domingo, 5 de noviembre de 2023

 

UN FESTIVAL MUY FLAMENCO

 

Tito Ortiz.-

Cronista Oficial de Granada.

 

 

Setenta y dos ediciones de nuestro Festival Internacional de Música y Danza, son un número suficiente como para albergar una historia extraordinaria de éxitos y aciertos que, pocos eventos pueden atribuirse, dentro y fuera de la piel de toro. No olvidemos que, de alguna manera, nuestro festival recoge el testigo de una sucesión de conciertos que ya se venían celebrando, con motivo de las fiestas del Corpus, y otras celebraciones, desde 1883, aunque el festival internacional, como tal, naciera en 1952, bajo la dirección de Antonio Gallego Burín, gran conocedor de nuestra música y folklore. Precisamente por eso, ya en aquella primera edición, el festival acoge al flamenco con dos de los máximos representantes del momento, el gran bailarín, Antonio, y su compañera inseparable en el escenario por aquellos años, Rosario. De esta manera el flamenco entra por la puerta grande del festival, con insuperable representación del más alto nivel artístico.

Gallego Burín tiene 27 años y asiste como espectador de privilegio a un acontecimiento que marcará su interés por el flamenco, la celebración del Concurso de Cante Jondo, convocado en 1922 por Federico García Lorca, Manuel de Falla y otros intelectuales y artistas de la época como Andrés Segovia, Fernando de los Ríos, Zuloaga, Manuel Ángeles Ortiz, Joaquín Turina o Santiago Rusiñol. Apoyó los actos preparatorios del Concurso del Cante Jondo, en el Hotel Alhambra, y fue él quien leyó el folleto anónimo sobre cante jondo (escrito por Falla), antes de las actuaciones y de la lectura de poemas de Lorca. A él se dirigió Federico cuando estaba escribiendo Mariana Pineda para reunir datos históricos.

Años más tarde, su hijo, Gallego Morell, me confesará la amistad que unía a la familia con Federico, visitante asiduo de su casa, recordando como éste le cogía en brazos y lo aupaba sobre su cabeza cuando era un bebé de meses. Me consta que su padre, también era un admirador de nuestra Zambra del Sacromonte, de sus cantes y bailes únicos e incomparables, dentro de la rama del flamenco.

Con estos espartos, no es difícil adivinar por qué desde la primera edición, el flamenco forma parte del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, en mayor o menor medida, dependiendo del comisario o director de turno, pero su presencia siempre se aseguró. Uno de los responsables del mayor peso específico de nuestro arte andaluz en su programación es, precisamente, Antonio Gallego Morell, que impulsó la presencia del flamenco en la programación de manera notoria. Recuerdo cuando siendo comisario del festival, fui a entrevistarlo a la sede que este tenía en la Carrera del Darro, para el programa, “Festival Internacional al Día” que en radio Popular de Granada, dirigió y presentó con acierto durante muchos años, José Antonio Lacárcel, ahora crítico musical del Diario Ideal. Me argumentó con entusiasmo que, en todos los festivales internacionales de Europa, de especial relevancia como el nuestro, siempre se incluía en su programación, un apartado en el que estuviera presente el folklore de la tierra, por eso él quería que el flamenco no desapareciera nunca de nuestro festival, sino todo lo contrario, potenciar su presencia con las máximas figuras del momento.

Es cierto que el flamenco en el festival, entra por la puerta que le abre su epígrafe de “Danza”, pero no lo es menos que, con el transcurrir de las ediciones, esa presencia abarcó al cante y al toque en solitario de las primerísimas figuras del momento. Cualquier artista importante del arte gitano andaluz que ustedes tenga en el recuerdo, ha pasado por los distintos escenarios de nuestro festival, llegando incluso a ocupar el recinto joya de la corona, el Palacio de Carlos V reservado a las grandes orquestas sinfónica del mundo. Pues ahí han actuado los más grandes del flamenco también.

Antonio Gades, “El Güito”, Mario Maya o Manolete. Manuela Vargas, Mariquilla, Eva La Yerbagüena, Morente, Camarón, Fosforito, Menese, Mairena, Habichuela o Manuel Cano, por nombrar a unos pocos, han marcado la historia del Flamenco y de nuestro Festival, sin olvidarnos de Curro Albayzín y la Zambra del Sacromonte, única en el mundo del flamenco, que conserva la esencia de nuestro arte más genuino y enraizado.

Tanto el Ballet Nacional como el Andaluz, han estado en el festival con lo mejor de su flamenco, junto a otros creadores de primer orden, haciendo honor al enunciado de “Música y Danza” en toda su dimensión, ahondando siempre en esa parcela tan extraordinaria de los músicos nacionalistas como, Falla, Granados, Turina, Albéniz y otros, que inspiraron su creación en el mundo del flamenco, engrandeciendo este arte al honor del pentagrama.

Para programación flamenca de insuperable categoría, el festival buscó la colaboración de la peña flamenca “La Platería”, decana de cuantas existen en el mundo dedicadas a nuestro arte andaluz, y esto propició unos carteles cuajados con las máximas figuras, especialmente durante los años que José Delgado Olmos, fue presidente de los plateros, formando triunvirato con, Pepe Manzano y Victoriano del Cerro. Este trío de ases dio un brillo especial a la colaboración y asesoramiento de los flamencos al festival, y aunque esa relación en el tiempo, siempre dependió de la más o menos sensibilidad flamenca del director o directora de turno, creo que se alcanzaron cotas de interés con la dirección de, Antonio Martín Moreno en el festival, sin menospreciar en absoluto, otras épocas y a otros responsables. Lo importante es que el flamenco está en nuestro festival desde su primera edición, como lo demuestra la de este año, con veteranía y juventud en sus intérpretes.

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