martes, 17 de abril de 2018

CERRILLO DE MARACENA

CERRILLO DE MARACENA Tito Ortiz.- Llega el Metropolitano al Cerrillo de Maracena, y mi mente hace una regresión hasta aquella tarde de finales de los años sesenta, cuando visitamos a unos parientes en la barriada de “La Virgencica”, que habían sido allí alojados en unas casas prefabricadas, al ser víctimas de las inundaciones que dieron al traste con, el puente de hierro que conectaba los dos kioscos de “Las Titas” con el colegio de “Las Brujas”. Son recuerdos de una Granada en blanco y negro, con sabañones en las orejas por el frío camino del colegio, ante la estampa de los carámbanos colgantes en la fuente de Plaza Nueva, y el agua de sus tazas congelada, como un espejo en el que nos mirábamos niños famélicos, alimentados con la leche en polvo y el queso americano de la operación ASA (Ayuda Social Americana) que nos daban gratis en las aulas llevando nuestro jarrillo de lata. Llega el Metropolitano al Cerrillo de Maracena, y pudiéramos pensar que nos adentramos en tierra hostil, puesto que durante su período en pruebas y puesta en funcionamiento, por aquí se sucedieron una serie de agresiones de gentes que, al volante arremetieron sin piedad contra la infraestructura más importante para Granada de los últimos decenios. Sé de buena tinta – me lo asegura Noel – que nada más lejos de sus vecinos, que han acogido al metro con todo el cariño que se merece, pero lo cierto es, que la conjunción astral durante ese tiempo, estuvo en contra de estos vagones que tanto bien nos han traído. Tanto, que, hasta el pasado viernes, tuvimos la oportunidad de rezar el Ángelus todos sus usuarios. A esa media mañana, un fallo técnico por Villarejo, ocasionó un sensible retraso a los que esperábamos en otras estaciones en dirección a Armilla. Una vez recuperada la operatividad y el trayecto, cual no sería nuestra sorpresa, cuando en llegando a la estación Sierra Nevada, el conductor muy amablemente, nos invitó a salir del tren y esperar el siguiente, por aquello de los ajustes técnicos. Una vez todos en el andén y a la vista de nuestra sierra más nevada que nunca, con las nieves muy próximas a la capital, y cuando ya vimos aparecer nuestro trasbordo para proseguir viaje, viendo la hora que marcaba el reloj, de manera espontánea comenzamos el rezo del Ángelus, dando gracias por poder continuar nuestro camino hasta la última estación en el ayuntamiento armillero. El domingo a eso de las ocho de la tarde, la pantalla azulona de Recogidas anunciaba que por fallos técnicos el metro circularía en carrusel desde Albolote al Nuevo Los Cármenes. Es conveniente que esto se sepa en el hall antes de ticar el billete. En esa dirección llegamos al Palacio de los Deportes, donde la parada se prolongó durante unos minutos, hasta que reiniciamos la marcha con normalidad hasta Armilla. Lo que fuera, lo resolvimos cantando una sabatina, aunque alguien comentó que un coche se había interpuesto en el camino del metro a la altura del Parque Necrológico. Los autobuses también pinchan, incluso salen ardiendo, yo los he visto. El metro granatensis tiene fallos técnicos. Es la servidumbre de vivir estos tiempos modernos que nos han tocado. Si nos desplazáramos a caballo, no tendríamos estas incidencias. A estas alturas, todavía hay conductores echándole un pulso al metro, desde aquí les digo que lo tienen perdido. El metropolitano nos ha ganado a todos, aunque en caso de incidencia, deberían informar a los usuarios de las estaciones subterráneas antes de pagar en el torno, y no dejar que se encuentren con la sorpresa una vez que están en el andén. Estamos en la era de la comunicación, o ¿no?.

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