CANGUELO
Tito Ortiz.-
Quiero recordar que, allá por el segundo lustro de los años setenta del siglo pasado, yo que soy de letras y torpe acreditado, me atreví a escribir con los datos históricos que había recabado, un artículo en el diario Patria, o en La Hoja del Lunes, en el que hablaba sobre la viabilidad cierta de un tren Granada-Motril, y aquello fue suficiente como tema de conversación y chascarrillos varios, de los sesudos inquilinos de la pecera del Centro Artístico, entre los que se encontraban algunos miembros de la corporación municipal capitalina, que después siguieron la chanza en la cercana, Peña de Los Monteros, en la calle Ganivet, esquina a Comandante Valdés. Durante decenios, el proyecto del ferrocarril a la costa que tan concienzudamente se planeó en el siglo XIX, había llegado a estar enterrado en el subconsciente colectivo, y solo emergía cuando se trataba de hablar con mofa de un imposible. Perecía que se trataba con humor, lo mismo que aquella célebre petición de los ciudadanos de Pitres, cuando a voces solicitaron a un diputado que los visitaba, que su pueblo fuera puerto de mar, y teniendo en cuenta que Pitres está a 1.200 metros de altitud sobre el nivel del mar, el reputado caballero desde el balcón del ayuntamiento les gritó sin empacho: ¡Eso lo tenéis concedido, podéis echaros a mear!
Pues con el tren de Granada a la costa ha pasado siempre lo mismo, por esa tacañería histórica provinciana de, no apostar por aquello que es caro. El proyecto siempre ha sido viable, con lo que nunca se contó, fue con la valentía de unos presupuestos estatales, o con la iniciativa privada suficiente, pero aquel proyecto nunca llegó a buen puerto. “La propuesta fue desestimada, aun reconociendo la Comisión el interés por ofrecer a las provincias de Granada y Jaén un puerto más cercano que el de Málaga y Almería. Se terminaba diciendo que, el desarrollo comercial que se produjera en la zona, no justificaría el importante desembolso en la construcción del ferrocarril y del puerto motrileño”. Así que desde 1864, la autoridad portuaria, la cámara de comercio, la diputación, los ayuntamientos implicados y la universidad cinco veces centenaria, siempre han coincidido en las bondades del proyecto, pero nadie se ha metido la mano en el bolsillo para comenzar su construcción, no olvidemos que papá Estado, siempre ha mirado para otro lado cuando se le ha planteado la viabilidad del trazado, algo que ya ocurrió con la famosa T invertida de la autovía del Mediterráneo, a la que fuimos los últimos en incorporarnos, cuando era un clamor su necesidad y utilidad. Con el tan ansiado ferrocarril de Granada a Motril pasa lo mismo. Nunca hubo voluntad política de llevarlo a cabo, debido al coste de la inversión, pero de su utilidad nadie en su sano juicio puede dudar. No olvidemos que el puerto de Motril, es el más cercano a Madrid, de cuantos existen en nuestras costas, y eso tanto en transporte de mercancías, como de personas, es un hecho incontestable, solo falta que alguien ponga el dinero.
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