martes, 26 de diciembre de 2017

ANDRÉS SEGOVIA

ANDRÉS SEGOVIA Tito Ortiz.- Pocas estaciones de metro en Granada con un nombre tan merecido como éste. Si analizamos la historia, poquitos son los granadinos que han hecho tanto por Granada como éste jiennense. Nació en Linares sí, pero desde zagalón eligió nuestra tierra para vivir, formarse, entablar amistades eternas como las de Federico o Falla, y vivir en nuestra costa hasta el final de sus días. El metro de Granada, que en cuanto llueve le salen goteras y que, se para por falta de electricidad, se parece bastante a aquel tren que don Andrés cogía en la estación de Linares Baeza y lo traía hasta la ciudad de la Alhambra, con su carbonilla, su traqueteo y sus bancos de madera para la tercera clase. Aquí dio su primer concierto con tan solo catorce años, aquí comenzó a aconsejar a los luthiers, para mejorar la construcción de la guitarra y diferenciarla de la flamenca, ideó la posición correcta de la mano izquierda para mejorar la interpretación y se hizo grande, en todos los sentidos. El Marqués de Salobreña, que se exilió a Montevideo, a raíz de los tristes sucesos de 1936, que para él se iniciaron con el asesinato de García Lorca, no regresó a España hasta la década de los cincuenta, fijando residencia en Madrid y en nuestra costa. Antes de irse, había tenido una importante presencia entre los organizadores entusiastas del Primer Concurso de Cante Flamenco de toda la historia en1922, o de los conciertos con motivo de las fiestas del Corpus, que servirían de semillero para organizar el Primer Festival Internacional de Música y Danza, en el que con el tiempo llegó a participar como concertista, y jurado del desaparecido Concurso de Interpretación de Guitarra, nacido a la sombra del festival, en compañía de Narciso Yepes y Regino Sainz de La Maza, entre otros. Una iniciativa que después sería extraordinariamente bien recogida en La Herradura, a poca distancia de la casa donde veraneaba el maestro. El que fuera, entre otros títulos y honores, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Granada, tiene una parada del metropolitano en tierra de todos, frente al Centro Cívico del Zaidín, la sede provincial de los populares, y por si nos pasara algo – dios no lo quiera – junto al Colegio de Médicos, donde fácil es suponer que, en caso de tragedia, alguno estará por allí, aunque sea llevando a cabo algún trámite. Se trata de una parada intermedia, no muy concurrida, cercana al imperial Carlos V, que eso da siempre cierta prestancia. El metro de Granada, en su corta existencia, ya se ha granjeado la simpatía de todos los usuarios, que reconocen el esfuerzo por la regularidad en sus llegadas, con la intención de que no esperemos más de diez minutos entre un tren y otro. Esa frecuencia a ritmo de un exacto metrónomo, no la había conseguido en Granada, ni “Saleri” con su reata de burros turísticos, que no debieron perderse nunca. Lo que no sé, es si el maestro Segovia vería con buenos ojos, que los viajeros de este transporte vayan escuchando en sus auriculares, Reggaeton, Camela, y raperos sin graduación. Porque en realidad somos muy pocos los que vamos escuchando, Radio dos clásica, es más, yo cuando viajo degusto con la frialdad de un asesino en serie, la discografía completa de, Luís Aguilé, y en gran parte la de, Georgie Dann, que es por la que yo muero. Lo sé…nadie es perfecto.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

