lunes, 15 de febrero de 2016
POLDARK
POLDARK
Tito Ortiz.-
De cómo se las gasta el capitán Poldark, sabemos a través de sus hechos singulares, de sus contradicciones palmarias. De chico campechano de la calle, a montar una pataleta por que no le gusta el asiento asignado en el hemiciclo. De visitar al rey en mangas de camisa de mercadillo, a ponerse un esmoquin para asistir a la gala de Los Goya. Eso ya te da una talla exacta, de los efectos pendulares, de éste chico, nacido a la política desde el movimiento ciudadano asambleario, y que es quién más se quiere en éste mundo. Su política verdadera es la televisión y los minutos en pantalla, sin importarle poner velas a dios o al diablo. Su ideología no tiene color, y su discurso es el que el ciudadano oprimido por el sistema quiera escuchar. Su catecismo es un bálsamo para las heridas de los indefensos, aunque la realidad del mercado económico, que es quién de verdad manda en la política, le impida hacer aquello que promete a los más desfavorecidos, y su fin se parezca mucho al de su amigo, Alexis Tsipras, que tras un año de infundadas esperanzas al zaherido pueblo griego, ya comienza a recibir los golpes de la frustración, de aquellos que lo auparon al trono y ahora quieren derribarlo a toda costa. El asesoramiento a líderes abecerrados en Venezuela, ha dado al traste con el sistema, haciendo de un país rico, una república bananera, donde la vulneración de los derechos humanos, es moneda corriente de cambio, similar a cualquier dictadura de principios del siglo pasado, y eso me parece que en la vieja Europa, no va a ocurrir. El defender a capa y espada un referéndum para Cataluña, y a la vez, mantener que no se es partidario de la independencia, es un brindis al sol, un cante a Cartagena, un querer contentar a todos, aunque luego se estrelle con el hecho constitucional. De igual manera, resultan chocantes las continuas salidas de tono, aderezadas con gran disparidad de criterios políticos, que llevan a cabo algunos/as de sus compañeros/as, y la tranquilidad con la que el capitán Poldark corre un tupido velo sobre éstos temas escabrosos, que sacan a la luz, la “riqueza expresiva” de los contenidos ideológicos, amortizando éstos como un valor de la propia esencia democrática de su partido, olvidando él y los/as suyos/as, que ya no están con un megáfono asentados en la Puerta del Sol, sino que ya tienen credenciales de parlamentarios/as, y que el asunto requiere de cierta homogeneidad en el discurso, por pura coherencia política, si es que quieren hacer algo bueno por éste país, que tanto necesita sabia nueva, y regeneración política, algo que ellos representan sobrados de demagogia, postureo de progresía falsa, diciendo a los cuatro vientos a las criaturas lo que quieren oír, sin tener en cuenta si podrán cumplirlo. Ofrecerle la presidencia del Gobierno a Pedro Sánchez, con las imposiciones de todos conocidas, no es más que un acto de chulería, que pretende halagar la vanidad de un líder político, cuestionado por su propio partido, y que daría su vida por estar en La Moncloa. Los dos llevan en el pecado, la penitencia. Estoy mal, muy mal. Lo sé. Si estaré mal, que ayer puse en el picú un disco de Luís Aguilé, y escuché a Giuseppe Di Stefano cantar, Una Furtiva Lágrima.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario