martes, 29 de enero de 2019
HOSPITAL ALEJANDRO OTERO
HOSPITAL ALEJANDRO OTERO
Tito Ortiz.-
Al día de hoy, nadie me ha dado una explicación, de por qué, el nuevo hospital del PTS llamado desde sus inicios, Alejandro Otero, en memoria de quién tanto hizo por Granada en materia de salud, ahora es denominado de San Cecilio para unos, Universitario, para otros y… El del peteese, para el resto. Algo tan importante como el nombre de un hospital, que queda en la memoria para los restos, no debería ser moneda de cambio, al albur de quién gobierna, sino consensuado y decidido de manera lógica, sin que sea un arma arrojadiza para los contrarios políticos, que es en realidad lo que tristemente pasa, cuando los representantes públicos encargados de esto, son catetos, incultos y faltos de generosidad. Pues bien, el que para mí será hasta que me muera, Hospital Alejandro Otero, y si no, que no lo hubieran denominado así al principio, mantiene desde su puesta en funcionamiento, un boquete considerable en el vallado exterior de su parking en superficie, torpemente “enchapuzado” con cinta de embalaje, a la altura de la rotonda más concurrida de España. Se trata de enderezar tres hierros, pero al parecer, eso del mantenimiento no es prioritario en este nuevo hospital, que a juzgar por el estado de algunas de sus instalaciones, ya de nuevo no tiene nada. Ocurre igual con el metro. Una infraestructura sin la que al día de hoy, ya los granadinos no podríamos vivir, pero que, sin embargo, algunos de sus elementos están caducados desde la inauguración. Me gustaría conocer al lince que, compró los expendedores de los billetes y tarjetas para viajar en el metro, instalados en todas las estaciones, y que a estas alturas del milenio, no te admiten los billetes de cincuenta euros nuevos. El menda es de premio, ¿o no es de premio? Lo mismo que el comprador de las escaleras mecánicas de las estaciones subterráneas, que suelen averiarse cinco veces en semana. Hay accesos que todavía permanecen cerrados al público. La novedosa maquinita que, en su día, te permitía recargar la tarjeta del metro con la tuya del banco, funcionó la primera semana, y hasta ayer, permanecía apagada y fuera de funcionamiento. Y lo del torno ya es para crujir. ¿Cómo es posible? que los tornos centrales de acceso y salida de Recogidas, lleven estropeados un año, señalizados con cinta blanca y roja de tragedia, y nadie los haya puesto en funcionamiento. El metro de Granada lleva solo meses funcionando, y ya tiene carencias y averías de infraestructura obsoleta, como si fuera a cumplir su primer centenario, sobre todo si apreciamos que en tan corto periodo de tiempo, ya ha sufrido una huelga laboral de sus trabajadores, y está a punto de la segunda. Cabe pensar que la maquinaria se compró en su momento, pero que la entrada en funcionamiento se retrasó tanto, que los cacharros han caducado, y su tecnología dista mucho de la actualidad. Lo mismo está ocurriendo con el AVE. Se compraron los raíles va para dos décadas, cuando se comenzó a hablar de la alta velocidad en Granada, y han terminado por oxidarse en los almacenes. Les ha entrado como la polilla a la madera, por eso el AVE sigue sin llegar. Ni está, ni se le espera. Y cuando llegue – yo no lo veré – los vagones serán de segunda mano, como los nuevos autobuses de la Rober. Granada ha quedado para eso, como una ciudad de segunda división, de segunda mano, vamos. La segunda circunvalación es un proyecto de hace treinta años, y ahora está pasando por Alhendín, para cuando se cierre el anillo… todos muertos.
