martes, 29 de diciembre de 2015

¡DOCTOR! ¿QUÉ ME PASA?

¡DOCTOR!, ¿QUÉ ME PASA? Tito Ortiz.- Antes, doblaba mi espalda hacia delante, y me ataba los cordones de los zapatos con la elasticidad de un junco. Ahora, me compro solo mocasines, porque si me agacho a atarme los zapatos, me pongo rojo como una bombilla incandescente, la respiración se me corta y el ahogo me invade hasta el punto de darme un perrengue. Antes, me cortaba las uñas de los pies, flexionando mis extremidades, con la ductilidad de un florete de competición, en las manos del mejor tirador de esgrima. Ahora, para hacer lo mismo, me tengo que contorsionar, jugándome la integridad de una o varias articulaciones, descansando entre dedo y dedo, y respirando profundamente antes de abordar la extremidad con el cortaúñas en la mano. Antes, me ponía los calcetines manteniéndome en perfecto equilibrio sobre una pierna, con la misma elegancia de una garza real, o un flamenco en, Fuente de Piedra. Ahora, si no me siento en la cama, soy incapaz de enfundar los pinreles, en tan necesario complemento, y le encuentro total justificación a aquella calzadora, que había en el dormitorio de mis padres cuando yo nací, y que deseché como un estorbo inútil en la alcoba de mi niñez, sin pensar que ahora, me sería de gran utilidad, cuando no, imprescindible. Antes, bajo la ducha, me pasaba la esponja por toda la espalda, disfrutando de la maleabilidad de mis brazos que me lo permitían. Ahora, he tenido que comprar en el chino, una esponja de esas que llevan pegado en su extremo, un mango de medio metro para poder alcanzar la misma zona. Si yo sigo siendo el mismo, y la espalda es mi espalda, ¿Qué me pasa Doctor?. Antes bromeaba con mi mujer, la cogía en brazos como cuando los novios llegan por primera vez a casa, y recorría con ella en peso los pasillos de mi piso, silbando la macha nupcial. Si se me ocurriera hacer eso mismo ahora, sería ella la que me silbaría a mí la marcha, pero la fúnebre de Federico Chopín. Yo que antes fui el terror de Leroy Merlin, que taladro en mano les colgaba a las vecinas las barras de las cortinas, los cuadros del salón, los apliques de las paredes y hasta los muebles de la cocina. Ahora, no soy ni la sombra de lo que fui. Escucho el ruido de un berbiquí eléctrico, y el pelo se me eriza, la espalda se me encorva, la musculatura en general se me espasma, las piernas se me arquean, como no queriendo sostenerme, me aparece un sudor frío, comienza el tembleque, y termino la crisis echando espuma por la boca, como poseído por el mal de la temblaera, que diría Curro Albayzín. Yo que coloqué la antena de la televisión en mi tejado, ahora si se me ocurre subirme a una banqueta de solo dos peldaños, mi sentido del equilibrio me obsequia con un barquinazo, al que yo añado un remate de cabeza a la ventana, o pared más próxima, cuán pasajero del Titanic, en el momento álgido de partirse en dos, solo que yo, estoy en dique seco. ¡Con lo que yo he sido! Que saltaba a la comba enseñando a mis hermanas menores, que corría como un gamo jugando al pañuelo. Y ahora, si alargo la pierna un poco más para subir dos escalones a la vez, porque soy observado por concurrencia femenina, siento como se me abren las ingles, se me despegan las carnes, se me distienden los tendones, y luego, para volver el cuerpo a mi ser, me toca una semana de antiinflamatorios, y dos de masajes con el Tío del Bigote, que voy echando un pestazo por la calle, que hasta los perros se vuelven y me ladran. Antes, repetía plato de cocido con coles y toda su “pringá”, le añadía un picuillo, dos cebollas en vinagre, tres alcaparras, y de postre unas gachas con torreznos y miel negra. Ahora, no puedo pasar de un caldito ligero, un pescadito a la plancha, y una pieza de fruta. Yo, que antes de entrar a buffet libre, los camareros se apresuraban a cerrar la puerta poniendo el cartel de completo. ¿Cómo he podido llegar a esto?. Antes, subía andando desde el Albayzín al Llano de La Perdiz, allí le daba cuarenta o noventa vueltas al Reloj del Sol, y regresaba a mí casa por Jesús del Valle. Ahora, ando de aquí a la esquina, y me duelen los pies, piso una colilla y se me clava en la planta como si fuera un adoquín puntiagudo, piso un chicle, de esos que alfombran la entrada al museo del Parque de las Ciencias, y me quedo agarrado al piso, como un manso en la Monumental de México. No soy ni la sombra de lo que fui. Antes, subía hasta el cuarto piso sin ascensor donde vivía, con doce bolsas del Mercadona colgadas en cada brazo. Ahora, cuando me levanto del sofá para darle unos euros de propina al repartidor que me la trae a casa, las rodillas me crujen como queriéndose partir, suenan con un crepitar sospechoso, y cuando consigo erguirme del todo, el muchacho ya se ha ido, por que la furgoneta estorba en la calle. Antes no orinaba en todo el día. Ahora vivo en el retrete. Antes, salía en bicicleta y me recorría la provincia y sus paisajes. Ahora, sentado en el sofá veo la vuelta por la televisión, y cuando termina la etapa, necesito oxígeno y masajista para recuperarme del esfuerzo. ¡Doctor!, ¿Qué me pasa?.

domingo, 20 de diciembre de 2015

ALBAYZÍN, BELÉN DE ESPAÑA

ALBAYZÍN, BELÉN DE ESPAÑA Tito Ortiz.- Dijo y mantuvo hasta el final de sus días, que el Albayzín era el Belén de España. Y para eso no hay más que irse a la placeta de Los Aljibes, y mirar al frente. Rafael Gómez Montero, compañero y maestro, llegó incluso a decir, que el niño Jesús, jugando al pilla pilla, aprendió a ver las cruces, cuando se topó con la Cruz de La Ráuda. El barrio castizo de Granada es un Belén en si mismo, pero también parte de el, la mejor tradición del belenista. Ahora, que vas al chino y por diez euros te llevas un belén entero, con sus pastores, sus reyes y todo, se valora en toda su dimensión lo que en los años cincuenta se tenía que hacer – sin posibles – para tener un belén en casa. Primero había que partir de, poder ocupar un lugar con el montaje. Muchas veces se sacrificaba el repostero, durante ese mes, una mesita de noche, el tablero de una cama plegable, incluso la máquina de coser, cuya cabeza motora se abatía, quedando oculta, a modo de mesita de ayuda. El cielo se confeccionaba comprando un pedazo de papel de envolver, de aquel color azul azafata, y las estrellas y la luna se pintaban con una tiza. Las casas unidas con pegamento y medio, eran de corcho o restos de maderas que habíamos cogido de la basura del carpintero, igual que el serrín. Las rocas, las cogíamos del vertedero de la estación del tren, donde se vaciaban las locomotoras. Aquellos restos del carbón daban mucho juego para caminos y veredas. El musgo, bajábamos al río Darro a por el. El agua del río se hacía con trozos de cristal, que pedíamos en Cristamol, en la calle, Álvaro de Bazán. Y las figuras, con barro y nuestras manos, lo que daba lugar a veces, dependiendo de la habilidad del vecino, a que el belén fuera una muestra voluntariosa del nacimiento del niño dios, y en otras, una auténtica galería de los horrores, de la que salías chillando por las calles. Pero todo estaba hecho en casa y por nosotros. La zambomba, se guardaba como oro en paño durante todo el año, con su carrizo de repuesto, procurando durante la ejecución de los villancicos, que el ejecutante fuera la persona adecuada de la familia, no sólo por el ritmo exigido, que debía coincidir con el tararear mentalmente aquello famoso de: paco, paco, paco, paco paco, sino que, debía saber cuando el pellejo estaba húmedo por el agua que chorreaba de sus manos, y para evitar su deterioro, dejar el instrumento cerca del calor para que volviera a ponerse terso, y restregarle un ajo, para mantener tersura y sonido afinado. La suela de la alpargata para golpear la boca de la cántara, era preferible que fuera de goma, antes que de esparto, por la calidad y contundencia de su bronco sonar. El sonajero, hecho con dos restos de tablas de cajas de pescado, y sus correspondientes trozos de latas de conservas, bien recortadas y apuntilladas con holgura, para el buen acompañamiento, a las que previamente se les habían hecho unos calados a modo de escalones, para que al rozar por las irregularidades, tintinearan las hojalatas. Se pintaban en los laterales dibujos a la anilina, con el fin de aportar cierta estética, a esas dos carrilladas de cocodrilo, que al frotarlas, invitaban al jolgorio. Sólo los dotados por la divinidad, poseían la habilidad de acompañar los villancicos de la vecindad, con una escoba restregada por la parte posterior de la puerta, cuyo sonido era muy superior a la zambomba y algo más estridente. La clásica botella vacía de Anís del Mono, rozada por la parte de sus cuadritos con una cuchara, era elemento imprescindible, y a veces peligroso para mantener la coherencia verbal en el canto, ya que es de todos bien sabido, que la botella suena mucho mejor vacía que llena, por lo que se insistía en acabar con su contenido cuanto antes, para que no desafinara en demasía el instrumento, con lo cual, la botella llegaba a sonar bien, no así la afinación de determinados cantores, gentes por lo general menesterosas y entregadas a la causa. Que vigilados de cerca por el vecino malo, eran víctimas propiciatorias, pues a los primeros síntomas de cambiar... a Belén Pastores, por... Desde Santurce a Bilbao, cuando más desgañitadamente cantaban, el malo malísimo le introducía en la boca un polvorón, con lo cual, del espurreo, al ahogo, solo se tardaba el tiempo que utiliza en persignarse un cura loco. Un belén albaycinero, nunca tuvo a un señor defecando, que por lo visto es costumbre muy graciosa, en otras partes de la piel de toro, donde por cierto, ahora tienen armado un buen belén. Lo escatológico nunca ha sido patrimonio de un barrio de artistas y de buen gusto. El que se derrochaba, en el belén viviente, que los Hermanos Obreros de María, organizaban en su sede de la calle, San Juan de Los Reyes, donde la presencia de animales, como el borriquillo, las ovejas, las gallinas y los pavos, dotaban la representación de una veracidad, extraordinaria, que no defraudaba a quienes asistían, año tras año al lugar, acudiendo a la llamada que los internos, ataviados de pastores, con sus instrumentos y rebaño, hacían por las calles de Granada, cantando villancicos y pidiendo limosna para el único belén viviente de mi niñez.

