domingo, 29 de diciembre de 2024

 


TILOS DE BIBARRAMBLA

 

Tito Ortiz.-

 

Me la presentó una tarde de primavera Juan de Loxa, mientras ellos paseaban del brazo tranquilamente, bajo el amarillo de los tilos en Bibarrambla. Antes ya me habían hablado de ella y de su poesía, Pepe Ladrón de Guevara y Rafael Guillén. Completado el saludo protocolario, nos sentamos los tres en el banco pétreo que sirve de basamento a la farola fernandina de hierro, con pezuñas iracundas de la fundición sevillana, Pérez Hermanos. Ellos se liaron un caldo de gallina y yo una pipa de picadura selecta, con tomillo, romero y alhucema, como mandan las reglas de la mezcla recomendada por el gran pintor, Iván Piñerúa, para mi hermano Antonio Enrique y para mí, en tardes inolvidables del Café Granada, o El Suizo, como lo llamábamos todos.

Elena Martín Vivaldi fumaba despacio, como hablaba, en un medio tono suficiente para hacerse escuchar, pero sin estridencia. Al tenerla tan cerca, recordé que ella fue la primera mujer en Granada que yo vi vestir con pantalones. Sin duda era una mujer especial, me parecía adelantada a su tiempo, feminista, pero sin pancarta ni megáfono para reivindicar la igualdad, porque su valentía como mujer venía de lejos.

“Elenísima” -como la llamaba Loxa- estudió en el Colegio  «Riquelme» y luego cursó bachillerato en el instituto Padre Suárez de Granada, siendo una de las pocas jóvenes que por aquel entonces estudiaban. Después se diplomó en Magisterio. Desde su infancia pudo satisfacer su interés por la lectura gracias a que en casa de los Martín Vivaldi existía una gran biblioteca en la que, además de libros de medicina, había clásicos de literatura española y extranjeras. En 1933, con la oposición de su madre y su hermana, pero animada por su padre y por Gallego Burín, se matriculó en la Facultad Literaria de la Universidad de Granada donde estudiaban nueve o diez mujeres. Obtuvo la licenciatura en Filología Románica. Trabajó como bibliotecaria en Osuna, ciudad donde vivió sola pese a no estar muy bien visto en aquella época. En 1939, falleció su padre, y ella se trasladó a Madrid, a una residencia femenina, para preparar unas oposiciones de Archivos, Biblioteca y Museos. En 1942, opositó y obtuvo una plaza como archivera; en calidad de tal trabajó en Huelva, en el Archivo General de Indias de Sevilla. Desde 1948, en que regresó a Granada, se ocupó de las bibliotecas de las facultades de Medicina y Farmacia, llegando a alcanzar el cargo de directora hasta su jubilación (1977).

OBRA LITERARIA

Entre calada y calada al tabaco, nos fue contando a Juan de Loxa y a mí, el poema inacabado que tenía en la mesa, junto a otros en el cajón ya listos para ser escuchados. Loxa, que llevaba siempre una carpeta bajo el brazo, guardó celosamente un par de ellos manuscritos, que incluiría en el Programa siguiente de “Poesía 70” en Radio Popular, uno de los cuales tuve el privilegio de grabar con mi voz para la posteridad.

La conversación se fue alargando en tan buena armonía que, llegó la hora de abandonar Bibarrambla, para entrar en el Suizo y completar una tarde inolvidable, en compañía de otros donde recordamos que, durante la década de los cincuenta, se vinculó al grupo poético Versos al aire libre. Entre 1953 y 1956, centró sus actividades en las tertulias veraniegas del carmen de Las tres estrellas, así como en los encuentros en la Casa de América. Su nombre aparece en Primera antología de poetas granadinos contemporáneos (1957) de Víctor Andrés Catena. Como apuntaba Loxa, Elenamente Elenísima, ya había escrito los poemas suficientes, como para parar a un hombre por la calle. La contundencia de su obra, había sobrepasado nuestras provincianas fronteras. Solo por dejar aquí un apunte de su obra publicada, recordemos: Los árboles presento (1977), Nocturnos (1981), Y era su nombre mar (1977), Desengaños de amor fingido (1986), Jardín que fue (1977), Tiempo a la orilla (Obra reunida, 1942-1984), Jardín que fue (1985), Con solo esta palabra (1990), La realidad soñada (1990), Poemas (1994) y Las ventanas iluminadas (1997).