INFELIZ NAVIDAD

INFELIZ NAVIDAD Tito Ortiz.- En estos días en los que nos enfrascamos en compras inútiles, comidas pantagruélicas, y regalos sin límites, es bueno que echemos un vistazo a nuestro alrededor, para tomar conciencia de lo que de verdad está pasando en nuestra sociedad, mientras la mayoría miramos para otro lado, como si esto no fuera con nosotros. La incesante llegada de pateras a nuestras costas, triplicando la cifra del año pasado, sería cuestión suficiente como para frenar en nuestro desatino, y reconducir la nave que llevamos a la deriva desde hace demasiado tiempo. ¿Qué estamos haciendo con éstas criaturas que llegan a nuestras costas en busca de un cacho de pan? Dónde están los miles de refugiados sirios a los que nos comprometimos a traer, cuyo número real ha quedado en una cifra irrisoria y vergonzante. Eso solo hablando de los que no viven aquí, porque si tratamos de los nuestros, el asunto toma un cariz realmente macabro. Va para diez años que los políticos que nos desgobiernan aprobaron – esta vez todos – una ley que reconocía la necesidad que tiene este país de ayudar a los más desfavorecidos, y que curiosamente, esos mismos políticos han ido progresivamente descapitalizando, so pretexto de la crisis, hasta dejar en papel mojado. Resulta indignante, que esos mismos políticos encontraran miles de millones para rescatar a los bancos en el momento más álgido de la tan cacareada crisis, que nos han hecho pagar a todos, mientras dejaban en la más absoluta indigencia a los dependientes, aludiendo una falta de liquidez, que no existió para reflotar la banca. Políticos que nos han robado a manos llenas, con y sin tarjetas black de Caja Madrid, son los responsables de que miles de dependientes hayan fallecido ya, sin recibir un solo euro al que tenían derecho, previamente baremados como marca la ley. Desde los tan publicitados brotes verdes, hasta hoy en que se nos habla del repunte de nuestra economía, a mí me gustaría saber para quién está repuntando, porque yo voy a la compra y los alimentos básicos suben, el agua, el gas, la electricidad, los impuestos municipales y los estatales. Y si eso ocurre en plena recuperación económica, cuando vamos a notar los pensionistas esos efectos tan beneficiosos para todos. La economía va bien, pero sube hasta la bombona de butano, entonces, ¿para quién va bien la economía? Me lo puede explicar alguien, si hasta los jarabes para la tos ya no los receta la seguridad social. Estamos llegando al esperpento social y humano de que, personas con trabajo, son pobres de solemnidad que tienen que ir al banco de alimentos para darle de comer a los suyos. ¿Hasta cuando nos van a seguir exprimiendo? El sector de la hostelería ha tenido uno de los mejores años desde que el mundo es mundo, y eso no se ha traducido en sueldos dignos, todo lo contrario, gracias a la reforma laboral, el noventa y cinco de los contratos son temporales, en sectores boyantes en la actualidad, y Granada para mayor abundamiento, lleva años sin conseguir un nuevo convenio colectivo, asunto éste del que, ya va siendo hora que se depuren responsabilidades. La justicia debe pronunciarse, debe actuar de oficio, no solo esperar a que los casos sangrantes lleguen a la mesa. No se debe permitir a nuestros políticos, seguir jugando con nosotros a costa de asustarnos con el fantasma de la crisis. En todo caso, los culpables de la crisis han sido ellos, ya sea por acción u omisión, así que sáquennos de este atolladero, que los ciudadanos de a pie no hemos producido. Para eso los votamos, ¿o no?

