EL MONTE DE LOS
ALMENDROS
Tito Ortiz.-
La historia del teatro en
Granada no estaría completa, sin personajes tan extraordinarios como, Pepe, -
así me permitía llamarle – desde que José López Rubio, el académico motrileño
me facilitó su teléfono en Madrid para poder entrevistarle. Yo por entonces
era, una plumilla incipiente que escribía en Patria y La Hoja del Lunes, al que
gustaba recuperar la presencia en su tierra de, granadinos ilustres que vivían
fuera de ella. Lo hice también con Pepe Tamayo, cuando triunfaba en Madrid con
el mejor teatro, pero que ya estaba ensayando su “Antología de La Zarzuela”,
con la que recorrió el mundo entero, incluida la extinta Unión Soviética.
Hasta Granada llegaban con
sordina, pero llegaban, los éxitos de Pepe Martín Recuerda, aupado ya al más
alto prestigio del teatro hispano. Al que le estrenaban los mejores directores
de entonces y los mejores actores, pero, sobre todo, las mejores actrices,
porque Pepe tuvo siempre un don especial para escribir los papeles femeninos,
igual que años antes le había ocurrido a nuestro llorado Federico García Lorca.
Pepe nació en nuestra ciudad,
dos días después de que finalizara el Primer Concurso de Cante Jondo,
auspiciado por Falla, Federico y un buen puñado de intelectuales, muchos de
ellos venidos de fuera ante el magno acontecimiento. Aquí alternó sus correrías
por las placetas granadinas, con las lecciones que recibía en el colegio del
Sagrado Corazón de Jesús, centro donde en tiempos anteriores había estudiado
Federico García Lorca. En 1934, con doce años, ingresó en el instituto Ángel
Ganivet, y se trasladó dos años más tarde al instituto Padre Suárez, donde
estudió hasta quinto, curso que no llegó a terminar, debido a una crisis
nerviosa de adolescente hipersensible, de la que nació su obra teatral titulada
“La Garduña” (1940).
SE LEVANTA EL TELÓN
Licenciado ya en Filosofía y
Letras, José Martín Recuerda fue, en la década de 1952 a 1962, profesor
ayudante interino y gratuito de Lengua y Literatura Española en el instituto
Padre Suárez de Granada. En ese mismo año de 1952, el autor quedó adscrito a la
dirección del Teatro Universitario de Granada, labor que prosiguió hasta 1959. Y es ahí donde mi admirado José María López
Sánchez, conoce a Pepe, recibe sus enseñanzas y, se muestra tan aplicado que, con
el tiempo, es López Sánchez quién lo sustituye en la dirección del TEU.
Tras “La llanura”, “Los
Átridas” y “El payaso y los pueblos del Sur”, Martín Recuerda produjo una serie
de obras de tipo intimista sobre el ambiente pequeño burgués de la Granada
baja: “Ella y los barcos”, “Las ilusiones de las hermanas viajeras” o “El
teatrito de D. Ramón”, premio Lope de Vega en 1958. Por estas fechas, Martín
Recuerda estaba plenamente integrado en el panorama teatral español, como
productor de un teatro que, para hacerse visible deberá recurrir a distintas
máscaras formales y temáticas que le permitan burlar la censura franquista. Ya
por entonces había entrado en relación con los autores del nuevo y pujante
teatro español de posguerra: Antonio Buero Vallejo, Alfonso Sastre, Alfonso
Paso, Rodríguez Méndez y Lauro Olmo, entre otros.
Entre los años 1961 y 1966 se
produjo el contacto directo del dramaturgo con la escena madrileña, etapa
marcada por tres obras fundamentales como son, “Las salvajes en Puente San Gil”
(1961), estrenada en 1963 bajo la dirección de Luis Escobar; “El Cristo”
(1964); y “Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita”, estrenada en 1965
con dirección de Adolfo Marsillach. Pepe está en plena ebullición creadora, su
teatro es aceptado como atrevido para su época por la intelectualidad
circundante, su obra es la nueva vanguardia de la escena española que, unas
veces nos lleva al drama y el costumbrismo, pero otras, pleno de ironía y
mordacidad, nos adentra en el esperpento, en la crítica social, rechazando los
patrones al uso. El granadino no solo crea, y lo hace bien, sino que, aporta
denuncia retratando lo que no le gusta del entorno y su historia.
AMERICA
Desde 1966 a 1971 el autor
residió en Estados Unidos, como profesor invitado en varias universidades, en
una etapa de exilio larvado; regresó a España en 1971 para ocupar la cátedra de
Teatro Juan del Enzina en la Universidad de Salamanca, puesto que ostentó hasta
1987. Durante esta etapa salmantina la producción dramática de Martín Recuerda
fue en aumento; así “Las Conversiones”, “El engañao”, segundo Premio Nacional
Lope de Vega, “Caballos desbocaos”, “Carteles rotos” o “Las arrecogías del
beaterio de Santa María Egipcíaca”, con papel principal para Concha Velasco y
dirección de Adolfo Marsillach, que tuve la suerte de ver en San Sebastián, y
posteriormente en Granada, donde ya había cambiado la actriz protagonista, que
no consiguió el listón interpretativo alcanzado por la Velasco.
Desde su jubilación, Martín
Recuerda vivió retirado en su casa del Monte de los Almendros, en la localidad
granadina de Salobreña, donde le realicé la última entrevista, participando
activamente de la creación dramática “La deuda”, “Las reinas del Paralelo”, “Los
últimos días del escultor de su alma”, “La Caramba en la Iglesia de San
Jerónimo el Real”, y de los numerosos actos de homenaje tributados a su persona
—Medalla de Oro de la ciudad de Motril, miembro de honor del Colegio de
Doctores en Filosofía y Letras de Granada, Faro de Oro de la localidad
granadina de Almuñécar...—, hasta su muerte acontecida el 8 de junio de 2007.
Pepe se reía a carcajadas, cuando yo le decía que su obra, “El Caraqueño”,
estrenada en Madrid el año que Massiel ganó Eurovisión, había molestado a un hermano
suyo con el que yo solía coincidir en el Centro Artístico, al ver retratado
parte de su entorno. Y riéndose… hacia mutis por el foro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario