domingo, 6 de julio de 2025

 


LA TAPA, PATRIMONIO INMATERIAL DE LA UNESCO

 

Tito Ortiz.-

 

La sala de conferencias del Palacio de Carlos V fue el escenario en el que se dio a conocer la creación del Premio Patrimonio Mundial Federico Mayor Zaragoza, que este año ha convocado su primera edición, y que viene avalado por el Patronato de la Alhambra y el Generalife y la Fundación Adiprope, además de la Federación Española de Asociaciones y Clubes para la Unesco y el Ateneo de Granada.

Federico Mayor Zaragoza fue doctor en Farmacia por la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid (1958). Inició su carrera profesional en el mundo académico, alcanzando el puesto de catedrático de Bioquímica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada en 1963, y de rector de nuestra Universidad entre 1968 y 1972. Ese mismo año obtuvo la cátedra de Bioquímica de la Universidad Autónoma de Madrid, cargo que ocupó hasta 2004. Fue nombrado vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en 1971 y, posteriormente, ejerció como presidente en funciones (1972–1973). Fue cofundador en 1974 del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO) y director del mismo hasta 1978.

Desempeñó diversos cargos políticos. Fue subsecretario del Ministerio de Educación y Ciencia en el periodo 1974–1975, presidido por Carlos Arias Navarro. Participó en las primeras elecciones generales como miembro de la UCD, siendo elegido diputado a Cortes (1977–1978) por la provincia de Granada. Ya en la transición política, se desempeñó como consejero del Presidente del Gobierno (1977–1978), ministro de Educación y Ciencia (1981–1982) y diputado al Parlamento Europeo por el Centro Democrático y Social (1987). Antes en 1978 había sido nombrado director general adjunto de la Unesco, puesto que desempeñó hasta su regreso a España en 1981. En 1987, la XXIV Conferencia General de la Unesco lo eligió como director general, cargo en el que permaneció hasta 1999.

PREHISTORIA “TAPERIL”

Esbozada la estrecha vinculación de Mayor Zaragoza con Granada, y por lo tanto, de la UNESCO con nuestra ciudad, vuelvo sobre el acto reseñado anteriormente, porque durante la intervención de, Ignacio Buqueras, Presidente de Adiprope, éste comunicó un proyecto ya en marcha en el que Granada debe tener un protagonismo histórico ganado a pulso, por su invención de la tapa gratis y su prestigio internacional en este campo,

Granada no solo es ya conocida por la riqueza y variedad de sus tapas, sino que ha irradiado a provincias limítrofes esta costumbre de tapa gratis, que tuvo a sus propagadores más entusiastas, en todos aquellos estudiantes universitarios, de Málaga, Jaén, Almería, Córdoba y otras ciudades que carecían de Universidad, y que obligatoriamente tuvieron que cursar sus estudios superiores en la ciudad de la Alhambra, cuyos bodegueros, para atraerlos como clientes, comenzaron a poner jugosas tapas para acompañar las consumiciones, y fidelizar a una clientela que cortita de” jandones”, tuvo la oportunidad de comer a medio día, consumiendo dos o tres cañas, con sus tapas gratis correspondientes. Así nació la tapa gratis en Granada, que estos chicos y chicas, reclamaban en su tierra cuando volvían de estudiar en la nuestra.

Eran famosas las tapas de aceitunas aliñadas de “El Lara”, en la placeta de San Miguel El Bajo, o cualquier tipo de verdura en vinagre, en “Casa Julio” en la Cuesta de La Alhacaba, desde cebollas a “picuillos”, coliflor o zanahoria. En la derribada, “Sabanilla”, el bueno de Antonio, ante un buen vino costa, te añadía dos o tres alcaparras en vinagre, de excelente paladar. En los dos kioscos de madera de “Las Titas”, junto a la jarra de sangría, te añadían unas patatas fritas, compradas en la churrería de Pepe en la calle de La Colcha, de muy acreditada categoría, sin olvidar los ricos manjares en forma de tapa que te ofrecían -y siguen ofreciendo- en las bodegas “La Mancha” o “Castañeda” donde Dani o Pepe Torres se encargan de que los clientes salgan más que satisfechos con lo ofrecido junto a la bebida.

HOSTELEROS “LEVANTAOS” JUNTO A ADIPROPE

Granada entra en el pórtico de la gloria de la tapa gratis, cuando en el “San Remo” de Puente de Castañeda, te ofrecen una original de patatas fritas en rodajas con tomate, y te dan la oportunidad de chotearte de un panoli, cuando le pides “La Especial” que pica para morirse. Y por fin, llegas a la placeta de Cuchilleros, a “La Trastienda” y Fernando Miranda te ofrece con la bebida una tapa de jamón que sabe a gloría. Llegados a ese momento histórico, Granada se adelantó a sus provincias hermanas y fue también pionera en organizar, La Primera Feria de la Tapa.