martes, 12 de diciembre de 2017

PALACIO DEPORTES

PALACIO DEPORTES Tito Ortiz. - A ésta parada del metro tampoco le encaja el nombre. Le han puesto “Palacio Deportes”, porque se ve el edificio, pero en realidad le tendrían que llamar: “Palacio de La Tapa y El Pastel”, ese si es un nombre acertado para una estación de metro consecuente con sus alrededores y cercanías. En quinientos metros a la redonda, tomando como eje el apeadero, se dan cita las muestras culinarias y gastronómicas más diversas de nuestra provincia, incluida la comida rápida, que a los niños tanto les encanta. En ésta parada se puede uno quedar a vivir de por vida, sin echar de menos nada del sustento. Desde una salchicha granaína, desconocida fuera de nuestras provincianas fronteras, a un postre internacional como el pionono, pasando por una carne de nuestras dehesas y un pescado de nuestras costas, a lo que habría que añadir, un buen muestrario de pasta y pizzas, junto a la renombrada hamburguesa de la internacional más internacional. Uno puede degustar las maravillas de nuestra gastronomía y mejores vinos, sin perder de vista el metro, sus vías y la estación más “cool-linaria”. Es en ésta parada donde se advierte que el metro nos hace a todos iguales, seamos de la condición social que seamos, y tengamos la nómina que a cada cual le ingresan. Si observamos la vestimenta de las criaturas que aquí toman el metro, se advierte cierta diferencia con los que suben en Armilla, o se bajan en Albolote. No en vano, la avenida de Carlos V y sus aledaños, significan cierto nivelito, superior a la media, pero que aún así, unos por conciencia social, otros por ecologistas convencidos, y los que más, por economía, desde que el metro funciona, no han vuelto a coger el coche para ir al estanco o, al supermercado, y ahí quería yo llegar, porque lo de subir al metro para ir al super, que en principio parece algo inofensivo, en realidad contiene latente, un alto riesgo para los usuarios del metropolitano. Y a las pruebas me remito. Existe una especie humana, llamada: “Señora de la compra”, que es una criatura al uso, solo que se hace acompañar de un carrito, que sin conciencia de su maldad, utiliza para agredir al prójimo. Me explico. La dama en cuestión tiene una horquilla de edad, que va entre los cuarenta y cinco y setenta años. Se mueve como un autómata, sin fijarse en la gente, con la mirada perdida al infinito, como caballero legionario en formación de firmes. Viene del super de hacer la compra, y en lugar de obedecer a su médico y no cargarse demasiado, lleva el carro hasta los topes. Y en lugar de portarlo al frente de su cuerpo y empujarlo con las dos manos por delante para evitar lesiones – como le ha vuelto a decir el médico – la señora en cuestión, avanza por el vagón al ritmo del paso de la oca, pero arrastrando el carro tras de sí, a su espalda, con una sola mano, sin ver si el vehículo pasa o no entre las personas, si tropieza con un asiento o con el tobillo de mi prima, como es el caso, que fue casi seccionado por las ruedecitas del carrito cargado de lechugas y yogures, con el que la dama recorrió los tres vagones buscando asiento, mientras que en el recorrido, aplastó, siete falanges, dos metatarsos, cuatro calcáneos y cinco juanetes. Menos mal que estábamos cerca del Parque Necrológico, y entramos en dos zancadas a las urgencias del hospital, Alejandro Otero, único nombre con el que la Junta ha acertado en Granada, aunque ahora pretenda enterrarlo de nuevo. Los golpistas lo exiliaron, la Junta lo recuperó de la memoria, y ahora lo enterrará otra vez. Algo muy propio de gente formada y con las ideas claras. Luego querrán que los vote.

sábado, 9 de diciembre de 2017

VICENTE "EL GRANAÍNO"