AL AROMA DEL CAFÉ

De aquellas tertulias, Emilio de Santiago escribió: “Sólo en un diván destacaba una figura distinta, envuelta en danzante neblina de humo y ensimismada en las páginas de un libro. Era Elena. A su alrededor, pronto se iban incorporando las magras presencias de jóvenes que habían elegido el camino, no siempre ingrato, de la poesía. Íbamos a ella como quienes acuden a un oráculo, a una deidad amiga a oír su certero consejo, su sabia apreciación. Ninguno de los que formábamos aquella estrambótica parroquia podremos nunca olvidar lo que vivimos en amor y compaña.”

Luís García Montero, un lujo actual de Granada, recordaba entonces así a Elenísima: “fumaba mucho, y el humo convertía la mesa en la que estaba en un reservado. Era amable con los visitantes, pero guardaba la independencia de su vida y sus recuerdos detrás de una sonrisa. Los poetas de Granada han admirado con sinceridad la poesía de Elena Martín Vivaldi, tal vez porque la edificación de su identidad triste y lírica se llevó a cabo con pudor, sin el tremendismo que afectó a muchos de los versos aplaudidos por la revista Espadaña”.

Elena Martín Vivaldi fue poetisa. En tanto que mujer que escribía poesía, prefería la palabra ‘poetisa’ para referirse a ella. Es difícil, -dejó escrito- decir qué se escribe y cómo; Pues habría, para exponer todo el proceso de creación, que detenerse y explicar cada uno de los poemas. Ya que cada poema es un mundo distinto y requiere una manera y una técnica diferentes. Además, todo poema depende, con frecuencia, del estado de ánimo, de cómo ve el poeta, en un determinado momento, el paisaje, íntimo o exterior, de cada una de sus vivencias.

viernes, 27 de diciembre de 2024

 


ARTE GRANADINO

 

Tito Ortiz.-

 

Coinciden en el tiempo ahora mismo, dos exposiciones de esas que merecen más de una visita. De un lado está la instalada en el Museo de Bellas Artes, en el palacio de Carlos V alhambreño, en la que se puede admirar un ramillete de obras imprescindibles, para comprender la importancia artística y trascendencia de Torcuato Ruiz del Peral, el artista nacido en Exfiliana, (1708-1773) fue el último gran escultor del barroco granadino y, uno de los maestros que mejor encarna la pervivencia de la tradición en la escultura española del siglo XVIII, en un momento en el que el progresivo avance del academicismo iba a poner en jaque el arte del último barroco.

La temprana llegada a Granada de Ruiz del Peral, en torno a 1722, y su ingreso como aprendiz en el taller de Diego de Mora fueron, sin duda, dos factores determinantes que le proporcionaron una sólida formación y marcaron el rumbo de su obra. El estudio de los expresivos modelos de José de Mora y su admiración por el virtuosismo técnico de Pedro de Mena resultaron, asimismo, fundamentales en la conformación de su estilo.

La reciente celebración del 250º aniversario de su muerte constituye una ocasión propicia para recordar al maestro a través de una exposición monográfica que ofrezca un retrato más veraz de su figura y de su legado artístico, a la luz de las últimas aportaciones historiográficas.

UNA OCASIÓN ÚNICA

La exposición, titulada como “El Otoño del Barroco”, está conformada por una treintena de obras procedentes de diferentes instituciones eclesiásticas y colecciones públicas y privadas, articuladas en cinco secciones o unidades temáticas: De Exfiliana a Granada: un escultor en la estela de los Mora, La pervivencia de la poética canesca, La retórica del dolor, El triunfo de la santidad barroca y, La devoción doméstica y la estética de lo diminuto.

La muestra está comisariada por Manuel García Luque, se puede visitar en las salas VIII, IX y X y está conformada por una serie de piezas procedentes de diferentes museos, instituciones eclesiásticas y colecciones privadas. La reunión de algunos de los hitos más significativos de la producción de Ruiz del Peral ha permitido explorar su universo creativo, valorar su obra en el contexto artístico de su época y profundizar en otras cuestiones de no menor interés, como su formación, su relación con la clientela o la cultura visual y literaria que inspiró algunas de sus mejores creaciones.