ADIPROPE, Asociación para la Difusión y Promoción del Patrimonio Mundial de España, en 2022 se convirtió en la Fundación ADIPROPE, para la Difusión y Promoción del Patrimonio Mundial de España.  Dentro de sus objetivos está realizar intensas campañas de divulgación, mediante la publicación de libros, celebración de conferencias, seminarios, la organización de exposiciones; Todo para conseguir que el rico patrimonio español sea reconocido por La UNESCO por su riqueza e importancia. Y es en esta onda en la que se encuentran enfrascados ahora, junto con la Real Academia de Gastronomía Iberoamericana, para conseguir que la tapa, eso que inventó Granada, sea reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Unesco. A ver si va a resultar ahora que, habiendo sido los pioneros de la tapa, también se nos vaya a escapar esa , más que merecida medalla.

Por eso se me antoja qué, esta afirmación que casi pasó inadvertida para todos, en el acto de presentación del premio Mayor Zaragoza, es un guante que debería recoger la hostelería granadina, para aunar esfuerzos y que la tapa sea patrimonio inmaterial, de cara a 2031 y nuestra capitalidad europea.

Yo, ahí lo dejo.

domingo, 29 de junio de 2025

 

Correos en construcción en 1954. Ideal.

PALACIO DE COMUNICACIONES DE GRANADA

 

Tito Ortiz.-

 

Esto de ir cumpliendo trienios es lo que tiene que, con los años, ves cómo se construyen nuevos edificios, incluso con un poco de suerte ves también como se derriban, o como cambian de uso.  Lo cierto es que, ahora que la Diputación Provincial muestra su interés por el edificio de correos en Puerta Real, yo me acuerdo del edificio de correos que había cuando yo era niño: Estaba en lo que ahora ocupa la plaza de Isabel la Católica, y nosotros íbamos todos los días a recoger a mi abuela Juana a las 22:00 h de la noche, porque trabajaba allí. Tenía un turno partido muy raro, entraba a trabajar a las 6:00 h de la mañana, salía como a las 9 que es cuando abrían las oficinas y luego, entraba a trabajar a las 18:00 h de la tarde y salía a las 22:00 h de la noche, eso incluidos los sábados y domingos. La abuela sobrevivía por la mañana, gracias al café que se tomaba antes de entrar, bien en El Café Fútbol, o en el de Bibarrambla, porque ambos abrían a las cinco de la madrugada, precisamente para estos funcionarios de correos.

Aquel edificio antiguo de correos que era el fondo de la Gran Vía, si se viene desde el Triunfo, para mí tenía aquel significado de ir todas las noches de la mano de mi madre a recoger a la abuela que salía de trabajar y, sobre todo, porque era donde nos colocábamos para ver venir el día 5 de enero la cabalgata de los Reyes Magos. Recuerdo estar a las puertas de ese edificio de correos y, cómo avanzaba la cabalgata en aquellos tiempos, una cabalgata muy probetica, escuálida, en la que los Reyes Magos venían a caballo. Pues ese edificio yo tuve la suerte de verlo desaparecer y, digo la suerte, como testimonio histórico nada más. Recuerdo que aquellos buzones que había en la fachada, que eran de bronce, unas fauces de León donde tú metías las cartas para que fueran mataselladas y llevadas a su destino, se aprovecharon y aquellos leones se instalaron en una Estafeta de correos que, la Alhambra tenía justo al lado de la Iglesia de Santa María de la Alhambra. Son recuerdos de mi niñez.

PUERTA REAL CON GANIVET

De esa misma manera tengo que decir que, el edificio que hoy conocemos de correos, el llamado entonces Palacio de Comunicaciones de Granada, pues tuve la suerte de que también mis ojos de niño pudieran verlo nacer, gracias a que aquí en Granada las cosas de palacio -como es bien sabido- van despacio, o muy despacio. Dado que el proyecto primigenio databa de 1934 y, el asunto se fue dilatando tanto, tuve la oportunidad de que mis ojos de infante estuvieran presentes en su inauguración en 1958. Yo vi desde el solar hasta la primera empalizada a modo de andamio y posteriormente su construcción. Allí trasladaron a mi abuela a trabajar también y allí fue donde se jubiló.

El edificio de correos que hoy conocemos fue de los más modernos de la época, diseñado por los arquitectos, Joaquín Otamendi y Luís Lozano, con un patio de operaciones extraordinario, con las ventanillas para atender al público y, unos buzones tanto en la esquina fachada de Puerta Real, como en la calle de Ganivet donde también, ahí tenía acceso el furgón de correos, no solamente de los repartos de todas las cartas, sino, el que iba y venía de la estación de ferrocarril, para recoger las sacas de las cartas y los paquetes. En Ganivet tenía su entrada al garaje, en una puerta lateral que era podríamos decir, la puerta de servicio por donde entraban los trabajadores.

En el momento de su inauguración, el flamante palacio de comunicaciones granadino fue todo un toque de modernidad para nuestra ciudad, que la puso al más alto nivel de las instalaciones análogas en la piel de toro. No podemos olvidar que algo así ya se comenzó a proyectar en pleno siglo XIX, cuando se buscaban soluciones, sobre todo de espacio, para las instalaciones existentes, como la del antiguo convento de San Francisco el Grande en la calle san Matías, hoy sede del MADOC, que estuvo prestando sus servicios desde 1835 a 1893, cuando toma el relevo el edifico desaparecido de la hoy llamada plaza de Isabel La Católica.