domingo, 13 de diciembre de 2015

OJO A VER A QUIÉN CONTRATAMOS

¡0J0!, A VER A QUIÉN CONTRATAMOS Tito Ortiz.- La situación política y social de éste mí país, es tan desalentadora, que a medida que avanza la campaña, me va embargando un estado bucólico, previo a la depresión a la que me abocan las circunstancias, de empeñarme en ver todos los informativos, y no contento con tal sacrificio, verme los debates – y lo que es peor – las tertulias donde “sesudos” opinadores, nos hablan del futuro que tenemos. Es tal el desaliento, que llevo encerrado en mi cuarto dos días, escuchándome la discografía completa de, Héctor Roberto Chabero Aramburu, que dicho así, no le sonará a nadie. Pero si les digo que se trata del verdadero nombre de, Ataulpha Yupanki, al menos los de mi quinta sabrán a quién me refiero. Un argentino, que en la televisión en blanco y negro del Paseo de La Habana, tocaba la guitarra con la siniestra, y no engrasaba los ejes de su carreta, porque le gustaba que rechinaran. Un tipo indígena, con traje y corbatas negros, de presencia impoluta y dichos en sus letras, que sólo un régimen ayuno de formación, permitía que cantara, como si solo se tratara de algo exótico, que nos venía de tierras hispanas y ultramar. Mientras le daba la vuelta a uno de los “lompley”, he puesto la radio para no perder puntada, y he tenido el desatino de escuchar a candidatos a próceres libertadores de la patria, que argumentan con vehemencia que si los voto bajarán los impuestos, y que todo volverá a ser como antes. Pero a mí ya no me engañan. Ya nada va a volver a ser como antes. Porque de ésta campaña se deduce, que si la empecé con el bueno de Ataulpha, voy ya derrotero abajo con Víctor Jara, Mercedes Sosa, y hasta Facundo Cabral, me susurra al oído como si yo fuera su caballo. Y con los caballos hay que tener mucho cuidado. No hay más que acordarse del gran, Jorge Cafrune, que le dio por cantar las verdades del barquero, y la mano invisible de los de siempre, lo mandó al otro barrio, atropellándolo en una carretera, cuando iba a lomos de su caballo y por su izquierda, como manda la seguridad vial. Pero es que en esto de la política no hay seguridad, ni vial, y si no que se lo pregunten a la oposición venezolana, que ya sin tapujos es tiroteada y muerta en plena calle, sin que a Maduro le quite nadie el chándal y se lo cambie por un mono rosa fuxia de Guantánamo, que es lo que se merece, él y algún asesor recalcitrante del partido del capitán Poldark. Maduro, con respecto a su guía, Hugo Cháves, ha copiado aquello que nos ocurrió a nosotros hace cuarenta años, cuando descubrimos que los franquistas eran mucho peor que el mismísimo Franco. ¿Cuántos cadáveres más de gente honrada hacen falta, para que el petróleo de Venezuela no calle más bocas internacionales, mientras va regalando mortajas a su pueblo?. Confome me voy calentando, ya no me sirve ni el consuelo de poner el disco de, José Larralde, o el de Alfredo Zitarrosa, me tiro a la estantería como un poseso y coloco sobre la goma negra del tocadiscos, para que comience a girar el de, Jarcha. Grito ¡libertad sin ira!, rejuvenezco cuarenta años, y lloro desconsoladamente, al descubrirme cantando canciones o himnos, que nunca pensé que volvería a tener que cantar otra vez. Yo hice una transición para algo, no para esto a lo que hemos llegado. ¿Cómo es posible que nos hayan hecho retroceder a la casilla de salida?. Como si de un juego macabro de la Oca se tratara. Quito el disco de Los Chalchaleros, y pongo el de Paco Ibáñez, que con su optimismo proverbial, me hunde más en la miseria. Me acerco a la tele y veo, un asalto a la valla de Ceuta, otro a la de Melilla, y a los turcos, abriendo el grifo de las fronteras hacia Europa, dependiendo de la “mordida” que Bruselas les suelta. Y éstos, cuya lengua Alá confunda, son los que quieren ser ciudadanos europeos de pleno derecho. Pues el día que ellos entren, yo saldré, lo juro ante Dios y ante los hombres. Sigue la campaña, todos hablan del derecho a la educación pública, a la salud, a los medicamentos gratis, al estado del bienestar, a un puesto de trabajo y una vivienda. Palabras, que hartas de no ser cumplidas han perdido todo su significado, convirtiéndose en papel mojado, dichas por charlatanes de feria, que cada cuatro años se ponen a nuestro servicio durante quince días, para que los contratemos, y una vez en plantilla para toda una legislatura, se olvidan de lo que prometieron, del por qué los votamos y hasta de su propio credo. No he conocido en mi vida a mejor amnésico, que un político en activo. Como se puede tener tanta cara y, seguir saliendo a la calle sin sonrojarse. Los Pujol, son de éste mundo, y los Bárcenas, y aquellos y éstos. Y entre las huestes del coleta, hay quienes defraudaron a hacienda, y quienes cobraban de la universidad, por hacer no se sabe bien qué. ¿Y éstos son los que vienen a redimirnos?. Los que proponen un referéndum en Sevilla, para saber si tiene que haber semana santa, y otro en Cádiz para los carnavales. País de necios dios. Debemos tener mucho cuidado con los que contrataremos el día 20 para que nos resuelvan los problemas, no vaya a ser que no los resuelvan, y además resuelvan su vida como viene siendo habitual. ¡No con mi voto!. Dicen los viejos que hacemos lo que nos da la gana. Y no es posible que así pueda haber. Gobierno que gobierne nada. Dicen los viejos que no se nos dé rienda suelta, que todos aquí llevamos la violencia a flor de piel. Pero yo sólo he visto gente muy obediente hasta en la cama. Gente que tan sólo pide vivir su vida, sin más mentiras y en paz. Ponga el lector el estribillo... si se acuerda.

jueves, 3 de diciembre de 2015

BARBERÍA

BARBERÍA Tito Ortiz.- Cuando yo nací, no existían las peluquerías de caballeros, sólo las barberías. Unos establecimientos que lucían a ambos lados de la fachada, unas franjas blancas, azules y rojas, que ya de lejos hacían visible el tipo de local del que se trataba y, los servicios que en el se prestaban. Ya no eran los famosos barberos cirujanos del siglo XIII, que lo mismo te cortaban el pelo, la barba, sacaban una muela, hacían sangrías, trepanaciones, o te blanqueaban los dientes con agua fuerte, así como suena y a las bravas. Los barberos que yo conocí eran gentes amables, dicharacheros, con unos sillones abatibles a prueba de bombas. Con un periódico local y otro deportivo, revistas atrasadas, tebeos, la radio encendida en una repisa con tapete de croché, y una sillita pequeña, para implementar el sillón y que los niños quedáramos a la altura del espejo y no por debajo. Solían tener colgado un almanaque, con una señorita en bañador de muy buen ver. El bañador, digo, y ponían a punto sus navajas deslizándolas por un artilugio con mango de madera, compuesto por una doble banda de cuero. Hubo un tiempo en que también tuvimos barbero de cabecera. A mi casa iba a pelarnos, el Guardia Civil barbero oficial del cuartel de Las Palmas, el amigo Pepe, que cuando acababa su turno, cogía todos sus bártulos en una cartera de buen material de recias hebillas, y visitaba casa por casa a los conocidos para sacarse un sobre sueldo. Por un módico precio, te pelaba, o afeitaba en su caso, sin necesidad de salir de casa ni tener que esperar la vez. Lo único que había que hacer era sacar una silla al rellano de la escalera, y quitar una de las sábanas de la cama, que él te rodeaba por el cuello ajustándola con un nudo, y al instante comenzaba a sonar el repiqueteo a lo claqué, de aquella vieja tijera, que cortaba con precisión todo el pelo que sobresalía de aquel peine de hueso amarillento. El barbero te cortaba los pelillos de las fosas nasales, los de las orejas, incluso aquellos muy largos de las cejas, siempre que el cliente diera su consentimiento, porque había algunos que esto último lo consideraban una mariconada. El hombre y el oso... Barberos de toda la vida, que dependiendo del cliente, eran del Madrid o del BarÇa, de Curro Romero o de Paula, de Falange o contaban chistes de Franco a sottovoche, todo con tal de que estuvieras a gusto, satisfecho con la conversación y con el servicio. Con los polvos de talco para el cogote, insuflados con el dosificador de goma manual, con la brocha para la barba untada en la barra de jabón, con el cepillo que retira de la cara los molestos pelillos cortados y con la conversación más machista de la historia, porque para eso las barberías eran terreno vetado a las mujeres. Yo he visto interrumpir un afeitado con navaja recién afilada, para salir a la puerta y piropear a una morena que pasaba, de esas de rompe y rasga. Ese era mi barrio del Albayzín, apasionado en los derbis futbolísticos contra Haza Grande, y en el requiebro, con el sempiterno respeto al cabo Colomera y al Guardia Segundo, Quintero. Con sus barberos en la placeta del Salvador, o en la de San Miguel El Bajo. Que más da. Barberos que cuando todavía no se cortaba el pelo a navaja, te lo cortaban con la llama de una vela, pero el profesional de postín era el que mejor manejaba la tijera, el que mejor masajeaba con Floy, la loción del gángster estadounidense, el que más brillantina te ponía para salir de allí con el pelo pegado y reluciente, como recién lamido por una vaca. Luego los tiempos empezaron a cambiar, y la revolución de las barberías comenzó con la llegada del Abrótano Macho, con la colonia, Barón Dandy – la única que tiene el honor de oler a sudor – el librito de papel Bambú del bueno, los tirantes de broche que no necesitan botones en los pantalones, y la nueva hornada de barberos, que comenzaron haciendo cursos de moda en el sindicato vertical, pasaron a llamarse peluqueros, y últimamente, estilistas. Si a uno de éstos se te ocurre decirle que te afeite, te mirará de arriba abajo con desprecio absoluto, y girando la cara a otro lado te dirá que él... él es un artista, y se sentirá ofendido de por vida. Yo no reivindico la figura del barbero sacamuelas, porque para eso ya tengo a mi buen amigo el doctor Cutando, que trata mis dientes de maravilla, pero no me parece normal, que cada vez sea más difícil encontrar un barbero que afeite a sus clientes, menos mal que mi amigo Isidro, sigue junto al mercado de san Agustín, sabiendo de éstos menesteres, cada día más demandados por criaturas sensatas, porque como te deja un afeitado a navaja en la barbería, no te dejas tu en casa la cara, ni que te afeites con el cuchillo que lo hacia el gran jefe, Toro Sentado. ¿Para cuando un módulo de Formación Profesional? En el que se forme a jóvenes en el noble arte del afeitado y del recorte de la barba, que incluso pudieran ir a domicilio ofreciendo buena técnica y mejor charla. Hombres y mujeres jóvenes, que en sus establecimientos, ofrezcan a sus clientes la delicia de un buen afeitado con apurado porcelanesco, lo mismo que les hacen a las damas la depilación de piernas e ingles, y ningún/a profesional se da por ofendido/a por esto, es más, lo entienden como algo propio de su trabajo. Es esa línea, yo intentaría hacerme también las axilas, el entrecejo y hasta la coronilla, porque yo en realidad lo que siempre he querido ser es... camarlengo.

jueves, 26 de noviembre de 2015

PARA LOS SANTOS

PARA LOS SANTOS Tito Ortiz.- Para los santos, mi madre nos ponía el abrigo, los guantes y la bufanda para subir al cementerio. Prendas de abrigo que ya habíamos estrenado para la procesión de la virgen. Aquellos años, para finales de septiembre hacía frío, en octubre escarchaba y en noviembre nevaba. Los braseros de picón ardían con regularidad bajo la mesa de camilla, cuyas brasas y cenizas, mi abuela aprovechaba para asar boniatos, que luego formaban parte del único plato para cenar. En el mes de los santos, era invierno en Granada. Éste año, en Noviembre he llevado a mis nietos a la playa, así que la infancia de mis herederos no tiene nada que ver con la mía. Está claro que los dioses se han vuelto locos, a no ser que eso del cambio climático sea cierto, y no un camelo para hacer cumbres de estados, que luego acaban a palos con los que los gobiernos han dado en llamar, “antisitemas”, que son unos jóvenes que viajan por todo el mundo, siguiendo a los jefes de estado, para que la policía los frenes a unos trescientos metros de donde se celebran las cumbres, y les atice con las porras hasta que huelen a ajo, momento éste que aprovechan para rociarlos con agua a presión, que eso rebaja mucho los cardenales. Que tú vayas a denunciar con una pancarta que nos estamos cargando el planeta, exige una adecuada recompensa: molerte a palos y dejarte baldado para que se te quiten las ganas de gritar la verdad a los cuatro vientos. Carmena miró al cielo de Madrid, y aunque eran las once de la noche, creyendo que eran las de la mañana, por aquello de la polución, decretó ipso facto, que a la mañana siguiente no se aparcara en Madrid. El caos fue de tomo y lomo, no por el asunto del parking, sino por que en la capital del reino es igual la noche que el día. La montera negra que la cubre hace ya su aire irrespirable, y mucho nos tememos que realmente nocivo para la salud de los madrileños. Ahora que ya parece que el verano nos abandona de verdad, la puesta en marcha de las calefacciones, no hará más que empeorar un aire ya de por sí contaminado, que acabara con nosotros, con capa de ozono o sin ella, con su agujero o sin el. El asunto del medio ambiente no parece preocuparle a nadie en serio. Se reúnen los mandatarios, mandan a la policía que carguen contra los que protestan en los alrededores, y hasta la próxima cumbre, a otra cosa mariposa. Si Corea tiene armamento nuclear, mejor mirar hacia otro lado, porque de lo contrario, su dictador que se pela de manera extraña, como a lo Fray Bartolomé de Las Casas en pleno siglo XXI, se puede enfadar y mejor no despertar a la bestia, que tiene fama de acabar hasta con su familia. Si China es la nación actual que más contamina, es mejor no tocar el asunto, no vaya a ser que al chino del bazar de abajo, le dé por subir los precios. De Obama, mejor no hablar, porque los estadounidenses, por mucho que contaminen, como luego se juegan el cuello por Europa cuando se les pide, pues no vamos a ponernos duros con ellos. Que hay que poner sanciones, pues se ponen. ¿Pero quién se encarga luego de hacer el seguimiento, para saber si éstas se pagan o no?. Nos engañan como a bobos para que no demos la lata, para que no molestemos, pero cada uno va a lo suyo, y la verdad es que ya no llueve como antes, y mucho menos, a gusto de todos. Ahora cada vez que lo hace, provoca riadas, inundaciones y desastres. Antes se ponía a llover durante una semana y no pasaba nada. Ahora llueve lo de todo el año en dos horas, y las calles parecen ríos. Los mares se van comiendo los chiringuitos y los paseos marítimos, como si quisieran recuperar el terreno perdido. Antes veíamos la información del tiempo por la noche, solo para ver si teníamos que salir por la mañana, con las katiuskas para el colegio, el impermeable, o el paraguas. Ahora lo que se impone es salir de casa con la batería del móvil cargada, el depósito del coche lleno y el 112 grabado en la frente, y si de esto no haces moneda de curso legal y corriente, no lo dudes, te va en ello la vida. Ahora nadie avisa con rigor de las avalanchas, por aquello de no perturbar a la población. Las alertas se decretan con total sigilo, valorando sus colores como si la vida en ello les fuera, para no acertar nunca, para que la tromba llegue de sorpresa, y estamos dando rango de catástrofe inesperada, a lo que peligrosamente viene siendo normal, cada veinte días cuando el cielo se encapota. Pero ahora no acaban ahí nuestras preocupaciones. Si lo del cambio climático es ya una triste realidad, porque entre todos nos estamos cargando el ecosistema, no es menos importante, lo que ya empieza a ser casi cotidiano. Que nos llueva del cielo basura espacial, y contra esa no hay paraguas que nos libre. La conquista del espacio la estamos llevando a cabo, sin haber tenido en cuenta que deberíamos haber previsto un vertedero espacial para los residuos. Ahora nos caen junto a las piedras de siempre, pedazos de chatarra de nuestros cohetes y restos del aparataje de las estaciones espaciales, que por suerte hasta ahora, caen en el campo o en la mar. Lo gracioso será cuando pronto empiecen a caer sobre nuestras cabezas, porque se cuentan por millones, los restos de chatarra espacial que esperan en la atmósfera, para rebanarnos los sesos con total impunidad, gracias a la conquista espacial. A partir de ahora, el cosmos juega con nosotros a la ruleta rusa. Pronto enterraremos a la primera criatura, víctima del cacerolazo craneal por la entrada en nuestro espacio, de la escupidera de Pedro Duque, y si no... al tiempo.

