jueves, 16 de octubre de 2014
¡ESCOLTA NOI!
ESCOLTA NOI
Tito Ortiz.-
Sabido es que, cualquier nacionalismo es nacido de mentes abecerradas, atrincheradas en lo propio, cegatas al exterior del otro en cuya diversidad se contiene el progreso, y la riqueza intelectual. El miedo a lo diferente, -propio de enanos mentales- es el mejor caldo de cultivo nacionalista a las finas hierbas, con una reducción a lo jíbaro neandertal, cuya corriente se ha transformado en moda muy ponible, en la actual Cataluña que habla inglés mejor que español. Parte de los sardaneros se quejan de no sé qué agravio del gobierno central con respecto a ellos, que siempre son el sol en cuyo derredor gira la vida y todo. El victivismo mediático es utilizado desde la Fuente de Canaletas, para pedir más, incluso frontera y pasaporte. Lo que ningún Artur Mas ha explicado a los suyos, es que si el resto de España no consumiera el 85% de lo que ellos producen, lo tendrían muy crudo para terminar La Sagrada Familia. Bastaría con que el resto de los españoles cerráramos el grifo de lo que consumimos hecho por ellos, para que los independentistas catalanes se pensaran de qué iban a comer. Si no fuera por España, por muchos brindis en inglés hacia Europa que su presidente haga, Cataluña lo tiene muy crudo para salir adelante con sueños de independencia, a no ser de que sea capaz de comerse todo lo que produce. Los escoceses, -juiciosos ellos- reconocieron a tiempo, que no eran capaces de beberse solos, todo el whisky que producen, y han recapacitado a tiempo. Artur, “El empecinado independentista”, cuya lengua Alá confunda, no sólo está llevando a su pueblo a una frustración, en un momento que no tocaba, pues parece que empezamos a sacar la cabeza de la crisis y deberíamos estar todos a otra cosa, sino que, sospecho se está fraguando ante él, un futuro político tan apasionante, como el que la historia le ha deparado al ex lehendakari, Juan José Ibarreche, todo un estadista, que pasará a la historia por demostrar al mundo que, bajo la chapela, sólo se le atisbó, un hermoso adoquín por sesera, incompatible a todas luces con la vida inteligente. Nacionalista y cateto, es algo indivisible. Aquel individuo que más próximo a un primate, saca pecho de sus limitaciones internas, y cuando el mundo no las comparte, opta por pararlo y apearse de el, incapaz de admitir que el ajedrez es también un deporte, pese al levantamiento de piedras, ese es uno que desde la intolerancia nos pretenderá someter, o echarnos. Lean sino al gran, Sabino Policarpo Arana, inventor del racismo y la xenofobia, y eso que sólo vivió 38 años, que sino, hubiera acabado con todos nosotros antes de nacer: Lo que se dice, todo un progresista... vamos.
Pues los del “pan tumaca”, moderados en las formas, pero no en el fondo, pretenden sacar de la historia al millón de andaluces y extremeños que desde la posguerra a nuestros días han hecho posible la grandeza de esa tierra, y sin exigirles ocho apellidos como los vascos, si miran con lupa la limpieza de sangre, que debe estar como mínimo en dos generaciones, o tres, si son pequeñas. Tampoco es cuestión baladí observar aterrados, que muchos de los recalcitrantes nacionalistas, que no dudan en ceñirse al cuerpo la señera, son hijos de emigrados de otros puntos de las españas. Siempre pongo el ejemplo del honorable, José Luís Carod-Rovira, otrora presidente de Esquerra Republicana de Cataluña, hoy desaparecido de la escena política, por conveniencia de imagen, nacido de un Guardia Civil mañico. Quién se lo iba a decir al del benemérito instituto. Los hijos a veces se nos tuercen de una manera sonrojante, a mí el primero. Pero en éste devenir catalán, sin venir a cuento, en un momento “dulce” de la recuperación económica, cuando los esfuerzos deberían estar dirigidos a luchar contra el paro y la pobreza galopante, pues... que quieren que les diga, que un sector del pueblo catalán pida la independencia, es que me parece una grosería fuera de lugar y tiempo. Deberíamos estar todos a otra cosa que nos llevara a adelgazar las listas del paro, engordar un poquito las nóminas, de tal manera que los comedores sociales y los atendidos por Cáritas, no sean los únicos que crecen en éste país. Me parece éste un asunto inoportuno, planteado en un momento que no tocaba, y lo que es peor en democracia, sin haber agotado las vías del diálogo o reformado la Constitución, que ya va siendo hora de meterle mano. Y hablando de meter mano y adelgazar el déficit público, no deberían demorar más sus señorías, el decreto por el que desaparezcan instituciones inútiles para la ciudadanía, que nos cuestan un riñón y que sólo enriquecen al cementerio de elefantes de sus componentes. Hablo de cerrar para siempre los diferentes consejos consultivos, cuya pírrica memoria anual, enrojece a cualquier persona inteligente, no así sus sueldos, a todas luces vergonzantes en época de vacas flacas como es ésta. Hablo de cerrar los distintos consejos audiovisuales, que en nada inciden en la sociedad, solo en la buena nómina de sus componentes. Hablo de cerrar las diputaciones, duplicadoras del gasto y cobijo de amistades, dependiendo del partido que gobierne, y hablo finalmente de cerrar el Senado, como ejemplo preclaro y palmario de la ineficacia social, sin que el alto sueldo de sus señorías, se vea reflejado en beneficio de los ciudadanos. ¿Se me entiende?
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