martes, 28 de abril de 2020

CORONAPULSO

CORONAPULSO

Tito Ortiz.-

Este Gobierno al que le crecen los enanos, y que sin precedentes en la historia, se desdice o rectifica entre sus miembros y miembras, que para acabarla de empatar, no hace más que comprar partidas de test para el covid-19 en los chinos, bastante tiene con prestar toda su atención a la pandemia, y claro, mientras ellos se centran en la enfermedad y sus consecuencias, otros aprovechan que miran para otro lado y le echan un pulso al más pintado. Es el caso de los responsables del fútbol en Hispania, un costarricense y un motrileño, que rivalizan a ver quien la tiene más grande y cual aleja más miccionando. La Federación y La Liga, llevan meses y meses dando un espectáculo bochornoso, que en cualquier país civilizado, ya hubiera terminado con la destitución de ambos, por el procedimiento más abreviado posible, pero aquí hay en juego tantos intereses, que da miedo tirar de esas dos alfombras y comprobar con pavor que nos podemos encontrar, y a cuantas altas esferas implica. Para bochorno de estos dos gallitos, ha tenido que ser una mujer quién los humille, desde el Consejo Superior de Deportes, y les haga firmar – no la paz – porque entre ellos eso es imposible, pero si una tregua, con la promesa de que durante el tiempo de pandemia, ninguno se va a desabrochar la bragueta, y va a querer medirse sus vergüenzas frente al otro.
Esta es una situación esperpéntica que, solo en un país asilvestrado como el nuestro es posible, aunque todo esto es susceptible de empeorar, ya que el de Leganés, no el del lago, sino el de Madrid que representa a los futbolistas, y con el que no se ha contado en esa reunión de foto equidistante, es muy posible que ponga peros al acuerdo de reanudación de la liga, debido a las dudas que muestran muchos, en torno al temor de infectarse, aunque solo sea en el hecho tan simple como el de ir a entrenar. Cuando los señores multimillonarios se vuelven aprensivos, no hay quién dé marcha atrás. Qué pena que, los sanitarios, los de los andamios, los transportistas, los que visten uniforme, no puedan ser tan temerosos del contagio, y estén pagando con su vida, el sacarnos adelante.
Pero no solo el deporte está revuelto, ante la ausencia de  alguien que los controle. El sainete es completado con el mundo de la cultura, y más concretamente, con la Sociedad General de Autores, sumida desde hace más de medio siglo, en un escándalo continuo de gestión económica, donde algunos se hacen ricos, y no hay forma de que devuelvan el dinero que se llevan. Es algo muy parecido a los políticos condenados por corrupción, el dinero nunca aparece. La esgae, es un nido de perversión que hace decenas de años ya se le fue de las manos al Gobierno, y que desde entonces, naufraga buscando un puerto decente que aún no ha encontrado. Entre “artistas” anda el juego.