jueves, 19 de noviembre de 2015

SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA

SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA Tito Ortiz.- Saber irse de los sitios en el momento preciso, es signo de gran inteligencia, solo al alcance de unos pocos privilegiados. En éste país, abunda más la especie ayuna de formación académica y conocimientos del saber estar, que engreída, endiosada, prepotente, de tic totalitarios y convencidos de que el resto de la humanidad caerá en el caos y la depresión si ellos se van, no dudan en tutelarnos de por vida, para así poder perpetuarse en los cargos sin atisbo de sonrojo. Gente por lo general, con intención de estar todos los días en los medios, rodeados de incienso, aclamados por los estómagos agradecidos que a dedo meten en plantilla, y que por su ignorancia, llegan a creer que ese mundo es real, y los que critican, enemigos cegados por el odio, o las ganas de quitarle el puesto. Dejan pasar una y otra vez, el tren que la vida les pone para tener una salida airosa, algunos incluso una enfermedad, pero se resisten a abandonar el cargo y la prebenda, el coche oficial y la escolta. Prefieren ser humillados por unos recién llegados sin oficio ni beneficio, antes de renunciar al cargo que jamás un día soñaron en ostentar, pero que la vida les regaló y que ellos creyeron – de manera errónea - era vitalicio. Existe una cosa al alcance de pocos, y es, el señorío, el empaque y la altura de miras, que desde el punto de vista humano, requiere el sacrificio de irte a tu casa, masacrando tu soberbia, tu sentido ególatra, tu catetez y tus miserias, pero dejando tras de ti, al menos, la sensación de un hombre con sentido de la oportunidad, que no exprime el limón hasta la última gota, porque sabe que de hacerlo, es muy posible que la salida sea por la puerta de atrás, sin marcha real, - himno nacional para él - ni tampoco fanfarrias. Cuando desde tu misma organización te cortan la hierba bajo los pies, esto debería ser suficiente para considerar la posibilidad de salir por la puerta grande, pero si tercamente te empecinas en echarle un pulso a la humanidad, y a creer que sin ti el proyecto no tiene futuro, es que ya no estás capacitado mentalmente para estar donde estás, tu días de gloria han pasado y tus aires de grandeza, te han sobrepasado, hasta el punto de creerte por encima de lo divino y lo humano. Hazme caso, lo tuyo es de psiquiatra. La defensa numantina de privilegios adquiridos por las urnas, puede llegar a ser tan perjudicial, como el abrazo de tu segundo de abordo, con amplia sonrisa, que te hará soñar con el de Vergara. A veces en política, es muy difícil discernir, cuantos te han votado a ti, y cuantos a tu partido, si eras el primero de la lista, y el resultado va penosamente ligado a tu posición. Posiblemente te sorprenderías si, llegaras a saber los votos de diferencia, entre que el candidato seas tu, u otro de tu partido. A veces la gente vota siglas o programas, y no personas, aunque tu no te lo hayas planteado nunca, para reforzar tu pompa y circunstancias. De los sitios hay que saber irse, y hacerlo a tiempo para que todo el mundo se rinda a tus pies agradeciéndotelo, y poder así nombrarte emérito de la distinción y el buen gusto. No hay que dar lugar a que la gente dude si te vas o te echan, como ocurrió con la “dimisión” de Alberto Ruiz-Gallardón. O anunciarla meses antes envuelto en la bandera andaluza, como hizo Pezzi, contestado por algunos de los suyos para La Alhambra, dimitido y, resucitado con la aparición de un plano del AVE en Loja. Porque esa es otra, si uno se va, se va de verdad. No es bueno volver loco al personal, que ya no sabe si te vas, si te has ido, si has vuelto, o es que nunca te fuiste. Benedicto XVI, el Ratzinger de las juventudes hitlerianas, cuando tuvo constancia de lo que escondían las alfombras del Vaticano, no perdió el tiempo en limpiarlas, trincó las de villadiego, y estoy seguro que vivirá mucho más que Francisco, el único que ha sido capaz de reconciliarme con la iglesia instituida, desde los tiempos de Juan XXIII. Sé que no es fácil, sobre todo cuando se lleva toda una vida chupando del bote, y de qué manera, pero irse de los sitios, es de sentido común. Ya lo dijo José María García: Yo me fui de La Cadena Ser, cinco minutos antes de que me echaran. ¿Cabe mayor síntoma de lucidez en criatura humana?. Arturo González Arcas, dejó la plaza del Carmen y se fue a su trabajo, como un señor, por la puerta grande, por algo había nacido junto a la Puerta de Las Granadas. César Valdeolmillos Alonso, nos regaló un ferial nuevo, y pasó sin hacer ruido a portar de nuevo su cartera de clientes, todo un caballero. Miguel Medina Fernández-Aceituno, pasó igualmente por el antiguo convento del Carmen, y no se le cayeron los anillos, al enfundarse de nuevo la toga como abogado laboralista. Hablo de políticos de la transición, con vocación de servicio al ciudadano, y que nunca tuvieron reparos en recuperar su vida anterior, cuando pintaron bastos, todo, con tal de no hacer el ridículo aferrado a la poltrona. Pero es que ellos si tenían donde volver, lo malo es cuando los que están, han hecho del cargo su vida, su trabajo y única razón de ser, porque antes de llegar a el, no eran nada, ni tenían oficio ni beneficio. ¿Dónde se van a ir entonces?. Artur Mas, ha cerrado todas las puertas tras de sí, que podían permitirle una salida airosa, fruto de su egolatría sin límites y, de sus aires de grandeza, tan solo comparables con los de Alonso Quijano con su bacía en la cabeza, aunque para él sea nada más y nada menos que, el yelmo de Mambrino. Valentino Rossi, por ejemplo, no entiende otra forma de irse más que al más puro estilo cosa nostra. ¿Algo lógico, no?. Saber irse de los sitios es un arte, que no está al alcance de todos, sobre todo cuando se carece de la debida formación, y la dosis de humildad necesaria para saber en todo momento cual es tu lugar, sin permitir que a tu paso se vuelvan y se rían, por querer mantenerte en el sitio a toda costa. Máxime cuando tu propia casa está bajo sospecha. Mí reconocimiento eterno al ex Rector, José Vida Soria, que no renunció nunca al cargo de Ministro de Trabajo, por una razón muy sencilla: Cuando su amigo y compañero, incluso de despacho, Felipe González lo llamó para nombrarlo, educadamente, como es él, le dijo que no. E inmediatamente, colgó el teléfono y se fue a pasear con su perro. Inteligencias como la suya hay pocas, lo juro ante Dios y ante los hombres.

martes, 10 de noviembre de 2015

A VER LOS BARCOS VENIR

A VER LOS BARCOS VENIR Tito Ortiz.- Ante la desesperanza del futuro político, económico y social, a los sensatos, solo les queda, sentarse en uno de los bancos, que el ayuntamiento a dispuesto para los ciudadanos en, La Gran Vía o Reyes Católicos, y esperar a ver los barcos venir. Porque a los de la capital, solo nos queda recurrir al Mayo del 68, para albergar un atisbo de esperanza: Ante la ineptitud política, seamos sensatos, pidamos lo imposible. Pero es el caso que ni siquiera podremos hacerlo en las principales arterias de la ciudad, porque es la nuestra, - me refiero a Granada – la única ciudad que no tiene un solo banco en sus dos principales calles. Los diseñadores de la última reforma de la Gran Vía, se preocuparon de dejar unos filos rematados con metal en las bocacalles, para que desparrames los sesos por el asfalto, pusieron el nombre de las calles en el suelo, para que resbales o tropieces a placer según te convenga, colocaron las farolas de doble cubo y cristales blanquecinos, que nadie quiso poner en sus calles. Se inventaron un cenicero papelera, al que protegen con una bolsa de plástico, para si se te ocurre echar la colilla, provoques un clamoroso incendio en el centro de la ciudad, se inventaron los maceteros más pesados del mundo, colocados al paso de la ciudadanía, en el sitio exacto donde los invidentes se la juegan a diario. En Recogidas, además, colocaron los árboles tapando los semáforos, para si vas conduciendo, mates a placer sin haber visto la luz y su color. Las baldosas de las aceras, - cuyo material pulido ya viene desde la cantera -, se convierten en una pista de patinaje, presta a destrozar rabadillas, y gracias a los incívicos de las mangaletas, las macetas las han subido a la altura de las farolas, para que nadie robe más unas florecillas que en invernadero no valen más de un euro tres macetas, pero algunos ciudadanos son así de rumbosos con su propia ciudad. Tengo la extraña sensación, de que éste ayuntamiento ha diseñado la Gran Vía y Reyes Católicos, a favor de la LAC, olvidándose de los ciudadanos una vez más. Unos ciudadanos que con nuestros impuestos abusivos, pagamos ese tipo odioso y repulsivo de reformas urbanísticas, al mejor postor. Y que además, no protestamos cuando nuestras calles son un despreciable catálogo, del peor y más antiestético mobiliario urbano. Un saldo de fealdades, inutilidades y estorbos, que nuestros munícipes nos ponen al paso, para que tropecemos y nos asqueemos con total impunidad. Un saldo de lo que en otras ciudades nadie quiere, y que aquí nos encasquetan con nocturnidad y alevosía. Pero nosotros también tenemos nuestra responsabilidad. Porque una cosa es que saques la basura antes de hora, y otra que lo hagas cuando dice la ordenanza, pero dejes la bolsa fuera del contenedor. Yo los he visto. También veo campañas y campañas invitándonos a reciclar, diciéndonos el color del contenedor donde debemos echar las cosas, y de nada sirve, si el camión que debe vaciar los contenedores, no lo hace con la regularidad exigida, permitiendo que el lugar se convierta en un cúmulo de basuras varias, en cuyo suelo se acumulan cartones, envases, vidrios rotos, caldillo maloliente, ratas, cucarachas y otros bichos sin graduación. Que a éstas alturas del milenio, los futuros médicos, abogados, jueces, policías o investigadores, se cojan una cogorza todos los fines de semana, y se dediquen a mear por las calles sin ton ni son, deja ver a las claras, la decadencia de una sociedad ávida de valores, y no digamos de reglas de urbanidad. Que unas señoras de quinto de medicina, embadurnadas en harina y otros líquidos, digan a cámara con una sonrisa de oreja a oreja, que tienen que venir todos los años a las novatadas de San Lucas, porque eso forma parte de la historia de su Facultad, yo no sé ustedes, pero si en la mesa de operaciones la reconozco, y todavía no me ha hecho efecto la anestesia, del salto que pego, y en dos zancadas, me pongo en mitad de la calle, y que sea lo que dios quiera. Es muy duro pensar que ese adolescente borracho como una cuba, que está vomitando en esa esquina, es el juez que me sentará en el banquillo dentro de unos años. Es para volverse locos imaginar, que esa chica, que con total desparpajo y desenvoltura, se ha bajado las bragas entre dos coches y, orina con un desahogo que se refleja en su cara, es la inspectora de la agencia tributaria, que revisará mi declaración y me endosará una paralela con petición de cárcel. Pero es mucho peor, terrorífico diría yo, que esta caterva de desalmados/as, que ha hecho del botellón su vida y diversión, sean los políticos que el día de mañana, quieran sacarnos de nuestros apuros y resolvernos la vida. Si los adalides del calimocho y el garrafón, con peta de por medio... que rule, que rule, son nuestros próceres del futuro, más nos vale abrir la Constitución en canal y darles a vascos y catalanes los que insensatamente piden, pues al menos ellos morirán por un destino elegido voluntariamente. No como nosotros, que lo haremos de inanición, gracias a los recortes económicos, la desaparición de las pensiones y el enterramiento del estado del bienestar, gracias a los que ahora, cada fin de semana, protagonizan el botellón, el invento execrable de una sociedad, que da ya sus últimas bocanadas. ¡Que asco!