miércoles, 23 de enero de 2019
SAN MARTÍN
SAN MARTÍN
Tito Ortiz.-
Ahora que ya ha entrado el frío este invierno, suelo echarme la pañosa por los hombros, siguiendo la tradición de mi abuelo, Rafael Rubio Carmelino. Una prenda tan española como la capa, suele siempre atraer las miradas de los viandantes, cosa que en mi juventud llevé con ciertas dificultades, pero como ya peino canas, la cosa es más llevadera. Recuerdo con mucha ilusión, aquellos primeros años de la década de los setenta del siglo pasado, cuando acompañaba a una docena de venerables ancianos, que en la festividad de San Martín de Tours, acudían ataviados con su capa, a escuchar misa a Santa Ana, sorprendiéndose de que un joven adolescente, les acompañara también con su prenda más venerada. Siempre me trataron con gran cariño y simpatía. Pero he de reconocer, que la idea de fundar la asociación granadina de “Amigos de la Capa española” fue de, Antonio Sánchez Ramírez, “El Compadre”, alma máter de llevar a cabo el proyecto. Él ya tenía una larga trayectoria en reflotar hermandades que ya no salían a las calles, como la de los Escolapios, o de fundarlas, como fue el caso de la Hermandad del Rocío granatensis. Nos convocó en la recientemente desaparecida bodega “Espadafor” de la calle Tinajilla, y junto con el Gobernador Civil de entonces, José Guirao, Antonio María Claret García, Arcadio Ortega, Luís Garzón, y otros, entre los toneles, redactamos los estatutos que al día siguiente fueron presentados en las oficinas del gobierno, y una vez erigida la asociación, tuvieron a bien elegirme primer presidente de los amigos de la capa. En Espadafor comenzábamos las reuniones, brindando por nuestro Patrón, San Martín de Tours, aquel santo del siglo IV, que ante un mendigo aterido de frío a las puertas de la ciudad de Amiens, no dudó en partir su capa por la mitad, y compartirla con aquel hombre desvalido. El segundo brindis era siempre a la memoria de Juanito Espadafor, que nos dejó prematuramente y al que todos admirábamos. En su memoria, alguien tocaba una guitarra melancólica, de la que brotaban acordes de la tuna del distrito, cantares de la tierra y sones rocieros. Y presumíamos de quién tenía la capa más antigua y de mejor paño. Yo tuve la suerte de que mi abuela Juana, me la regalara cuando a los dieciocho años aprobé el carnet de conducir. La encargó a medida en la “Sastrería Nueva”, en Reyes Católicos, casi llegando a Plaza Nueva. El paño vino de Béjar, en Salamanca, igualmente el broche de cierre, de estilo charro, y la confeccionó el mismo sastre que le había hecho el traje de novio a mi padre. Aquel gran profesional, con un pulso envidiable y gusto exquisito, cortó los bajos sin dobladillo, como manda la tradición. Las vueltas de terciopelo rojo sangre de toro, y con esa daré mi último paseo, cuando san Martín quiera. Entre las barricas de Espadafor, rendíamos culto a tan excepcional prenda, aunque el mayor homenaje que se puede hacer es lucirla por la calle. Las tertulias eran amenas y artísticas, sin omitir cualquier tema de actualidad o de interés general, y en pocos meses, se nos fueron agregando gran cantidad de hombres y mujeres, orgullosos de no sentirse solos o raros, por vestir la capa española. Allí confluimos gentes de toda ideología, religión y condición humana, que convivimos fraternalmente, pese a ser muy diferentes, unidos por una prenda de vestir milenaria, pero que solo en España, se mantiene en el tiempo, como parte imprescindible de la vestimenta de gran gala. Puede complementarse con sombrero o no, pero solo pasearla ya es un lujo. Larga vida a la capa.
martes, 15 de enero de 2019
SAN ANTÓN
SAN ANTÓN
Tito Ortiz.-
Pasado mañana es san Antón, y sabido es que, en esta provincia más que tradición de bendecir a los animales, tenemos la de comérnoslos, sobre todo si se trata de cerdos. Todos conocemos el famoso dicho de: A todo cerdo le llega su san Antón. Y es que por estas fechas, ha de antigua la costumbre, por aquello de los fríos que por fin se hicieron presentes, de meterle al cuerpo una buena olla con toda su pringá y su habicas secas, para contrarrestar las inclemencias del termómetro, con sus hielos y escarchas. San Antón nació a mediados del siglo tercero en Egipto, y a eso de los veinte años, vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se marchó a fundar el movimiento ermitaño. A esa edad tan temprana, ya había descubierto que lo de vivir en comunidad no era lo suyo, y que encontraba en los animales una compañía menos hostil que en los humanos. Algo que nos pasa a otros también, dieciocho siglos más tarde. Pero hace sesenta años, por estas mismas fechas, los chiquillos del Albayzín, bajábamos hasta la Calderería, para ver los escaparates de “Casa Ninguno”, y reírnos con aquellos cerdos ataviados de castizos, ante una lumbre, mientras esperaban que hirviera la olla de san Antón, para dar buena cuenta de ella. Mientras observábamos la escena, cantábamos aquello famoso oído a nuestros abuelos de: San Antón mató un marrano, y no me dio las costillas. A san Antón le daremos, siete palos en las costillas.