martes, 21 de abril de 2020

CORONAGILIP…

CORONAGILIP…

Tito Ortiz.-

Según la experiencia vivida, desgraciadamente hemos podido comprobar que, el Estado de Alarma, tiene tantas interpretaciones de lo que se puede y, no hacer, como lectores del texto. Sin salir de esta ciudad, hemos vivido ejemplos desternillantes, de lo que es hacer el ridículo, que han sido noticia internacional en los telediarios europeos. Un arzobispo, desconociendo la última vigencia de la norma, permite una eucaristía con una veintena de incondicionales en la señal de la Fe, a pesar de que su jefe, o sea el mismísimo Papa Francisco, oficia para todo el mundo en soledad. Si mi jefe lo hace solo, ¿por qué permito yo compañía en el templo? Éste mismo arzobispo, se apresura ante la presencia policial a dar la comunión a sus ovejas, antes de que tengan que abandonar la Catedral, recinto que por lo tanto, queda desalojado en la más absoluta de las tranquilidades por la policía nacional, el mismo cuerpo que cuando la noticia se hace viral, niega que hubiera desalojo catedralicio, o sea, es como un Sketch de Tip y Coll, pero sin gracia, sin ninguna gracia. La iglesia instituida, una vez más ha interpretado a su conveniencia la norma del Estado, para de manera sibilina, salirse absurdamente con la suya, dando un triste ejemplo de ignorancia, de soberbia, o las dos juntas. Cuando la lideresa de Vox, a nivel local, dice en su jactancia que eso es anticonstitucional, aparte evidenciar una ignorancia abundante y exquisita, nos hace preguntarnos, cuál es su misión en este mundo y, para qué, milita en política. Su falta de entendimiento está claro como el caldo de un asilo. No le va a la zaga el alcalde de la capital, que con tal de salir en la foto, se permite apostar por causas perdidas, ya sea la presencia de la policía en la catedral, o la prohibición no prohibida, de que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, participen de manera graciable en los cumpleaños callejeros infantiles, asuntos estos en los que le debe ir la vida al regidor, a tenor de la contundencia de sus argumentos en cuestiones fatuas.
No me extraña que tanto la lideresa de vox en la tierra, como el salvador de la Alhambra en Granada, coincidan en meterse en los charcos, con minutos de diferencia, para así compartir el protagonismo en los medios, aunque sea por banalidades excelsas, que solo despiertan  el interés en, mentes aisladas del conocimiento y la realidad perentoria. Con la extraña prohibición de que los agentes no participen en los cumpleaños infantiles, la cadena de mando ha sido un desastre, porque me recuerda mucho aquel chiste del inmortal humorista catalán, Eugenio, en el que por orden del señor coronel, se cita a la tropa en el patio de armas en traje de campaña para presenciar un eclipse de sol. Cuando la orden va de boca en boca, descendiendo del teniente coronel al comandante, del capitán al teniente y de este al sargento, el resultado es un desastre. Como aquí, más o menos… Si Miguel Gila levantara la cabeza.

martes, 14 de abril de 2020

CORONAPICARESCA

CORONAPICARESCA

Tito Ortiz.-

Que España es un país de pillos, digno ejemplo de la más alta y cualificada picaresca, es algo que a estas alturas del milenio, tenemos acreditado más que de sobra, con excelsos ejemplos plasmados en la rica literatura patria, algunos de  cuyos autores, se encargaron de poner negro sobre blanco, historias de ingenio y farsa, para timar al más pintado, aunque este sea un bote de Titanlux. La pandemia nos ha permitido volver a comprobar, que el español tira de ingenio para saltarse la reclusión, o para hacerla más llevadera, burlando a la justicia – que diría un clásico – aunque a veces cueste  pena de multa o reclusión. A las escapadas hacia la segunda vivienda, por lo general en zona de costa, se unen otros clásicos, como sacar al perro diez veces, que ya el pobre cuando te ve coger la correa para salir, se esconde debajo de la cama, o como aquel que la policía paró en un control a treinta kilómetros de su casa, aludiendo que él, solo había bajado a comprar tabaco. Y ahí quería llegar yo.
Me cuenta mi estanquero de cabecera, que tiene clientes de confinamiento que son un clásico. Vienen desde otros pueblos hasta aquí, pero además, aparecen como a las nueve de la mañana nada más abrir, para comprar un librito de papel. Se marchan y como a eso de las diez y media, aparecen de nuevo comprando una bolsita de filtros. Se suben al coche y vuelven como a  la hora del ángelus pidiendo  una bolsa de tabaco de liar, y cuando ya te crees que no volverás a verlo al menos hasta el día siguiente, pues no. Pocos minutos antes de cerrar a las dos de la tarde, aparece otra vez el menda y compra un encendedor de tres un euro. De lo que se deduce, que su confinamiento se ha ido al traste, con el solo pretexto de todo un clásico: Ir a por tabaco.
Pero si esta historia del tabaco parece de, tener cara de cemento armado, no se pierdan la que me cuenta mi frutera. Tiene más de una pero, se centra en una clienta, que cada mañana cuando tira de la persiana, ya está esperando en la puerta para ser la primera, carrito en mano, guantes de látex en color chillón, y mascarilla de ganchillo, con unas labores que son un primor. La señora pide dos cebolletas y, marcha como concienciada de su responsabilidad cívica, pero nada más lejos de la realidad. A las diez en punto vuelve a por un tomate enterito para la ensalada. Gira sobre sus pasos y como a las once y media, regresa para comprar un pepino mediano, volviendo a casa. A las doce, llega a por una lechuga romana, que no tenga mucho verde, huye del lugar y a la una y media, ya está allí otra vez, porque dice la criatura que se le han olvidado dos pimientos, y así no se puede hacer una buena pipirrana. Es, o no es, para comérsela.

