martes, 15 de mayo de 2018
JUNCARIL
JUNCARIL
Tito Ortiz.-
Llega el metropolitano al Polígono de Juncaril, zona maldita por el destino, que jamás logró levantar cabeza de acuerdo con sus posibilidades. Son varios los factores a tener en cuenta para que esto se prolongue desde la noche de los tiempos. De un lado, depender de una mancomunidad (Albolote y Peligros) a cuyos gestores les ha traído al pairo el presente y futuro del polígono industrial, entre otras cosas porque de aquí no rascan votos, ya que esos trabajadores no suelen vivir en los pueblos a los que pertenece la zona. Recuerdo los años heroicos en los que Luís Curiel, entonces presidente de los empresarios, se partía la pana implorando a las autoridades, la instalación de una depuradora para no verter aguas contaminadas al río Juncaril. Curiel hizo un gran esfuerzo, llevándose su empresa desde la céntrica calle Chueca a Juncaril, pero la ilusión de éste empresario por que Granada ocupara un lugar de privilegio en el tejido empresarial andaluz, le viene desde la cuna. Lástima que su obra pionera, no haya tenido después dignos seguidores, ni en Juncaril, ni en la Cámara de Comercio, ni en la Confederación, cuyos responsables, responden perfectamente a la encuesta publicada por Ideal ha primeros de mes, en la que se constata con los números en la mano, que el empresario andaluz más pesimista, el que menos arriesga, y el más desconfiado, es el granadino, y así no hay forma de levantar cabeza. Los representantes empresariales granadinos pintan tan poco ante la administración y ante los políticos – muchos de ellos de sus propios partidos – que Granada sobrepasa tres años sin ferrocarril, y aquí no hacemos más que comunicados y cartas al ministerio, fotos en el periódico, ruedas de prensa, pero con menos fuerza que un muelle de guita. Granada tiene la clase empresarial que se merece su volumen de negocio. Una ciudad que, en pleno boom turístico, no tiene convenio de hostelería. Con un aeropuerto de juguete, con vuelos que aparecen y desaparecen, se retrasan quince horas o cancelan sin más. Con el monumento más visitado de España, cuyas entradas son una suerte encontrar, con sistema tan imperfecto, que incluso ha llegado a sentar gente en el banquillo, con lo fácil que sería venderlas en la puerta hasta que se acabaran. Granada no tiene chimeneas, pero tampoco iniciativas empresariales, Granada es la provincia de, o me subvencionas o no me muevo, ese es el verdadero riesgo de su clase empresarial, que luego observa con envidia como llegan de fuera e implantan negocios que funcionan, a poco que se arriesgue lo mínimo, que es lo que se le pide a un empresario. El tejido empresarial granadino o va con el cazo puesto a la administración, o no se mueve, el dinero está mejor inmovilizado en el banco, así no se pierde, y así es Granada, la única ciudad de España donde fracasó el Polo de Desarrollo que implantó Franco, haciendo naufragar a la provincia, que solo vio como una fábrica de cañas de pescar se asentaba en éstos terrenos, ante la desesperación de Vicente González Barberán, que siempre pensó tener mejor respuesta por parte de la iniciativa granadina, tan dormida ayer, hoy y siempre, con claras excepciones como aquellos pioneros capitaneados por Curiel, que mudaron sus pequeñas empresas a la lejana nada de entonces. Este Polígono de Juncaril, hasta el que hoy llega el metropolitano, pero que sigue tan necesitado de otras infraestructuras, como en aquellos años setenta, cuando se pensó que éste sería el gran pulmón industrial de Granada, sin pensar que estaría condenado de por vida a permanecer con respiración asistida.
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