martes, 4 de julio de 2017

GRANADA PERDIÓ EL TREN

GRANADA PERDIÓ EL TREN Tito Ortiz.- La noche electoral de 1995, en el salón de los espejos de La Casona del Parque, que así llaman los malagueños a su ayuntamiento, Celia Villalobos, me dijo: No te enfades por lo que te voy a decir, pero vamos a poner a Málaga, por delante de tu tierra. Su marido que estaba con nosotros, mano derecha de Aznar, asintió con la cabeza. En aquel momento yo no sospechaba que Celia, estaba llamada a Madrid en un futuro próximo, y que esa primera etapa como alcaldesa malagueña, no era más que la preparación de su teniente alcalde delegado de urbanismo, Francisco de La Torre, para tomar las riendas del progreso meteórico de la ciudad malacitana. De La Torre, hombre de profundas convicciones democráticas, y dialogante hasta la extenuación con quién sea, por muy distinto color político que enarbole, ha conseguido su propósito, a base de visitar semana sí y semana no, los despachos en Sevilla de presidentes autonómicos y consejeros, siempre pidiendo para su querida Málaga. Durante esos años, los granadinos hemos tenido la desgracia de estar gobernados desde la plaza del Carmen, por un testarudo y egocéntrico, Pepe Torres, que no dudó nunca en enemistarse con cualquiera que nos pudiera echar una mano, no solo para progresar como ciudad, sino para no perder lo ya conseguido, por el solo hecho de que eran socialistas, y así nos va. Málaga ya no está a nuestro alcance. Pero los granadinos tenemos mucha responsabilidad en todo lo perdido y retrasado, porque no nos hemos echado a la calle, a sacarle los colores a quienes desde el ayuntamiento, durante doce años nos han dejado languidecer, hasta ser una triste caricatura, de lo que por historia y cultura nos pertenece. Un día, por aquellos años noventa, en la cafetería Lepanto, de la calle Larios, hablando con Braulio Medel, le dije que el reparto de poderes en Andalucía, me parecía que iba por el político en Sevilla y el económico en Málaga. Él no me lo negó y al preguntarle por Granada, me dijo que eso iba a depender mucho de lo que los granadinos pidieran, sin conformarse con lo que nos viniera o se pudiera perder. De lo hablado se desprendía que nuestro futuro, estaba en lo que nuestros políticos fueran capaces de conseguir, pero también y no menos importante, de lo que los ciudadanos demandáramos. Los granadinos hemos sido muy complacientes con nuestros representantes políticos, y si bien ellos no han estado a la altura, nosotros no hemos llevado a cabo esa labor responsable de seguimiento a la gestión y rendimiento de cuentas. Llevamos años acostumbrados a que nos lo den hecho, y si no es bueno…Que le vamos ha hacer. Las movilizaciones ciudadanas tienen su efecto y se escuchan en los despachos, ya sean de Sevilla y Madrid, y a los resultados me remito, con dos ejemplos muy claros. La pretendida fusión hospitalaria, y las salas del alto tribunal andaluz. Si lo que en justicia nos pertenece, se consigue echándose a la calle, tras una pancarta, que hacemos que no estamos todos los días movilizados por nuestro futuro. La indolencia granatensis, debe ser desterrada de la actualidad social, si es que no queremos seguir perdiendo trenes, aunque pocos podemos perder si ya no nos queda ninguno. ¡Granaínos levantaos!, pedid tierra y libertad, sea por Andalucía libre, España y la humanidad.

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