En estos días de ofertas gastronómicas para degustar la olla, imposible olvidar a mi querido y admirado, Antonio Torres, cocinero de “Chiquito”, que nos descubrió la posibilidad de saborear la mejor olla de San Antón, con la menor cantidad de grasa. Todo un descubrimiento, sin que en el plato falte ninguno de sus habituales ingredientes. Una tradición cuyo testigo dejó bien asegurado en el kiosco de “ Las Titas”, donde su amigo Pepe Torres, se encarga de rendirle un homenaje perpetuo, que tiene su colofón en sus anuales jornadas, a las que no faltan los mejores cocineros de Granada, que tanto lo admiraron en vida. La olla de san Antón, es un plato en esencia granadino hasta el espinazo, que a veces se come a hurtadillas, de tapadillo, en el más absoluto anonimato, debido a su riqueza en grasas y calorías. Tengo amigos con los que me como este manjar, pero a sabiendas de que en su casa no deben nunca saberlo, so pena de causa de divorcio, cuando no, de una bronca de dimensiones inconmensurables, ya que durante todo el año, la parienta los somete a un régimen estricto, acompañado de verduras hervidas como guarnición y la pastilla del colesterol, y por lo tanto, la dama no debe tener conocimiento jamás, de que aunque solo sea este día, se han saltado la dieta, dando al traste con todo lo programado gastronómicamente para el año. Y lo peor es que esta festividad, nos coge nada más haber salido de los excesos de las navidades, con lo que la tangana en casa – de saberse – puede dar lugar a suegras enfurecidas y mujeres “asartenadas” que te corren por los pasillos con intenciones homicidas. No en vano, y para evitar males mayores, hace ya varios años que fundé la sociedad secreta y clandestina de: Los amantes de la olla de san Antón, que veneran al cerdo y sus consecuencias. No digo aquí, donde hemos quedado este año para ponernos hasta las cejas, por temor a que los veganos nos hagan un scratch y salgamos en los papeles.
martes, 8 de enero de 2019
ME HAN ECHADO CARBÓN
ME HAN ECHADO CARBÓN
Tito Ortiz.-
Cuán iluso desnortado, pensé que este año también, los magos me echarían lo acostumbrado, o sea, una corbata, o una bufanda, tal vez una colonia, o ya en todo un alarde de originalidad, calzoncillos o calcetines, pero de eso nada. En esta ocasión me han despachado con varios sacos de carbón, ese combustible fósil al que hace años recurrí, al no poder hacer frente con mis ingresos, al recibo de la calefacción. Yo, que llevaba años utilizando el brasero de mi abuela como adorno colgado en la pared, tuve que devolverle su antiguo uso, porque en materia de ingresos, hace tiempo que pintan bastos. Y aquella mesita baja del salón, tan coquetuela, tuve que malvenderla, para comprar una de camilla con sus faldas de invierno, haciendo una regresión a los tiempos del cuplé, cuando en mi casa albaycinera ese era el medio para calentarse, mientras en la radio escuchábamos, “Alegría en las Ondas”, con Mercedes Domenech y Pepe del Real. Pero sospecho que, los magos no me han dejado el carbón, así al azar, como si tal cosa, creo que el mensaje va más allá, y me lo tengo merecido. Supongo que me han echado carbón, porque no he impedido que, a tan solo unas horas de haber comenzado un nuevo año, ya tuviéramos sobre la mesa de autopsias a la primera víctima de violencia machista, y en las urgencias, las primeras jóvenes violadas, lo que echa por tierra el argumento compartido por la derecha y la extrema derecha, de dejar en agua de borrajas una ley, que debería ser mucho más dura, y aplicarse de manera contundente, porque los hechos y la estadística, así lo aconsejan en un país – el nuestro – a la cabeza en la comisión de ambos delitos. Sólo por higiene mental, el señor Casado no debería jugar con esto, haciéndole el caldo gordo a quienes les sobrepasan por la diestra, y tal vez, él quisiera tener más cerca. La diferencia entre el sexo de las víctimas, es tan vergonzante en desfavor de la mujer, que ni siquiera debería tomarse en serio, pero hace ya mucho tiempo que el partido popular dejó de ser serio en este y otros temas, y las urnas en Andalucía se lo han recordado, en demérito de sus aspiraciones, llevándose a cuatrocientos mil de sus votantes, a las prietas filas de Vox, porque los votos de la extrema derecha son originarios suyos y de nadie más. Me han echado carbón porque no he impedido que, a los mendigos que duermen en las calles, desahuciados de dios y la sociedad para vergüenza de todos, adolescentes descerebrados les metan fuego, haciendo de la desgracia humana más humillante, una pira humana, que nos debería hacer recapacitar con un mínimo, no ya de amor fraterno, pero sí de respeto a la desgracia ajena, que menos. Se necesita ser una alimaña para prenderle fuego a un ser humano. Sus padres deben estar muy orgullosos, es la mejor forma de eliminar la pobreza. Me han echado carbón porque, todavía no me he puesto tras la pancarta de los pensionistas, ni he cogido el megáfono se Stop Desahucios, porque las cifras de muertos en las carreteras no bajan, ni bajarán, mientras la gente se ponga al volante hasta arriba de drogas, o vaya chateando con el móvil. Porque los inmigrantes llegados a nuestras costas se han multiplicado por mucho, sin que nadie lo remedie en origen. Me han echado carbón porque ningún político se atreve a decir que el problema de Cataluña pasa por un referéndum. Me han echado carbón, porque me pongo a ver todo esto en los informativos de tv y no muevo un solo dedo. Por eso me han echado carbón.