ALACENA Y TOROS

Aun así, y a pesar de la inauguración del palacio en Puerta Real, han sido numerosas las estafetas que han seguido funcionando, pues recuerdo con cariño la existente hasta los años setenta, en la plaza del Padre Suárez, frente al monumento al actor Isidoro Maiquez, que hoy conocemos como “Alacena de Las Monjas”, gracias a la recuperación histórica que hizo de aquel lugar, mi añorado, Juan Conde, que estuvo semanas sacando cascajo, hasta descubrir el aljibe árabe escondido en el sótano que hoy es flamante comedor.

En el edificio de correos de Puerto Real, conocí a gente tan extraordinaria como Antonio, aquel mozo de espadas que trabajaba en correos pero que, además, en los bajos en unas dependencias le permitían tener los vestidos de torear, muletas y capotes, estoques, todo lo que un mozo de espadas debe aportar alquilándolo  a la novillería del momento y, por una puerta estrechita que da a la Acera del Casino, por allí accedían los novilleros a probarse los vestidos con los que iban a torear al día siguiente, o al domingo siguiente. Antonio, fue un hombre que colaboró mucho con la novillería de la época, estoy hablando de los tiempos de Rafael Mariscal o de Miguel y Curro Montenegro.

La Diputación -si lo compra- se lleva un pedazo de la historia moderna de Granada. Ojalá que su uso engrandezca esta ciudad que tanto se lo merece.

domingo, 22 de junio de 2025

 

Castillo Higueras preside el Corpus de 1982. A la izquierda Eulalia Dolores. Juan Ortiz.-

¿DÓNDE ESTÁ EL CORPUS?

 

Tito Ortiz.-

 

El paseo del Salón, con su monumento a Colón y la reina católica, rodeado de barquilleros con sus cilindros y la ruleta en la tapa, servía de pórtico a las casetas, entre las que destacaban, la de la Renfe, la del SEU, de los estudiantes, la del Real Aeroclub, El Palustre, El Compadre, la de la Policía Armada, con su electricista, Pepe Álvarez, que cada año se inventaba una iluminación, destacando la edición en que unas hélices pintadas de gris, como era lógico, servían de soporte a unos fluorescentes, y la de la Guardia Civil, que fue el asombro de todos, al instalar el año que el hombre llegó a la luna, un enorme cohete espacial en su interior. Las casetas competían en originalidad a la hora de la decoración, y todas tenían música en vivo, con los conjuntos musico vocales de aquí y la provincia. El año que Gelu cantó en la de la Renfe, fue todo un acontecimiento, con Eduardo y Los Windys, en la de los universitarios. Los componentes de La Real Sociedad de Tenis, y la del Tiro de Pichón, tenían un protagonismo especial en este ferial, donde su presencia era imprescindible, como la Asociación de La Prensa con su histórica Verbena en el Carmen de Los Mártires. El ocio y la diversión de este ferial se extendía hasta los jardines de la Biblioteca Pública Municipal, y los cercanos kioscos de Las Titas. No menos ambientado estaba el bar, El Rancho Grande, en el vértice del Humilladero con -la entonces- avenida de José Antonio, y en él, la eterna sonrisa para sus clientes de Rafael, el padrino de bautizo de mi hermano, Falo. Al otro lado del puente de Genil, Gregorio servía el mejor bacalao frito, con permiso del de La Paguana, al inicio de la avenida Cervantes. Y en el Violón, todas las atracciones para los más pequeños. La Noria, los coches de choque, el látigo, el infierno, el tío vivo, y al tresbolillo, los kioscos del algodón de azúcar color chicle.

CORPUS EN EL RECUERDO

Los bomberos hacían guardia con sus camiones autobombas en el lugar para evitar cualquier incidente. También estaban los voluntarios de la Cruz Roja con su uniforme militar, y los empleados de la Compañía Sevillana, por si se producía algún corte de suministro. Era un Corpus de Miércoles a Domingo, en el que no faltaba el castillo de fuegos artificiales en el embovedado, el concierto de la banda militar de la IX Región Militar, dirigida por Julio Marabotto Brocco, y la retreta militar para que al grito de: ¡catetos a su pueblo!, los capitalinos echáramos a los forasteros que, durante estos días, habían disfrutado de un Corpus inolvidable. Y durante todo el recorrido, decenas de fotógrafos que te salían al paso para inmortalizar el momento de alegría, y que después te pedían las señas para llevarte las fotos a casa.

En mil novecientos sesenta, hubo Campeonato de Andalucía en la Real Sociedad de Tenis, exposiciones de floricultura, peces y pájaros en el patio de la Plaza del Carmen, de pintura en La Casa de América, y en El Liceo, lanzamiento de paracaidistas en el Aeródromo de Armilla, concurso de albañilería en el paseo del salón y tiro al plato en Las Conejeras, teatro en las Pasiegas, Baloncesto femenino en el salón, teatro en el Paseo de Los Tristes, festival ciclista de La Unión Velocipédica, teatro Popular en la plaza del Realejo, castillo de fuegos artificiales en la Plaza de San Nicolás, teatro en la plaza Aliatar del Albayzín, carreras de velomotores y microbólidos en el Paseo del Salón, más un concurso de balcones y patios repartidos por todos los barrios, sin olvidar el de altares al paso de la custodia, de tal manera, que en cualquier barrio de la ciudad se olía a Corpus y se sentía el Corpus.