La capacidad creadora de Ruiz de Peral le valió el favor de las principales instituciones religiosas y la clientela privada, que lo auparon a una posición de privilegio en el panorama de los talleres granadinos del XVIII. Especialmente significativos resultan sus trabajos para diversas parroquias de la ciudad, así como la importante serie de obras realizadas para diversas órdenes religiosas como los franciscanos y los jesuitas. La exposición está compuesta por 34 obras, de las que ocho corresponden a otros artistas como Alonso Cano, José y Diego de Mora o Benito Rodríguez Blanes.

Entre las piezas destacan San José con el Niño, de la parroquia de San José, Santiago Matamoros de San Gil y Santa Ana, San Miguel de San Justo y Pastor, la Dolorosa del Sagrario, San Antonio de la Abadía del Sacromonte, el Crucificado de la iglesia Mayor del Algarinejo, Estigmatización de San Francisco en Nuestra Señora de la Encarnación de Loja, San Jerónimo del monasterio del mismo nombre y, por último, la Soledad de la catedral de Guadix, entre otros muchas. Suban a La Alhambra y no se la pierdan.

EN EL HOSPITAL

La otra exposición a la que me refiero es, la que nos da la oportunidad de comprobar, la buena restauración que se está llevando a cabo en el Hospital de San Juan de Dios.

La Alhambra se declaró como Patrimonio Mundial de la UNESCO, en 1984, en la 8ª Sesión del Comité del Patrimonio Mundial en Buenos Aires, siendo uno de los cinco primeros monumentos españoles en obtener este reconocimiento. Y diez años después, esta Declaración se hizo extensiva al barrio del Albaicín.

Para conmemorar el cuarenta y el treinta aniversario de estos importantes hitos patrimoniales, el Patronato de la Alhambra y Generalife y la Asociación cultural Granada Artística, han organizado una exposición con más de un centenar de piezas procedentes de las colecciones de la propia Asociación cultural Granada Artística y de Casa Ajsaris que, ilustran la fascinación que ambos conjuntos ejercieron sobre los pintores locales y foráneos. Adrián Contreras-Guerrero, María Dolores Santos Moreno y, Juan Manuel Segura Bueno se han encargado de comisariar esta magnífica muestra, en la que el visitante podrá admirar, la tremenda influencia que nuestro principal monumento y barrio más emblemático, han ejercido sobre pintores venidos de muchas partes, que se han rendido a su belleza, sin olvidarnos de los locales enamorados de su encanto.

Los pintores se acercaron a los suntuosos espacios interiores de la Alhambra desde distintas actitudes, y, mientras Gómez Mir o López Mezquita prefirieron representarlos vacíos de presencia humana, concentrados en sus propios valores, otros muchos artistas optaron por concederle un papel protagonista a sus supuestos moradores. Si bien la Alhambra fue el escenario ideal para los personajes orientales, el Albaicín, con su intrincada red de callejones y sus innumerables rincones llenos de encanto, siempre concurridos por castizos personajes, se convirtió en el escenario perfecto para la pintura costumbrista. En las imágenes de esta sección aparecen arrieros, lavanderas, aguadoras, parejas pelando la pava y mujeres despiojándose que subrayan el carácter popular del barrio. En este sentido, hubo pintores que concedieron la máxima importancia a sus figuras, normalmente, situadas en cármenes o casas moriscas cuya decadencia es un elemento poético más de la composición.

Es una ocasión única para ver estas obras juntas. Si me hacen caso y van a verla… repetirán.

domingo, 15 de diciembre de 2024

 


CUESTIÓN DE EQUILIBRIO

 

Tito Ortiz.-

 