EL GRANAÍNO Tito Ortiz. - Hasta hace muy poco, era habitual su figura paseando por el centro de la ciudad, enganchado al brazo del cantaor, Javier Montenegro, quién en los últimos años de vida del genial guitarrista, se echó sobre sus espaldas, el trabajo de lazarillo, de uno de los artistas más célebres que ha dado Granada, y que orgulloso ha llevado su nombre por todo el mundo. Hombre de vasta cultura musical, y muy especialmente en el apartado de los clásicos y los flamencos, El Granaino era un ser excepcional como artista y como persona. Dotado por los dioses, con los dones compensatorios que les son propios a los elegidos para el arte, pese a que se les prive injustamente de un sentido como el de la vista, Vicente Fernández Maldonado, Vicente “El Granaíno”, en los afiches, nos dejó este pasado enero, a la edad de 89 años, después de 74 como máximo exponente internacional, en el dominio y ejecución de los instrumentos de plectro, sobre todo la guitarra. El gran estudioso del flamenco, José Delgado Olmos, rescató su figura un tanto olvidada, sobre todo a raíz de que Vicente decidiera dejar de recorrer el mundo hace años, y asentarse en su querida Granada, a la espera de la parca, que aunque no queramos, siempre llega y en el peor momento. Pero permítaseme el sarcasmo: Seamos justos con la muerte, al menos en ésta ocasión ha permitido que un niño ciego, nacido en los infelices años veinte, en una ciudad de provincias como la Granada aislada de hoy, de ayer y de siempre, cuyo destino hubiera sido sin duda, ir por las calles pasando un jarrillo de lata, con un cartel colgado al cuello en el que se pudiera leer; por favor una limosna para un pobre ciego, no solo tuvo la oportunidad de formarse al más alto nivel, sino que su sentido interpretativo de la música, lo hizo codearse con los máximos exponentes contemporáneos, siendo admirado por todos ellos, dado su virtuosismo y gran capacidad artística. Vicente paseó su guitarra por los escenarios más afamados del mundo, acompañó para el cante a los más grandes, y testigos son sus miles de grabaciones con los mejores y las mejores del momento. Viajó por varios continentes del brazo de las estrellas del flamenco, lo mismo que en el principio de su carrera, lo hizo con la flor y nata de la música clásica interpretada para cuerda, fundamentalmente, guitarra, laúd, y bandurria, como componente del legendario, Trio Granada, o como solista, faceta ésta en la que es mucha más reconocida su estancia en el flamenco, pero no hay que olvidar que Vicente, fue un reputado ejecutante de todos los instrumentos de cuerda, y que su formación académica comienza con los clásicos, convirtiéndolo pronto en un concertista de guitarra clásica al uso, aunque en aquella época, el público agradecía más el concurso de varios instrumentos a modo de pequeña formación de pulso y púa, como antes se les llamaba, o de orquestina de plectro. Alumno brillante y aventajado del maestro, Rodríguez Albert, con solo 14 años ya demostró sus extraordinarias capacidades interpretativas ganando un premio en un certamen de música de pulso y púa organizado por la ONCE. Más tarde sería artista solista de la Orquesta de Pulso y Púa de la Dirección General de la ONCE en Madrid, lo que le proporcionó una serie de contactos que serían fundamentales para el futuro de su carrera. Un granadino de Plaza Nueva que nació ciego en aquella época, estaba abocado a vivir de la limosna y la caridad, pero estuvo protegido y bien aconsejado siempre. Ya de zagalón, la ONCE, como en tantas otras ocasiones, lo formó, lo educó y lo hizo músico. Primero llegaron los clásicos, pero un niño criado en la plaza de Santa Ana, donde el tranvía daba la vuelta, escuchando el quejío diario del Dauro y el lamento de las tres campanas, las de la Audiencia, La Vela y la de Santa Ana, tiraba a flamenco seguro, y más teniendo en cuenta que en el barrio había dos o tres tabernas, donde afortunadamente no se prohibía el cante, y él, apostado en la puerta, con el oído que dios concede a quienes priva de la vista, se embelesaba escuchando a los aficionados parroquianos, enfrascados en lo más jondo de una seguiriya, ante una cuartilla de blanco peleón, en botella con corcho