LOS CHACOLINES

Y bajo la Alhambra iluminada, el Dauro, y sobre el, un escenario por el que pasaron desde Antonio Mairena, Alberto Cortés, Mocedades o, Dexter Gordon, con su cuarteto de saxofones, que cada vez que terminaba una pieza, se volvía hacia la Alhambra iluminada, y le ofrecía su saxo en actitud reverente. Zarzuelas y teatro formaron parte del programa, y todavía hay quién recuerda, una actuación extraordinaria de Fernando Delgado y Charo López, haciendo “Maribel y la Extraña Familia, y “Tres Sombreros de Copa”, que estarán en la retina para siempre, en ese lugar privilegiado bajo la torre de Comares. Con los camerinos en el Hotel Reuma, del que se contaban historias de fantasmas nocturnos a la moda de almas en pena. Pues en este lugar, en el Carmen del Granadillo, nació un año antes que García Lorca, Marino Antequera García, testigo hasta su muerte nonagenaria, de toda la historia concerniente al Hotel Reúma.

Estábamos sentados en la Plaza de Bibarrambla, en una de esas farolas con patas siniestras, donde muchas generaciones de granadinos aprendimos a gritar desaforadamente: ¡Chacolín, chacolín, coge la estaca y ven aquí!, para que librara a la princesa del malvado lobo. La de Bibarrambla es la plaza de “Los Cristobicas”, lorquianos, o la de la tómbola benéfica que tuvo a Francis Dumond, señor de las ondas y la palabra, que me enseñó a querer ser locutor, hablando durante 24 horas sin parar, para recoger fondos a favor de los niños hospitalizados en San Rafael, cuando él era la estrella de EAJ-16. Es Corpus en Granada, y las calles huelen a juncia, mastranzo y romero, alfombra divina para que sobre ella pase la custodia, portada por la flor y nata de la costaleria granadina, precedidos por los gigantes y cabezudos que con tanto primor cuidó y mimó mi primo, Enrique Cabrera, que durante años les entregó su vida a los cuatro nobles de la realeza granadina y a los personajes populares que vejiga en mano los acompañan.

Un año más se nos ha ido el Corpus… Y que sean muchos más.

 

 

domingo, 15 de junio de 2025

 

Marñia José Cantudo con su revista en el Isabel La Católica en 1988. (Foto Juan Ortiz)

¡QUE VIENE EL CORPUS!

 

Tito Ortiz.-

 

A veces las cosas que para nosotros son más sencillas, se nos convierten en las más difíciles. Hay que ver lo trabajoso que se nos hace a veces, explicarle a un forastero que es una barreta. Mire usted, es un dulce que solo comemos en Corpus, que viene de una tradición de siglos atrás, en concreto nazarí, que contiene miel y azúcar, frutos secos, y además para acabarlo de volver loco, le decimos: Ah, y las hay duras, y también blandas y las mejores son de la pastelería “El Sol” o de “López Mezquita”, y ahí ya es cuando el otro entra en cortocircuito y comienza a soltar chispazos hasta convulsionar. Y es que el Corpus, y sus cosas, como no seas “granaíno”, hay que darlo “masticao”, porque es difícil de entender. Mire usted, el Corpus es sufrimiento, pies doloridos, rozaduras y dedos sangrando, si tus padres te han comprado para que estrenes esa mañana, unas sandalias de Segarra, donde el calzado es irrompible, para toda la vida, pero tus pies no. Todo parece que empezó porque los reyes católicos al reconquistar Granada asumieron la festividad religiosa como propia y, además, recomendaron a los paisanos divertirse como locos. Y ya desde entonces, el Corpus “granatensis” fue diferente a los demás. Aquí danzaban alrededor de la custodia los llamados “Diablillos”, que no eran más que mahometanos convertidos al cristianismo, que de alguna manera expiaban sus culpas ante los vencedores. Después vendrían los seises de Granada, que, como el Guadiana, aparecen y desaparecen, a cuya formación perteneció en su día el cantaor Enrique Morente, cuando contaba nueve años. Pero no olvidemos, que la Feria Real del Corpus en Granada, tuvo sus inicios como tantas otras, en lo que era llana y simplemente, una feria de ganado, alrededor de la cual, se producían toda clase jolgorios y distensiones sociales, una vez al año. Ya lo dejó grabado Emilio “El Moro” … Granada, tierra soñada por mí, en tu feria “vestío” de gitano dos burros vendí… Aquí nunca hubo un Corpus sin sus corridas de toros. Primero se alancearon por los nobles en la Plaza de Bibarrambla, después en el mismo recinto alhambreño, desmochando medio bosque para la empalizada.

