domingo, 19 de noviembre de 2023

 


SETENTA AÑOS SON NADA

 

Tito Ortiz.-

 

Era aquella Granada de los años cincuenta, una ciudad subsidiada por las ayudas de los Estados Unidos, donde la leche en polvo y el queso americano en los colegios, apartaban del raquitismo a los infantes de la época. Una ciudad que se afanaba por conseguir vacunas contra la Poliomielitis, en la que el sarampión y las payuelas, campaban a sus anchas, donde la temida Tuberculosis arrastraba a la tumba a jóvenes en edad de merecer, por muchas pastillas de Hidracida que se tomaran. Urbe en la que la caridad cristiana trataba de salvar la vida de los más pequeños en, “La Gota de Leche”, y en la que los accidentes se atendían gratis en “La Casa de Socorro” situada en los bajos del Ayuntamiento, lugar en el que también te podían vacunar contra el Tétanos, La Tosferina o La Viruela, una enfermedad que por sus secuelas en el rostro podía dejarte estigmatizado de por vida. Una sociedad en la que la asistencia sanitaria no era gratuita, ni para todo el mundo, en la que La Beneficencia suplía carencias de primera necesidad alimentarias y sanitarias, avaladas años antes por las cartillas de racionamiento y El Cartón de Pobre. No eran los años de las hambres, pero costaba la misma vida salir adelante, aunque pudieras comprar lo básico en un economato, pasar la enfermedad en San Juan de Dios, o si ocurría lo peor, te adjudicaran “La Caja de Las Ánimas”.

Pero esa Granada deprimida de los años cincuenta, tenía un alcalde extraordinariamente preocupado por su ciudad y sus gentes, que no paró durante mucho tiempo en promover los contactos necesarios para conseguir un gran hospital para su ciudad. Antonio Gallego Burín, meses antes de que finalizara su mandato, tuvo la satisfacción de ver como en 1950, dentro del Plan de Instalaciones del Instituto Nacional de Previsión, con proyecto del arquitecto, Aurelio Botella Enríquez, para su integración en la red del entonces Seguro Obligatorio de Enfermedad, donde se identificaba como Residencia Sanitaria de Granada, se compraron los terrenos.

 

RUIZ DE ALDA

El 14 de junio de ese año se colocó la primera piedra, y desde aquel día, esa zona de expansión de la ciudad, al final de la avenida de Calvo Sotelo, que todos conocíamos como “La Caleta”, se fue llenando de andamios, albañiles y curiosos desocupados, que vigilaron pacientemente como se levantaba el gran edificio, de los más grandes de entonces en Granada.

Las obras se prolongaron durante tres años, y la inauguración oficial se realizó el 26 de septiembre de 1953, por el yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, que para eso era médico. En sus inicios fue denominada como "Residencia Sanitaria de la Seguridad Social Ruiz de Alda", en homenaje al aviador y militar Julio Ruiz de Alda. En 1986, pasó a denominarse "Hospital General de Espacialidades Virgen de las Nieves", posteriormente en 1996, "Complejo Hospitalario Virgen de las Nieves" y a finales de 1996 "Hospital Universitario Virgen de las Nieves". Hoy para nosotros es el, Virgen de Las Nieves y ha cumplido setenta años, un asunto éste que no ocurre todos los días, y menos, arrastrando el prestigio de sus profesionales, pioneros en tantas ramas de la medicina. El Virgen de Las Nieves, a lo largo de su historia es hospital de referencia, no solo de Granada y su provincia, sino de las hermanas de Jaén y Almería. La formación continuada de sus profesionales en todas las ramas de la medicina, le han granjeado un prestigio más que merecido, con estudios avanzados y técnicas actuales, que les hacen merecedores del mayor de los reconocimientos.

VOCACIÓN DE SERVICIO

La inquietud profesional de los hombres y mujeres que componen su plantilla, -nunca la deseada en número y dotación-, dejan ver a las claras que, la medicina es una vocación de servicio a los demás sin límites, que, desde el primer componente al último, se entregan al más difícil de los oficios…El de salvar vidas, y eso no está pagado con nada.

Han pasado setenta años desde que, los buenos auspicios de Antonio Gallego Burín dieron su fruto. Juan Ossorio Morales, que le sucedió en el cargo de Alcalde, tuvo el honor de inaugurarlo, y Manuel Sola, comenzó a proyectarlo al desarrollismo. El Virgen de Las Nieves es algo tan nuestro, tan incrustado en el paisaje, que se eleva como La Fundación Rodríguez Acosta, o el Hotel Alhambra Palace. Es un edificio más que, forma parte de nuestro recuerdo y referencia urbanos, y lo que es mejor, de la asistencia sanitaria de tantas criaturas, a lo largo de siete décadas, que hemos pasado por sus instalaciones, y gracias a la asistencia recibida, estamos aquí contándolo.

Necesitaría el periódico entero para, hacer justicia a tantos excelentes profesionales que, a lo largo de estos años, han desempeñado su labor en el Virgen de Las Nieves, de las especialidades abordadas con éxito, de los estudios publicados y galardonados, del trato recibido por los pacientes, de las vidas que se han salvado, y de las que tanto han mejorado, tras recibir las atenciones de estos profesionales de la medicina, que un día decidieron por vocación dedicarse a los demás, y lo han hecho en este edificio emblemático de Granada, donde el prestigio de su pericia y acierto, les ha otorgado la admiración de una sociedad, que los quiere y reconoce en toda su valía. Setenta años son nada. Si ellos y ellas me siguen cuidando, dentro de otros setenta años, volveré a escribirles mi agradecimiento, en nombre de todos los granadinos. Me voy que llego tarde a la consulta.

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