Atrás quedaron los años en que yo era capaz de ponerme los calzoncillos estando de pie. Atrás quedaron los tiempos en que me ponía los pantalones, pernil a pernil sin perder la verticalidad. Y de los calcetines, ya mejor ni hablar. Eso de ponerte un calcetín sujetando tu cuerpo erguido con el otro pie, en estos tiempos es solo un buen recuerdo. Para hacer todas estas tareas, ahora, si no me siento en la cama, puedo jugarme un ingreso en traumatología. Es una cuestión de vértigo – magnífica obra de Alfred Hitchcock – aunque yo se lo achaco, a los trienios acumulados, de los que nadie te recompensa. Es más, las nuevas tecnologías no te ayudan a superar tu estabilidad. No hay más que pasar por la experiencia de cambiar tu vieja gafa, por una moderna de lentes progresivas. Hasta que te acostumbras, lo de bajar una escalera puede convertirse en una situación de riesgo extremo. Lo que antes era apearse de la acera, ahora puede convertirse en un salto al vacío, con resultado de costillar maltrecho. Yo era de los que subía la primera escalera mecánica que se puso en Granada sin sujetarme a la baranda. Estaba en los Almacenes Vázquez de la placeta del Lino, con la fachada en Párraga. Después vinieron las de Galerías Preciados en la Carrera de La Virgen, que yo bajaba suelto de manos, con total estabilidad. Ahora, si no me agarro a la baranda, estoy poniendo mi vida en peligro y la de los demás usuarios, de lo que se deduce que, debemos mantener siempre el equilibrio, no ya solo por nosotros, sino por los demás que nos acompañan en este tránsito de la inseguridad y el vértigo. De hecho, yo ya no me separo del bastón que, en mi caso, ha pasado de ser un toque de distinción, a una necesidad de sustentación.

DESEQUILIBRIO DIPLOMÁTICO

La búsqueda del equilibrio en política hace tiempo que la dimos por perdida. Asistimos a una ceremonia bochornosa en la última década, donde la corrupción y la ineptitud van de la mano, ocasionando en la ciudadanía un hartazgo, que conlleva un desapego hacia quienes nos representan, hasta tal punto que, ya muchos ciudadanos han bajado los brazos, abandonando a los políticos a su suerte, sin pensar que la nuestra va aparejada, y que, con su hundimiento, propiciamos también el nuestro. He dicho en repetidas ocasiones que, la política es algo tan importante que, no podemos dejarla en manos de los políticos, que debemos estar vigilantes para corregir el giro de los acontecimientos, que debemos tomar conciencia de nuestro poder, cada vez que metemos una papeleta en una urna. Que no podemos ir a votar y abandonarlos a su suerte porque, luego pasa lo que pasa y, nos quejamos amargamente diciendo que no nos representan, olvidándonos de que hemos sido nosotros los que los hemos votado. Cuando nos quejamos de lo mal que lo hacen los políticos, deberíamos preguntarnos, ¿por qué? nosotros hemos votado tan mal. Son ya decenas de años en democracia, acumulando decepciones en la clase política y, no aprendemos a votar. Hasta tal punto de que nuestra capacidad de asombro, va disminuyendo en proporción inversa a sus desmanes.

He escuchado quejas de los políticos a cerca de, la ausencia de representación española en la reinauguración de la Catedral de Notre Dame, algunas, incluso de ateos y agnósticos, que ya es decir, y aquí nadie mueve un dedo para forzar una rectificación, porque de una dimisión, ya ni hablamos. Consentimos que, el jefe del estado no pueda viajar sin consentimiento del gobierno, pero es que el gobierno tampoco viaja, aunque se trate a actos en países con los que tenemos que convivir eternamente. Pienso que un poquito de equilibrio en nuestra diplomacia no nos vendría mal, porque a veces, quedamos a nivel internacional, peor que Cagancho.

DESEQUILIBRIO Y VÉRTIGO

Estamos permitiendo que un huido de la justicia española en dos ocasiones, le diga al presidente del gobierno que se someta a una cuestión de confianza, y si no, que se prepare a lo que le viene encima. Se trata de un chantaje tan vil y rastrero, que en cualquier otro lugar daría para un levantamiento, pero aquí nos lo tomamos como una actuación más del circo político, que no va a ningún sitito, pero nos mantiene entretenidos abriendo telediarios y páginas de periódicos.