lunes, 2 de noviembre de 2015

DÍA INTERNACIONAL DEL ABEJORRO VIUDO

DÍA INTERNACIONAL DEL ABEJORRO VIUDO Tito Ortiz.- En algún sitio de éste planeta, hay una mente dislocada que se ha inventado eso de celebrar cada día el, Día de... De los pocos días que quedan por celebrar, ya que hay jornadas en las que celebramos el día de varias cosas, propongo celebrar el Día del Estropajo de Aluminio, algo socorrido de cuando no existían los potentes quita grasas, y que debería - junto con el de esparto de toda la vida – ser utilizado con mayor frecuencia por parte de algún sector de la población, que ha tomado como algo natural, no pasar por debajo de la ducha, al menos una vez al día. No sería desproporcionado, celebrar el Día Internacional de la Luz Natural, a sabiendas de que ya hay individuos, empeñados en iluminar de colores fashión, los monumentos más visitados de la tierra. Propongo celebrar en sartén agujereada al efecto, el Día de la Castaña Pilonga, porque las de Güéjar, se pelan mal según reza la tradición. Otro día a celebrar, sería el Día Mundial del Ciclista Cívico y Educado, muy a propósito de esos domingueros que ocupan toda la calzada en amena charla, en lugar de ir uno tras otro, y sobre todo, de esos otros delincuentes que campan a sus anchas por las aceras, sembrando el pánico entre los andantes. ¿Para cuando esa ordenanza municipal que ya ha puesto en marcha la capital donostierra?. Puestos a celebrar, el Día de las Paradas de Autobuses en los Accesos a las Rotondas, como muestra de la insensatez humana, envuelta en la oficialidad de un técnico urbano municipal, se me antoja estupenda de la muerte, porque a eso nos abocan dichas decisiones municipales. El Día del Gurripato Amarillo, lo ofrezco gratis como iniciativa a favor de aquellos que insisten en celebrar el día de algo, porque ellos son también merecedores de tal distinción. Pero puestos a argumentar con razonamientos lógicos, deberíamos celebrar con especial énfasis, el Día de la Gabardina Colombera, en honor y gloria del teniente Colombo, cuya prenda le salió de tan buena calidad, que no se despojó de ella ni en verano. Otro, puede ser el Día Mundial de la Piruleta con Calva, en recuerdo del teniente Koyak, y el del Rabo de La Sartén, ahora que los hacen intercambiables. Día Internacional de Las Medias Suelas a los Zapatos, es el que yo celebro desde 2005. Sin embargo, otros incluso de muy alta alcurnia, emparentados con la casa real o en ella, deberían celebrar con júbilo el, Día Internacional de la Sinvergonzonería y la Mangaleta de Guante Blanco, en cuyos actos oficiales, se debería incluir una solemne procesión en la que sea portado en olor de santidad el señor Bárcenas, como ya lo hizo el preclaro médico y desternillante showman, José Miguel Monzón. Todavía no se han inventado los genios de esto del día internacional de..., el Día del Partido que Pacta, después de haber pedido el voto para asuntos concretos y diferentes de los otros, haciéndolo contra todo pronóstico y, - en contra de sus electores -, con quienes no deberían, ni ética ni moralmente. Espero celebrar alguna vez, el Día del Elector Desencantado, ese que por convicciones democráticas va a votar, pero que ya no puede reprimir las náuseas al echar la papeleta, por temor a lo que después harán con su voto, gracias a una clase política, que en tan solo tres décadas – salvo honrosas excepciones – una vez elegidos hacen de su capa un sayo, roban lo que pueden, y si te he visto no me acuerdo. Ya te pedirán el voto para las próximas. Y nosotros somos tan lerdos, que vamos y los volvemos a votar. Hay millones de criaturas en éste país, que deberían celebrar el, Día del Paria que no llega a fin de mes, o el Día internacional del Abuelo que con su Pensión, mantiene a hijos y nietos. No es cuestión baladí, celebrar como se merece el, Día del Ignorante que, Todavía no Sabe que Hemos salido de la Crisis, sobre todo cuando lo dicen los que nunca la han padecido. Puestos a celebrar días internacionales y mundiales, ¿porque no?, el dedicado al Abejorro Viudo, ese que dio el nombre al bofetón que te arrean por la espalda y, tu con cara de primo debes averiguar al volverte, quién de tus “amigos” ha sido. Espléndido se me antoja celebrar el, Día de la Generación que Vivirá mucho Peor que sus Padres, dedicado a nuestros hijos, cuyo futuro es fácil deducir, será más negro que los calzoncillos de un carbonero. Creo que va siendo hora de celebrar, el Día del Desheredado, que duerme en parques, cajeros y portales, y para colmo, soporta guasa y agresiones de criminales impunes. Y el Día Mundial del Niño de tres años ahogado en una playa, en busca de un mundo mejor, sin guerras, pero con un Dios que miraba hacia otro lado en ese momento. Para Cuando la Unión Europea decida el cupo que nos toca, ya no existirán. Eso es lo que están esperando las señorías a los que pagamos sueldos desorbitados y viajes en primera. Para cuando? el día de... O Paramos, o esto explota. De seguir así, lo único que merecerá la pena celebrar será el, Día D hora H. Pero no se desanimen, en vista de que ya no hay días en el año para celebrar tanta cosa, los ingeniosos del asunto ya están celebrando... la Noche de... Mejor, eso nos ayudará a verlo todo más negro.

lunes, 26 de octubre de 2015

LA FUNDACIÓN CUMPLE CIEN AÑOS

LA FUNDACIÓN CUMPLE CIEN AÑOS Tito Ortiz.- En Granada, con decir... La Fundación... ya no se necesitan añadir los apellidos, todo el mundo sabe que nos referimos a La Fundación Rodríguez-Acosta. Ese edificio blanco, que se alza en la frontera de la Alhambra, con la judería, junto a Torres Bermejas, en el Callejón Niños del Rollo, con balconada de privilegio a todo el paisaje de la ciudad. La Fundación cumple cien años, un siglo de vida mirando hacia el Campo del Príncipe, como centro de las artes y las ciencias. Hace un siglo que su fundador, José María Rodríguez Acosta, (Granada, 1878-1941) nacido en el seno de una familia dedicada a los negocios bancarios, gozó toda su vida de una desahogada posición económica, que le permitió dedicarse a la pintura con autonomía, produciendo en los primeros años del siglo XX unas obras que, a caballo entre el modernismo y el simbolismo, obtuvieron importantes premios en exposiciones nacionales e internacionales. Pero a partir de 1915, casi hace un parón en su arte, para dedicarse a darle forma a un sueño: Su Fundación. PABLO DE LOYZAGA La personalidad estética de la Fundación, es de mí tío, José María, asegura, Miguel Rodríguez-Acosta, presidente del patronato de la fundación, heredero del espíritu del fundador. Angel Casas, Modesto Cendolla y Anasagasti entre otros arquitectos, trabajan desde 1916 a 1930, en su construcción. Son catorce años los que dura, y el artista dedica gran atención a los jardines. Durante la obra encuentra en los cimientos cuevas árabes, que él recupera y deja ahí. El Escultor, Pablo de Loyzaga, es su mano amiga, identificado en todo con el pintor, transmite durante sus ausencias las órdenes a los obreros, pero a la vez, va dejando importantes aportaciones sobre el nuevo edificio, ya sean originales, o copias de otras autorías. La Fundación es, Monumento Histórico Nacional desde 1982, y más tarde, Bien de Interés Cultural. Ortega y Gasset, Manuel de Falla, o Fernando de Los Ríos, formaron parte del primer Patronato. Yo llegué a la fundación de la mano de mí tío con cinco años. –recuerda el pintor y presidente de la fundación Miguel Rodríguez- Acosta, sobrino del fundador. Él vivía en mi casa porque estaba soltero. Así que yo nací en una casa con un padre, una madre, y un tío. Me trajo para que yo pintara un cuadro al óleo, y es el culpable de que yo sea pintor. Hasta entonces yo sólo había hecho dibujos y le había pedido consejo a él. El cuadro lo conservo aún; Es una casita, con su puerta, dos ventanas, un caminito y unas nubes, pero al óleo. MUERTE DEL FUNDADOR En el año 1941, teniendo yo 14 años, -continúa Miguel- me llevó a Cestona en Septiembre, donde él tomaba las aguas durante 21 días. Se iba con el coche, un mecánico y me llevó a conocer a Ignacio Zuloaga a San Sebastián. Entonces muere y deja unos estatutos para la Fundación en el que el patronato debe ser presidido por mí tío Manuel, y debe dedicarse a las letras, las artes y las ciencias. La Fundación solo subsiste con muy pocos fondos para mantener el edificio. Y al morir mí tío Manolo, le sucedo yo, con 22 años y comienzo a hacer cosas allá por los años cincuenta. Fui proponiendo unas becas para historia del arte, y pintura para los jóvenes que se fueran a Italia o Francia. Luego hicimos los concursos exposiciones, con temáticas sobre, paisaje, retrato, naturalezas muertas... que tuvieron una gran acogida por parte de la Escuela de AA y OO. LEGADOS José Manuel Rodríguez-Acosta Carlström (Granada, 1935-2009) y Miguel Rodríguez-Acosta Carlström, -nuestro interlocutor-, sobrinos carnales del fundador, han hecho diversas donaciones a la Fundación a lo largo de las décadas de 1980, 1990 y 2000. Entre ellas destacan las relativas al archivo de la Banca Rodríguez-Acosta, el epistolario de Ramón Pérez Ayala con Miguel Rodríguez-Acosta, y numerosa documentación sobre el fundador e importantes pinturas del mismo. El pintor Manuel Maldonado Rodríguez (Granada, 1915-1984), considerado un pilar fundamental en la pintura granadina del siglo XX, estuvo muy vinculado a la Fundación Rodríguez-Acosta, especialmente a su taller de Grabado que funcionó en la década de 1970. Tras la muerte del pintor, en los primeros años de la década de los 90, su viuda, Carmen Ruiz Jiménez, donó a la Fundación un importante lote de obras realizadas por el artista. José Martínez Rioboo (1888-1947), ingeniero de profesión, aficionado a la pintura y mucho más a la fotografía, participó activamente en el resurgir cultural de Granada en las primeras décadas del siglo XX. Componen su donación más de 3000 piezas, de las cuales unas de 2500, son fotografías sobre vidrio y más de 400 sobre papel. Pero el legado, más trabajado e importante, el Gómez Moreno, tiene tras de sí una historia, que preferimos la cuente el presidente de la fundación: Un día me llamó Joaquina Eguaras, a la muerte de don Manuel Gómez Moreno. Las tres hermanas del finado, vinieron a ver al alcalde y al presidente de la diputación para donar a Granada todo el legado, pero éstos no mostraron ningún interés. Yo me fui a Madrid a ver a las hermanas y les dije: como granadino me avergüenzo, pero ofrezco la fundación. Yo tenía un solar comprado por mí, anexo a la fundación. A los tres meses se firmó la escritura de la donación y yo no tenía dinero para construir el edificio, pero La Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, gracias a su vicepresidente, el abogado del estado, Miguel Olmedo Moreno, costeó a sus expensas la obra del edificio, y lo donó a la fundación, siendo José María García de Paredes, el arquitecto responsable. MEDALLAS DE LA FUNDACIÓN Hasta la aparición del Banco de Granada, cuyos conciertos y exposiciones, pusieron a Granada en el mapa internacional, La Fundación Rodríguez-Acosta, fue el eje sobre el que giró la actividad cultural de la ciudad de la Alhambra, y a ella se ligaron nombres como, El Instituto de Astrofísica de Andalucía, que éste año ha sido merecedor de la medalla de la Fundación, un galardón de gran prestigio y valorado, tanto en el mundo de las artes y las ciencias. En 1967 se instituyó la Medalla de Honor para premiar a personalidades o entidades que hubiesen contribuido, en cualquier campo o actividad cultural, a lograr para Granada, realizaciones de orden creativo que respondan a los fines que fueron señalados en sus estatutos, así como a la mejora de los valores artísticos, paisajísticos y monumentales de la ciudad. Año tras año, la Fundación ha distinguido a personalidades e instituciones que forman una lista encabezada por S.M. la Reina de España y en la que se hallan presentes Andrés Segovia, Federico Mayor Zaragoza, Francisco Ayala, Enrique Morente, Antonio Domínguez Ortiz, Emilio García Gómez, Manuel de Falla, Enrique Morente, su hija Estrella, El Festival Internacional de Música y Danza, o Miguel Ríos, entre otras instituciones y personas. El futuro de la fundación se basa en un convenio con la Junta de Andalucía firmado en 2012, que tiene en el horizonte un asunto pendiente: Transformar la fundación de privada, a Pública. Mientras, se trabaja de la mano con el Patronato de La Alhambra. Mi ilusión – dice Miguel Rodríguez Acosta- es que la fundación esté abierta a científicos, artistas, estudiosos, y se lleven a cabo proyectos especiales, para lograr que sobreviva. La fundación se puede visitar por el público que lo desee.