LA REVISTA

Y para que usted siga sin entender nada, aquí en Corpus, subimos a santa Marta encima de un dragón para que venza el bien sobre el mal, pero la obligamos a que nos enseñe la moda de más rabiosa actualidad, con la mala suerte de que casi nunca estamos conformes con los modelos que saca, salvo honrosas excepciones, y ya la utilizamos como muletilla todo el año, cuando alguien o algo no nos gusta. Aquí no nos conformamos con decir que alguien es feo, en “Graná” soltamos con gran desahogo aquello famoso de… Anda ya… si eres más feo que la tarasca… y nos quedamos más a gusto que un marrano en un charco.

La revista ha cumplido siglo y medio de existencia, sin que aún la hayamos valorizado, sin que rindamos tributo a tanto libretista, músico o artista, que nos ha hecho pasar momentos inolvidables, y que hoy están olvidados. Recuerdo con fervor aquella primera entrevista que mi redactor jefe me encargó. Estrenaba obra en el Isabel La Católica, Addy Ventura, y me tocaba suplir a Emilio Prieto, que era el crítico oficial de Patria, mientras él estaba de gira por Rusia con Pepe Tamayo y su Antología de La Zarzuela. Addy me recibió en su camerino, minutos antes de salir a escena, en albornoz y maquillándose. Nunca había estado ante una mujer de aquel tamaño, y con tan poca ropa. Creo que más que decir mis preguntas, las balbuceaba, menos mal que pronto nos interrumpió el cómico, Luis Cuenca, para decir que ya era la hora, de lo contrario me hubiera desmayado allí mismo. Addy era una mujer de armas tomar, con un encanto personal que pocas veces he encontrado. Pili se va a la Mili, con Ángel de Andrés, era la obra, y recuerdo que me lo pasé pipa entre bambalinas.

VÍNCULOS CON GRANADA

Florinda Chico, que se vestía en Granada, en el Hit Parade de Miguel, Queta Claver, Tania Doris, Silvia Gambino, y tantas otras herederas de la gran Celia Gámez, lucían su palmito en el escenario con la gracia y el picante, que solo esta tierra da para el género. Yo no me he reído más que con, Zorí, Santos y Codeso, en el Regio, cuando me llevaron mis padres a ver, Un, dos tres, cásate otra vez. Un astro de la escena como José Sazatornil. Saza, también gozó de la popularidad por sus extraordinarias apariciones en la revista española, por ejemplo, junto a Concha Velasco, en Dígame. A veces en Corpus, la competencia era dura, y había que echarle unos días a la revista porque, coincidían en varios teatros, incluidos El Chino del ferial. Manolita Chen era toda una vedette, que cada año traía a Granada lo mejor de su repertorio, arropada por cómicos de la talla de, Juanito Navarro. Quique Camoiras, podía recorrer el escenario en una obra unas cien veces, y en cada una de ellas, soltaba un chiste para desternillarte. Él era otro de los elegidos para este arte musical, de puro divertimento, tan del agrado de la España de la época. Tito Medrano fue un portento, junto con Antonio Casal o Toni Leblanc. Éste último llevó al cine la famosa revista, El Sobre Verde, junto a Esperanza Roy. Se estrenó en el Madrigal, en la carrera de La Virgen, y todavía recuerdo, las colas para entrar que llegaban a la basílica de La Patrona.

Mi homenaje eterno hoy al granadino, Ramón Moreno, con el que tantos corpus disfrutamos de un teatro divertido para todos los públicos, por las plazas y teatros de una Granada en Corpus.

Lo dicho: ¡Que viene el Corpus!

domingo, 8 de junio de 2025

 


FELIZ CUMPLEAÑOS FEDERICO

 

Tito Ortiz.-

 

Hace tres días que Federico cumplió 127 años. Ignoraban aquellos que apretaron el gatillo entre Víznar y Alfacar que, Federico viviría eternamente y que, conforme pasan los años, su figura se engrandece más y más, hasta tomar proporciones inimaginables. Es cierto que el crimen fue en Granada, su Granada, pero no lo es menos que, es también Granada, la que se encarga de mantener viva su figura y obra, en colaboración con otros que lo admiran y veneran. Incluso en tiempos muy comprometidos, hablo de los años sesenta, la Universidad acogió algún homenaje clandestino, en el que sus organizadores se juagaron los bigotes y, la cosa fue creciendo.

Acabábamos de grabar una semana más el programa, “Poesía 70”, y como en algunas ocasiones, Juan de Loxa y yo, encaminamos nuestros pasos hasta “Bodegas Navarro” en la calle de Elvira, a las espaldas de Radio Popular de Granada, antes de que él subiera por la Cuesta de San Gregorio hasta su casa palacio, junto a la de Enrique Morente, y yo hiciera lo propio hasta San Matías, junto a Capitanía General de la IX Región Militar. Allí, el bueno de don Francisco, tras la barra de Railite nos servía una copita de fino amontillado de su centenario tonel, para abrir las ganas de comer, y de tapa nos daba una tacita de caldo de caracoles, que resucitaba a los muertos. Íbamos por el segundo sorbo cuando Loxa me preguntó que hacía aquella tarde. Yo le contesté que visitaría una exposición de Hipólito Llanes, en el Centro Artístico, y después iría a Patria para escribir la crítica. Me dijo que, si quería ir con él a un sitio secreto, le dije que sí, y entonces me citó en la plaza de santa Ana a eso de las cuatro de la tarde, y que me llevara la grabadora para hacer unas entrevistas, que luego utilizaríamos en el programa de “Poesía 70”. Le dije que sí, y añadió: ¡Ojo que, no le puedes decir a nadie donde vamos! A lo que yo respondí: Es imposible que yo le diga a nadie donde vamos Juan, si no me lo has dicho. Sonrió y nos despedimos hasta la tarde.

