De la ubre a la taza en plaza nueva
ESTO
ES LA LACHE
Tito
Ortiz.-
A los niños pobres del colegio
nacional de la placeta de Ramírez, nos daban un jarrillo de leche en polvo
americana, todas las mañanas. Nada más llegar a clase, Don Juan nuestro
maestro, encendía una estufa de cáscaras de almendra, sobre la que depositaba
una olla enorme, a la que añadía la parte proporcional de agua y, el consabido
polvo de leche que, con una gran cuchara de palo, había que remover
constantemente para que se disolviera y no hiciera grumos, por lo que los niños
nos íbamos turnando en tal menester, hasta que llegada la hora, don Juan nos
echaba la ración de leche que nos correspondía, en un jarrillo de lata que cada
uno traía de su casa, que no era más que una lata de leche condensada vacía, a
la que un ojalatero hábil, le había soldado un asa para no quemarnos. La leche
condensada no entraba en el hogar, a no ser que algún miembro estuviera
raquítico o enfermo, porque en aquellos años cincuenta, era prohibitiva por su
precio.
Pasado un tiempo, dejamos de
tomar la leche en polvo americana, gracias a la generosidad del señor don
Rafael Pérez Pire, fundador de la Central lechera granadina (Uniasa) conocida
más tarde como “Puleva” que, nos enviaba gratis todas las mañanas a cada
alumno, un botellín de cuarto de litro de leche de cabra, que se distinguía por
tener el precinto en color azul turquesa, en lugar del color plata que
correspondía a la leche de vaca. Ya no teníamos que llevarnos el jarrillo de
lata de casa, pero lo cambiamos por un sobre de “Toddy” que era un sucedáneo
del Colacao, pero más barato.
En la parroquia de santa Ana,
nos daban unas cartillas que contenían treinta tiques, uno por cada día del mes,
y con eso llegábamos a Postigo de Zárate, donde nos llenaban la lechera de
aluminio de esa leche americana en polvo, que ellos disolvían, de manera
totalmente gratis.
FRESCA DEL DÍA
Ya avanzábamos hacia los años
sesenta, pero en mi casa del Albayzín, todavía llegaba la leche fresca del día
hasta la puerta, donde el cabrero ordeñaba al animal echando directamente la
leche en el cazo que le proporcionaba mi abuela, que estaba dedicado
exclusivamente a ese menester. Después se hervía y, la nata que se formaba en
superficie, nos la untaba en una rebanada de pan, espolvoreada con azúcar. Un
bocado exquisito para empezar el día.
Su principal función – según
la historia- es la de nutrir a las crías hasta que sean capaces de digerir
otros alimentos, además de proteger su tracto gastrointestinal contra
patógenos, toxinas e inflamación y contribuir a su salud metabólica regulando
los procesos de obtención de energía, en especial el metabolismo de la glucosa
y la insulina. Esta capacidad es una de las características que definen a los
mamíferos. Es el único fluido que ingieren las crías de los mamíferos (niño de
pecho en el caso de los seres humanos) hasta el destete. El
consumo humano de la leche de origen animal comenzó hace unos once mil años con
la domesticación del ganado durante el llamado óptimo climático. Este proceso
se dio en especial en Oriente Medio, impulsando la revolución neolítica. El
primer animal que se domesticó fue la vaca, a partir del uro, después la cabra,
aproximadamente en las mismas fechas, y finalmente la oveja, entre 9000 y 8000
a. C.
En las lecherías se vendía la
leche fresca del día, que había que hervir para consumir sin problemas, pero
Puleva comenzó a comercializar en unas botellas de cuello estrello, con platico
como las gaseosas, la famosa leche “pasteurizada” que se consumía sin
preocupación. Avanzaban los tiempos y Los Pastoreros conseguían colocar su
leche fresca del día, en leal competencia con Puleva, diversificando la oferta
y abriendo el panorama lácteo provincial a otras opciones.
LA LECHE HOY DÍA
Con la desaparición de la
botella de cristal como envase para la leche, nos adentramos en un mundo
comandado por el Tetra Brik, lo que ha permitido un gran ahorro en el portante
y, a la vez, ha coincidido con la mayor diversidad de leches al servicio del
consumidor. Si uno se planta ante los lineales de cualquier súper mercado,
quedará estupefacto al ver la gran oferta que tiene ante sí. Leche entera,
desnatada, semidesnatada, con calcio, con omega 3, son solo una pequeña muestra
de la gran oferta que se ofrece al consumidor, en la que fácilmente se puede
llegar a la docena de opciones diferentes, para todos los gustos o necesidades
dietéticas, sin entrar en la nueva ola de leches de procedencia vegetal, donde
yo ahí, confieso que me pierdo. Sin olvidar los batidos de diferentes sabores,
o los modernos zumos de frutas que la contienen en mayor o menor proporción.
En el rico anecdotario de la
historia de la leche, no hay que olvidar lo que ha llegado hasta nosotros, a
cerca de los baños de leche de burra que disfrutaba Cleoptra. Actualmente, la
leche que más se utiliza en la producción de derivados lácteos es la de vaca
(debido a las propiedades que posee, a la cantidad que se obtiene, agradable
sabor, fácil digestión, así como la gran cantidad de derivados obtenidos). Sin
embargo, no es la única que se explota. También están la leche de cabra, burra,
yegua, camella, entre otras.
La leche de origen humano no
se produce ni se distribuye a escala industrial. Sin embargo, puede obtenerse
mediante donaciones. Existen bancos de leche que se encargan de recogerla para
proporcionársela a niños prematuros o alérgicos que no pueden recibirla de otro
modo. Mi reconocimiento más profundo a las antiguas amas de cría, que tantas
vidas salvaron.
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