martes, 20 de octubre de 2015

HABLANDO DE GRANADA

HABLANDO DE GRANADA Tito Ortiz.- Cuando dos granadinos de esos que lo son hasta los tuétanos, más que la calle La Colcha, se sientan o pasean hablando de Granada, - a parte de que nadie que sea de fuera los entiende, porque manejan las claves de Ilíberis - se entabla una complicidad, que deja ver a las claras, el conocimiento que ambos poseen sobre la ciudad de sus entretelas, las ganas de cambiarla, pero sobre todo, el deseo de conservarla. Esto es lo que suele ocurrir cuando me encuentro con mi amigo, el profesor titular de la Universidad de Granada, Francisco Sánchez-Montes González. Como dos “greñúos” de pro, solemos charlar de nuestro barrio, y parte muy importante de el, es La Alhambra. El recinto nazarí lo hemos desmenuzado en innumerables ocasiones, y hemos caído incluso en detalles, que sólo quién ha nacido bajo sus muros, y ha visto regir su vida por los toques de la campana de La Vela, paladea en todo su sabor, el sonido solemne de su badajo, y consiguiente ordenanza de obligado cumplimiento. Otros tiempos hubo en que la comunicación con los ciudadanos, se hizo a través de ella, de tal guisa, que la vida cotidiana de la población no se entendía sin el concurso de su sonido omnipresente. El profesor Sánchez-Montes, habla con pasión de aquella primera campana, que en la Granada recristianizada de finales del siglo XV, sustituyó la voz del almuédano. De cómo los reyes católicos, nada más conquistar la ciudad, al tiempo que desplegaron sus estandartes en la Torre de La Vela, lo primero que hicieron fue colocar una campana, y a partir de entonces, los toques de queda, ánimas, modorra, arrebato o riego, dirigieron el existir de una población obediente al sonido del bronce, desde lo más alto de la Colina Roja, que también estaba atenta, al color de las banderas y pendones ondeantes, el fuego de las salvas de ordenanza, las luminarias, bengalas nocturnas y voces. Sostiene mi amigo Francisco, que La Torre de La Vela en unión posterior con la Catedral, avisaban a los granadinos de los grandes hechos: La Catedral tocaba cada media hora durante un día, por la muerte de un monarca, mientras que la campana de La Vela lo hacía durante nueve días, acompañándose de disparos de artillería desde La Alhambra. Toques históricos fueron por ejemplo, los que se dieron con motivo de la Batalla de Lepanto, o los de arrebato en tiempos de moriscos, para que los cristianos, sobre todo de La Vega, buscaran urgente refugio en el interior de la medina. En 1640, Francisco Sánchez-Montes dice que, la campana repica para armar a las milicias puesto que un correo de Motril, advierte que en el horizonte de la mar, se han avistado algunas velas y no se saben si son enemigas. Antes, en el siglo XVI, la campana se yergue como instrumento imprescindible, que casi ha llegado a nuestros días, para ordenar el riego de La Vega. Los agricultores regulan con su sonido, los jates y cambios en los portillones de riego, no sólo de la capital y su Vega, sino, de los históricos pueblos de Cájar, La Zubia, Ogíjares, Armilla, Las Gabias, Santa Fe, y otros del cinturón fértil de la Granada conquistada, llegando su sonido incluso, desde La Alhambra hasta Alfacar. Existe un conjuro para ahuyentar los nublados, puesto que la superstición mantiene, que las nubes tormentosas están repletas de diablos, por lo que sí se hace tañer la campana, cuyos ecos están completos de ángeles, se espanta la maldad de las lluvias bravas o el pedrisco. Pero la campana, pese a su apariencia de robustez, también ha sufrido roturas históricas. Francisco Sánchez-Montes me cuenta que desde 1569 hasta 1773, por ejemplo, la campana conoció cinco maestros fundidores: Juan Vélez, Juan de Zoroya, Ramón Fontán, González de Sota y José Lorenzo Corona. En 1569, en plena rebelión de los moriscos, Juan Vélez, por orden de Luís Hurtado de Mendoza, funde por primera vez la campana aumentando su peso de 21 a 23 arrobas. Destaca también en su historial de vida ajetreada, la rotura que sufrió en 1624, en la que los campaneros de la Catedral se pronunciaron sobre el tamaño de su lengua, y se investigó el posible mal trato del instrumento, por parte de los soldados de La Alhambra, y en 1740, se ordenó armonizar sus toques con las fortalezas de la costa. Es tal la importancia de ésta campana, que a mediados del siglo XIX es insertada en el escudo de la ciudad por orden de la reina Isabel II, y no fue poco el desasosiego que causó a los labradores, cuando en 1881, la caída de un rayo sobre el instrumento, los dejó huérfanos del tañido que regía sus vidas y destinos. El profesor, Sánchez-Montes y yo, sólo en noches de Luna clara, acompañados de la muy acreditada rondalla, “Los Eternos Granatensis”, desde la azotea de La Real Chancillería, justo al toque de ánimas, solemos entonar con absoluta solvencia aquello famoso de... Quiero vivir en Granada, solamente por oír...

lunes, 12 de octubre de 2015

AQUELLA DÉCADA DE LOS SETENTA

AQUELLA DÉCADA DE LOS SETENTA Tito Ortiz.- Vivía todavía aquel general bajito de El Ferrol, cuando Paco Guerrero apareció una vez más por Granada. Traía el linarense criado en la tierra de la malafollá, un magnetófono portátil de carrete abierto, última generación de los adquiridos por Radio Nacional de España, en cuya central de los madriles, él dirigía y presentaba un espacio en Radio Dos Clásica. Aquel era uno de los primeros artefactos que grababan en estéreo, con una calidad extraordinaria, que surgía gracias a unos micrófonos, Sennheiser, que nos dejaban alucinados por su calidad. Cuando los primeros rayos de sol ya atravesaban las vidrieras de la Catedral de Granada, José Antonio Lacárcel, Orfer, y yo, ayudábamos a Guerrero a colocar estratégicamente los micrófonos, en el órgano catedralicio de la Epístola, dirigidos hacia el del Evangelio. Se trataba de grabar en toda su intensidad, un concierto sólo para nosotros cuatro, del gran Juan Alfonso García, que aparte composiciones suyas, incluía joyas como la Tocata y Fuga de Juan Sebastián Bach, y algún que otro canon popularísimo, como el de Pachelbel. Mientras nosotros asistíamos embelesados a la grabación íntima de un gran concierto, el pintor Iván Piñerúa, tiraba de pincel, inmortalizando los tubos de esos dos órganos que entiban la crujía de la seo. Varias mañanas empleó Guerrero en tan vital empresa, dado que las grabaciones había que hacerlas a puerta cerrada, sorteando los actos religiosos de obligado cumplimiento en el templo. Recuerdo con especial satisfacción el cambio de los instrumentos de grabación de un órgano a otro, ya que Juan Alfonso, tuvo la deferencia de interpretar en los dos, dejando así para la posteridad en el archivo de Radio Clásica, un concierto irrepetible, en dos instrumentos que también lo son: Los órganos de la Catedral de Granada. Los comentarios entre Guerrero, reputado compositor de éxito ya por entonces, y de su maestro, en aquellos momentos al teclado, Juan Alfonso García, forman parte de mi enciclopedia mental de recuerdos, en la que he ido grabando indeleblemente, lo que de verdad merece la pena recordar de dos genios de la música. El Guerrero de “Anemos-A”, coqueteaba con el premio Arpa de Oro, conseguido sin paliativos ante un jurado férreo que no se lo puso nada fácil. Muchos años antes, había tenido lugar mí primer contacto con García, Juan Alfonso, la voz que me estremecía tras el camarín de la Inmaculada Concepción, mientras su maestro don Valentín Ruiz Aznar, interpretaba en el armonio del monasterio de las monjas franciscanas. Yo, revestido de paje de la Inmaculada, despertaba al mundo de la música culta, de la mano de dos músicos que han marcado mi vida y mis creencias musicales. Lacárcel y Orfer, se encargaron de que no abandonara nunca, la senda correcta. Sería muy injusto, que quienes conocimos a Juan Alfonso García y su obra, permitiéramos que pasara a la historia sólo, como el organista de la catedral. Que también, pero espero que generaciones venideras de estudiosos, sepan aflorar la dimensión extraordinaria de un compositor ortodoxo, que supo ser contemporáneo en su lenguaje musical, sin tener que recurrir a martirizar a los oyentes, ni a tomarles el pelo, que haberlos haylos, pues no he conocido un mundo en el que proliferen más, los canta mañanas, que en el colectivo de los mal llamados, compositores contemporáneos. Bueno, en pintura está Miró, pero de esa chanza escribiremos otro día. A lo que iba. La obra musical de Juan Alfonso García, es absolutamente imprescindible para conocer y comprender, la composición musical española del siglo XX, y a poco que escarbemos, le veremos discípulos amados y hasta imitadores, pero es que el legado musical de Juan Alfonso, es muy propicio a éstas circunstancias. De absolutamente impecable se puede tildar, el tratamiento que el de Los Santos de Maimona, da a las voces, por ejemplo. Con su muerte, no solo la Catedral de Granada, queda huérfana de aquellas manos y pies, que hicieron sonar como nadie los nada fáciles órganos catedralicios, sino que la literatura de Antonio Enrique, prescinde sin quererlo, de una influencia musical audible y palpable en su, “Armónica Montaña”, en la que maese Juan Alfonso, aporta la matemática musical a una novela cuyo decenio de gestación, dio al mundo, la versión exacta de una arquitectura descrita por el genio Antonio Enrique, con la banda sonora celestial de Juan Alfonso García, cuya muerte guarde Dios muchos años, pues su música seguirá viva eternamente. Mientras, Soto de Rojas, deambulando por la albaycinera casa de, Los Mascarones, ya ha tenido la oportunidad de felicitar al músico, por ponerle música a su letra. Con tu adiós, la música religiosa de nuestros días, ha cerrado definitivamente el facistol de nuestras vidas. Tu Paraíso Cerrado, ya se ha abierto pata ti. Cualquier día de éstos, nos encontramos en la calle, Oficios... amigo.