domingo, 12 de abril de 2020

ANTONIO ALBEA

Domingo de Resurrección

ANTONIO ALBEA

Tito Ortiz.-

Contra todo pronóstico, la semana santa de Granada, careció de hermandad de resucitado durante casi todo el siglo XX, pero como todo es posible en ésta tierra, de la noche a la mañana, nos encontramos con dos, algo que no tiene precedente por los contornos. Cierto es que, tan flagrante ausencia, fue suplida con creces por la presencia en nuestras calles en la mañana del Domingo de Resurrección, de la imprescindible Dulce Nombre de Jesús, Los Facundillos, que desde Santo Domingo, con la inmensa alegría de los niños tañendo sus campanitas de barro, despertaban a la Granada cofrade, anunciando la Resurrección. Pero la idea de rematar la semana santa el domingo, ya venía rondando a veteranos cofrades, que veían como el Viernes Santo desaparecían los cortejos de nuestras calles, al salir Nuestra Señora de La Alhambra, el Jueves Santo. Y fue precisamente un cofrade alhambreño, quién quiso acabar con esa orfandad. Antonio Díaz Albea, funcionario del ayuntamiento, y hombre colaborador con otras hermandades, se puso manos a la obra, para que Granada tuviera su broche cofrade, en compañía de otros incondicionales, de los que recuerdo a mi entrañable amigo de tardes taurinas, Luís Rejón, o a mi hermano en la fe, Gerardo Sabador, que hicieron posible esta ilusión radicada en la parroquia de Regina Mundi. Antonio Díaz Albea – al que no sé por qué le quitábamos siempre el primer apellido – en compañía de otros, puso en pie un proyecto, hasta entonces inexistente en Granada, La Hermandad de Cristo Resucitado y Nuestra Señora de La Alegría.
Al unísono, en la calle Navas, Fernando Olmos y Antonio Cappa, daban también forma a un proyecto de hermandad para culminar los desfiles de la semana santa granadina, con la advocación  de la resurrección de nuestro Señor. Un proyecto que también contó con la colaboración de otros entusiastas, de entre los que recuerdo a mi compañero de benemérito instituto, Jesús, al que todos llamamos por su profesión, “El Joyero”, que llegó a diseñar según me confesó, la original cruz que forma el escudo de la Venerable Hermandad de Nuestro Señor de La Resurrección y Santa María del Triunfo, que vino a dar alegría al barrio del Zaidín, desde la Parroquia de San Miguel Arcángel. Fernando, su fundador y primer hermano mayor, ya venía con la lección cofrade aprendida, desde su militancia en las filas de la hermandad que abre la semana santa, por lo tanto, se trataba de alumbrar un nuevo proyecto, con el que poner broche a la semana mayor. En la parcela musical, se contó con un hombre imprescindible, para contar la historia musical de la semana santa granadina: Mi admirado, y nunca bien reconocido en esta ciudad, José Ripoll, que desde su banda de Aviación, o la extinta OJE, pasando por la desaparecida Banda Provincial, recaló en éste proyecto con nuevas ilusiones. Pepe Ripoll – para los amigos – forma parte de la banda sonora musical de la semana granadina entre dos siglos, y yo sigo admirándolo como el primer día que lo conocí, cuando ambos vestíamos pantalón corto.

viernes, 10 de abril de 2020

“EL COMPADRE”

Viernes Santo

“EL COMPADRE”

Tito Ortiz.-

Serían como las tres de la madrugada, cuando agazapados en el interior de la taberna, ”El Sota”, a media luz, con un radiocasete con marchas procesionales y, más de la mitad, con media en las agujas, dábamos una y otra chicotá al futbolín, por aquel comedor de comidas caseras del que, habíamos apartado las mesas y las sillas, cuando de pronto escuchamos que, alguien subía el cierre metálico de la puerta con gran vigor, descubriéndonos en plena faena etílica y cofrade, que se repetía noche tras noche, sin importar fecha ni estación del año, cuando la buena de Carmela se retiraba a su dormitorio, Pepe “El Sota” se salía de la barra, y el resto sucumbíamos al  trance cofrade en toda su magnitud y grandeza. Fue entonces cuando una voz recia, de caverna, dijo desde la puerta:” Id sacando la cartera y firmar la inscripción como hermanos, que tenemos que sacar a la calle la Hermandad de Los Escolapios, que no tiene perdón de dios esta ciudad, si la deja encerrada otro año”. Así que uno a uno fuimos firmando la papeleta, acoquinando la anualidad de los recibos, y Antonio Sánchez Ramírez, “El Compadre”, hizo la colecta logrando poner de nuevo en pie una hermandad tan señera como la del colegio al otro lado del puente del Genil, y de aquesta manera, volvieron al cauce del río las hogueras, y las bengalas al pretil.

