CAFÉ SUIZO
Tito
Ortiz.-
Cada mañana, ante media
tostada de pan integral con aceite y un café con leche, comenzaba nuestra
primera conversación del día, cuando ambos trabajábamos en el edifico de La
Pirámide en la avenida de la Constitución. Tras la jornada laboral, nos
organizábamos de tal forma que la tarde nos diera lo suficiente, a él para
escribir, a mí para hacer lo propio en el diario Patria o la Hoja del Lunes, y
después, dirigir nuestros pasos a la exposición de turno, la conferencia, o el
acto cultural que tocara, para recalar más tarde en amena tertulia con otros
amigos en el desaparecido Café Suizo de Puerta Real. Aquella gran familia de la
Granada cultural y artística que Manuel López Vázquez inmortalizara en un óleo
sobre tabla de incalculable valor al día de hoy.
Arcadio Ortega Muñoz, poeta,
escritor y académico, es hombre de extraordinaria conversación enciclopédica,
como corresponde a una persona de formación renacentista, al que la historia y
las artes no le son ajenas, pero menos aún la política o la sociedad que lo
alberga, de la que les aseguro es un observador atinadísimo en sus
conclusiones. Para ser un hombre de letras, no le son ajenos otros campos como
el de la economía- por ejemplo – y así lo dejó patente en su obra, “Evasión de
capital” de 1979, o en aquella otra tan atinada, “Los Juguetes del Yuppi” del
año dos mil uno, en la que le ajusta las cuentas a un personaje que, en su
momento, anduvo por aquí con gran influencia bancaria. Su novela, “Candidato
Independiente” de 1993, transcurre en una noche decisiva para el protagonista
que, entre sorbo y sorbo, se desnuda ante el lector valorando los pros y
contras de una decisión que puede cambiar su vida y la de toda su familia. Y
esa realidad y la capacidad de transmitirla en toda plenitud al lector, no se
consigue aislándose en una cámara acoraza para la creación literaria, muy al
contrario, es el resultado de ser un hombre de su tiempo que vive
permanentemente informado de lo que sucede a su alrededor, y sabe transmitirlo
con brillantez en la voz de sus personajes.
CLAUSTRO APÓCRIFO
No es la primera vez que dejo
constancia escrita de aquellas reuniones de los viernes a mediodía, en la
“Trastienda” de Fernando Miranda, en la placeta de Cuchilleros, donde personas
como Pepe Heredia, Aurelio López Azaústre, Castro Llamas, Emilio Puche, Juan y
Jesús Conde Ayala, Pepe Cañas, Ataulfo Granada, “El Parrón”, Francisco Manuel
Díaz, Miguel José Hagerty, y tantos
otros que harían la lista excesiva en este espacio, tomábamos el pulso a la Granada
cultural de los setenta. Desde la hora del ángelus hasta la puesta del sol, en
aquel ateneo libertario, sin ataduras ni censuras, las genialidades se
aportaban como moneda corriente de amena conversación. Por sus obligaciones
profesionales, Arcadio no se incorporaba hasta pasadas las tres de la tarde a
tan insigne asamblea, pero su entrada era triunfal cada semana. Después de tres
horas debatiendo sobre lo divino y lo humano, los presentes ya caldeados,
estaban en plena ebullición, cuando Arcadio se presentaba en la puerta,
levantaba el índice izquierdo, y sin tener ni idea de lo que allí se estaba
debatiendo, gritaba: ¡Pues no estoy de acuerdo! Y las carcajadas se oían en
Puerta Real.
Gran conocedor de nuestras
tradiciones, su devoción también lo llevó en su momento a, recuperar con buen
tino la hermandad de Nuestra Señora de La Esperanza, representándola en la
Federación de Cofradías, teniendo el honor de haber sido también, Pregonero de
nuestra semana santa. Las cruces de mayo, el corpus, los belenes, o las
hermandades de gloria, tampoco le son ajenas. En definitiva, todo lo que sea
nuestra historia y tradiciones, está en su cabeza con un excelente juicio
crítico, además de, acertados consejos, en caso de ser consultado.
RECONOCIMIENTOS
No me gusta hacer una retahíla
de premios y reconocimientos, pero, no me resisto a dejar constancia escrita de
algunos: Cofundador de la colección literaria, “Aldebarán”, primer Presidente
de la Academia de Buenas Letras de Granada. Obtuvo los premios “Virgen del Carmen”
de poesía en 1975 por su libro, “Cuando la mar se vuelve fría”, otorgado por la
Presidencia del Gobierno, el "García Lorca" de la Universidad de
Granada en 1981 por su libro, “A nuestros poetas muertos” y el de la Caja de
Ahorros de Almería en 1978 por la novela Viento del Sur. Es Presidente de Honor
de la citada Academia y Medalla de Oro al Mérito por la ciudad de Granada en
2009 concedida por el Ayuntamiento.
De todas formas, pienso que,
el mejor reconocimiento para un autor es el respeto de sus colegas, y la
admiración de sus lectores, dos asuntos que él tiene aprobados con nota más que
alta. Para aquellos que no hayan tenido la oportunidad de leer algo suyo, yo
les recomiendo el disfrute de tener entre las manos, “Café Suizo” de 1979, o la
última: “Tardes en el Café Suizo”. En cualquiera de estas dos obras lejanas en
el tiempo, tendrá la oportunidad de disfrutar de un escaparate granadino,
consecuente con la sociedad de nuestro tiempo, donde los personajes descritos
por el autor, se muestran como dignos nativos de esta tierra, bella y
misteriosa que es Granada, en la que la creación artística y literaria jamás se
ha tomado un descanso y, desde la noche de los tiempos sigue en plena actividad
creadora en todas las ramas de las artes. Una de ellas y, muy cualificada es la
del poeta, escritor y académico, Arcadio Ortega Muñoz.
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