miércoles, 8 de octubre de 2014

LAS VACACIONES, ¿BIEN O EN FAMILIA?

LAS VACACIONES: ¿BIEN, O EN FAMILIA? Tito Ortiz.- La pérfida intención de Andrés Cárdenas, que desde éstas mismas páginas se empeña año tras año, en hacernos creer, que el estado ideal del hombre es pasar las vacaciones con la familia en la costa de Granada, a ser posible en las proximidades de un chiringuito, es hora de que sea desenmascarada. Que el afamado periodista, se nos muestre feliz de compartir un tinto de verano con, Orfer en La Herradura. Un espeto plateado con, Pepe Ladrón de Guevara en la Costa Tropical, o un vermut Zinzano, con Mayor Zaragoza, desde su balconada al mar, no debe confundirnos. Cárdenas es un topo infiltrado por la parte oscura del gobierno, para que dentro de ésta crisis, los pobres de espíritu veamos un poco de luz al final del túnel... de La Gorgoracha, si no hemos vomitado antes, en los caracolillos de Vélez, de Benaudalla, claro. Es imposible – y no sé a quienes pretende engañar – que un individuo ataviado de chanclas, bañador, camisa de cuadros de manga corta y sombrero de paja de los chinos, intente hacernos creer, que cualquier punto de la playa granadina, es un trocito de paraíso, donde la temperatura no pasa de 22 grados. Por la noche te tapas con un cobertor de, “Los Vázquez “ de la calle Hileras, y la paella sabe mucho mejor porque, a la hora de cocer el arroz, le echan dos piedras cogidas del rebalaje, de madrugada a la luz de la Luna en cuarto creciente, mientras tu suegra y tus cuñadas entonan el “jaguaibombai”, embutidas en biquinis a punto de estallar, con pareos y pay pay’s del todo a cien. Menos mal que es de noche. Lejos de que las vacaciones sean la panacea del amor, como nos hace creer el autor de “ El Cántaro Roto”, la realidad es que desde que comienzas a rellenar el coche, a base de colchones inflables, mujeres, niños, suegras, cuñadas y botijos, cuando enristras para la playa, tu ya juras en arameo entre dientes, sabedor de que el infierno no ha hecho más que empezar, y todavía quedan treinta días por delante, en los que tu serás el esclavo, convertido en mayordomo y asistente de toda la saga. Mientras todos/as descansan a la pata la llana, a ti te tocará madrugar para ir a por los churritos, porque lo suficiente de que estén en la playa, para que les apetezca desayunar unos churritos, hombre, ¿y quién va a ir a por ellos?, pues tú que eres el esclavo vacacional a tiempo completo. A eso de media mañana, cuando te disponías a leer el periódico tranquilo, tu parienta se acercará melosa acariciándote la oreja, con un papel, en el que constan todos los alimentos y complementos, que sin dilación debes traer inmediatamente del supermercado, si es que quieres comer a medio día. Mientras todos/as se bañan en la playa, tu descargas la compra del super y la colocas. Aprietas un poco el paso, para que te dé tiempo de tomarte algo en el chiringuito, ese lugar que por lo visto es la casa veraniega del señor Cárdenas. Cuando por fin te haces con un hueco en la barra para apoyar el codo, te dan una cerveza caliente, un jurel frito y frío, espolvoreado de arena de la playa, porque hace rato se levantó el poniente, que es un señor con tanta malafollá como yo... o más. Aunque siempre me he preguntado, ¿de donde sale la arena de las playas granadinas?, cuando los chinos más pequeños que tenemos son como pelotas de ping pong. Cuando rellenas la pipa y vas a encenderla, para pedir la segunda cerveza, rogando por caridad que ésta sí esté fría, aparece una de tus encantadoras cuñadas, ordenándote que recojas tú las sombrillas y todos los aparejos de la playa, porque ellas tienen que ducharse antes de hacer la comida. Cuando logras subir las tumbonas y todo el atrezzo al quinto piso sin ascensor, tocas a la puerta pidiendo la muerte, pero una voz femenina desde la cocina te ordena que pongas la mesa inmediatamente, que los niños tienen hambre. Tu por lo visto no. A la tarde, cuando pensabas disfrutar de una siesta ejemplarizante, te toca vigilar a los pequeños durante el baño y juegos de agua. Tu suegra, con la misma voz de Tejero cuando entró en el Congreso, te dice con retintí, que: sería muy conveniente que a los niños no les pasara nada. Tú en cambio, si deseas que a ella le pase... el AVE, como mínimo. Llega la noche. Mientras todos/as salen a pasear antes de cenar, tu recoges el apartamento, rellenas el frigorífico de bebidas, y preparas la cena para cuando lleguen. Por favor que no vaya a faltar el yogur de “Abejorronchos en su tinta,” que tanto le gusta a “mamá”, y su cuchara del dibujito en la pala, que si no, menudo disgusto se llevaría... la pobre. Cuando se van a dormir, recoges la mesa, friegas los platos, y te sales a fumar a la terraza frente al mar. Miras al cielo, ves la luna que aparece por el horizonte, marcando de plata las aguas mediterráneas, sueltas la primera bocanada de humo, llenas los pulmones, suspiras, y te preguntas que has hecho tú para merecer esto, cuando lo que pretendías era, pasar unas vacaciones en familia. En ese momento de cansancio y hastío, cuando Morfeo se acerca para abrazarte, tu fiel amigo te pone la mano en la pierna, recordándote con el cariño más entrañable, que no lo has sacado en todo el día, y que está reventando por coger un arbolito y humedecerlo. Sacas fuerzas de donde no hay, té bajas los cinco pisos hasta la calle y mientras él va haciendo sus “cositas”, tu le cuentas lo bello que es vivir en la costa de vacaciones - según Andrés Cárdenas - y en ese instante, sin poder reprimirte, le ordenas al chucho: ¡Busca a Cárdenas! Corre, busca, busca.

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