UNA TARDE DE EMOCIONES

En aquellos años de soltería, yo, lo de guisarme para mí lo llevaba mal, así que me fui hasta la calle de La Colcha, a “Casa Carmelo”, donde me comía los mejores pimientos rellenos que he probado en mi vida, en el pequeño comedor exornado a modo de cueva “granaína” al final de la barra. El habitáculo era pequeño, apenas tres mesas con su típico mantel de hule a cuadros, y como siempre, en una de ellas, saludaba a “Pepiniqui” Rosales, aquel falangista que se jugó los bigotes por sacar a Federico de las garras del comandante Valdés, y que casi le cuesta el paredón a manos de los suyos. José Rosales Camacho, era de poco hablar, pero durante la comida lo hacíamos siempre sobre cultura. Nunca hablamos de política y menos aún, de Federico. Parco y certero en el lenguaje, nunca le vi reír, aunque lo observaba más distendido, cuando durante la tarde noche, se pasaba por el “Pub Prieto’s” en la calle Alhamar, para asistir a las exposiciones, o conferencias que allí organizaba mi amigo Juan Antonio. Quedamos emplazados para el día siguiente, porque el mago Miguel Aparicio, colgaba una exposición con el atractivo título de: “Butes, Búhos y Calamandurrios”, y el asunto prometía diversión.

Como quién somos, cumplimos, que decía don Juan Tenorio y, a eso de las cuatro de la tarde, yo estaba en la plaza de Santa Ana con mi grabadora, rumbo a lo desconocido. Apareció un autocar pequeño – eso de los microbuses es un invento posterior- y a el por indicación de Loxa, fueron accediendo una docena de criaturas que yo desconocía. Cerramos las puertas y se puso en marcha, todos fumábamos como carreteros y echábamos las colillas en unos ceniceros pegados a los respaldos de los asientos. Cuando salíamos de Granada por la vieja carretera de Málaga, Juan de Loxa me dijo al oído: Nuestros acompañantes son poetas venidos de toda Andalucía. Nos dirigimos a Fuente Vaqueros a visitar la casa de Federico y la iglesia donde fue bautizado. Nada más llegar al pueblo, ya vimos que un Land Robert de La Guardia Civil nos seguía “discretamente”. Lo primero fue entrar en la iglesia, nos fotografiamos junto a la pila bautismal donde recibió el sacramento Federico García Lorca. Después tuvimos acceso al libro donde consta su inscripción, lo tuvimos en nuestras manos, y cuando nos íbamos, Juan nos entregó en mano, una copia del acta bautismal, imprimida exactamente como consta en el registro eclesiástico y que durante años ha estado enmarcada en la cabecera de mi cama. Cuando nos dirigíamos a la casa natal, fuimos invitados amablemente por la benemérita a abandonar el pueblo. Era el año 1975, y los rumores acerca del estado de salud de Franco, eran cada vez más pesimistas.

PRIMER CINCO A LAS CINCO

Al año siguiente celebramos el primer cinco a las cinco, con una comisión de ilustres, que consiguió un permiso de Gobernación para alabar al poeta, durante media hora solamente. Mis contactos en el grupo de valientes que llevaron a cabo el acto eran, Juan de Loxa, Pepe Ladrón de Guevara y mi vecino del Realejo, Juan Antonio Rivas, que por entonces se mostraba ilusionado con traer a la Universidad de Granada, una escuela de idiomas. Celebramos el acto escrupulosamente, rodeados de inspectores de la Brigada Político Social de Franco que no paraban de hacernos fotos. Miembros de la brigadilla de la Guardia Civil de paisano, componentes de somatén, e ilustres adscritos a La Guardia de Franco, que no paraban de rechinar los dientes, cuando escuchaban las palabras: Amnistía o Libertad, mientras que la Guardia Civil de uniforme mantenía rodeado el pueblo.

Y así se escribe la historia.

domingo, 1 de junio de 2025

 


¿A QUÉ VENÍA YO AQUÍ?

 

Tito Ortiz.-

 

Hay a la entrada de mi casa, junto a la bastonera, un mueble a modo de taquillón con un pequeño recipiente para poner las llaves cuando llegas de la calle. El asunto es que, cuando voy a salir a veces no están allí, así que comienzo un vía crucis por toda la casa buscándolas, subiendo incluso a la mesita de noche y, nada que no aparecen, hasta que por fin escucho la voz de mi santa preguntándome: ¿No las tendrás otra vez en el bolsillo del pantalón? Y héteme aquí en la ardua tarea de darle una vez más la razón. Las llevo encima. Suele ocurrirme también con las gafas, de tal manera que, pongo la casa boca abajo buscándolas, hasta que paso frente al espejo del salón y descubro con asombro horripilante que las llevo   puestas. Esto es para miccionar y no echar gota.

