miércoles, 26 de diciembre de 2018
EL FÚTBOL COMO PASIÓN
EL FÚTBOL COMO PASIÓN
Tito Ortiz.-
Los locales no tienen alma. La ponen quienes los habitan, los dirigen y visitan. Por eso, el café Fútbol de la placeta de Mariana Pineda. No es un local más. Es un pedazo de historia de la Granada entre siglos, cuyo carácter ha sido forjado por la pasión impuesta de Antonio, y su inseparable Conchita. El café servido es excelente desde que abrió sus puertas, hace ya muchos decenios. Pero su chocolate y sus churros, han cosechado una fama que ha traspasado fronteras, hasta el punto de que ilustres visitantes a la ciudad de la Alhambra, tenían en su agenda la obligada visita a conocer tan singular establecimiento, junto con los monumentos y museos. El Fútbol cambiaba de clientela, a medida que las horas del reloj avanzaban. Antes del amanecer, haciendo cola en la puerta a la espera de que los empleados dieran los últimos toques para abrir las puertas, la Granada nocturna aguardaba el momento entre risas y chascarrillos, protagonizados por meretrices, insignes del hampa local, barrenderos, regadores, y trabajadores de la pescadería y la tercena, aguardando ese sorbo caliente para empezar la jornada laboral, con el cuerpo entonado. Y toda esa granada tan distinta y diversa, convivía cada madrugada en son de paz y concordia, gracias al carácter, mano izquierda, educación y seriedad de Antonio, que desde la esquina de la barra, junto a la caja, controlaba a un personal tan distante como el que ya buscaba la cama, y el que se iba a trabajar. El fútbol fue su pasión, y le dolían especialmente los colores de su Granada, y su Real Madrid, de los que siempre se confesó forofo fiel. Sabía de lo que hablaba. Pocas personas he visto yo tras de una barra, que argumenten con conocimiento y experiencia, el devenir del deporte rey y sus protagonistas. La conversación sosegada y llena de sabiduría, le hacía protagonista de la tertulia, que en no pocas ocasiones, mi compadre Luís Cerón y yo, compartimos en la tranquilidad de la tarde, con un Antonio Suárez Navas, de charla rigurosa y afable, mientras la clientela optaba por la terraza, dejándonos la barra expedita para nuestros sesudos análisis deportivos, desde la amistad y el buen humor. Antonio ha dirigido con brillantez, uno de los establecimientos más acreditados y peculiares de la ciudad, con la fauna más diversa como clientela, que solo él propició que pudieran convivir sin encontronazos. Desde la limpiadora de Correos más humilde, al rentista más adinerado, pasando por los tótems de la política y la cultura, el café Fútbol acoge cada día a lo más granado de esta ciudad y sus visitantes, ofreciendo buenas viandas y, mejor servicio, siguiendo las directrices de Antonio, catedrático de la universidad de la vida, que es esa que, pasa al otro lado de la barra, y de la que tanto se aprende, a poco que prestes atención. Antonio ha sido el hombre con el que hablar de cualquier tema, pero si se abordaba el fútbol, sus vastos conocimientos, quedaban patentes, junto a una memoria privilegiada, para recordar alineaciones, presidentes, ascensos y descensos y arbitrajes olvidables con nombres y apellidos. Antonio ha sido un hombre de empresa, con su Granada corriéndole por las venas, que dedicó su vida a dar trabajo, atender a los clientes, venerar a a los amigos, querer al Granada y al Real Madrid, marido ejemplar siempre junto a Cochita y, padre modelo a seguir, cuyos hijos han sido permeables a sus consejos y enseñanzas. Se me ha ido un amigo con el que charlar en la esquina de la barra, pero en mi corazón tendrá siempre el cobijo y la lealtad de quién lo sigue admirando, hasta que sea yo el que diga… hasta luego.
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