Aunque las nuevas hornadas de cofrades, solo conocen al compadre por sus acostumbradas saetas, deben saber que ha sido persona imprescindible en la historia de nuestra semana santa, sobre todo en el mantenimiento y recuperación de diversas hermandades. Y lógicamente, fundador y primera semilla germinadora de la Granada rociera, a la que por cierto en un mes tendría que pregonar, o recuperador y secretario perpetuo de la Asociación de Amigos de La Capa, bajo mi presidencia.

Y dije yo a Pepe Campos de España - el más cualificado ingeniero de sonido que ha tenido radio Popular de Granada- ¿A que no eres capaz de montar un artilugio para que yo transmita por primera vez en la historia, el paso de la Virgen de La Alhambra, por la doble ese  interior de la Puerta de La Justicia? Y dicho y hecho, porque Pepe disfrutaba con los retos, y pese a estar en plena Alhambra, sin un enchufe y sin posibilidad de instalar un enlace por aquello de, Bellas Artes y el Patronato a nivel de estética, yo lo que hice fue pedirle permiso a mi hermano, José Luís Ramírez Domenec, para que me dejara estar en el interior de la puerta de La Justicia, junto al capataz, Antonio Sánchez Osuna. Pepe se encargó del resto, y así escuchó toda España, el único tramo ciego que existe para los espectadores, en todo el recorrido de la Señora de La Alhambra, el paso de su trono por el interior de la puerta judiciaria. Tuve el honor de que aceptara mi invitación para los comentarios, José Luís de Vicente, nieto del fundador de la hermandad, quien por tal motivo, ese año no salió en la procesión vistiendo el hábito de su abuelo.

jueves, 9 de abril de 2020

…Y LA CONCHA LEVANTÓ LA SEMANA SANTA

Jueves Santo

…Y LA CONCHA LEVANTÓ LA SEMANA SANTA

Tito Ortiz.-

Aquella tarde del Domingo de Ramos de 1976, la semana santa de Granada, mostraba una de sus peores caras desde su nacimiento. Cortejos menguados y deteriorados, junto a una escasez de flor en tronos abandonados por el paso del tiempo, hermandades que ya no salían a la calle como era el caso, entre otras, de Escolapios o Ferroviarios, o las que salían contra todo pronóstico, aunque tuvieran que hacerlo de un garaje en la Placeta de Cuchilleros, como ocurría con la de los gitanos, que peregrinaba sin cesar por iglesias, de entre las que destacó, San Matías. El propio Consejo de Hermandades de Sevilla, al comprobar la tragedia granatensis, abre una cuenta corriente en el Banco Hispano Americano, para que los cofrades hispalenses que lo deseen, eche una mano para salvar nuestra semana santa, y eso hay que agradecerlo eternamente. Pues en ese panorama desolador, tras comprobar el paupérrimo regreso de la Hermandad de la Santa Cena, cuyo paso iba sobre ruedas, y La Victoria a hombros de profesionales, mandados por el padre de Jaime, el  futbolista portero del Zaidín, en la taberna de “El Sota”, coinciden y se lamentan de la trágica situación de la semana santa de Granada, un puñado de amigos, entre los que destacan, Curro Andrés, Ángel Rodríguez, Alberto Rodríguez y Pepe Montero, entre otros, llegando a la conclusión de que lo que Granada necesita es un auténtico revulsivo para volver a ponerla en el mapa de la semana santa. No era justo que, la ciudad que aporta el paisaje más bello a los recorridos procesionales de todo el mundo, la que conserva su tradición centenaria como la que más, la que posee auténticas joyas de la imaginería para procesionarlas, estuviera a punto de la catarsis. Y estos fueron los que se pusieron manos a la obra y en menos de un año, tenían aprobados estatutos de una nueva Hermandad que engrosaría las filas cofrades de Granada, después de decenios. Tuvieron el acierto de no recuperar ninguna de las que salían, porque eso hubiera ralentizado el proceso de recuperación. Fueron más allá, y contra todo pronóstico y contra la opinión de muchos, erigieron una nueva hermandad, desde la que dirigir con savia nueva no solo los destinos de una nueva cofradía, sino, la historia venidera de la semana santa de Granada.
La nueva incorporación a nuestras calles, bajo la advocación de Nuestro Padre Jesús del Amor y La Entrega – primero al que se le llamó “Manué” en esta plaza, y María Santísima de La Concepción- “La Concha” por la saeta que le escribió José María Parro, que terminaba diciendo:...Que una perla hubo en tu vientre, que fue nuestra salvación- fue la envidia de muchos, y el acicate de otros, que no dudaron en unirse al entusiasmo y recatar la semana santa de Granada, del pozo oscuro donde había caído, por la desidia y la indolencia de algunos irresponsable, que no dando paso a la juventud en sus juntas de gobierno, se habían cerrado el futuro, prefiriendo que se perdieran las hermandades, antes que dejar la vara de mando.

