domingo, 22 de septiembre de 2024

 


BELLAS ARTES

 

Tito Ortiz.-

 

Desde que el mundo es mundo, en Granada, nunca ha sido fácil ubicar un museo. Sea de lo que sea, la historia nos dice que, hasta alcanzar cierta estabilidad, la itinerancia y las carencias de su acondicionamiento, han sido constantes en épocas pretéritas. Ahora disfrutamos de cierta tranquilidad con el de Bellas Artes en el palacio de Carlos V, pero hasta llegar ahí, la cosa no fue fácil.

El Museo de Bellas Artes de Granada hunde sus raíces en el proceso desamortizador promovido por el ministro Álvarez Mendizábal en el siglo XIX. Con los bienes artísticos recogidos de los conventos y monasterios suprimidos, se organizó el Museo Provincial en el exconvento dominico de Santa Cruz la Real, inaugurándose solemnemente, como testimonia la prensa local de la época, el 11 de agosto de 1839.

No sería ésta la única sede en la que radicaría el museo a lo largo de su dilatada historia. En 1889 debe abandonar Santa Cruz la Real, siendo trasladados sus fondos artísticos a unos bajos del Ayuntamiento situados en la calle Escudo del Carmen. En 1897, abandona el lugar para ser trasladado a la casa nº 11 de la calle Arandas. Allí permanecería hasta 1923, año en el que cambia nuevamente de ubicación, esta vez a la Casa de Castril, en la Carrera del Darro, donde compartiría espacio con el Museo Arqueológico y la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias. A partir de entonces se retoma la vieja aspiración de ubicar el museo en el Palacio de Carlos V, que permanecía aún inacabado y sin uso. En 1941 se traslada parcialmente a la planta baja del palacio, habilitándose para ello tres salas. No obstante, las pésimas condiciones del edificio obligan a retornarlo a la Casa de Castril.

La acción conjunta de dos personalidades claves de la cultura granadina de mediados del siglo XX será decisiva para hacer realidad el proyecto palatino. Por una parte, el tesón de Emilio Orozco Díaz al frente de la dirección del museo y, por otra, las gestiones de Antonio Gallego y Burín desde la Dirección General de Bellas Artes, de la que fue máximo responsable.

 

El 6 de octubre de 1958, con motivo de las celebraciones del IV centenario del fallecimiento del emperador, se inauguró el Museo de Bellas Artes de Granada en su nueva ubicación de la planta primera del Palacio de Calos V, donde permanece desde entonces.

ENRIQUE PAREJA

A mediados de los años setenta del siglo pasado, llega a la dirección del museo, un granadino entusiasta que luchó por darle a la pinacoteca, toda la importancia que esta merecía. Enrique Pareja López, se licenció y doctoró en Historia por la Universidad de Granada, iniciando su trayectoria profesional como profesor asociado a la cátedra de Historia del Arte en 1963. A partir de 1968 participó en numerosos trabajos de investigación arqueológica junto al profesor Arribas Palau, vinculado al departamento de Prehistoria y Arqueología. Como colaborador del Instituto Arqueológico Alemán, realizó estudios también en los yacimientos de Torres Vedras (Portugal), Orce (Granada), Carteia (San Roque) o Pollentia (Mallorca). Desde 1970 es colaborador en los Museos de Granada "sección Arqueología", siendo designado conservador-jefe de los mismos en 1976. Dos años después dirige los museos de Bellas Artes y Casa de los Tiros de Granada. En 1979 preside el Centro de Iniciativas Turísticas de Granada y se hace cargo de la dirección general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, desde cuyo puesto emprende la restauración del Museo de Bellas Artes, hasta 1981 en que fue nombrado director de la pinacoteca sevillana y abandona Granada. Durante ese tiempo y contando con la colaboración especial de su inseparable, Francisco González de La Oliva, el de Bellas Artes de Granada se pone en el mapa de los museos españoles de mayor rango, hecho que han acrecentado los distintos responsables que hasta la actualidad han pasado por el.

RUIZ DEL PERAL

Los fondos propios que posee nuestro museo, junto con los cedidos por el del Prado, hacen de nuestra pinacoteca alhambreña, una referencia mundial por su contenido y conservación, a lo que hay que unir la organización de exposiciones temporales del más alto interés histórico y artístico.

El Delegado de Cultura de La Junta de Andalucía en Granada, Fernando Egea, ha anunciado para el próximo jueves, la inauguración de una exposición temporal del granadino, Torcuato Ruiz del Peral, que se me antoja más que interesante.

El escultor nació el 16 de marzo de 1708 en Exfiliana (Granada), hijo de un labrador acomodado de la localidad, Nicolás Ruiz y Gerónima de Peral. Torcuato fue el sexto de los nueve hijos que tuvo el matrimonio​. En 1725, Ruiz del Peral ingresó en el taller del escultor granadino Diego de Mora, hermano de José de Mora, en cuya casa del Albaicín de Granada permaneció dos años; tiempo suficiente para formarse en el arte de la escultura. Más tarde entró a trabajar con el pintor Benito Rodríguez Blanes, a la sazón presbítero de la colegial granadina de los Santos Justo y Pastor, templo para el que hizo obras como los arcángeles San Miguel y San Rafael, o las propias imágenes de los mártires infantiles titulares del templo, entre otras.

De su larga y brillante producción, entre otras obras, ha pasado a la posteridad por ser el autor de Nuestra Señora de Las Angustias Coronada de La Alhambra, pero en esta muestra, veremos otras de inmejorable factura. Aquejado por una grave enfermedad desde 1772, Ruiz del Peral falleció a los 65 años de edad en su domicilio albaicinero de la calle Aljibe de Trillo, siendo enterrado en la iglesia de San José el 6 de julio de 1732​. Y es uno de los nuestros.

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