domingo, 3 de diciembre de 2023

YO PASEÉ CON KISSINGUER

 


YO PASEÉ CON KISSINGUER

 

Tito Ortiz.-

 

Durante los años de mi pre-adolescencia y madurez, la figura de Henry Kissinger, estuvo omnipresente en toda la actualidad internacional. En la segunda mitad del siglo XX, es muy difícil encontrar un personaje con tanta influencia, en todo lo concerniente a la actividad política mundial. Éste mandatario estadounidense, Intervino en toda clase conflictos – bélicos o no – procurando la paz, defendiendo los intereses de su país y la de sus aliados, entre los que se encontraba España. Su cara estuvo a diario en la prensa mundial, nuestro NODO y las televisiones emergentes, por aquellos años. No ver un día en el periódico la cara de Kissinger o la de Golda Meir, se te hacía raro. Pero la importancia del personaje era tan grande, que incluso llegó a sobrepasar las figuras de los presidentes a los que sirvió. Algo que hoy día no se le consiente a nadie.

Hace tres días que, con un siglo de vida se ha muerto Henry, y es bueno que recordemos los mayores, y sepan los más jóvenes, algo de su extraordinaria trayectoria. Kissinger fue consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado con los presidentes republicanos Gerald Ford y Richard Nixon y, por un periodo de tiempo, las dos cosas, entre enero de 1969 y enero de 1977. Su mayor legado es el deshielo entre Estados Unidos y China, que llevaban sin relaciones diplomáticas desde que en 1949 los comunistas de Mao Zedong habían llegado al poder, y a quien el entonces presidente Dwight D. Eisenhower consideró atacar con bombas atómicas para salvaguardar la independencia de Taiwán en la década de los cincuenta. Consolidó así el cisma del mundo comunista - la Unión Soviética también había estado a punto de lanzar una guerra atómica contra China a finales de los sesenta - y atrajo a Pekín hacia el capitalismo en el que ahora ese país amenaza con superar a su maestro, Estados Unidos.

SUS SOMBRAS

Otras acciones de Kissinger no tuvieron tanta transcendencia, pero sí mucho más derramamiento de sangre. Su frase "no sé por qué tenemos que quedarnos quietos y ver cómo un país va hacia el comunismo por la irresponsabilidad de su propia gente. Lo que está en juego es demasiado importante como para dejárselo a los votantes chilenos para que lo decidan ellos" fue la luz verde al golpe de Estado de Pinochet en Chile en 1971. En 1971, había dejado que Pakistán llevara a cabo más de un millón de asesinatos y de 200.000 violaciones en Bangladesh, que entonces era parte de ese país, para poder seguir usando el canal de comunicación de Islamabad como parte de su aproximación a China. Kissinger mintió al presidente Gerald Ford para que Marruecos pudiera ocupar el Sáhara Occidental, abriendo así un conflicto que sigue sin resolverse. Promovió la guerra civil de Angola, que duró dos décadas y media, para contener la expansión del comunismo en ese país. Autorizó el golpe de Estado militar de Argentina de 1976 y la posterior represión, en la que desaparecieron entre 10.000 y 30.000 personas. Y, lo que para muchos en Estados Unidos resulta más imperdonable: fue el gran apoyo del presidente Richard Nixon para que éste lanzara una invasión por tierra acompañada de la mayor campaña de bombardeo de la Historia sobre Camboya, en la que murieron más de 100.000 personas, en gran parte civiles. Pero también ganó el Premio Nobel de la Paz por sus negociaciones para la retirada estadounidense de Vietnam. Kissinger, como todo ser humano, fue difícil de resumir en una frase, como afirma el compañero Pablo Pardo.

GRANADA

Tiempo antes de que Henry Kissinger llegara a Granada, lo había hecho el embajador estadounidense en Madrid, Terence Todman, que era miembro de Alpha Phi Alpha, la primera fraternidad de letras griegas establecida para afroamericanos. Se había graduado en la Universidad de Siracusa y peleó en la Segunda Guerra Mundial. Cuando mi redactor jefe en Patria, José Luís Kastiyo, me envió a cubrir su visita, yo, aprovechando contactos de mi anterior profesión, me puse al habla con el agregado cultural de la embajada en Madrid, que no era más que un distinguido miembro del FBI, camuflado como tal, y me permitió entrevistar a Todman, en el salón del hotel Alhambra Palace, junto al piano, en presencia de Gervasio Elorza. Aquella visita del embajador, tenía mucho de allanamiento del camino, para la siguiente de Kissinger que se fue retrasando en el tiempo, porque su agenda era de locos.

Los norteamericanos –ya se sabe- están acostumbrados a ir en coche hasta el cuarto de baño, y más si son políticos amenazados, pero lo cierto es que Henry se relajó en Granada, incluso pudo andar no solo por sus monumentos, sino para ir a comer. Yo mismo formé parte de los periodistas autorizados a pasear junto a él, eso sí, a una distancia prudente y sin darle la lata. Horadamos las calles del centro granadino y, como recordará mi entrañable amigo, Juan Luís Álvarez, Kissinger degustó el famosísimo cordero a la pastoril en su Restaurante “Sevilla”, frente a la Capilla Real, siendo Juan Ortiz Fernández, quién inmortaliza el momento en que llega la comitiva a tan acreditado lugar. A la derecha va Henry, tras él, con traje claro, Antonio Gallego Morell, el último de la fila es mi compañero, Juan Enrique Gómez. Hoy que Kissinger lleva tres días muertos, he querido sacar del álbum sepia nostálgico, esta foto que demuestra, no solo que los personajes más importantes del mundo han estado aquí en Granada, sino que lo han hecho con la naturalidad propia de personas humanas, que en los tiempos que corren, no es cuestión baladí.

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