La incapacidad y la ineptitud de algunos políticos se mantiene oculta mientras reina la paz, pero solo basta una catástrofe con 222 muertos para observar con pavor, la incapacidad manifiesta de sus señorías para desempeñar los cargos que ostentan, aferrándose al puesto, porque en buen número, si abandonan la política no tienen donde ir. Si alguien publicara la fe de vida laboral de muchos de ellos, nos aterrorizaría comprobar, que en gran número no tienen experiencia laboral alguna, que se han cogido a la política como lapas, para tener un sustento, careciendo en multitud de ocasiones de la formación educativa y cultural necesarias para representar a los ciudadanos. De ahí su nulo equilibrio en el discurso político, debido a su falta de formación, no manejan un lenguaje apropiado para contrarrestar al adversario, y tienen que recurrir al insulto y la descalificación para abochornarnos a todos con semejante espectáculo, nada edificante para una juventud que va tomando como patrón de comportamiento normal, la anormalidad existente en la vida de algunos políticos que no se representan ni así mismos. Un ejemplo lo tenemos en su actuación durante la Dana, que ha dejado a las claras la incapacidad para responder a una emergencia, debido a su pobreza formativa y odio, al contrario. La pena es que su actitud ha costado vidas humanas. Los ciudadanos tenemos que replantearnos muchos equilibrios ante casos así.

 

 

domingo, 8 de diciembre de 2024

 


EL MONTE DE LOS ALMENDROS

 

Tito Ortiz.-

 

La historia del teatro en Granada no estaría completa, sin personajes tan extraordinarios como, Pepe, - así me permitía llamarle – desde que José López Rubio, el académico motrileño me facilitó su teléfono en Madrid para poder entrevistarle. Yo por entonces era, una plumilla incipiente que escribía en Patria y La Hoja del Lunes, al que gustaba recuperar la presencia en su tierra de, granadinos ilustres que vivían fuera de ella. Lo hice también con Pepe Tamayo, cuando triunfaba en Madrid con el mejor teatro, pero que ya estaba ensayando su “Antología de La Zarzuela”, con la que recorrió el mundo entero, incluida la extinta Unión Soviética.

Hasta Granada llegaban con sordina, pero llegaban, los éxitos de Pepe Martín Recuerda, aupado ya al más alto prestigio del teatro hispano. Al que le estrenaban los mejores directores de entonces y los mejores actores, pero, sobre todo, las mejores actrices, porque Pepe tuvo siempre un don especial para escribir los papeles femeninos, igual que años antes le había ocurrido a nuestro llorado Federico García Lorca.

Pepe nació en nuestra ciudad, dos días después de que finalizara el Primer Concurso de Cante Jondo, auspiciado por Falla, Federico y un buen puñado de intelectuales, muchos de ellos venidos de fuera ante el magno acontecimiento. Aquí alternó sus correrías por las placetas granadinas, con las lecciones que recibía en el colegio del Sagrado Corazón de Jesús, centro donde en tiempos anteriores había estudiado Federico García Lorca. En 1934, con doce años, ingresó en el instituto Ángel Ganivet, y se trasladó dos años más tarde al instituto Padre Suárez, donde estudió hasta quinto, curso que no llegó a terminar, debido a una crisis nerviosa de adolescente hipersensible, de la que nació su obra teatral titulada “La Garduña” (1940).

SE LEVANTA EL TELÓN

Licenciado ya en Filosofía y Letras, José Martín Recuerda fue, en la década de 1952 a 1962, profesor ayudante interino y gratuito de Lengua y Literatura Española en el instituto Padre Suárez de Granada. En ese mismo año de 1952, el autor quedó adscrito a la dirección del Teatro Universitario de Granada, labor que prosiguió hasta 1959.  Y es ahí donde mi admirado José María López Sánchez, conoce a Pepe, recibe sus enseñanzas y, se muestra tan aplicado que, con el tiempo, es López Sánchez quién lo sustituye en la dirección del TEU.

Tras “La llanura”, “Los Átridas” y “El payaso y los pueblos del Sur”, Martín Recuerda produjo una serie de obras de tipo intimista sobre el ambiente pequeño burgués de la Granada baja: “Ella y los barcos”, “Las ilusiones de las hermanas viajeras” o “El teatrito de D. Ramón”, premio Lope de Vega en 1958. Por estas fechas, Martín Recuerda estaba plenamente integrado en el panorama teatral español, como productor de un teatro que, para hacerse visible deberá recurrir a distintas máscaras formales y temáticas que le permitan burlar la censura franquista. Ya por entonces había entrado en relación con los autores del nuevo y pujante teatro español de posguerra: Antonio Buero Vallejo, Alfonso Sastre, Alfonso Paso, Rodríguez Méndez y Lauro Olmo, entre otros.

