martes, 2 de febrero de 2016

¿QUIÉN VIVE?

¿QUIÉN VIVE? Tito Ortiz.- Los de mi quinta, recordarán un viejo chiste que cuenta como una pareja de la Guardia Civil, de correrías, estando en lo alto de un puente sobre un río, detectan a una familia de gitanos que viven debajo, por el humo que desprende la candela que éstos habían encendido para calentar a los churumbeles. El jefe de la pareja, Guardia Segundo, Morales, se acerca ceremonioso al pretil, se inclina mirando al fondo, no sin antes sujetarse el tricornio para que no salga volando, y carraspeando la garganta, exclama: ¿Quién vive?. Y el gitano patriarca, asoma un poco la gaita por el ojo entre muros del puente y dice parsimonioso: “Ustes que tenís economato”. Y era verdad, en aquellos años no sólo la Guardia Civil, sino los militares y otros colectivos profesionales relacionados con el Estado, tenían economato, que no era otra cosa que una tienda en la que comprar más barato que en el comercio habitual de los ciudadanos de a pie. Los economatos quitaron muchas hambres a las familias de los funcionarios, que por entonces sobrevivían con sueldos más que escasos. En los años setenta, a la viuda de un Guardia Civil asesinado por ETA, le quedaban menos de cinco mil pesetas para mantener a sus hijos, teniendo en cuenta que del entierro se hacían cargo los Socorros Mutuos. Éste es un baremo que se puede extrapolar a cualquier funcionario de entonces, y además, todavía no tenían seguridad social, ni recetas para las medicinas. Tenían un puesto fijo de funcionario, pero ¿a qué precio?. Claro que el resto de la población, envidiábamos a los que tenían cartilla del economato, cuando todavía nosotros guardábamos la de racionamiento, por si acaso. Poder entra a un economato y comprar a bajo precio, era signo en el barrio de una casta privilegiada. Espero que de esto no se entre el capitán, Poldark, porque entonces va a machacarnos de nuevo con lo de la casta. Por cierto, que él y sus compañeros/as, van siendo cada vez más casta. Parece que cuando se van acercando al poder, se les van olvidando las noches de frío vividas en la Puerta del Sol, y buscan acomodo, con golpes de efecto, como rechazar coches oficiales, ir al Congreso en bicicleta, mostrar las rastas a la Vicepresidenta con descaro, a sabiendas de lo mucho que eso le molesta a Celia, sobre todo si a las puertas del hemiciclo, grita como verdulera el nombre de Manolo, su fiel chófer, porque llega tarde al AVE en primera clase, y Málaga no puede esperar. La que no puede esperar, es ésta sociedad, fragmentada y democrática, asqueada de la corrupción en los partidos y en la corona, a la que no llega la recuperación económica, y a la que habría que poner a las puertas de un gran economato nacional, para poder llegar a final de mes, sin tener que recurrir al banco de alimentos. Estamos en una circunstancia histórica sin precedentes, porque no solo existen pobres de solemnidad, y parados de larga duración, ahora ya tenemos un nuevo fenómeno social para vergüenza de nuestros políticos. Se trata de aquellos privilegiados que si tienen trabajo, pero que sin embargo, con un pírrico sueldo no llegan a final de mes. Nuestros políticos ya lo han conseguido, ya no hay que ser parado para ser pobre, ya hay quién lo es, aún teniendo una nómina todos los meses. Enhorabuena señorías.

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