martes, 29 de septiembre de 2015

TIEMPO DE MECEDORES

TIEMPO DE MECEDORES Tito Ortiz.- Desde ahora y hasta que entre el Invierno, en Granada siempre fue tiempo de mecedores. Desde San Miguel y hasta que agonice el Otoño, junto con las majoletas, almecinas, azofaifas, acerolas y demás frutos “ de la Virgen”, tortas de cabello de ángel, granadas, avellanas y nueces, los granadinos hemos disfrutado de una cuerda echada a un árbol, como tiempo de divertimento, viéndole las piernas a las mocitas casaderas durante el balanceo, junto a la bota de vino y una fiambrera, con su correspondiente tortilla de patatas, sus pimientos fritos, y una hogaza de pan. Es tiempo de, a modo de cerbatana, utilizar un trozo de caña hueca, y escupir por su interior y con fuerza, los huesos de las almencinas, para dejar mal heridos cogotes del enemigo, o pabellones auriculares de los incautos. Es ahora cuando la Granada capitalina, huye atravesando el Albayzín, pasa por el arco de Fajalauza, y se encamina al cerro de San Miguel. La acampada hasta el atardecer, deja en el aire viejos cantares de columpio, cuya tradición castellana, se entremezcla con la flamenca, en aire por bamberas y otros estilos aflamencados, que mejor que yo explicaría, Miguel Burgos Única, “El Cele”. El novio, dobla su chaqueta a modo de almohada, y la pone de asiento, en la parte curva de la cuerda que pende del árbol, para que su novia no sufra rasguño alguno en sus posaderas, mientras la empuja suavemente por la espalda y el sutil balanceo es acompañado por letrillas al uso y costumbre, interpretadas con más voluntad que acierto: La bamba está bien sujeta con una soga en ca lao meciéndote se te aprietan mis manos a tu costao Larga ha sido la caminata desde la baja Granada, por eso buscan todos la Fuente de “La Bolilla”, o del chorrillo, en la cuneta derecha de la carretera de Murcia, antes de llegar al monte del sombrero, llamado así por los parroquianos, dada su forma de esa prenda de tocado de los prelados. Pero antes, nada más cruzar desde Haza Grande a la nacional, hemos pasado por la muy acreditada, “Venta del Loro”, donde al caer la noche y hasta el amanecer, se puede escuchar el mejor cante flamenco de la tierra, abrigado por los brazos ebúrneos, de una dama de la noche, al aroma de un cigarrillo rubio de contrabando. La fuente de “La Bolilla” es famosa por las virtudes de su agua cantarina, por eso los vecinos hacen cola disciplinadamente, para llenar por turno su damajuana, y tener agua saludable en sus casas. Otros más avispados, aguardan también para lavar sus coches, enfilados en la cuneta. Estamos a mitad de camino entre Haza Grande y El Fargue, y junto a ésta fuente, se escuchan las conversaciones más sustanciosas, los rumores más actuales, y la incógnita con la que terminó ayer en la radio, el capítulo de “Ama Rosa”, una tragedia en las ondas que tiene en vilo a la vecindad, en la hora perversa de la sobremesa. No son pocos, los granadinos que han optado por escoger otro paisaje no menos atractivo para llevar a cabo éste día de campo y cante. El cerro del Aceituno, cuenta con bastantes adeptos, que orientan sus pasos a la fuente del mismo nombre, y aunque ahora es coronado por la ermita del arcángel San Miguel, no hay que olvidar que antes la zona fue mezquita y atalaya vigilante. Años más tarde, los amables franceses, tan atentos siempre con Granada, dejaron el sitio como un solar, pero con el tiempo fue reconstruido, y es digo de admirar como en éstos días del otoño cincuentil, el cerro es salpicado por mecedores multicolores, rodeados de familias que descansan sobre una manta, oyendo el cante de sus mayores, mientras los hombres se juegan una ronda a las cartas. Desde el Sacromonte a San Miguel, hay un paseo a la vera de la muralla, que en corta peregrinación se realiza, al son de viejas coplillas, regadas con vino costa de la bota, y agua cristalina de la cantimplora. La abuela salva los obstáculos en la sillita de la reina, que entrelazan sus hijos y nietos. Los niños son portados a cucurumbillo, los novios del brazo, los matrimonios a prudente distancia, todos disfrutan de una jornada de campo y cante en la ciudad de la Alhambra, esa que tienen frente a sí, desde el balcón privilegiado de éstos cerros que rodean la ciudad, que a tan sólo unos minutos andando, permite cambiar el bullicio capitalino, por la paz y la tranquilidad del campo, sin perder el cordón umbilical con Granada. Desde la Fuente de La Bolilla, proseguimos a San Gabriel, y de ahí al Fargue es un paseo. Con un poco de suerte, lo mismo cogemos ensayando al maestro Alonso, con la banda de obreros polvoristas, lleva desde los dieciséis años dirigiéndolos, y es un primor. Mientras suenan de fondo, el crujir de las cuerdas de los “merseores granaínos”, y la voz afillá de algún novio cantando a su amada: La niña qestá en la bamba...

lunes, 28 de septiembre de 2015

EL CAPITÁN TAN Y LOCOMOTORO

EL CAPITÁN TAN, Y LOCOMOTORO Tito Ortiz.- Por fin, el comedor de ancas de rana no está en las listas al Senado. El cejijunto Macario del aeropuerto, que acostumbra a amenazar y cesar a los periodistas por teléfono, no repite a la cámara baja. Por una vez, y sin que sirva de precedente, los socialistas granadinos, han decidido prescindir de la vieja guardia pretoriana de tic neofascistas, para hacer unas listas a las cámaras, en las que destacan la gente que trabaja en serio por el socialismo granadino, y la que se lo merece por méritos, emparedando a los que ya es hora de ir promocionando, porque lo que está claro, es que cuando se escucha a las bases, por mucho que la dirección provincial quiera “reconducir” los dictados de la militancia, las listas salen más espercojás, y eso en los socialistas granadinos, hace años que se esperaba. Mientras el lerdo ilustrado, otrora máximo responsable de la prepotencia y el autoritarismo en el soe granatensis, se entretiene en la costa a ver los barcos venir, creyéndose – como buen energúmeno engullido por su propia soberbia – “memocapitán” de la mar océana, salvador de la patria, y por supuesto, director en la sombra de mucho de lo que ocurre en La Torre de La Polvora. Pero mientras sea él solo el que se lo cree, el asunto está en vías de solución. Como buen fontanero de las cloacas que fue en su día, el de la pequeña, o paquito fotos, como se le llama en el ambiente, no parará hasta devolverle el zarpazo a la cañonera, y no será extraño que en esa vil acción, se haga acompañar por su Pit Bull, el ya ex senador, devorador de anfibios anuros, todo, entre colegas que tienen mucho que callar, antes de volver a su trabajo, que por cierto es desconocido, ya que el cuenta barcos, siempre comió de lo que llevaba el sello del socialismo y su amiguito, casi también. Lo socialistas granadinos, endogámicos desde la noche de los tiempos, hace tiempo que perdieron la calle, al tratarse sólo entre sí, y no abrirse a las nuevas ideas y las nuevas corrientes. El hecho de tratarse sólo entre ellos mismos, ha hecho del socialismo granadino, una especie de secta que percibe la realidad como algo distante, pues solo ellos y entre sí, tienen la verdad de la vida. Eso, unido a que la confección de las distintas listas electorales, siempre ha estado enmascarada eufemísticamente, en aires de libertad y democracia internas, aunque la realidad ha sido muy distinta durante años en que, el continuismo y el clientelismo y los panes “emprestaos” en otros apoyos, han tenido su recompensa no sólo en ir o no ir en una lista, sino en que puesto, que es lo más importante. La disciplina de partido aplicada hasta sus últimas consecuencias, ha convertido a la militancia en resignados de lengua mordida, por temor a no salir en la foto, con un silencio pactado de, si no te muestras disconforme, es posible que en el próximo reparto de prebendas te veas beneficiado/a, incluso quién sabe si recompensado/a por tu silencio cómplice, que ha hecho de la confección de las listas y los cargos de confianza, un caramelito para los afectos al líder, que escupiendo sobre el legado, los principios y la memoria de Pablo Iglesias, lleva a rajatabla aquello famoso de; El que no está conmigo, está contra mí. Que eso ocurra en un partido de derechas, no está bien, pero a fin de cuentas, ¿qué tradición democrática tienen las derechas en España, que no sea el prietas las filas, obedecer ciegamente, y comulgar con ruedas de molino?. Pero que eso ocurra en un partido con vocación permanente de ser la izquierda española, y con capacidad demostrada de llevar éste país a buen puerto, deja a las claras, que el mallazo tiene los agujeros muy grandes, y en el seno de los socialistas granadinos, se nos han colado una panojilla de individuos, - no más- que jamás deberían haber entrado a formar parte del sacrosanto cabildo de las izquierdas hispanas. Son la deshonra del socialismo español, y los tenemos aquí. Gentuza sin oficio ni beneficio, asidos a la poltrona para seguir medrando, en ese nauseabundo letargo, del que vela las armas, para a traición y de madrugada, asaltar el poder, teniendo como credenciales, las investigaciones internas e íntimas de cada cual, con las que se asegura el silencio de los disidentes. Alérgicos a la llamada regeneración política, son los reyes del trueque y las dádivas, del cambalache y la traición, son como el argumento de un tango arrabalero, incrustado en la inocencia, son la escoria que contamina un partido de historia intachable, con grandes y desinteresadas individualidades con auténtica vocación de servicio al ciudadano, son los parásitos que viene a servirse de la política, a perpetuarse en ella, porque fuera de ella nada son y a nadie importan. Son tumores que hay que extirpar cuanto antes, sino queremos que el cáncer avance y termine con el paciente. La política es un arte, el partido socialista, su mejor exponente, y éstos dos cabestros no están a la altura.

lunes, 14 de septiembre de 2015

ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO

ESTAMOS VIVOS DE MILAGRO Tito Ortiz.- Los niños de los años cincuenta, somos unos desclasados, que vivimos de chiripa. Ni siquiera tenemos el orgullo de ser niños de la guerra, que fardaban de sufrimiento y desgracia con toda la razón del mundo, porque vivieron en primera persona, como éste país se abrió en dos, como un volcán diabólico, permitiendo que la matanza entre hermanos fuera moneda de curso legal. Ni tan siquiera somos niños de la postguerra, con derecho a pasar hambre, con padres depurados o huidos al monte. Los de la década de los cincuenta, estamos socialmente en tierra de nadie, hasta el punto de que nunca se habla de la generación del cincuenta, a pesar de que fuimos discriminados hasta en el colegio, separados por sexos, obligados a hacer la primera comunión, a ser confirmados, a estudiar en El Catón y la Enciclopedia Álvarez, en colegio nacional, con crucifijo escoltado por fotos de Franco y José Antonio, sobre la cabeza del maestro. Los niños de los cincuenta vivimos, porque en el mundo tiene que haber de todo. ¿Cómo es posible sobrevivir a un ataque de hipo, si por todo remedio, te pegan en la frente una bolita de lana con saliva, cuyas hilas han sido extraídas a pellizcos, del propio jersey que llevas puesto?. Soy un niño, al que le curaron el estreñimiento, metiéndole por el culito, el rabito de una hoja de higuera, o una cerilla de aquellas del vástago marrón encerado. Cuya madre, utilizó por esponja un estropajo de esparto, y por gel cremoso e hidratante, una pastilla de jabón Lagarto, que una vez restregado por el bloque de sosa y aceite, era friccionado por mi escuálido cuerpo, dejándome escamondado, exfoliado y desparasitado para toda la semana. Las heridas se me curaban con polvos de Azol, que nada más entrar en contacto con la piel, se convertían en una piedra que a modo de costra, taponaban y emponzoñaban, más que curaban. Para el dolor de oídos, pañuelos calentados con la plancha de carbón. Para el resfriado, una untura en el pecho y la espalda con Aguarrás, y un papel de estraza en el tórax, con las cenizas calientes del brasero de picón. Sólo años después, pude acceder a los parches Sor Virginia. Para el dolor de muelas un chorreoncito de coñac en la boca, volcada hacía el lado del diente en cuestión y, luego escupir el contenido para no coger una cogorza infantil. Los piojos y las liendres me los quitaron con un mejunje casero que hacía mi madre, echando en un bote de cristal medio litro de alcohol, un buen puñado de los huesos negros de la chirimoya, y cuando aquello tenía el color amarronado, con un algodón me lo restregaba por el cuero cabelludo, y a continuación una larga sesión de pasar y pasar de liandrera, para acabar con los bichitos muertos. Es un milagro para el que la ciencia aún no ha encontrado explicación, que los niños de los años cincuenta, todavía podamos contarlo. Crecimos por la caridad de los yanquis, a base de queso americano y leche en polvo. Cuando las costillas se me contaban a simple vista, y las cuencas de los ojos se hacían grandes y negras, hasta hundirlos, mi madre me arreaba en ayunas, una cucharada sopera de aceite de hígado de bacalao, para que el estómago se me retorciera como una toalla vieja, y las papilas gustativas me fueran castradas de por vida. Debo añadir a infancia tan infausta, que también fui zaherido, con friegas de alcohol en los pies para soportar los zapatos pequeños, que había que aprovechar hasta el sorteo de la mili. Que sangré durante años, gracias a las rozaduras de, unas indomables sandalias de Segarra. Que sobreviví - no sé como - a la misa en latín de espaldas a los fieles, a toda una noche en ayunas para poder comulgar al día siguiente, y a las preguntas insidiosas de curas pederastas en los confesionarios. Las inyecciones de Penicilina, muy moderna entonces, me hicieron unos vejigones en los cachetes, que dolían más que la propia acción del líquido lechoso rompiendo el músculo, y que tardaba más de una semana en desaparecer, hasta el punto de tener que sentarte en una postura oblicua, a modo de retorcida esfinge descangallada. Nos vacunaban rajándonos con una cuchilla los brazos y los muslos, dejándonos unas hermosas cicatrices de por vida, que aún lucimos como reses marcadas. Cuando te quemabas por tomar el sol en el río, tu abuela reunía en una perola un buen chorreón de aceite de oliva, otro no menos generoso de vinagre, y con aquel calducho ensaladero, mojaba un trozo de hielo, de la fábrica La Siberia, en el Escudo del Carmen, y te restregaba por toda la espalda, calmándote el dolor al instante, y dejándote un olor a gazpacho permanente. Eso que ahora llamamos After-Sun, es un invento que a nosotros nos ha llegado sesenta años más tarde, pero da igual, nosotros, los del cincuenta lo aguantamos todo. Si hemos sobrevivido a una dictadura, y estamos asistiendo a una regresión progresiva de la democracia, ¿qué no aguantaremos nosotros?. Apurar cielos pretendo, ya que me tratáis así, que delito cometí, contra vosotros naciendo. ¿O no?.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

