lunes, 28 de marzo de 2016
FOREVER
FOREVER
Tito Ortiz.-
Ayer le pedí permiso a mí hijo, para salir a cenar con una chica que he conocido a través de un chat. Mi hijo tiene ya ochenta y dos años, y es duro de pelar para éstas cosas. No le gusta que salga con desconocidos/as, no le gusta que llegue tarde, y mucho menos, que no aparezca en toda la noche, por que esté por ahí con una pelandusca, que así llama él a las mujeres que fuman, y me hablan de tú. Mi hijo es así, es de otro siglo, no entiende que los padres estemos más avanzados, y acordes con los tiempos que corren. Si se entera que salgo con una mujer, aunque alguien pudiera pensar que siendo octogenario eso ya no le preocupa, muy al contrario, me interroga exhaustivamente a cerca de su estilo de vida, familia, religión, formas de vestir y gustos musicales. Sobre todo eso, gustos musicales, porque mi hijo cataloga a las mujeres que me pretenden, por sus aficiones para con la música. Para mi hijo, una mujer a la que le gusta Pablo Alborán, me conviene. En Cambio, una que beba los vientos por la música de, Bebe, es aconsejablemente rechazable. Mi hijo mira mucho por mí y por mi futuro. Me protege de todas esas mosconas, como él las llama, que revolotean a mí alrededor. Hay que comprenderlo. Yo soy un cuarentón interesante, en edad de merecer, divorciado, sin compromiso, y claro, eso llama mucho la atención entre las mujeres. Tengo un buen trabajo, un buen coche, un buen apartamento en la playa, en fin, que según mi hijo, soy presa fácil para cualquier caza fortunas, que quiera resolver su vida, con tan solo insinuarse con un discreto escote, o unas medias negras con costura, que él sabe me vuelven loco. Mi hijo mira por mí, es lógico a sus ochenta y dos años, confiesa que ya no le queda mucho que estar en éste mundo, y no quisiera irse con la pena de verme embraguetado, perdón, embelesado, por los encantos de una astuta mujer, que a la sazón, cuando yo muera, lo lleve a él a una residencia, porque está seguro que yo, ya no resistiría el envite del tálamo de una fogosa mujer, después de tanto tiempo de sofá, patatas fritas de bolsa y cerveza de marca blanca. Porque mi hijo, octogenario, cuando habla de irse, no crean que habla del otro mundo, lo hace, de la pandilla de amigotes con los que se reúne, y de las viudas cariñosas que frecuentan, sin compromiso de relación conjunta, sino de roces periódicos, sin trámites ni papeles, con la naturalidad de un viaje del Inserso a un paraíso geriátrico de aguas termales, masajes y relajaciones varias. Mí hijo ha llegado a prohibirme que vea Gran Hermano, no solo para que no aprenda lo que es hacer “edredonis”, sino para que mi vocabulario siga siendo limpio y entendible, para que mis relaciones personales sean humanas, educadas y correctas. Mi hijo solo me deja ver, Frasier, cosa que yo agradezco, pero cuando se acuesta, me levanto y a escondidas, veo, Forever. Creo que tengo que dejar de hacerlo.
martes, 22 de marzo de 2016
PASIÓN
PASIÓN
Tito Ortiz.-
Llevo varios años pidiendo el carnet de cofrade, y hasta ahora, nadie me lo ha expedido, y eso que lo he solicitado en distintas instancias. Lo cierto es que me piden mucho. No solo años de veteranía en la militancia cofrade, sino modelo de conducta, sabiduría de la materia, años de experiencia en el ejercicio de la vocación, testimonio de Fe o pedagogía impartida. De esto último, aporto diploma acreditativo de que fui el segundo granadino, que impartió un curso de conocimientos cofrades en la Universidad de Verano de La Complutense, allá por los años noventa en tierras almerienses, aceptando la cariñosa invitación que una noche en la casa hermandad del Cautivo de Málaga, en el barrio de La Trinidad, me hizo el rector, Gustavo Villapalos, en presencia de Pepe París, su hermano mayor y de mí admirado, Antonio Garrido Moraga. De mi antigüedad en las filas nazarenas, presento los recibos de todo el año, pagados al retirar el hábito blanco de La Aurora, para formar parte de su procesión en 1960, hecho que tuvo lugar en la zapatería de Antonio, en la Calderería del bajo Albayzín. También foto, vistiendo el morado y oro viejo del Cristo de La Paciencia, cuando La Virgen de Las Penas salía sin palio. Digo yo que por trienios no será, pero el asunto es que no reúno aún las condiciones exigidas para tener el carnet de cofrade granatensis. Presento certificados de mi cercanía a la fundación de nuevas hermandades, de pregones y presentaciones. Exaltaciones varias, salpican mi curriculum, al que añado la primera guía práctica de la semana santa granadina, agotada en varias ediciones, costalería como aficionado práctico, capatacía con nombramiento oficial en Los Escolapios. Pues con todo esto, la instancia rellenada y su póliza de tres pesetas, me acerqué a la ventanilla, y aquel funcionario de gafitas redondas, manguitos negros y visera a juego, me dijo... ¡vuelva usted mañana!. Las amonestaciones están corriendo todavía en cuatro iglesias, y los plazos se deben cumplir, no vaya a ser que alguien tenga que alegar algo en su contra. Si será seria la iglesia, que para los curas que quieren ordenarse, también corren las amonestaciones. Y no basta que el día 19 de Marzo, día de San José Obrero, la iglesia festeje el día del seminario, y a las puertas de las iglesias se aposten jóvenes seminaristas con su sotana negra y su fajín rojo, ofreciendo estampitas de los santos a los feligreses que acuden a misa. Tampoco que los Lunes en la iglesia de San José, se ofrezcan a los feligreses los panecillos milagrosos, para dar a tomar a los enfermos, rezando preceptivamente a san Nicolás de Tolentino, que ya por el siglo XIII fue llamado a la vocación, y eso si es antigüedad en el escalafón, y no la mía. Soy un monaguillo preconciliar, de los de misa en Latín de espaldas a los fieles, que vio con alborozo, como se instalaban en las iglesias altares para decir la misa mirando a los fieles. Soy de Juan XXIII y Francisco, que poco a poco me está convenciendo de que la Iglesia instituida, tiene en su seno a personas que piensan como yo, pero aún así, no me dan el carnet de cofrade. ¿Mira que si al final, el carnet de cofrade no existe, y lo he soñado cualquier noche en una casa de hermandad, cuando el gallo que delató a Pedro en su tercera negación, me anunció que la barra estaba cerrada, y nos echaban a Fútbol a desayunar?.
