber ahorrado, pero es
mi malafollá innata. No lo puedo remediar.
LA ZARZUELA
La formación y experiencia de
Pepe Cantero, le permite entonar con solvencia el género lírico, sobre todo si
es dirigido por Miguel Sánchez Ruzafa, del que me confieso admirador rendido.
Una “panoja” de zarzuelas interpretadas en el Isabel La Católica, así lo
acreditan, y aunque está capacitado para todo tipo de papeles, he de reconocer
que su faceta de tenor cómico, no admite comparaciones, por su especial gracejo
y contundente interpretación.
Viéndolo en el escenario junto
al coro, el tenor y la soprano, recuerdo con gran cariño, aquella televisión en
blanco y negro de los años sesenta en mí casa, cuando los domingos por la
tarde, se transmitía desde el teatro de La Zarzuela de Madrid, la
representación programada del mal llamado, género chico. Pues tengo en mi
memoria una versión excepcional de, “El Huésped del Sevillano”, en la que un
emergente meritorio llamado, Pepe Sacristán, interpretaba al escudero del
protagonista, en una actuación mítica que arrancaba los aplausos del
respetable, augurando –sin duda- la gran proyección actoral que posee el de
Chinchón, a estas alturas de su vida.
EL CINE Y OTRAS SERIES
Camino del centenar de
películas y series en las que ha intervenido, el actor granadino tiene un
palmarés envidiable, y lo que es mejor, el reconocimiento de todos los actores
y actrices con los que ha trabajado, en una faceta tan difícil como es la de no
oscurecer al protagonista. Tocar una puerta y entregar una docena de pasteles,
sin que esto trastoque la escena o acarree perder el hilo conductor, solo lo
saben hacer bien los elegidos. Entrar entre bambalinas y entregar un sobre, con
un simple: “Una carta para usted señor”. Es de una delicadeza extrema, para no
hacer perder la concentración del resto del reparto, y que la escena continúe.
Pero la misma eficacia se requiere del actor, para todo lo contrario. Un chiste
en el instante preciso, una mirada de pánico, o un tropezón bien medido,
levantan la carcajada en el tiempo requerido por el autor, salvando una escena
del naufragio.
Y si hablamos de su militancia
granadina, con él se rompió el molde, porque fue uno de los primeros en atender
compromisos muy importantes de trabajo, habiendo trasladado de nuevo su
residencia a Granada. A éste no lo echamos de aquí ni con agua hirviendo. Dicho
lo cual, convendrán conmigo que, el cómico granadino, Pepe Cantero, es un lujo
de Granada, y como amigo… Dos.
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