DEL SÁNSCRITO AL ARAMEO

DEL SÁNSCRITO AL ARAMEO Tito Ortiz.- En el principio era el verbo, y el verbo estaba a oscuras, porque nadie había dicho todavía aquello famoso de... ¡Hágase la Luz!. En esto que llegó Endesa y, luz lo que se dice luz, tuvimos la justa, pero a qué precio, dios. Para esto, la suprema naturaleza no hizo un Big Bang. De saberlo, lo suyo hubiera sido crear una Big Band, y así al menos, nos hubiéramos puesto hasta las cejas de buena música, pero de ésta forma es que, no levantamos cabeza. Lo de la luz en éste país viene de lejos, y eso que, dejando caer el agua de un río o una acequia, sobre unas poleas, tenemos ya luz para parar un tren, pero ni por esas. Al contrario. Los trenes, sobre todo en Barcelona, cuando menos te lo esperas, se paran porque se quedan sin luz. Más que Adif, la empresa nacional se debería llamar, Santa Lucía. En cuanto a la luz, la luz estoy seguro que es una cuestión de Fe. La luz sólo se puede valorar en función de la oscuridad. Mucha luz, a las doce del medio día en el desierto del Sahara, carece de interés. Pero la escuálida luz de una cerilla, la noche de los difuntos, en el interior del panteón mortuorio de Bram Stoker, se te antoja el paraíso terrenal con pulsera de todo incluído. Lo que yo te digo, que si no fuera por la luz, lo íbamos a ver todo negro, más negro que el piojo de un carbonero. Hay incluso algunos, que dicen haber visto la luz, y no es que hayan encendido la lámpara de la mesita de noche, sino que, por lo visto explican así, que han recuperado la Fe, llegando incluso a afirmar que han visto a Dios, que eso ya tiene perejiles. Porque ver la luz, lo que se dice la luz, puede ser incluso, un hecho objetivo, pero como le digo yo a mí compadre, así, entre trago y trago, que he visto a dios, sin que eso le produzca un paro cardiorespiratorio, y una estancia gratis en la UCI. No es asunto, éste de la luz, que admita bromas. Cuando tu le dices a alguien que has visto la luz, como no te refieras a la factura de Endesa, la gente te mira raro, te pone en cuarentena, te retira el saludo, y hasta los perros que antes te ignoraban a su paso, ahora te ladran con inusitado entusiasmo. Ojo con asegurar que has visto la luz, porque te estás jugando tu credibilidad de ciudadano normal y soso, como corresponde a un auténtico malafollá que se precie de ello, debido a su granadinismo insobornable. Lo de la luz, no es asunto pueril que deba tratarse a la ligera. Gracias a la luz vivimos. Sin luz sería de noche siempre, y aún así, hay políticos que se empeñan en condenarnos a las tinieblas, gracias a los precios que pagamos por la luz. Si usted mira su factura, -conteniendo el vómito- observará con pavor, que ésta caterva de insensatos que nos desgobiernan, cuya lengua Alá confunda - se bajan los pantalones ante las eléctricas, y consienten que nos atraquen con total impunidad en cada factura, cuyos epígrafes sentenciosos, insultan nuestra inteligencia, y esquilman nuestros bolsillos. Tenemos los de hispania, la luz más cara de la comunidad europea, y alguien debería decirnos por qué, en lugar de meter a los amigotes y familiares, en los consejos de administración de las eléctricas, el gobierno se pone manos a la obra, y mete al recibo de la luz en un ente de razón y justicia. Deberíamos dejarnos de zarandajas, y no cambiar más la hora, ajustarnos al Sol y procurar el máximo aprovechamiento de su energía. Deberíamos ver menos horas la televisión y leer más, con lo cual, apagaríamos la caja lista, y encenderíamos una vela, que para leer va que chuta y, es mucho más barato. La vitrocerámica tira de contador como una exhalación, el horno, para que te cuento, el secador de pelo una locura, total, que si para guisar volvemos al carbón, y el cabello nos lo secamos con la toalla, o al Sol como cuando yo nací, fastidiaremos a los ejecutivos agresivos de las eléctricas, a los que pronto deberíamos perseguir de oficio en el turbio asunto de las subastas, que esa si que es buena. ¿Por qué se permite facturar con lectura real o estimada? Que chanchullo esconde esta delicada modalidad, que un mes te descoloca y, al siguiente te ahorca. El apartado de servicios y otros conceptos, se factura con descaro, sin que hasta el día de hoy, nadie me haya dicho a que corresponde. El gráfico de la evolución del consumo, no deja de ser un asunto orientativo, tan orientativo, que te desorienta con facilidad, si te empeñas en comprenderlo, y sobre todo, medirlo con precisión. Me sobran los sellos de AENOR, y la adhesión a los arbitrajes de consumo, algo que nunca me beneficia como “paganini”. El peaje, y el precio del peaje de acceso, es otra patraña de los todo poderosos, que arropados por el BOE, nos hincan la puya a sangre y a fuego. Si ya pagamos IVA, ¿por qué pagamos impuesto sobre la electricidad?. El alquiler de los equipos de medida, es otra estafa “endesiana”, que el Gobierno no debería consentir que pagáramos los ciudadanos, ni a Iberdrola, ni a nadie. Estamos a plena luz, pagándola a precio de oro, desprotegidos de nuestros gobernantes, dejados a la intemperie de las eléctricas, que hacen de nosotros individuos más pobres, mientras ellos se suben los sueldos todos los años, haya o no haya crisis, y si no se lo creen, compruébenlo. Para los que nos atracan con la factura de la luz, la crisis no es que haya pasado, es que a ellos nunca los visitó.

martes, 1 de septiembre de 2015

LOS BAÑOS DE ALHAMA

GRANADA EN BLANCO Y NEGRO Tito Ortiz.- Los Baños de Alhama Fueron primero los romanos, los que descubrieron sus aguas, y aquí instalaron sus termas en el siglo primero, que más tarde los árabes, aprovecharon para utilizar y mejorar. Las propiedades para la salud y el disfrute van a la par desde la noche de los tiempos, dada la riqueza de sus manantiales. Los Baños de Alhama, pronto se acreditan, no sólo entre los lugareños, sino que pronto se convierten en una fuente de ingresos para la localidad, y sus fieles visitantes, repetidores de su disfrute, y propagadores de sus virtudes. Brota el agua caliente y mineralizada desde las entrañas de la tierra, con acciones naturales y terapéuticas, de tal forma, que no solo como remedio de afecciones, sino como mantenimiento de la salud, los Baños de Alhama están acreditados por sus resultados. La benignidad de sus termas, y localización geográfica, hicieron de Alhama un enclave de vital importancia, para cuantas civilizaciones se han asentado en sus terrenos, de tal forma, que su riqueza patrimonial, excede con mucho la de cualquier localidad de su rango, Baste indicar, que a la hora de la visita, aparte el refugio de las altas temperaturas, el visitante puede engrandecer sus conocimientos, visitando también, La Iglesia Mayor de La Encarnación, su castillo árabe, la Casa de la Inquisición, y Caño Wamba, fuente del siglo XVI, entre otros muchos monumentos. Ay… de mi Alhama Lugar de privilegio por su ubicación, Alhama de Granada, fue conquistada a los árabes diez años antes que la propia ciudad nazarí. En el cerco tuvo actuación destacada, Rodrigo Ponce de León y Núñez, Duque de Cádiz, lo que da lugar al viejo romance de La Pérdida de Alhama. En él se narra, no sin tristeza, lo que significa para los derrotados, no contar ya entre sus joyas con Alhama, un paraíso en la tierra, por sus frutos, clima y situación geográfica de vital importancia para el entonces llamado, reino de granada. Fue tal la incidencia de la derrota, que hasta tres veces, los vencidos intentaron de nuevo, que Alhama volviera a ser suya, pero los cristianos resistieron con firmeza, hasta el punto de hacerlos desistir para siempre. Oír en la voz de mí compañero, amigo y maestro, el alhameño, Andrés Maldonado, cualquier momento de la historia de su tierra, es una satisfacción que algunos hemos tenido, y un privilegio observar, la entrega de éste hombre de letras, a su tierra y a su historia, no en vano, el Patronato de Estudios Alhameños, lo tiene como fiel custodio de todo su legado. Hernán Pérez del Pulgar Cuatro años después de la conquista de Alhama, y en reconocimiento a su arrojo y valor, ya que venía haciendo la reconquista con la reina católica, Hernán es nombrado Capitán General de Alhama, y a él se le encomienda sus seguridad, asunto que el bravo soldado acomete con plena solvencia. No en vano los que conocían de su prestigio en tema de armas le hacían llamar, Alcaide Las Hazañas. Quebrar y no Doblar, era el lema de su escudo. A él se debe seguramente la victoria en Alhama, pues logró romper el cerco musulmán y acercarse a Antequera para pedir refuerzos, acción ésta que supuso la toma de la ciudad. Participó en las negociaciones que dieron como resultado la rendición de Málaga, y conquistó Baza, dando muerte al mismísimo, Aben-Zaid. Dos años antes de la conquista de Granada, estando asediado por las tropas de de Boabdil en Salobreña, y habiendo cortado los árabes el suministro de agua para forzar su rendición, Pérez del Pulgar, tiró a la vista de sus opresores, el último cántaro de agua que quedaba a los cristianos, desde lo alto de la muralla, con el consiguiente desaliento, de los que esperaban su rendición incondicional. El resultado fue que se anotó otra victoria. Como testimonio de que su valor no conocía impedimento alguno para sus propósitos de reconquista, con una docena de hombres y Pedro, su escudero, una noche se adentró en la ciudad de Granada sin ser visto, llegó hasta la mezquita, y al no poder incendiarla como era su propósito, clavó en su puerta un cartel escrito de su puño y letra que decía: Ave María. Sed testigos de la toma de posesión que realizó en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles. Antes de ser descubierto, le dio tiempo a meterle fuego a La Alcaicería y salir con ventura del atolladero, hasta alcanzar el campamento de Santa Fe. Ésta nueva hazaña, le valió por parte de los reyes, añadir un castillo más a su escudo de armas, y el derecho a ser enterrado en la futura Catedral de Granada, que se construiría sobre los cimientos de aquella mezquita, que una noche lució en su puerta principal, tan singular, Ave María. Los cristianos, somos así. Es lo que tenemos.

