martes, 9 de junio de 2020

HIJOS DE LA IRA Y LA IGNORANCIA

HIJOS DE LA IRA Y LA IGNORANCIA

Tito Ortiz.-

Las grandes crisis son las que dejan ver a las claras, la talla política de quienes nos gobiernan, o de los que cumplen con su papel de leal oposición. Perdón. ¿He dicho leal? Borren esa palabra del diccionario y de sus mentes. Aquí la oposición es muchas cosas, pero leal, lo que se dice leal, ni por el forro de los escrotos. Aquí la oposición es carroñera, mercenaria al mejor postor, siempre que éste sea sus propios intereses. En tiempos difíciles para todos – aunque lo peor está por venir – los políticos dan lo mejor y lo peor de sí. Y en la pandemia, parte de sus señorías han demostrado tal grado de vileza, arrogancia, capacidad de insulto y odio al adversario, que han convertido los parlamentos autonómicos, Congreso y Senado, en auténticos patios de casas de mala reputación, donde no se confrontan ideas políticas, sino se insulta, calumnia y ofende con la normalidad que la incultura hace emerger a un cabestro de un pantano. 
Cuando la falta de formación no permite desarrollar argumentos sólidos, para el intercambio dialéctico, el insulto aparece como única moneda de cambio entre adversarios, y cuanto más soez… mejor. Estos analfabetos lo único que buscan es el titular para abrir los telediarios. Sus mentes corrompidas por el fenómeno televisivo de Gran Hermano, o Supervivientes, les hace disfrutar hasta el orgasmo, si para ello lo único que han tenido que hacer es mentir, masacrando el árbol genealógico de su contrario. Siendo así, sus señorías están en su salsa, rosa, claro. Con honrosísimas excepciones, hoy día están ocupando los escaños con sueldos millonarios, los descendientes de las generaciones representadas por  “La Veneno” -que en paz descanse - el pequeño Nicolás y José Antonio Avilés. No quieren hacer política para solucionar los problemas de los ciudadanos, lo único que pretenden es ser populares en los medios para rentabilizarlo en votos. Los que votamos les importamos un pito.
Los ciudadanos nos hemos reciclado antes que nuestros políticos, y abominamos de gente con la bajeza moral de un gato en una matanza. Es palpable, que mientras en la transición política, profesionales de todas las ramas de las artes, las humanidades y las ciencias, abandonaban sus puestos laborales y más que acreditados, para dedicarse unos años a la política con vocación de servicio público, hoy día lo que nos encontramos en la mayoría de nuestros representantes, es gente sin vocación que jamás ha trabajado en nada, y que si les quitan el escaño, no saben qué hacer con su vida, por eso se perpetúan en el puesto, aunque sea a costa de la más alta traición. Para desenmascararlos no hay más que obligarles, no solo a presentar la declaración de la renta y sus bienes cuando ingresan en política. Lo que hay que exigir por encima de todas las cosas es, una declaración jurada ante notario, a la que se acompañe una Fe de Vida Laboral y otra de la Seguridad Social para comprobar los años cotizados y en que oficio. El resultado sería de infarto. No tienen experiencia laboral. No me representan.

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