Entre los años 1961 y 1966 se produjo el contacto directo del dramaturgo con la escena madrileña, etapa marcada por tres obras fundamentales como son, “Las salvajes en Puente San Gil” (1961), estrenada en 1963 bajo la dirección de Luis Escobar; “El Cristo” (1964); y “Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita”, estrenada en 1965 con dirección de Adolfo Marsillach. Pepe está en plena ebullición creadora, su teatro es aceptado como atrevido para su época por la intelectualidad circundante, su obra es la nueva vanguardia de la escena española que, unas veces nos lleva al drama y el costumbrismo, pero otras, pleno de ironía y mordacidad, nos adentra en el esperpento, en la crítica social, rechazando los patrones al uso. El granadino no solo crea, y lo hace bien, sino que, aporta denuncia retratando lo que no le gusta del entorno y su historia.

AMERICA

Desde 1966 a 1971 el autor residió en Estados Unidos, como profesor invitado en varias universidades, en una etapa de exilio larvado; regresó a España en 1971 para ocupar la cátedra de Teatro Juan del Enzina en la Universidad de Salamanca, puesto que ostentó hasta 1987. Durante esta etapa salmantina la producción dramática de Martín Recuerda fue en aumento; así “Las Conversiones”, “El engañao”, segundo Premio Nacional Lope de Vega, “Caballos desbocaos”, “Carteles rotos” o “Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipcíaca”, con papel principal para Concha Velasco y dirección de Adolfo Marsillach, que tuve la suerte de ver en San Sebastián, y posteriormente en Granada, donde ya había cambiado la actriz protagonista, que no consiguió el listón interpretativo alcanzado por la Velasco.

Desde su jubilación, Martín Recuerda vivió retirado en su casa del Monte de los Almendros, en la localidad granadina de Salobreña, donde le realicé la última entrevista, participando activamente de la creación dramática “La deuda”, “Las reinas del Paralelo”, “Los últimos días del escultor de su alma”, “La Caramba en la Iglesia de San Jerónimo el Real”, y de los numerosos actos de homenaje tributados a su persona —Medalla de Oro de la ciudad de Motril, miembro de honor del Colegio de Doctores en Filosofía y Letras de Granada, Faro de Oro de la localidad granadina de Almuñécar...—, hasta su muerte acontecida el 8 de junio de 2007. Pepe se reía a carcajadas, cuando yo le decía que su obra, “El Caraqueño”, estrenada en Madrid el año que Massiel ganó Eurovisión, había molestado a un hermano suyo con el que yo solía coincidir en el Centro Artístico, al ver retratado parte de su entorno. Y riéndose… hacia mutis por el foro.

domingo, 1 de diciembre de 2024

Una periodista en París


Tito Ortiz                                               




A caballo entre siglos, ésta granadina se adelantó a su tiempo, logrando una posición muy importante, en un mundo hasta entonces capitaneado por los hombres. Fue una mujer valiente que rompió muchas barreras, marcando camino para quienes, con su arrojo, quisieran seguirla después. Impulsada por su formación y espíritu de aventura, logró metas hasta entonces vetadas a la mujer, aunque la historia no le ha hecho justicia.

Emilia Serrano y García (Granada, 3 de enero de 1834-Barcelona, 1 de enero de 1923), fue una escritora y periodista española, gran viajera por el continente americano. Además de novelista, fue autora de obras de historia y educación. Utilizó los seudónimos de Emilia Serrano de Wilson, Baronesa de Wilson o Emilia Serrano de Tornel. Entre 1857 y 1861 dirigió en Madrid los periódicos La Caprichosa y La Nueva Caprichosa. También colaboró en El Eco Ferrolano, El Último Figurín, El Correo de la Moda, Las Hijas del Sol, La Primera Edad, El Gato Negro, La Ilustración Artística y Álbum Salón. Emilia Serrano, que realizó diversos viajes por Latinoamérica a lo largo de su vida, dejó escritas obras como, Maravillas americanas y América y sus mujeres, en relación a su estancia en el continente americano. Nació en el seno de una familia privilegiada, hija del notario y diplomático Ramón Serrano y García y de María Purificación García y Cano, ambos naturales de Valladolid. Sabemos que escribió una autobiografía condicionada por sus influencias del círculo intelectual y burgués parisino. Por ello, no se pueden considerar fiables aquellos escritos, pues, como dicen algunos estudiosos, la escritora simplemente «se construyó a sí misma para la mirada de otros».

