LEER, LEER Y LEER
Tito Ortiz.-
A veces pienso que, el hábito
de la lectura o se lleva en los genes desde la cuna o, no hay nada que hacer.
Yo no los doy por perdidos, pero, es muy difícil que un niño que no ve a sus
padres con un libro en las manos vaya a ser con el tiempo, un consumado lector,
aunque la excepción confirma la regla.
Dicen que las vacaciones son
el mejor momento para leer, incluso los hay quienes aseguran que, durante el
verano, aprovechan para leer los libros que se amontonan encima de la mesa, por
falta de tiempo durante el resto del año. En ocasiones es fácil observar a
criaturas humanas en piscinas y playas con un libro en las manos, pero de
verdad ¿están leyendo? o echando la siesta porque, con las gafas de sol
puestas, resulta imposible saberlo, hay que concederles el beneficio de la
duda.
Cuando viajamos en el metro o
en el autobús, la mayoría de las personas van enfrascadas con la vista puesta
en el teléfono móvil, pero no es menos cierto que, de vez en cuando, también
hay alguien que lee un libro. En este caso, más de una vez he tenido la
intención de levantarme y darle un abrazo, pero me he aguantado, no vaya a
pensar que se me ha ido la cabeza, o que pretendo quitarle la cartera en un
descuido, porque en los tiempos que corren, todo es posible. Tampoco hay que
olvidar a los que utilizan el libro como cebo para ligar. Se sitúan bien a la
vista de todos con la edición en las manos, esperando que salte un espontaneo
preguntándole por el argumento y, de esta manera iniciar conversación. Se tiene
la creencia de que, si ligas con un libro como pretexto, ya has hecho una
preselección humana y social, en la que puedes asegurar que la persona que
mordió el anzuelo tiene cierto nivel cultural, con lo cual, ya has cernido con
habilidad el cupo de pretendientes.
LAS TROMPETAS DEL APOCALIPSIS
Lo mismo que la eterna crisis
del teatro, desde que nací vengo escuchando y leyendo que, estadísticamente,
España es un país donde se lee poco. No hace mucho que se vaticinó de nuevo, la
inminente desaparición del libro, sobre todo cuando salió el invento del libro
electrónico, el famoso E-book, que iba a dar al traste con lo que conocemos
desde el invento de Juan de Gutenberg, augurando que los libros quedarían como,
piezas de museo a visitar como fósiles del pasado, pero nada más lejos de la
realidad.
El creciente éxito, edición
tras edición de la feria del libro de Granada, junto con las que se celebran en
la piel de toro, demuestran que el libro está más vivo que nunca y que, la
afición a la lectura cala cada vez más en nuestros infantes. Pero no es menos
cierto que, no se puede presionar al respecto. Tengo mis dudas a cerca de esos
profesores de primaria que, obligan a sus alumnos a leer un mínimo de tres
libros al trimestre, porque en algunos casos se podría interpretar como un
castigo. A ese respecto debo confesar que yo caí también en el error de,
castigar el número de horas excesivo ante la video consola, con sentar a la
criatura en el sofá poniéndole un libro en las manos y, aunque no me salió mal
del todo, he de reconocer que la lectura de un libro no debe ser el castigo
ante nada, muy al contrario, leer debe interpretarse como un premio al buen
comportamiento y las buenas notas durante el curso. Así que no hagan lo que yo
hice porque, a veces se puede generar un efecto rebote logrando lo contrario
que pretendíamos.
LEER ES UN PLACER
A pesar de mis años, todavía
no he conseguido explicar con palabras, la emoción casi erótica que siento con
un libro en mis manos. Olerlo, pasar sus páginas descubriendo un nuevo mundo en
cada una de ellas, evadiéndome de la realidad circundante, haciendo una
inmersión en nuevos ídolos y aventuras, empapándome de la genialidad creadora
de sus autores/as. Aprendiendo, siempre aprendiendo en la escuela infinita de
la formación continuada.
Claro que hay que estar ojo
avizor cuando haces una nueva adquisición porque, con esta eclosión editorial
que nos abruma, hay que estar muy preparado para separar la paja del grano. Con
esto de que ya hay quién, no encontrando editorial que asuma su publicación,
pide un crédito personal y se autoedita su libro, a veces nos encontramos de
que, hay quién ha publicado más libros de los que ha leído, y eso si que es
peligroso. La capacitación de un autor, no se mide por el número de ejemplares
publicados, sino, por el de libros que haya leído y, esta última cifra, debe
ser muy superior a la primera, de lo contrario, el asunto que cae en nuestras manos
no tendrá enjundia ninguna.
El panorama editorial es tan
rico en estos momentos que, incluso debemos sospechar de aquellas firmas de
reconocido prestigio que, caen en la tentación de copiarse a si mismos, con tal
de poner en el mercado un nuevo ejemplar. Hay quién para no perder comba y
estar todos los años firmando libros en las casetas de las ferias, nos obsequian
con alguna que otra secuela de su obra anterior que, mejor estaría metida en el
cajón de su mesa o, en la nevera, esperando mejor oportunidad o que a sus
lectores se nos haya olvidado la entrega anterior. Háganme caso, comprar un
libro requiere su tiempo y en su caso, el asesoramiento de nuestro librero de
toda la vida que es quien más sabe de eso … Y de nosotros mismos. Feliz
lectura.
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