martes, 22 de mayo de 2018
ALBOLOTE
ALBOLOTE
Tito Ortiz.-
Y por fin llegamos al final del trayecto. Estamos en Albolote, la mítica Alquería de Las Encinas, cuyas tierras fueron donadas por los reyes católicos a buena parte de sus ejércitos tras la reconquista, para asentamiento y explotación agrícola, a cambio de ser los vigilantes del camino de Jaén. Llegados a ésta última estación del Metropolitano, yo recomiendo los churros y el chocolate del establecimiento que existe frente a los topes de las vías, que espero algún día sean quitados para que continúe la expansión de esta infraestructura que nos ha cambiado a todos, en tan solo unos meses de funcionamiento. Aquí, en su centro de salud, durante muchos años, curó a los alboloteños mi querida Paca Marín, que hace poco tiempo nos ha dejado, dando un ejemplo de coherencia vital que para mí lo quisiera.
Yo tenía tres años cuando la localidad fue sacudida por un fuerte terremoto que causó víctimas mortales, y que con el tiempo y el optimismo de sus gentes dio paso a coplillas entre las que se destacaba en el estribillo: …Y del terremoto de Albolote yo me he salvado… En plena época “yeyé” mi querido amigo Paco Alarcón, me invitaba con frecuencia a su sala de fiestas y discoteca, “El Diamante”, donde vi al célebre conjunto musico vocal, “Los Némesis”, y donde pude saludar a mi llorado, Esteban Valdivieso que, de manera esporádica, colaboraba con ellos. También allí entrevisté a los famosos payasos de la tele, Gaby, Fofó y Milki, para Radio Popular de Granada. Por el recinto de Alarcón pasaban las primeras figuras del momento, junto a los grupos de la provincia, que se codeaban con todos los famosos. “El Diamante” tuvo una época de esplendor extraordinaria, que marcó un hito, hasta el punto de que artistas que no venían a la capital, actuaban allí, y todo gracias a los buenos auspicios de Alarcón, un empresario entusiasta que supo estar a la altura y poner a Albolote, en el mapa del artisteo del momento. Esta es la tierra de Francisco Carvajal, un alboloteño modélico, nacido un año después de que naufragara el Titánic, y que, en los tristes sucesos de 1936, se salva milagrosamente de la quema logrando hacer fortuna en Puerto Rico, donde sus trabajadores son esencia y preocupación de los proyectos que pone en marcha, cuyas ganancias no duda en compartir con ellos, pero que nunca olvidó su tierra, y como testimonio aquí asienta su Fundación, con un mecenazgo evidente. Que pena que esta provincia carezca de ejemplos como éste, que tanto beneficio dejan en la sociedad, con la excepción de Amancio Ortega, que, aunque nacido en León, de vez en cuando nos manda alguna máquina necesaria para mitigar nuestras enfermedades, que no es poco. Gentes como ellos son los que necesita la provincia para, salir de este bache que nos ha hundido en la desilusión y la desesperanza a base de constatar ejemplos de todo lo contrario. Coge el dinero y corre, es la práctica habitual con honrosas excepciones. Mientras, las listas del paro no bajan, el empleo en precario se ha hecho con la ocupación laboral, con pobres de solemnidad que cobran una nómina pírrica, con miles de familias que cada día tienen que elegir entre pagar la casa, la luz, el agua o, darle de comer a sus hijos. Con ancianos que, con pensiones miserables, mantienen a sus hijos y sus nietos, con colas interminables en los bancos de alimentos, mientras políticos corruptos se llenan los bolsillos, otros compran chalets de seiscientos mil euros, o son contratados de asesores del cementerio, sin haber pisado en su vida el camposanto. ¿Dios mío, hasta cuándo?
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