Se sabe con seguridad que vivió en una familia privilegiada y se dotó de una refinada cultura y un ambiente intelectual desde su juventud. Todos estos factores, junto con su contacto con el romanticismo tardío forjaron su gusto y hollaron en su obra. Además, desde su juventud se dedicó al periodismo y llegó a publicar numerosos artículos hasta los años setenta del siglo XIX.

A LA AVENTURA

Hacia 1852 huye exiliada a París seguida de su amante, José Zorrilla, el autor del Tenorio, tan ligado a Granada, donde fue proclamado Poeta Nacional, quien la llama 'Leila' en sus versos y con quien tendría una hija, Margarita Aurora, que moriría prematuramente con cuatro años. Este acontecimiento provocó que los amantes se distanciaran. Sobre su apodo, la 'Baronesa de Wilson', se ha dicho que le provenía de su primer marido, el Barón de Wilson, del que quedaría viuda dos años después de casarse, a quien atribuía la paternidad de su hija. Sin embargo, no existe evidencia de dicha relación. Ni siquiera de que la mujer llegara a contraer matrimonio alguna vez en su vida. Tampoco con el médico catalán Antonio García Tornel, con quien supuestamente contrajo matrimonio en 1874. «Ella utilizó las reglas sociales en su beneficio, sin renunciar a esa libertad que quiere para su vida. Es muy moderna y performativa», opina Fernández, quien también señala que, aunque la Baronesa era un personaje complejo y paradójico, su legado feminista está fuera de toda duda.

Es muy notoria su estancia en París, donde se codearía con grandes personalidades y literatos románticos franceses, como Alphonse de Lamartine y Alejandro Dumas. De este último se convirtió en la primera agente literaria internacional, como su representante y gestora de sus derechos de traducción al español. En 1857, durante su estancia en París, fundó y dirigió hasta 1860 la revista de moda femenina La Caprichosa la cual obtuvo un gran éxito tanto en España como en toda Hispanoamérica.

VUELTA A CASA

Ya en 1860 regresa a España, donde conseguirá un papel relevante en el mundo cultural y en la corte de Isabel II. Después del fallecimiento de su hija, se registra su primer viaje a América latina hacia 1865, debido a la depresión producida por la pérdida.

Afirmaba que desde pequeña sintió una poderosa atracción por el continente americano, debido a las lecturas de la biblioteca familiar, con obras de grandes viajeros científicos del siglo XIX y su reflexión sobre la unión entre todos los pueblos de habla hispana «tan estrecha, tan íntima, tan grande y útil para todos como inquebrantable» según Serrano de Wilson. Todo esto la llevaría más adelante a escribir su literatura de viaje por la que acabó siendo tan reconocida y por viajar allí.

Desde entonces, sus visitas a América se repetirían más de cinco veces durante veinte años. Su audacia, su formación y el cosmopolitismo le ayudaron a trazar redes sociales y personales que la conectaron con grandes personalidades culturales y políticas del siglo. Gracias a esto, llegó a convertirse en asesora de gobernantes como del presidente mexicano Porfirio Díaz, y en historiadora oficial de países como Venezuela o México, además de en la autora más difundida en las escuelas americanas. Todo esto convirtió a la escritora en una de las figuras más significantes de la literatura de viajes del siglo XIX.

Consta que, en total, publicó treinta y nueve escritos en,La Ilustración Artística de Barcelona, entre 1887 y 1916, cuya temática principal era los relatos de temática americanista. Pero, sobre todo, Serrano García fue la valedora de las mujeres de letras de habla española: durante años, fue rescatando noticias en torno a la vida y la obra de numerosas escritoras contemporáneas, pero también de destacadas filántropas, artistas o heroínas olvidadas. Por ello, una de las características más alabadas de su trayectoria fue su labor feminista. Los últimos años de su vida los pasó entregada a la elaboración de la inconclusa, 'Historia General de América' hasta que murió el 1 de enero de 1923. Su cuerpo fue enterrado en la fosa común del cementerio de Montjüic. Ella también es una de las nuestras.