martes, 2 de junio de 2020

CORONATORPES

CORONATORPES

Tito Ortiz.-

Es torpecico, el niño de la Virgen es torpecico, porque hace las cuentas con los dedicos. Así rezan aquellas famosas sevillanas, que José Carranza “El Guily”, cantaba a partir de las tres de la madrugada, en aquellas cuaresmas interminables de “El Sota”, cuando los ensayos de los costaleros de “La Santa Cruz”, daban paso a madrugadas interminables en ambiente cofradiero. Y como cualquier tiempo pasado fue anterior, como la historia, vuelven las torpezas humanas a demostrar que el hombre es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra, o dos mil si es preciso. El asunto es que, todos pensábamos que lo único que diferenciaba a Cataluña del resto de España, era su idioma, pero no es así. Aunque parece que nuestro sistema matemático numérico, tiene una fuente común para todos, la realidad nos deja al descubierto que los catalanes cuentan de forma distinta aunque lo hagan con los mismos números. De tal forma que, las cifras de la pandemia se utilizan con criterios tan dispares, y con un carácter tan retroactivo, que hay días que las cifras de contagiados y muertos, bailan al ritmo de una macabra sardana, jugando al despiste de tal guisa, que aparecen y desaparecen los afectados, por arte de “birlobirloque”, a la usanza de: Ahora los ves, y ahora no los ves.
Claro que, nada es comparable con las cifras oficiales que se nos ofrecen durante dos meses, por la autoridad “competente”, y de la que de la noche a la mañana, desaparecen dos mil muertos, como si eso fuera tan fácil. Digo yo que dos mil cadáveres, no pueden traspapelarse, así como así. A no ser que se trate de una estratagema, para evitar dos mil reclamaciones menos, de esas que ya se anuncian en los juzgados a bombo y platillo, contra un gobierno que ha gestionado muy desafortunadamente esta crisis vírica y económica, de la que algunos expertos dicen que no saldremos ni en diez años. Una situación que ha dejado ver a las claras, las más que tensiones, dentro del propio equipo de gobierno de la nación, con rectificaciones de unos a otros, y enmiendas a la normativa cada dos horas, para ir adecuando los discursos de los ministros/as, más acostumbrados a hacer de su capa un sayo, que a consensuar lo que se comunica en tan prescindibles ruedas de prensa, rectificadas en el BOE.
La crisis en la cúpula de La Guardia Civil, ya sea por ceses o dimisiones, deja ver claro como el caldo de un asilo, que a más de uno/a le tiemblan las canillas por la que se avecina, sin que nadie después de tres meses de tragedia, haya salido a los medios a pedir perdón y poner su cargo a disposición de la ciudadanía, porque en esa mesa del Consejo de Gobierno nacional, nadie está autorizado para recoger dimisiones, sino para encomendarse a dios, si es creyente. Con la vuelta del fútbol y el turismo, se echa una cortina de humo, que oculta una desescalada en estampida, de la que no saldremos indemnes, y si no, al tiempo.

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