No es infrecuente en mí que, al ponerme la camisa sin corbata, se me olvide abrochar los botones del vértice del cuello, de tal manera, que suelo salir a la calle dispuesto a echar a volar sin darme cuenta, hasta que alguien me advierte de que llevo bajo el cuello dos alas de gaviota. Y si de aparcar el coche en parking de varias plantas se trata, hace ya tiempo que tuve que anotar en una libreta en la que me encuentro y el número de plaza, porque de lo contrario, más de una vez alguien me ha visto deambular de planta en planta buscando mi coche. No sé si esto es normal en personas de mi edad, o solamente en mí, pero el caso es que llevo mucho tiempo con estos despistes a los que me he acostumbrado, sin saber si serán síntomas de algo más grave, o simplemente, que ya tengo un pie aquí y el otro en el campo santo de San José.

COSILLAS SIN IMPORTANCIA

Eso de que se me pierdan los calcetines en la lavadora lo tengo ya superado, desde el día en que se me perdió uno poniéndomelos sentado en la cama. Después de buscar por todo el dormitorio, incluidos los bajos del tálamo, pude observar despavorido que me había puesto uno encima del otro en el mismo pie. Éste al menos, no se lo quedó la lavadora.

Suelo salir por las mañanas a comprar el pan, el periódico, algo de fruta y alguna cosilla que falte en la casa, porque la compra grande de toda la semana, nos la trae a casa un chico muy amable de parte de Juan Roig. Pues a base de regresar echando en falta algo que debía traer, ya he tomado la costumbre de llevarme las cosas apuntadas, porque de lo contrario, me toca volver a salir. Ya lo decía mi abuela: ¡A este niño hay que darle rabillos de pasas! Que por lo visto son muy buenas para la memoria, pero yo por más que las pido en la frutería, no hay forma de que me las vendan. Tal es el caso, que me he vuelto un consumidor de toda clase de complementos vitamínicos que anuncian en la tele y, puedo decir al día de hoy que por muchos botes que me tomo, lo mío es ya de una cronicidad que he sido desahuciado por la ciencia, conmigo han tirado la toalla.

ESCALERAS ARRIBA Y ABAJO

Fui víctima de la moda hace casi cuarenta años y, me compré una adosada con tres plantas. Para alejarme del ajetreo habitual de la casa, instalé mi despacho donde escribo, leo y escucho música en la tercera planta. No sospechaba entonces que, esa elección iba a ser la culpable de que mantenga unas piernas en plena forma pues, a base de subirlas y bajarlas, no necesito ir al gimnasio para nada, estoy en plena forma. ¿saben por qué? Es sencillo, cuando no se me olvida subirme el tabaco, se me olvida la pipa, cuando no, el encendedor. Y ya ni les cuento cuando estoy solo y llama el repartidor de Amazon, tres pisos para abajo, a recoger un paquete que ni siquiera es para mí, es para la vecina contigua, pero como no está en casa, ha dicho al joven que sea tan amable y me lo deje a mí, así que otra vez para arriba, y a retomar este artículo en el que me confieso como una rara avis. Porque todavía no les he contado, cuando me sorprendo ante el frigorífico. -yo que estaba viendo tranquilamente en el salón un documental de la dos – y me digo en voz alta: ¡A qué venía yo aquí! Pues créanme si les digo que hasta que no me vuelvo al salón y me siento ante la tele, no recuerdo que había ido al frigo a por un refresco para seguir viendo los delfines y su hábitat natural.

Así que, quieren que les diga, que a veces pienso que estoy más “pallá que pacá”, pero lo llevo con solvencia. Si ustedes me ven, no apreciarán nada extraño, doy el pego. Con decirles que, a veces me pasa con asiduidad que, paseo por la calle, absorto en mis pensamientos. Voy poniendo en orden ideas para comentarlas con ustedes mis lectores cada domingo, y en alguna ocasión casi me ha costado un disgusto porque, me he cruzado con algún amigo al que no he saludado. Que nadie se lo tome a mal, porque eso mismo me ha pasado con mi padre y hasta con alguno de mis hijos. Así que querido lector, si me ve por la calle, no dude en acercarse y decirme quién soy, o en su defecto, avise al doctor Tomás Martínez Zaldívar, él sabe de que va esto.

domingo, 25 de mayo de 2025

 

                                                      Obra de Manuel Ruiz.

LA TORRE DEL SOL

 

Tito Ortiz.-

 

La Torre de la Vela, como todo lo típico granadino, tiene su historia y en esta, una sucesión de nombres. Se la llamó de La Campana y del Sol. Fue más alta que en la actualidad, pues quebrantada por un terremoto en 1522, fue preciso rehacerla. Su campana estuvo como veremos a continuación primero en un ángulo, para ser trasladada a su emplazamiento actual después. Como elemento de arquitectura castrense tiene historia y muy dilatada. La Alcazaba de la que es pieza prominente, existía ya como simple baluarte defensivo de la ciudad extendida a sus pies en los tiempos califales y, ya en el siglo décimo primero. fue incorporada a la defensa de Granada cuando Badis Ben Hábus, tercero de los Reyes de taifas entre los años 1036 y 1072, fortificó y amuralló la ciudad desde las cimas granadinas en las que, muchos siglos antes se habían establecido los importantes de la ciudad y la acrópolis del municipio romano Florentino iliberitano, dependiente del poder romano.