miércoles, 8 de abril de 2020

“EL SOTA”

Miércoles Santo

“EL SOTA”

Tito Ortiz.-

Inaugurando la década de los ochenta del siglo pasado, José Ocaña Carmona, “El Sota”, a la sazón hermano mayor de la Hermandad del Rosario, con sede en la catedral del realejo, trajo como era tradición, a la Banda de Música de La Armada Española, para acompañar el cortejo del Miércoles Santo, pero el día anterior, bajo las ordenes de su director, Manuel Galduf Verdeguer, los marineros dieron un concierto memorable en el Auditorio Manuel de Falla –antes del incendio – a base de marchas de semana santa y militares, que todavía está en el recuerdo de muchos granadinos. Tuvimos la suerte de que Radio Popular de Granada, lo retransmitiera en directo para todas las Españas, gracias a un montaje técnico, del todavía no superado en su sapiencia, Pepe Campos de España, que para tal menester, estrenó el primer micrófono de cañón que vino a esta tierra, con poderes sobrenaturales, sabiamente instalado en el palquillo de cámaras.
Por entonces, algunos teníamos algunas dificultades para entonar la Salve Marinera, que la Compañía de Honores y la Escuadra de Gastadores, entonaban solo a la salida de la imagen en la Plaza de Santo Domingo, y a su regreso. Pero “El Sota,” hizo imprimir miles de fotografías de La Virgen del Rosario, en cuyo reverso se podía leer con claridad la letra de la oración, que todos los marineros de la armada, rezan al atardecer, debidamente formados, en las cubiertas de nuestros barcos, por muy lejos que estén de la Patria. Aquel año, a las voces habituales de la marinería, nos unimos los cientos de cofrades, que estampa en mano, resolvimos con solvencia y a voz en grito, el rezo de la salve a nuestra señora.. Yo jugaba con ventaja, porque en mi niñez, ya me la había enseñado mí tío, Antonio López Marín, que sirvió en El Minador Marte y en La Fragata Magallanes, durante sus dos años de mili. El mismo que ya en esa época, estaba con el proyecto del tallado y dorado del que sería el nuevo paso de Jesús de Las Tres Caídas. Esa imagen tan especial, que días antes habíamos bajado en solemne vía crucis, desde el albaicinero convento de Santa Isabel La Real, cuyo cortejo, por su sobriedad y seriedad,  al pasar por una antigua bodega a la altura de La Cruz Verde, dio el susto más grande del mundo a dos parroquianos, que con más de media en las agujas, salían de la taberna con destino a sus casas, pero al toparse por sorpresa con la cara del Cristo sobre ellos, exclamaron: ¡Compadre que es esto!, volviendo rápidamente sobre sus pasos a la barra del bar. Asunto este más que comprensible, si tenemos en cuenta que ya caía la noche sobre el barrio moro, las pocas farolas no se habían encendido, y la única luz eran las pocas velas que portábamos los componentes del lúgubre cortejo, que en unas parigüelas hacíamos que la melena natural del Cristo, de la que tanto sabe Barrales, se bamboleara de un lado a otro de su rostro.