y caña. Vicente, el niño ciego de Plaza Nueva, era flamenco hasta en la postura ante la vida. Con redaños, inteligencia y trabajo, alcanzó a tocar con los grandes y para las grandes, dominó todos los instrumentos de púa, y se paseó por el mundo llevando el nombre de granaíno, con orgullo. De las actuaciones especiales, recordaba con satisfacción la que, en 1963, en Granada, le permitió actuar en una fiesta íntima, con Canalejas de Puerto Real, para los entonces príncipes, Juan Carlos y Doña Sofia. Las punteras casas discográficas de entonces, Hispavox y Belter, lo tuvieron durante muchos años, como guitarrista oficial en los estudios de grabación en Madrid y Barcelona, abarcando un amplio repertorio de los mejores autores españoles. En sus actuaciones en conciertos de música clásica, festivales y peñas flamencas siempre destacó como un virtuoso de los instrumentos de cuerda. Durante su larga carrera profesional acompañó a la guitarra a los más afamados artistas flamencos: Pepe Marchena, Antonio Mairena, Juanito Maravillas, Niña de la Puebla, El Culata, Canalejas y Rocío Jurado en su etapa de cantaora. En 1965 Vicente 'El Granaíno' se marcha a América. Permaneció en Estados Unidos y México varios años en donde formó compañía propia. En esa época trabajó junto a los más sobresalientes artistas flamencos de nuestro país como Niño Ricardo, Sabicas y Carmen Amaya. Especialmente destacada fue su actuación en Washington ante el presidente Eisenhower en la Casa Blanca, quién tuvo la gentileza de regalarle un perro-guía que lo acompañó durante años. Tras su experiencia profesional en América regresó a España y residió en Madrid durante 25 años. El día 29 de junio de 1994 presentó en el Centro de Documentación Musical de Andalucía la grabación de Cuatro Instrumentos y un Intérprete. Este trabajo fue un alarde de técnica y virtuosismo en el que Vicente en solitario ejecutó el toque de la guitarra, bandurria, laúd y bajo. El disco cuenta con una cuidada selección de obras de prestigiosos compositores españoles tan internacionales como Albéniz, Granados y Falla, entre otros. Vicente recordaba con afecto, sus trabajos junto a otro granadino enciclopédico, el maestro Alfredo Arrebola, y el trabajo que ambos realizaron sobre los poetas, digno de mejor reconocimiento y divulgación. Uno de sus últimos trabajos discográficos fue un rotundo éxito, con el dúo que hizo junto a José Molina al piano. En esta grabación Vicente descubrió una nueva faceta como gran innovador en el difícil manejo de la bandurria, empleándola como instrumento solista de concierto. Para este dúo de bandurria y piano se escogió un repertorio muy interesante que le permitió a Vicente extraer de tan popular instrumento musical notas propias del violín. Ese característico sonido hace que esta grabación sea hoy en día un documento original y único. La bandurria tradicionalmente, debido a su origen popular, siempre se ha visto relegada a la música de bailes populares o a la rondalla de la tuna estudiantil, sin embargo, con este trabajo se le dio un protagonismo de instrumento de concierto, elevándola a una categoría que le ha sido negada. Claro que pocos como Vicente, conocían el protagonismo de este instrumento en el mundo flamenco, y sobre todo en la Zambra sacromontana, donde desde sus inicios, formó parte al igual que la guitarra, de nuestro género más característico y la aportación más singular al mundo del flamenco universal. De la importancia de su tierra en el corazón, dan muestra algunas de sus obras más célebres como los tanguillos, “Serenata al Sacromonte” y la media granaína, “Añoranza de mi Granada”. El cante comprometido de Manuel Gerena, contó con su guitarra incondicionalmente, como artistas locales de entre los que destaca el inolvidable, Paco de Montefrío, o Manuel Celestino Cobos “Cobitos”. El diario Ideal, con motivo de elegir a los cien granadinos más importantes del siglo XX, no tuvo duda al incluirlo en esa lista de personalidades importantes, cuya trayectoria estaba avalada por su militancia pegada al terruño, que iba mucho más allá, de haber elegido nuestro gentilicio como nombre artístico. Manolo El Faquillas, o Manuel Ávila, insignes voces de ésta tierra, también