BELLAS
ARTES
Tito Ortiz.-
Desde que el
mundo es mundo, en Granada, nunca ha sido fácil ubicar un museo. Sea de lo que
sea, la historia nos dice que, hasta alcanzar cierta estabilidad, la
itinerancia y las carencias de su acondicionamiento, han sido constantes en
épocas pretéritas. Ahora disfrutamos de cierta tranquilidad con el de Bellas
Artes en el palacio de Carlos V, pero hasta llegar ahí, la cosa no fue fácil.
El Museo de
Bellas Artes de Granada hunde sus raíces en el proceso desamortizador promovido
por el ministro Álvarez Mendizábal en el siglo XIX. Con los bienes artísticos
recogidos de los conventos y monasterios suprimidos, se organizó el Museo
Provincial en el exconvento dominico de Santa Cruz la Real, inaugurándose
solemnemente, como testimonia la prensa local de la época, el 11 de agosto de
1839.
No sería ésta
la única sede en la que radicaría el museo a lo largo de su dilatada historia.
En 1889 debe abandonar Santa Cruz la Real, siendo trasladados sus fondos
artísticos a unos bajos del Ayuntamiento situados en la calle Escudo del
Carmen. En 1897, abandona el lugar para ser trasladado a la casa nº 11 de la
calle Arandas. Allí permanecería hasta 1923, año en el que cambia nuevamente de
ubicación, esta vez a la Casa de Castril, en la Carrera del Darro, donde
compartiría espacio con el Museo Arqueológico y la Real Academia de Bellas
Artes de Nuestra Señora de las Angustias. A partir de entonces se retoma la
vieja aspiración de ubicar el museo en el Palacio de Carlos V, que permanecía
aún inacabado y sin uso. En 1941 se traslada parcialmente a la planta baja del
palacio, habilitándose para ello tres salas. No obstante, las pésimas
condiciones del edificio obligan a retornarlo a la Casa de Castril.
La acción
conjunta de dos personalidades claves de la cultura granadina de mediados del
siglo XX será decisiva para hacer realidad el proyecto palatino. Por una parte,
el tesón de Emilio Orozco Díaz al frente de la dirección del museo y, por otra,
las gestiones de Antonio Gallego y Burín desde la Dirección General de Bellas
Artes, de la que fue máximo responsable.
El 6 de octubre
de 1958, con motivo de las celebraciones del IV centenario del fallecimiento
del emperador, se inauguró el Museo de Bellas Artes de Granada en su nueva
ubicación de la planta primera del Palacio de Calos V, donde permanece desde
entonces.
ENRIQUE PAREJA
A mediados de
los años setenta del siglo pasado, llega a la dirección del museo, un granadino
entusiasta que luchó por darle a la pinacoteca, toda la importancia que esta
merecía. Enrique Pareja López, se licenció y doctoró en Historia por la
Universidad de Granada, iniciando su trayectoria profesional como profesor
asociado a la cátedra de Historia del Arte en 1963. A partir de 1968 participó
en numerosos trabajos de investigación arqueológica junto al profesor Arribas
Palau, vinculado al departamento de Prehistoria y Arqueología. Como colaborador
del Instituto Arqueológico Alemán, realizó estudios también en los yacimientos
de Torres Vedras (Portugal), Orce (Granada), Carteia (San Roque) o Pollentia
(Mallorca). Desde 1970 es colaborador en los Museos de Granada "sección
Arqueología", siendo designado conservador-jefe de los mismos en 1976. Dos
años después dirige los museos de Bellas Artes y Casa de los Tiros de Granada.
En 1979 preside el Centro de Iniciativas Turísticas de Granada y se hace cargo
de la dirección general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, desde cuyo
puesto emprende la restauración del Museo de Bellas Artes, hasta 1981 en que fue
nombrado director de la pinacoteca sevillana y abandona Granada. Durante ese
tiempo y contando con la colaboración especial de su inseparable, Francisco
González de La Oliva, el de Bellas Artes de Granada se pone en el mapa de los
museos españoles de mayor rango, hecho que han acrecentado los distintos
responsables que hasta la actualidad han pasado por el.
RUIZ DEL PERAL
Los fondos
propios que posee nuestro museo, junto con los cedidos por el del Prado, hacen
de nuestra pinacoteca alhambreña, una referencia mundial por su contenido y
conservación, a lo que hay que unir la organización de exposiciones temporales
del más alto interés histórico y artístico.
El Delegado de
Cultura de La Junta de Andalucía en Granada, Fernando Egea, ha anunciado para
el próximo jueves, la inauguración de una exposición temporal del granadino,
Torcuato Ruiz del Peral, que se me antoja más que interesante.
El escultor nació
el 16 de marzo de 1708 en Exfiliana (Granada), hijo de un labrador acomodado de
la localidad, Nicolás Ruiz y Gerónima de Peral. Torcuato fue el sexto de los
nueve hijos que tuvo el matrimonio. En 1725, Ruiz del Peral ingresó en el
taller del escultor granadino Diego de Mora, hermano de José de Mora, en cuya
casa del Albaicín de Granada permaneció dos años; tiempo suficiente para
formarse en el arte de la escultura. Más tarde entró a trabajar con el pintor
Benito Rodríguez Blanes, a la sazón presbítero de la colegial granadina de los
Santos Justo y Pastor, templo para el que hizo obras como los arcángeles San
Miguel y San Rafael, o las propias imágenes de los mártires infantiles
titulares del templo, entre otras.
De su larga y
brillante producción, entre otras obras, ha pasado a la posteridad por ser el
autor de Nuestra Señora de Las Angustias Coronada de La Alhambra, pero en esta
muestra, veremos otras de inmejorable factura. Aquejado por una grave
enfermedad desde 1772, Ruiz del Peral falleció a los 65 años de edad en su
domicilio albaicinero de la calle Aljibe de Trillo, siendo enterrado en la
iglesia de San José el 6 de julio de 1732. Y es uno de los nuestros.
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