martes, 7 de abril de 2020

JACINTO MORENTE

Martes Santo

JACINTO MORENTE

Tito Ortiz.-

En 1989, entrevisté para Canal Sur TV a mi admirado, Francisco González Arcas, que me explicó con todo lujo de detalles, los orígenes de la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús, conocida popularmente como, “Los Facundillos”, que allá por los felices años veinte tuvo sus orígenes, adscrita a la de Jesús de la Humildad y Soledad de Nuestra Señora. Paco Arcas, me contó como aquella canción popular del siglo XIX, que preguntaba: ¿Quién por la calle va? Y se respondía: Facundo con un farol.  Fue el origen del famoso sobrenombre que ha trascendido hasta nuestros días. Y que los niños cofrades, al salir a la calle con un farol, en lugar de con un cirio, fue este el motivo por el que la gente les comenzó a llamar, “Los Facundillos”. Arcas, y gran parte de su familia han tenido siempre un contacto muy directo con la hermandad de “La Cañilla”, como se le conoce en el Realejo, y él representó durante muchos años, esa historia oral y escrita sobre los orígenes de su hermandad y todo lo concerniente a su acervo cultural. En aquellos años era hermano Mayor, Jacinto Morente, hombre, un hombre entregado a la causa y a su hermandad en particular, que supo adaptarse a los nuevos tiempos exigidos en la semana santa, pero que además, supo rodearse en su junta de gobierno de personajes imprescindibles para conocer la trayectoria de ésta hermandad.
Al imprescindible Paco Arcas, hay que añadirle varios nombres entre los que destacan. Por un lado, Manuel Padial, mi amigo “Manolón”, impulsor de la primera vocalía de La Juventud en toda la historia de la semana santa de Granada, creadora del Pregón de La Juventud, un hito histórico con el paso de los años, y que convirtió en su momento a la cofradía en una auténtica escuela de futuros cofrades, que después han copiado otras con desigual suerte. Jacinto hizo piña con buena gente a su alrededor, de ahí que otra imprescindible de ésta hermandad fuera mi amiga, Ana, florista de la plaza de Bibarrambla, que involucró a toda su familia, bajo la mirada de La Soledad de Santo Domingo. Antonio Sánchez Osuna, “Antoñín”, capataz perpetuo desde los cielos eternos de Granada, fue otro de los captados para la causa, engrandeciendo el martillo de la Señora que, visita el Campo del Príncipe en la tarde del Viernes Santo. Y éste a su vez, tiró de José Carranza, “El Willy” para unirlo a la causa. Antes estuvo Pepe Barrales y José Ibáñez (Chico Barrales), porque lo bueno de esta hermandad, es que siempre acogió a las familias enteras, en buena armonía, como la que se vivía en aquella casa de hermandad, de la calle Escutia, a la que se accedía por un patio de vecinos con  soberbias columnas en piedra de Sierra Elvira. 
Jacinto Morente, durante sus años de mandato, supo reunir en torno a “La Cañilla”, a lo mejor de cada casa. Después, sus años en Federación, dejaron ver la cochura de un alma buena, con eterna voluntad de colaboración, con la palabra de conciliación justa. 