martes, 1 de enero de 2019
HOY, UNO DE ENERO
HOY, UNO DE ENERO…
Tito Ortiz. -
Anoche, mientras me tomaba las uvas con los míos, me asaltaron a la mente infinidad de pensamientos, y algunos no eran buenos. A las puertas de que Andalucía tenga por primera vez en esta democracia, un nuevo gobierno de distinto color no soy optimista de que los ciudadanos de a pie, los de sueldo ramplón y pensiones de miseria, vayamos a mejorar en nada. Si alguien piensa que el revanchismo político va en beneficio de la sociedad en general, es que no conoce a todas las Españas que contiene la piel de toro y los archipiélagos. Esto es un, quítate de ahí que ahora me pongo yo, y si no, al tiempo. Por cierto, que, no se que ha sido de aquella frase lapidaria pronunciada por Casado durante la campaña de los populares, que repitió hasta la saciedad, que debería gobernar tras las elecciones, la lista más votada. Su partido va a presidir la Junta de Andalucía, habiendo perdido hasta siete escaños, con respecto a las votaciones anteriores. Lo lamento, pero ya soy mayor, y como dice Serrat: Los viejos nos convertimos en fantasmas con memoria. Y esa todavía me funciona. No soy más pesimista ante la nueva etapa política en Andalucía, porque cada vez tengo menos futuro. De lo contrario, me encontraríais a bordo, ligero de equipaje, sin billete de vuelta. Empiezo a pensar que esto no tiene remedio, y que estamos haciendo una regresión, que tarde o temprano, nos llevara e revivir los años treinta del siglo pasado. Ojalá me equivoque, pero eso sería como confiar en que determinadas personas, a estas alturas del funcionamiento del metro, viajen pagando. Soy usuario de esa infraestructura a diario, y cada día, observo con pavor como hay gente que entra y no tica billete. Se sitúan en el primer vagón disimulando con el móvil en la mano, pero con la vista puesta en ver quién sube en cada parada, y si accede un vigilante jurado o un revisor, entonces sacan la tarjeta y la pasan por el visor. Es la España de la picaresca diaria. La que cada día se radicaliza más, huyendo hacia los extremos, propiciando el ascenso imparable de la extrema derecha, que ya ha comenzado a enseñar la patita para derogar leyes progresistas que tantos años nos ha costado conseguir y pronto serán papel mojado. Hablan con desparpajo de acabar con instituciones, devolver competencias al gobierno central, reducir el papel de la mujer al de un ser desprotegido y tutelado por el hombre como en la dictadura, y aquí nadie mueve un dedo, cuando si fuéramos conscientes de lo que se nos viene encima, estaríamos todos gritando en las calles las 24 horas del día, y serían pocas, lo aseguro. La vejez y la experiencia me conceden a veces la visión de una bola de cristal, con la desgracia de que ya lo he vivido, que no es un futurible, nací bajo una dictadura y sé de lo que hablo y no hay más ciego que el que no quiere ver. Andalucía se va a convertir en los próximos días, en el conejillo de indias de un país que lleva meses a la deriva, enfrascado en corrupción y separatismo. Que nada bueno va a salir de ahí eso ya lo digo, solo espero – no de los políticos – de los ciudadanos, que seamos capaces de darles a quienes nos representan, una lección de coherencia, civismo y convivencia pacífica, evitando que nos impregnen con su hostilidad y enfrentamientos partidistas, de esa manera interesada por quienes solo quieren su propio beneficio y, los ciudadanos le importamos tres pitos.
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