lunes, 29 de febrero de 2016
BISIESTO
BISIESTO
Tito Ortiz.-
Eso de que los años bisiestos son de fortuna y felicidad, no es más que un camelo, de tomo y lomo. Sabido es que los años bisiestos no han traído más que desgracias a las criaturas humanas. Bien como catástrofes naturales, tipo terremotos, al más puro estilo Mar de Alborán, tranquilos que ya llegará el nuestro. O grandes epidemias, como la peste que echa la depuradora de aguas residuales junto al Genil, acompañada del aroma desprendido por la explotación de vacas que existe en la otra orilla. Eso de que con las horas que sobraban cada tres años, se podía alargar un día el cuarto y llamarlo bisiesto, no ha hecho a lo largo de la historia más que aumentar el cenizo, y provocar desgracias al por mayor. Fue año bisiesto el 1912, cuando el barco más grande, jamás botado e invencible, sucumbió al simple roce con un pedazo de hielo. El Titanic se fue a pique, con muchas vidas humanas, y un siglo después sigue en el fondo de las aguas, con su secreto mejor guardado. ¿Cómo un indestructible, se partió en dos en su primer viaje?. La única explicación es que era año bisiesto. Como lo fue, 1948, en el que un hombre, lo más parecido a Jesucristo hasta entonces, fue asesinado por predicar la paz y la no violencia. Mahatma Gandhi murió en un año bisiesto, como éste en el que la nieve nos ha dado la espalda, y las ranas ya portan cantimplora, a la espera de un verano de esos de, agárrate y no te menees. Los bisiestos ya se sabe, gafes, pero gafes hasta más no poder. Un icono musical como, John Lennon, fue asesinado a las puertas de su casa en 1980, y ¿se imaginan que era ese año?. Pues eso, lo han adivinado. Era bisiesto. Los bisiestos dan para coleccionar tragedias al por mayor. Y aquel que diga que en un año bisiesto le van bien las cosas, miente como un bellaco, si hasta 1712, tuvo dos días de más, llegando febrero a tener día 30, y aquello fue para chillar y no echar gota. Las desgracias que ocurrieron se contaron por decenas, y aquello desembocó en la revolución francesa, que le costó la cabeza a más de uno/a. De siempre se ha dicho: Año bisiesto, año siniestro. En 1968, asesinaron a Martin Luther King, como muestra del malfario de los bisiestos, de la misma manera que mataron al senador Robert Kenedy. Pero es que, El Dragón Rapide, cuyo vuelo nos enfrentó a los hermanos durante cuarenta años, ocurrió en año bisiesto. Que lo del mal augurio del año bisiesto, no es para tomarlo a risa. Debemos estar prevenidos y a la espera de lo peor. Un año como éste no puede traer nada bueno, muy al contrario, las desgracias se sucederán en cascada, como ninfas embrujadas de un cuento de terror, en solemne procesión cívica, por la calle de la amargura. Nos acechan las siete plagas de Egipto, en su versión más moderna. La del mosquito Zika, para el que no hay en el mundo zeta zeta suficiente. Al final moriremos como hace miles de años de la viruela o la escarlatina, tal vez de la gripe asiática, o de un padrastro mal cortado junto a la cutícula. Estoy mal, muy mal. Lo sé. Si estaré mal, que ayer me encontré a mi padre por la calle, y le pregunté por mí.
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