tuvieron la suerte de ser arropados por Vicente El Granaíno, no solo aquí, sino en numerosas actuaciones y concursos fuera de nuestras fronteras. En no pocas ocasiones, el Padre Rizo, sacerdote y cantaor de fuste, lo requirió para que le acompañara en importantes actuaciones, incluida su famosa misa flamenca. Con Perlita de Huelva mantuvo una colaboración que se prolongó en el tiempo, y con el Niño de San Julián, también con El Loreño. Una de sus últimas actuaciones tuvo lugar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Barcelona con motivo de Día de Andalucía, donde el entonces alcalde de Granada, José Moratalla, pronunció una conferencia para los andaluces residentes en Cataluña. Como bien recuerda mi admirado y experto folclorista, Juan Bedmar, el salón repleto de paisanos visiblemente emocionados aplaudió apasionadamente la magnífica actuación de Vicente 'El Granaíno'. Como uno de los múltiples ejemplos de su buen talante y talento artístico, demostró su extraordinaria generosidad y desinterés al no cobrar ni un solo euro por esta actuación. Por cierto, gestos que le caracterizaban. Hace unos años compuso una partitura para tres instrumentos de cuerda (guitarra, bandurria y laúd) con la melodía de la canción Granada de Agustín Lara, con el fin de adaptarla al reloj del Palacio de Bibataubín donde hoy se encuentra el Consejo Consultivo de Andalucía. Se hicieron los trámites oportunos, pero no obtuvo respuesta. Hace meses que se volvió a presentar nuevamente el proyecto, por lo que sería un bonito homenaje a su figura recibir una respuesta afirmativa a esa propuesta desinteresada, aunque él no peda escucharla. En febrero de 2010 el Ayuntamiento de Granada distinguió a Vicente 'El Granaíno' con la Medalla de Plata al mérito de la ciudad. Curiosamente no hace mucho fue propuesto para ponerle una calle con su nombre, pero se argumentó que "hasta que no falleciera no sería posible. Granada, para sus hijos, suele llegar tarde. Más, siempre fue discreto en su vivir, y jamás reclamó para sí reconocimiento alguno, sino aquel que quisieron concederle. A mí juicio éste fue escaso y de bajo fuste, de acuerdo a todos sus merecimientos, pero a Granada le sale la vena de madrastra con tanta frecuencia, que eso ya no es noticia, como decimos los periodistas. La guitarra clásica y flamenca, han perdido un pilar indispensable de esos ejecutantes que ya no quedan, con las raíces en Sábicas o Niño Ricardo, y que ahora, a base de imitadores de Paco de Lucía, tenemos pocas ocasiones de escuchar. Y era granadino de Plaza Nueva, que en su momento se codeó con las élites artísticas de su época, a los que acompañó, y que, como solista, nos ha dejado páginas inolvidables de la más alta escuela del toque. Con un concepto de la amistad, y una conversación fluida y cordial, Vicente, degustó la vida, sin el menor reproche a la naturaleza, por haberle privado del sentido de la vista. Al contrario, fue generoso con sus semejantes, y jamás antepuso su discapacidad para pretextar algo. Se consideró uno más, y su fino sentido del humor nunca faltó a la cita. Durante los años que tuve responsabilidades editoras en el programa de flamenco de Canal Sur Televisión, vine a Granada a grabarle entrevista y actuación, a cambio de nada, y siempre estuvo dispuesto. Se sentía pagado con que se divulgara la música y no se perdieran las raíces, ni del flamenco, ni de lo clásico y mucho menos de lo popular, el amor a su arte y el conocimiento del mismo estaban por encima de todo. Mientras templaba y afinaba las cuerdas de su guitarra, extraía con la rapidez del rayo, una petaca que contenía elixir de los dioses, portada en el bolsillo de su chaqueta pegado al corazón, daba un pequeño sorbo, y añadía, que no se podía tocar bien la guitarra flamenca, con el gaznate seco. Una noche, íbamos en mi coche a una peña flamenca de la provincia, en compañía de otros cabales, y en un momento del recorrido, les dije: Creo que me he perdido, a ver si encontramos a un parroquiano que nos oriente. Vicente, desde el asiento de atrás sentenció con contundencia: Apéate Tito, que yo conduzco. Peña de La Platería, en el Albayzín de Granada, a nueve de Diciembre de dos mil diecisiete.