lunes, 31 de agosto de 2015

EL CORRAL DEL CARBÓN

GRANADA EN BLANCO Y NEGRO Tito Ortiz.- Corral del Carbón No hay precedente en España, de que otro director haya dedicado toda su vida, al engrandecimiento de nuestro teatro clásico, y la zarzuela. José Tamayo, sintió desde niño esa vocación, que mantuvo hasta el final, con la estética de un corral de comedias. Ésta Alhóndiga Nueva, construida en el primer tercio del siglo XIV, junto al mercado de las sedas, al que accedía por un puente sobre el Darro, y al lado de la Mezquita Mayor, fue almacén y mercado, también posada de comerciantes. En el siglo XVI, ya se tiene constancia de que es utilizado como Corral de Comedias, pues su arquitectura a doble planta, permite separar a hombres de mujeres durante los espectáculos, ya que unas veces la autoridad y otras la religión, dependiendo de la época que hablemos, no se permitió que hombres y mujeres asistieran juntos a los espectáculos. Pasó el edificio, de ser utilizado para que pernoctaran los carboneros, a lugar de representaciones teatrales, dada su cercanía al zoco de la medina, lo cual permitía el conocimiento de lo programado, de manera inmediata a un mayor número de personas, a veces incluso, sin tener que utilizar voceros y fanfarrias. Multiusos A lo largo de su historia, el Corral del Carbón también cambió de sexo, llegando a convertirse en Corrala, pero de vecinos. Hay algunas generaciones de granadinos, a los que les cupo el honor de nacer en lugar tan emblemático e histórico. Aquí se ha declamado a los clásicos, bailado a lo genuino, y cantado a lo más jondo, no sólo por la cantidad de ocasiones en las que éste patio, albergó el arte flamenco, sino porque pocos saben, que el famoso Primer Concurso de Cante Jondo celebrado en la Alhambra en 1922, tuvo entre éstos muros su segunda edición al año siguiente, en 1923, según ha descubierto, el no menos flamenco, José Delgado Olmos, estudioso del tema y aficionado cabal donde los haya. Aquí se ha proyectado cine, se ha tocado el piano, interpretado canción lírica, presentado eventos, escuchado declamar a los clásicos, e interpretado a los contemporáneos. Aquí se echan suspiros, y monedas al agua acompañadas de un deseo, como en la Fontana de Trevi. Y es que éste humilde pilarillo en el eje del patio, es más antiguo aún que la célebre taza inmortalizada por, Anita Ekberg, cuya imagen no me permita olvidar dios en toda mi vida. José Tamayo No muy lejos del Corral, nació el gran Pepe Tamayo, que desde niño sintió la vocación del Teatro. Leo del año veinte, Tamayo, estudió humanidades en el seminario y pasó por la Escuela de Comercio, pero sus ojos brillaban de manera especial cuando se levantaba el telón. Con diecisiete años comienza su andadura con, Teatro Al Aire Libre, poniéndose al frente de la dirección con grandes clásicos de todos los tiempos. A mediados de los cuarenta, funda la compañía Lope de Vega, tal vez su gran obra, porque por ella pasan los grandes de la escena española, y con ellos, revaloriza a los autores hispanos, hasta el punto de que nunca antes habían sido valorados. Tamayo ama nuestro teatro, y ama nuestro género chico, hasta el punto de que La Zarzuela, conoce a través de sus montajes una época de esplendor, absolutamente insospechada. Hizo las américas donde triunfó con rotundidad, y la década de los cincuenta, lo encuentra en el Teatro de la Comedia de Madrid con Muerte de un Viajante. En 1954 realizó su primer montaje musical en el Teatro de La Zarzuela, Al sur del Pacífico, que le dio pie para crear cinco años más tarde la compañía lírica, Amadeo Vives. Fue durante esta temporada (1954-1962) cuando dirigió el Teatro Español; algunas de las obras que puso en escena y que más fama le dieron durante esta etapa fueron Doña Francisquita, (1956), en el Teatro Lírico Nacional de La Zarzuela. Carmen (1962), en la Plaza Mayor de Madrid. Enrique IV, Luces de Bohemia; El caballero de Olmedo, en Washington y Nueva York, y Crimen Perfecto, que fue una de las obras más innovadoras del momento. De su pasión por el teatro, ésta anécdota real lo calibra perfectamente: una larga noche de ensayos al aire libre, en el Teatro Romano de Mérida. En un momento dado, Tamayo gritó, llevándose las manos a los ojos: "¡Qué me apaguen ese dos mil!", refiriéndose a lo que creía era un foco que le deslumbraba. Su ayudante le tuvo que aclarar: "Don José, no es una luz, es el sol que está saliendo". Ése era Pepe Tamayo, el granadino que dirigiendo autos sacramentales en la puerta de la catedral granadina, aprendió a conquistar el mundo de la escena, que no llegó a tener secretos para él. Pepe Tamayo, más granaíno, que la calle La Colcha.

domingo, 30 de agosto de 2015

LAS ORILLAS DEL DARRO

GRANADA EN BLANCO Y NEGRO Tito Ortiz.- Las dos orillas del Darro Si hay una granadina que nació viendo el río Darro desde las dos orillas, esa es Mariana de Pineda. Se puede decir que el suyo es el barrio de santa Ana, y que desde aquí, soñó una Granada más justa y libre, pagando su anhelo con la vida. Dicen, los que de esto saben, que El Darro llegó a tener a su paso por la ciudad un total de catorce puentes, algunos de ellos conservados bajo el embovedado, que en algunos tramos comenzó a producirse en el siglo XVII. Pero la auténtica imagen del Darro urbano, histórico y cosmopolita, es la que se obtiene en el tramo comprendido entre la Iglesia de san Pedro y la de santa Ana. En esos metros, El río que en su momento dio oro, regala al mundo su belleza blasonada por diez siglos de historia, piedra a piedra, arco a arco. Y en éste tramo de sus aguas, será donde fijemos nuestro relato veraniego de hoy, ya sea, aguas arriba, o abajo, pues la historia es la que es, y la belleza inamovible. Para recrear nuestra vista de paseantes exhaustos por “ la caloh”, en busca de refugio donde mitigar nuestros males, nos queda el puente, de El Aljibillo, con sus sillares a soga y tizón, que nos permite cruzar al avellano o la cuesta de Los Chinos, esa que por fin ya parece estar arreglada, cuya pavimentación al parecer ha sido el parto la burra, que diría un albaycinero. Aguas abajo, el puente de Las Chirimías, que desde la casa del mismo nombre, cruza hasta el hotel Reuma, y nada más bordear la iglesia de san Pedro, frente a los baños árabes, los restos del que fuera el puente más importante: El Puente del Cadí, o puerta de Los Tableros, que no sólo conectaba el Albayzín con la Alhambra, sino que permitía maniobrar las aguas, a conveniencia de los regidores. Espinosa y Cabrera Siguiendo el curso de las aguas, el siguiente puente sobre el Darro es el de Espinosa, casi a la puerta del Centro de Documentación Musical de Andalucía, que conecta Albayzín y barrio de La Churra, pero que entre ambos, alberga la calle de santa Ana, en paralelo al cauce y por donde tiene la entrada a la sacristía, el templo a los pies de La Almanzora. Este puente de arco único, como sus hermanos, es de aspecto más tosco, debido a su construcción cristiana datada hacia el siglo XVII, si bien no se puede descartar que antes ya existiera otro en su lugar, dadas las lógicas necesidades de conectar un barrio y otro. Éste puente Espinosa, junto con su hermano de más abajo, el puente Cabrera, es muy posible que sean los dos puentes más pintados y fotografiados de la historia, pues no hay imagen de Granada en el mundo que nos identifique más, exceptuando la de la Alhambra. Estos dos puentes es muy posible que se construyeran sobre anteriores, que no resistieron a finales del XVI, el estallido del polvorín existente junto a la Iglesia de san Pedro, y en el tramo que ellos presiden, hasta llegar al inicio del embovedado en la plaza de Santa Ana, junto a su iglesia, nació y vivió una mujer ejemplar e inolvidable. ¿Por bordar una bandera? Desde el puente de Espinosa, aguas abajo, hasta las puertas de la Chancillería, discurre una vida. Mariana nace en una orilla del Darro y vive de casada en la otra, aunque el final de sus días se celebra en un pañuelo, que es la distancia que separa su casa de la calle Águila, del Convento de Las Arrecogías del Beaterio de santa María Egipciaca, situado en la única mitad de la calle Recogidas que en ese año existía. Hija de madre soltera, pero de familia noble, mariana crece en la clase social acomodada de la época, y casa con tan sólo quince años. Un hecho que marcará su vida pues enviuda al poco tiempo. Mujer inteligente y culta, era lógico que no pudiera comulgar con el Régimen impuesto por Fernando VII, rey taimado y sanguinario, cuyo proceder, tanto animó a la causa republicana de todos los tiempos. Es muy posible, que de ser Mariana menos valiente, y de no existir en el mundo un ser abyecto y enamorado de ella como el alcalde del crimen, Ramón Pedrosa, la causa hubiera sido otra, y otro su resultado. Mariana fue elegida para el cadalso, como hecho ejemplarizante, no contra las gentes del pueblo, sino, contra la clase noble y acomodada, que a pesar de sus estatus, no comulgaba con un rey tan despreciable como el de aquellos días. Ésta ciudad, tan valiente y defensora de sus convecinos, cuando Mariana a lomos de un borriquillo, iba camino del cadalso, lejos de revelarse, al paso de la lúgubre comitiva, cerraba los postigos de balcones y ventanas, como no queriendo ver la escena. Típico nuestro.

jueves, 27 de agosto de 2015

LA HUERTA DE SAN VICENTE

GRANADA EN BLANCO Y NEGRO Tito Ortiz.- Huerta de San Vicente Aquellos 36 marjales de la antigua huerta de Los Marmolillos, pasaron a llamarse, de San Vicente, en honor a doña Vicenta, madre de los García Lorca, por voluntad de su marido, don Federico, nada más formalizar la escritura de compra en 1925. Desde ese instante, el lugar se convirtió en la huerta de recreo donde pasar los veranos, alejados del mundanal ruido de la ciudad, pues no olvidemos que los Lorca, poseían casa en La Acera del Casino, corazón de la capital. Con el tiempo la fueron adaptando, metiendo el agua corriente, la electricidad y otras comodidades, incluso el teléfono. No olvidemos, que la conexión natural con el casco urbano es la calle de Recogidas, pero que en esa época, se cortaba a mitad de camino, donde ya empezaban las huertas y su prolongación con la Vega de Granada. Se entraba en ella a través de un camino lleno de árboles frutales, con rosales y granados. Un enorme nogal daba sombra en la entrada. Había también un níspero, varios cipreses, uno de ellos sembrado por Federico y una palmera. Un gran macasar de enorme tamaño aromatizaba, con higueras y jazmines, todo el entorno. Las vistas sobre la Alhambra y Sierra Nevada la convertían en una finca ideal para los días de asueto. Isabel La propia hermana pequeña del poeta, Isabel, la describió así: En verano la casa era fresca, pues tenía muros muy gruesos, y a las doce de la mañana había que entrar en ella y salir a la puesta de sol. Pero las mañanas las recuerdo deliciosas. En la cocina había una tinaja bastante grande que se llenaba cada dos días y había lo que se llamaba una cantarera, con dos cántaros grandes que se llenaban de agua que nos traían en un borrico, desde la famosa fuente del Avellano. A la izquierda, cubierta por un jazmín que llegaba a los balcones, una habitación que era comedor y otra que era el cuarto de Paco, y enfrente la cocina. Junto a la casa, a la izquierda, se hizo primero un garaje y encima una preciosa terraza. Pronto pensamos que al coche no le pasaba nada por quedarse fuera, ni se veía ni estorbaba, por lo que pasó de garaje a comedor, con dos grandes ventanales, y quedó una habitación bastante espaciosa y agradable. El Patio de la entrada Tanto las tardes de verano, una vez que el sol iba cayendo, como las de invierno sin lluvia, el patio de la huerta se convirtió en el lugar donde reunirse para charlar, leer, escuchar la radio, el gramófono, o hacer labores de costura, que siempre fueron un bello pretexto para hablar de lo divino y de lo humano. La sombra de sus árboles, ofrecía el cobijo necesario de los rigores del calor, y el botijo a la sombra, con tapete de ganchillo, daba su agua fresca con esa temperatura natural, con el frío necesario para no dañar las gargantas. Hay quién mantiene, que en ésta paz, a tan sólo un kilómetro de la urbe, El poeta encontró el lugar apropiado para crear algunas de sus obras más preclaras, como el Romancero Gitano, o la Casa de Bernarda Alba, cuya historia ocurrida en Asquerosa, donde veraneaban antes de tener la huerta, se revivía mejor en la distancia. Las fechas de su gestación, bien pudieran validar ésta idea. En éste patio familiar, con el juego de los niños de Concha y el Alcalde de Granada, nadie podía imaginar que se iban a vivir momentos de tensión y hasta de tragedia, al llegar Agosto de 1936. Hasta tal punto, de que Federico es convencido para que abandone la huerta y se refugie en casa de sus amigos “Pepiniqui” y Luís Rosales, algo que a la postre no frenaría los impulsos de venganza del taimado, Ruiz Alonso. Doña Vicenta Una de las personas que más disfrutó éste patio de La Huerta de san Vicente, fue doña Vicenta, la madre del poeta y matriarca de ésta familia marcada por el dolor, que incluso alcanzó de lleno en las tapias del cementerio a su yerno, Manuel Fernández Montesinos. Doña Vicenta, “greñúa” de nacimiento, según mi compañero, amigo y maestro, Juan de Loxa, estudió en el colegio Calderón, y en la Escuela Normal se convirtió en maestra con buenas notas, que en las oposiciones le llevaron a ocupar plaza en Fuente Vaqueros, donde conoció al padre de Federico, y se casó con él, que estaba viudo. Vicenta, abandonaría la enseñanza al quedar embarazada de Federico. Pese a ser la segunda esposa y con buena diferencia de edad a su favor, la madre de Lorca se granjeó pronto el cariño y el respeto de toda la familia, consiguiendo hacer una piña, no sólo de todos sus hijos, sino de aquellos que se iban sumando a la familia como yerno y nietos. Doña Vicenta, no sólo fue la madre de Federico, fue su confidente, la primera en escuchar sus dudas existenciales y culturales, y la mujer que hizo de escudo ante su padre, para que el poeta girara su trayectoria hacia su arte, y no a lo que había previsto su padre. Amortiguadora de encontronazos filiales, certera consejera de opciones mundanas, oidora de desamores y anhelos, compartidora de éxitos, doña Vicenta es hoy, aún, parece mentira, una figura a reivindicar. Federico, no hubiera sido nunca el Federico que conocemos, si su madre hubiera sido otra mujer. A la hora de estudiarlo a él, no podemos separarla a ella. Que gran mujer, y que extraordinaria madre fue usted, doña Vicenta.