miércoles, 15 de febrero de 2017
MATONES DE INSTITUTO
MATONES DE INSTITUTO
Tito Ortiz.-
Dentro de las distintas versiones y mutaciones, que la violencia de nuestro siglo está adoptando ante la incomprensible pasividad de la sociedad que la alberga, se encuentra la ejercida por escolares y estudiantes contra sus compañeros y compañeras. Y las cifras no disminuyen. Lejos de esa intención, crecen las agresiones, incluido el exhibicionismo moderno de, no solo agredir gratuitamente a un igual, sino grabar la acción y colgarla en las redes sociales, en un ejemplo claro de altanera chulería, presumiendo de ser los machitos o machitas del “insti”, para una vez conocida públicamente la atrocidad, sembrar el miedo a su paso, con la sola presencia de su inhumanidad por los pasillos, que no en pocas ocasiones, termina con el suicidio del/la joven agredido/a. Algunos profesores que miran para otro lado, dada su incompetencia, no solo docente, sino social y educativa. Algo imperdonable en la profesión elegida. Padres que no dan importancia, al cúmulo de horas que su hijo/a adolescente, pasa encerrado en su habitación, sin querer saber nada del mundo, pretextándose para tranquilizar su conciencia, en que su hijo está en la pubertad, y eso conlleva algunos comportamientos raros a los que no hay que darles mayor importancia.
Ante la violencia en las aulas, dependiendo de quién es el agredido, la sociedad reacciona de una manera eficaz, o no. Cuando la violencia se da entre los alumnos, pasan los años sin que nadie mueva un dedo. La última chica que se ha suicidado, sin cumplir los quince años, llevaba cinco, sufriendo el acoso de sus iguales. Cuando un alumno o su progenitor agrede a un maestro – hecho tan reprobable como los anteriores – la comunidad educativa se moviliza como si de una sola persona se tratara, y tras la pancarta, se posiciona contra el violento, denuncia, y hasta ha conseguido un estatus especial, para que la pena al responsable de la agresión sea mayor, como si hubiera agredido a un agente de la autoridad. ¿Por qué no reaccionan los profesores y los legisladores, con la misma inmediatez, cuando la agresión es entre alumnos?. El corporativismo de los docentes dispara todas las alarmas en su defensa y autoprotección, mientras la insolidaridad del alumnado, permite la impunidad prolongada de los agresores, las risas y mofas contra el agredido, por parte de la corte de descerebrados que le ríe las gracias a los matones, la continuidad en el tiempo de las agresiones, la depresión de los agredidos, y en algunos casos, hasta el desenlace fatal, con el que la actualidad nos salpica, dejando ver a las claras, que algo gordo está fallando en nuestro sistema, y que comienza a dar muestras de cronicidad, como la violencia de género, una lacra indescartable en la sociedad de nuestro tiempo, cuya acción por parte de la justicia debe ser revisada con urgencia y contundencia, pues resulta cómico que los últimos asesinatos machistas, se hayan cometido por agresores sobre los que pesaba una orden de alejamiento. Un hecho éste, que por lo visto, tranquiliza mucho la conciencia de sus señorías, pero que resulta del todo ineficaz para salvar la vida de las víctimas.
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