martes, 5 de diciembre de 2017

NUEVO LOS CÁRMENES

NUEVO LOS CÁRMENES Tito Ortiz.- No se puede poner, “Nuevo Los Cármenes” a una parada del metropolitano, por el solo hecho de que esté enfrente del estadio. Lo primero, porque el ”nuevo” Los Cármenes ya se está cayendo a trozos, así que no estará tan nuevo. Y lo segundo, porque no tiene ningún sentido llamarle “nuevo” Los Cármenes, a un estadio de fútbol, si no convive con el viejo. O sea, si el antiguo ya no existe y sus terrenos están edificados, ¿por qué a éste se le va a llamar “nuevo”? sería suficiente con llamarle, “Los Cármenes Dos”, o simplemente, “Los Cármenes” y vaya usted con dios. ¿Por qué complicarnos la vida tanto? No sé, a veces creo que estoy muy susceptible con esto del metro, creo que voy a tener que dejar de subirme a él, cuatro veces al día o estoy viendo que mis niveles de estrés se disparan, sobre todo con la gente que se cree que va sola por el mundo, y se comporta sin ningún miramiento, como elefante en cacharrería. El ser usuario del metro granadino, me está suponiendo unos sentimientos violentos que yo no tenía antes, porque no comprendo algunos comportamientos incívicos, que ya se han adueñado de algunos viajeros y, son moneda de cambio corriente. Baste decir que tengo a mi nieto Víctor, de tan solo cuatro años, con la cara llena de arañazos, gracias a que su altura, se corresponde con la misma a la que llevan algunas mujeres el bolso colgado del hombro, y que, sin miramiento, se remueven en el metro como si tuvieran azogue, golpeando en la carita al infante, con los remaches de las esquinas que tienen estos artefactos, o con las hebillas de cierre y las cremalleras. El caso es que la criatura, tenía ganas de ver la iluminación de navidad y me lo llevé en el metro a verla. Y al apearnos, tuve que entrar en una farmacia y comprar unas tiritas para algunos arañazos que los bolsos de algunas damas le habían dejado en la cara, aparte de consolarlo porque no comprende que ir en el vagón se corresponda con ser agredido a traición y sin esperarlo. La señora con pedir disculpas lo arregla todo, con decir que no lo ha visto ya está solucionado. No tiene en cuenta que no viaja sola, y que por debajo de su bolso hay criaturas humanas que viajan junto a ella y, que pagan su billete como todos. Porque esa es otra. Estoy harto de tener que soportar miradas mal intencionadas y comentarios de mal gusto, cuando ven a mi nieto ocupando uno de los pocos asientos libres. Dan por sentado que lo he colado sin pagar porque es niño pequeño. El otro día ya tuve que dirigirme a un descarado cuarentón, y cantarle las cuarenta, porque el niño paga siempre su billete, y, por lo tanto, a no ser que se trate de un discapacitado, o mujer mayor, no lo levanto del asiento porque no me da la gana. Además, si se hace con gracia y amabilidad, yo soy el primero que lo levanta, pero con malafollá y malas caras – amparándome la ley – el niño no se levanta porque no quiero, y se acabó. Vamos que esto de ir en el metro con tu nieto se ha convertido en un deporte de alto riesgo, hasta el punto de que he tenido que ir a una ortopedia y que le tomen medidas. Ya le he encargado una careta a lo, Hannibal Lecter para cuando vayamos al metropolitano. En principio para borrarle esa carita de ángel que tiene, y que de susto, a ver si así lo tienen en cuenta las señoras de los bolsos al hombro, y además, para protegerle el rostro y que no me lo dejen como un ecce homo, cada vez que subimos al transporte de más éxito, de los últimos quinientos años.