CORONANEGLIGENTE

CORONANEGLIGENTE

Tito Ortiz.-

Si para algo ha servido esta tragedia que estamos viviendo, ha sido para comprobar la falta de inspección de las autoridades incompetentes, sobre las residencias de ancianos, convertidas en el paradigma de lo irracional y negligente, ante el descaro de la humanidad que mira para otro lado, una vez que el anciano está colocado sobre la responsabilidad de otros. No generalizo porque sería injusto. Es cierto que algunas residencias, gozan de los servicios que se les suponen para atender a nuestros mayores, pero el coronavirus nos ha dejado ver a las claras, que otros establecimientos dedicados a cuidar de nuestros abuelos, no contaban con el personal necesario. El covid-19 nos ha permitido descubrir, la existencia de residencias con doscientos internos, que solo contaban con un médico a tiempo parcial, dos enfermeras y seis auxiliares. Algo que raya en el delito, cuando no, lo sobrepasa. El estado del bienestar, en el que al parecer vivimos desde hace tiempo, todavía no ha entrado en algunos de estos establecimientos, que cobran un ojo de la cara por cuidarlos, y esa cuantía no se corresponde, ni con los servicios que se les prestan, y menos aún con los cuidados sanitarios ofrecidos. También deja mucho que desear la cualificación profesional de muchos de los cuidadores, careciendo de la titulación exigida por ley, para estos menesteres. Una vez que pase la tormenta, el torpe gobierno que atolondradamente naufraga en ésta tempestad, debería tomar cartas en el asunto, y pedir responsabilidades penales, para quiénes lucrándose por cuidar ancianos, no han estado a la altura de las circunstancias, bien por falta de capacitación o, por dejación de funciones. El desconocimiento de la norma, no exime de responsabilidad, y lo que se ha hecho en algunas residencias con nuestros ancianos, es de juzgado de guardia.
En el otro extremo, están todos aquellos que, no solo han estado a la altura de las terribles circunstancias, sino que han dado lo mejor de ellos mismos, para sacar adelante a éste país en semanas tan aciagas. Hablo de los camioneros que nos han abastecido de lo necesario, para que nada faltara en las despensas, que en ocasiones, no tenían un sitio en ruta para tomar café o hacer sus necesidades. Del personal de los supermercados que, incluso nos han enseñado a desinfectarnos las manos y usar los guantes. De los vigilantes jurados, convertidos en asesores de higiene y desinfección. De los abnegados farmacéuticos, que pacientemente han contestado a todas nuestras dudas en materia de pandemia, no limitándose a despachar medicamentos sin más, sino haciéndonos comprender la gravedad del momento y aconsejándonos con total solvencia y profesionalidad. Se cuentan por millones las consultas que ellos han resuelto desde la oficina de farmacia. Y qué decir de quienes están pagando con sus vidas, el hecho de curarnos y salvarnos a nosotros. Esos médicos, enfermeras, auxiliares, conductores ambulancias, celadores, junto con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Un Estado que una vez más no ha sabido estar a la altura.

lunes, 6 de abril de 2020

DON ANTONIO MACIÁ

Lunes Santo

DON ANTONIO MACIÁ

Tito Ortiz.-

Eran noches de cuaresma interminables, en el patio de las Comendadoras de Santiago, antiguo y primigenio “Campanario”, donde la Granada cofrade, ante la ausencia de casas de hermandad, se reunía alrededor de una caja de quintos de cerveza, para ir preparando la semana santa. Don Antonio Maciá, hermano mayor del Huerto, pese a su avanzada edad, sintonizaba como nadie con, aquel movimiento costalero emergente, que tanto bien haría en beneficio de todas las hermandades. Y entre cigarrillo y botellín, Curro Andrés y Manolo Ocón, entre otros, en nombre de la cuadrilla de costaleros Nazarenos, llegaron al acuerdo de sacar el paso de María Santísima de La Amargura, con aquella “igualá” en la que destacaban por su altura y buen hacer en la primera trabajadera, Jesús Ortiz en una pata, y Miguel Ángel Soria Ubago en la otra. Dos compadres que hicieron del andar costalero principiante, un arte desinteresado y solidario, a las órdenes de Paco Carrasco, llevando como contraguías a, Alberto Rodríguez Roldán, y Alfredo Navarro Santiago. Y así, por primera vez, se echó La Amargura a las calles de Granada, a hombros de no profesionales, con su paso dorado en madera, repleto de luces eléctricas alrededor de los respiraderos, gracias a unas baterías de camión instaladas bajo la mesa, cuyo ácido dio buena cuenta del cuello y la espalda, entre otros, de José Antonio Sánchez, “El Pupus”, en la primera “levantá”, ya que al ponerlas a cargar, a alguien se le olvidó ponerles los tapones. Esas cosas pasan, que diría mi hermano Falo, que también iba debajo.
El paso del Señor del Huerto, salía a la calle sobre un artilugio de ruedas, que permitía curvar para cambiar de calle, gracias a un timón metálico, en cuyo manejo se había convertido un gran experto, José Carranza, “El Wily”, dado que su hermandad de “La Cañilla”, también sabía de mecanismos análogos. Aunque le precedió en esa conducción y maestría, mi admirado e inolvidable, Antonio García Orihuela, pelotero y cofrade mayor del reino, de cuya conversación sabia, me ilustré durante decenios. Orihuela, para los amigos, fue un cofrade ejemplar del Huerto, dispuesto a colaborar en todo, y entusiasmado desde el primer día, con aquel movimiento de hermanos costaleros, que tanto bien han hecho por nuestra semana santa, desde la entrega desinteresada y el entusiasmo más desmedido.
 Pero fue don Antonio Maciá, quién aupado por aquella juventud, dio los primeros pasos para la renovación total de la hermandad del Lunes Santo, que después seguiría cuando, su sobrino, José Luís Maciá, cogió la vara de hermano mayor, y tras él, los que le siguieron. La hermandad de la calle Santiago, que tiene su sede en el kilómetro cero del camino a Compostela, pasó en pocos años, de tener un discreto papel en la noche del Lunes Santo, a comandar un movimiento cofrade “realejeño”, que pronto irradió al resto de cercanas hermandades, convirtiendo al barrio “greñúo”, en epicentro de la Granada cofrade, que incluso ha tomado por su catedral, la iglesia de Santo Domingo.

