jueves, 31 de mayo de 2018
TARASCA DE MI VIDA
TARASCA DE MI VIDA
Tito Ortiz.-
A tan solo unas horas de verla de nuevo por las calles de Granada, me hacía mucha ilusión tener una cita con ella, por eso me puse manos a la obra, y dejé el asunto en los buenos auspicios de mi primo, Enrique Cabrera, que la guarda, conserva y custodia durante todo el año. No ha sido una cita a ciegas, porque ella sabía de mí y yo de ella, pero por fin hemos tenido unas horas para hablar de nuestras cosas a solas, sin que nadie nos molestara. Cabrera nos citó anoche a las doce, en el zaguán de la casa consistorial, y allí acudimos los dos, como dos enamorados en su primera vez. A esas horas de la madrugada, paseamos por la Granada nocturna, con la Luna por testigo, y mientras ella me hablaba de su temor un año más a ser criticada por su estilismo al salir a la calle, yo alababa su valentía de no cejar en el empeño de mostrarnos cada Corpus la moda, por muy feroces que sean las críticas. A mí me parece que es tener mucho valor. Dice que pasan los siglos y, sigue teniendo los mismos nervios a flor de piel como el primer día. Ser la Tarasca en Granada no es nada fácil, vaya por delante que el Corpus no se entendería sin ella, así que el asunto se complica cuando de un mensaje estético a la ciudadanía se trata, y esta lo recibe a veces de uñas, por su vanguardismo, o por su ñoñería, que de todo nos parece. Me dice que a veces siente pena por, los diseñadores de sus vestidos y complementos, que ponen el mayor de sus empeños y mejor sabiduría en llevar a cabo su trabajo, y luego se encuentran con la incomprensión de la gente. No obstante, para ellos también constituye un desafío el, llevar a cabo esta tarea anual a riesgo de ser incomprendidos, pero así lo marca el ritual y, así debe seguir para no perder nuestras tradiciones. Una de las cosas que mas le gustan es que el recorrido es siempre el mismo, con los toldos que, para ella, es como Granada viste a la ciudad de Corpus. Nuestra Real Feria no se entendería sin esos toldos protectores de los rayos solares, que entre rendijas se cuelan hasta la alfombra de romero, juncia y mastranzo, para que al ser calentados por el astro rey y, pisados por los integrantes del cortejo, dejen a la ciudad perfumada de su aroma más histórico. Así es como Granada huele a Corpus. La Tarasca me habló de su soledad mientras la visten, peinan y maquillan, para que luego la admiremos todos. Dice que, en esos instantes, necesita tener muy cerca a Enrique Cabrera, que es quién le trasmite las fuerzas necesarias para salir a la calle. Ella es tímida, pero teniéndolo cerca y animándola como él lo hace, le insufla el valor necesario para pasar el examen anual, encabezando la Pública de Las Fiestas. Mañana estas horas, ya habrá pasado todo, estará más tranquila, y el Corpus seguirá desgranando sus actos, a la espera de que pasen doce meses, como doce soles, los que ella pasa bajo el cuidado y los mimos de mi primo, su eterno y fiel enamorado, que no permite que ella salga a la calle sin su toque personal, sin su cariño y cuidados. Ha sido una noche inolvidable, la que he pasado en compañía de La Tarasca, un honor recorrer nuestras calles de su mano cuando nadie nos ha visto. Ha merecido la pena volver del otro mundo para vivirlo. Mañana nuestro amor será público, pero yo te amo, aunque seas un dragón.
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