El viejo castillo al que aún bajo el poderío califal le había puesto sitio el glorioso caudillo mozárabe Omar Benhafsum en el año 892, tomó nueva importancia y fisonomía cuando mucho tiempo después el fundador de la dinastía nazarí, Mohamed Alamar fortificó la vieja Alcazaba, llevó agua a la cima del cerro de la Assabica, y en ella alzó sus Palacios. Entonces, lo que había sido un viejo castillo separado del Palacio Real de los ziritas, por el profundo Valle del Darro, se convirtió en defensa eficacísima por su situación y, por lo recio de su obra, para la frontera ciudad acaso túrdula en sus comienzos, más tarde ilíberis romana, después en las taifas ciudad cercada por doble recinto y, superpoblada por corrientes de fugitivos escapados de las conquistas cristianas y al cabo, en las gloriosas nazaríes ciudad áulica con el sonoro nombre de Medina Alhambra.

CUANDO ME VOY A DORMIR

Torre delantera de la Alcazaba, la de La Vela, no guarda su construcción árabe sino la capa externa. Estuvo almenada y su interior ha sido rehecho por completo en distintas ocasiones, bien para convertirla en vivienda de personal agregado a los monumentos en días árabes, para necesidades del servicio y sobre todo para facilitar el acceso a su terraza desde la que se admira el más hermoso y completo panorama granadino.

Los cristianos conquistadores le colocaron la campana en uno de sus ángulos norte, que fue trasladada al centro de su fachada delantera en 1840 tal y como hoy se conserva.

Desde tiempos muy antiguos nuestra ciudad se ha sentido simbolizada por la Torre de la Vela, el sonido de la campana en la noche granadina, que creó aquella vieja canción:

Quiero vivir en Granada

porque me gusta a mí oír

la campana de la vela

cuando me voy a dormir.

Toques para el riego de los labradores, toques de ánimas, toques cuando venía la aviación golpista a bombardear Granada, pregonera de alegrías por lo tanto y, de pesares ciudadanos como queda dicho. La Reina Isabel II, cuando en 1862 vino a Granada en compañía del entonces jefe del Gobierno, general O’ Donnell y del confesor de ella, San Antonio María Claret, concedió para uno de los cuarteles de nuestro escudo, la representación de la típica torre, aunque otros retrasan esta concesión real a 1843 que, fue cuando a sí mismo concedió una orla para nuestro escudo con los Motes de, Muy Noble, Muy Leal, Nombrada, Grande, Celebérrima y, Heroica. Esta concesión fue dada, con ocasión del levantamiento del general Espartero.

Considerada la Torre de la Vela como, pieza arquitectónica dentro de la construcción militar musulmana medieval, su estudio es de gran importancia. Estuvo constituida como defensa de la entrada de la Alcazaba, de la que formaba parte porque en dicha entrada y aún, se conserva en forma de Puerta o Postigo pequeño, de arco de herradura ligeramente apuntado y, bien salidas las impostas, está construido en piedra y, la encuadra un alfiz ligeramente rehundido en la masa de la construcción. Pequeña la poterna, pero muy importante por su papel de acceso único a la Alcazaba. Esto explica lo enorme de las proporciones de la torre, de acuerdo con la importancia que le era propia. Proporciones que en su tiempo alcanzaron a casi el doble de la actual altura.

MUSA DE ARTISTAS

Constaba la construcción de dos plantas y, bajo ella existía un aljibe en el que quedó perdido una vez un turista curioso. Adosados a la torre, se conservan baños, la planta descubierta de las cuales, nos permite contemplar la ordenación acostumbrada en estos departamentos tan importantes de la vida.

Los granadinos actuales no podemos olvidar nunca que la Torre de la Vela, fue construida en pedestal del monumento de mayor importancia y más glorioso de nuestra historia, el de aquel 2 de enero de 1492, en el que aparecieron en la cima de la torre, la gran Cruz de plata que acompañaba a don Fernando en las conquistas y, los estandartes en aquel momento cubiertos de gloria de, Santiago y de Castilla.

La Alhambra en su imagen externa no puede prescindir de la Torre de La Vela, porque de hacerlo, podría ser confundida con cualquier otra fortificación o alcazaba. De tal manera que, una foto, un grabado, una pintura que no incluya su esbelta figura, a modo de mascarón de proa es imprescindible para atestiguar su forma y color. A lo largo de los siglos ha sido inspiradora de multitud de artistas plásticos, para definir a todo el monumento, de tal manera que, solo retratar la que fue llamada Torre del Sol, ya significa que estamos ante la Alhambra, ese tesoro granadino que nos identifica en todo el mundo.