SETENTA
AÑOS SON NADA
Tito
Ortiz.-
Era aquella Granada de los
años cincuenta, una ciudad subsidiada por las ayudas de los Estados Unidos,
donde la leche en polvo y el queso americano en los colegios, apartaban del
raquitismo a los infantes de la época. Una ciudad que se afanaba por conseguir
vacunas contra la Poliomielitis, en la que el sarampión y las payuelas,
campaban a sus anchas, donde la temida Tuberculosis arrastraba a la tumba a
jóvenes en edad de merecer, por muchas pastillas de Hidracida que se tomaran.
Urbe en la que la caridad cristiana trataba de salvar la vida de los más
pequeños en, “La Gota de Leche”, y en la que los accidentes se atendían gratis
en “La Casa de Socorro” situada en los bajos del Ayuntamiento, lugar en el que
también te podían vacunar contra el Tétanos, La Tosferina o La Viruela, una
enfermedad que por sus secuelas en el rostro podía dejarte estigmatizado de por
vida. Una sociedad en la que la asistencia sanitaria no era gratuita, ni para
todo el mundo, en la que La Beneficencia suplía carencias de primera necesidad
alimentarias y sanitarias, avaladas años antes por las cartillas de
racionamiento y El Cartón de Pobre. No eran los años de las hambres, pero
costaba la misma vida salir adelante, aunque pudieras comprar lo básico en un
economato, pasar la enfermedad en San Juan de Dios, o si ocurría lo peor, te
adjudicaran “La Caja de Las Ánimas”.
Pero esa Granada deprimida de
los años cincuenta, tenía un alcalde extraordinariamente preocupado por su
ciudad y sus gentes, que no paró durante mucho tiempo en promover los contactos
necesarios para conseguir un gran hospital para su ciudad. Antonio Gallego
Burín, meses antes de que finalizara su mandato, tuvo la satisfacción de ver
como en 1950, dentro del Plan de Instalaciones del Instituto Nacional de
Previsión, con proyecto del arquitecto, Aurelio Botella Enríquez, para su
integración en la red del entonces Seguro Obligatorio de Enfermedad, donde se
identificaba como Residencia Sanitaria de Granada, se compraron los terrenos.
RUIZ DE ALDA
El 14 de junio de ese año se
colocó la primera piedra, y desde aquel día, esa zona de expansión de la
ciudad, al final de la avenida de Calvo Sotelo, que todos conocíamos como “La
Caleta”, se fue llenando de andamios, albañiles y curiosos desocupados, que
vigilaron pacientemente como se levantaba el gran edificio, de los más grandes
de entonces en Granada.
Las obras se prolongaron
durante tres años, y la inauguración oficial se realizó el 26 de septiembre de
1953, por el yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, que para eso era
médico. En sus inicios fue denominada como "Residencia Sanitaria de la
Seguridad Social Ruiz de Alda", en homenaje al aviador y militar Julio
Ruiz de Alda. En 1986, pasó a denominarse "Hospital General de
Espacialidades Virgen de las Nieves", posteriormente en 1996,
"Complejo Hospitalario Virgen de las Nieves" y a finales de 1996
"Hospital Universitario Virgen de las Nieves". Hoy para nosotros es
el, Virgen de Las Nieves y ha cumplido setenta años, un asunto éste que no
ocurre todos los días, y menos, arrastrando el prestigio de sus profesionales,
pioneros en tantas ramas de la medicina. El Virgen de Las Nieves, a lo largo de
su historia es hospital de referencia, no solo de Granada y su provincia, sino
de las hermanas de Jaén y Almería. La formación continuada de sus profesionales
en todas las ramas de la medicina, le han granjeado un prestigio más que
merecido, con estudios avanzados y técnicas actuales, que les hacen merecedores
del mayor de los reconocimientos.
VOCACIÓN DE SERVICIO
La inquietud profesional de los
hombres y mujeres que componen su plantilla, -nunca la deseada en número y
dotación-, dejan ver a las claras que, la medicina es una vocación de servicio
a los demás sin límites, que, desde el primer componente al último, se entregan
al más difícil de los oficios…El de salvar vidas, y eso no está pagado con
nada.
Han pasado setenta años desde
que, los buenos auspicios de Antonio Gallego Burín dieron su fruto. Juan
Ossorio Morales, que le sucedió en el cargo de Alcalde, tuvo el honor de
inaugurarlo, y Manuel Sola, comenzó a proyectarlo al desarrollismo. El Virgen
de Las Nieves es algo tan nuestro, tan incrustado en el paisaje, que se eleva
como La Fundación Rodríguez Acosta, o el Hotel Alhambra Palace. Es un edificio
más que, forma parte de nuestro recuerdo y referencia urbanos, y lo que es
mejor, de la asistencia sanitaria de tantas criaturas, a lo largo de siete
décadas, que hemos pasado por sus instalaciones, y gracias a la asistencia
recibida, estamos aquí contándolo.
Necesitaría el periódico
entero para, hacer justicia a tantos excelentes profesionales que, a lo largo
de estos años, han desempeñado su labor en el Virgen de Las Nieves, de las
especialidades abordadas con éxito, de los estudios publicados y galardonados,
del trato recibido por los pacientes, de las vidas que se han salvado, y de las
que tanto han mejorado, tras recibir las atenciones de estos profesionales de
la medicina, que un día decidieron por vocación dedicarse a los demás, y lo han
hecho en este edificio emblemático de Granada, donde el prestigio de su pericia
y acierto, les ha otorgado la admiración de una sociedad, que los quiere y
reconoce en toda su valía. Setenta años son nada. Si ellos y ellas me siguen
cuidando, dentro de otros setenta años, volveré a escribirles mi agradecimiento,
en nombre de todos los granadinos. Me voy que llego tarde a la consulta.
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