domingo, 5 de abril de 2020

PEPITO DE “LOS DIAMANTES”

Domingo de Ramos

PEPITO DE “LOS DIAMANTES”

Tito Ortiz.-

Eran tiempos en los que, contra todo pronóstico, Antonio Medina, hermano mayor de “La Borriquilla”, lograba cada año el milagro de poner en la calle, la hermandad encargada de abrir la semana santa de Granada. Pepito, mi amigo de entonces y de ahora, que sabe de vestir de hebreo y cargar con una palmera cuatro veces más grande que tú, ya apuntaba maneras para llevar un día el báculo dorado de La Entrada de Jesús en Jerusalén. Cuando en los sesenta y setenta del siglo pasado, la iglesia de San Andrés se hacía grande para sacar por la calle de Elvira, el primer cortejo de la semana santa, con solo un paso, mi amigo Pepe, a quién no me he atrevido a pedir el secreto de, como se fríe el pescado para que sepa a gloria como el suyo, ya profesaba su amor por esta su hermandad. “La Borriquilla” siempre fue escuela de cofrades, es muy raro que siendo niño, no hayas salido en ella, pero son muy pocos los que tienen el valor y el sentimiento de cuando son adultos, seguir en la cofradía, y ese amor desinteresado siempre lo ha tenido mi amigo Pepe, el de “Los Diamantes”.
Años en los que Dubé de Luque, no había concebido aún a la Virgen de La Paz, y en su lugar, la hermandad hacía desfilar a tres niñas del barrio, revestidas a la usanza hebrea, tras el paso del maestro Espinosa, a modo de cortejo humano y con el nombre de, “Las Tres Marías”. Todavía no había llegado con su total entrega a la Señora, mi admirado Joaquín Melgar, hombre que entendía de dulces, y como tal, aderezaba a la nueva Virgen de la calle de Elvira, con el donaire de una manola, de las que suben a la Alhambra. Y fue en esos tiempos cuando la hermandad alhambreña, empuñando llave de plata, comenzó a golpear la puerta de San Andrés, para abrir la semana santa de Granada al mundo, en un gesto que ya es histórico y que esta tarde no veremos, aunque espero que, Antonio Olivares (padre) desde el cielo, nos eche una mano para que cuanto antes, podamos seguir con la tradición. Cómplice de creaciones cofrades de la época, Miguel López Escribano, de certera sentencia en sus argumentos, con posada a los pies de esa maravilla llamada Alhambra, que no dudó nunca en poner sus conocimientos a disposición de, cuantos le necesitaron para llevar adelante proyectos que, hoy jalonan nuestro historial cofrade. Años de escasez y de penurias, pero con dosis de ilusión inquebrantables, como aquella banda de cornetas y tambores que don José Gómez Sánchez Reina, incluía en el desfile de su Santa Cena, y que por todo uniforme vestían el hábito de la hermandad, con capillos y capirotes, con ancha bandolera para los tambores con porta baquetas, y agujero en el antifaz a la altura de la boca para los cornetas. Y todo ello lo viví con mi amigo Pepito “el de Los diamantes”.