viernes, 18 de marzo de 2016
CABALLEROS COSTALEROS
CABALLEROS COSTALEROS DE LA SANTA VERA CRUZ DE GRANADA
Tito Ortiz.-
Si algo caracteriza la Semana Santa de Granada de los últimos cuarenta años, es la revolución que supuso la aparición del movimiento costalero. Hasta 1978, nuestra semana de Pasión portaba sus tronos a hombros de costaleros asalariados, de profesionales recolectados al efecto, incluso algunos pasos se trasladan con ruedas, con mecanismos a modo de carrozas, manejados por hábiles cofrades. Todo parece indicar que el despertar costalero de Granada, se produce cuando en la Semana Santa de 1977, una cuadrilla de Utrera, viene a la capital para sacar a La Virgen de La Victoria. Un hecho contemplado por veteranos cofrades, que pronto se preguntan ¿por qué ellos no pueden hacer lo mismo en la ciudad de La Alhambra?.
Esto espolea iniciativas y para la Semana Santa de 1978, surte su efecto. Ya tenemos lo que se dio en llamar, para diferenciarlos de los profesionales, al hermano cofrade costalero. El Miércoles Santo, Jorge Mario, saca el Cristo de Las Penas con costaleros no profesionales, El Amor y La Entrega es portado por una cuadrilla de hermanos que no llegan ni a una veintena, y entre los que se encuentran gentes, que hasta ahora, no hubieran sospechado que se verían portando un santo por las calles, no solo no cobrando, sino pagando parte de los gastos de poner la procesión en marcha. En los meses siguientes, se forma una mítica cuadrilla a las órdenes de Pepe Carvajal, en la que se encuentran nuestros interlocutores, los hermanos, Francisco y Manuel Toro, testigos de excepción de aquel renacer costalero granadino, que ha significado un antes y un después en nuestra semana santa, y del que pronto se cumplirán cuarenta años.
Estábamos en el bar. de Juan Bautista en el Campo del Príncipe, junto a Antonio Méndez, Juan Carlos Pérez Gamarra, y Javier Calvente. Entonces llegó Pepe Carvajal y nos escuchó hablar. De ahí partió la cuadrilla, acordando Méndez, que le pediría la parihuela, a don José Gómez Sánchez Reina, para comenzar los ensayos. Pero éste no accedió, así que conseguimos la de Los Favores, y fuimos los primeros costaleros en salir a la calle a ensayar en Granada. Ensayábamos hasta con el palio puesto y un día bajamos hasta Santo Domingo, y dijo Pepe Carvajal, vamos a probar a ver si entra por la puerta de la Iglesia, y una vecina que estaba viendo aquello empezó a dar voces: Sacrilegio, sacrilegio, sacrilegio. Porque entonces nadie había visto ensayar a los costaleros y menos en la calle.
Ya están en marcha los costaleros de la Santa Vera Cruz, que sacan pasos de las hermandades que se lo demandan, aunque pronto se producirá la exención, de aquellos que ponen en marcha cuadrillas para sus hermandades, como es el caso de Carvajal con Los Favores, y Méndez con La Victoria, eso los llevará a denominarse exclusivamente como, Santa Cruz. Son años en los que se produce un resurgir de la semana santa de Granada, y en los que se viven anécdotas como la de 1980, en la que una tormenta sobre la ciudad, obligó a La Concepción y La Aurora, a refugiarse en la Audiencia, hoy sede del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
El agua, los truenos y los relámpagos cogieron al Perdón pasados los Grifos de san José y El Amor y La Entrega en plena Carrera del Darro, así que previo un ¡rompan filas!, todos pedimos refugio en La Real Chancillería, cerrada a cal y canto y custodiada por Guardia Civiles en su interior, que inmediatamente abrieron las puertas, e hicieron posible que se llevara a cabo el milagro, de que no sólo los cuatro pasos que se mojaban en la calle con todos sus cofrades y camareras pasarán a refugiarse, sino que pudieron cohabitar, con los otros cuatro que se montaban allí tradicionalmente: Los dos del Gran Poder y los dos de la hermandad oficial de la semana santa. Cuando escampó, con sus respectivos chaqués empapados y fumando un cigarrillo, los hermanos mayores, Antonio Berbel de La Aurora, y Enrique Megias, de La Concepción, dialogaban mirando al cielo sobre la conveniencia de seguir la carrera oficial o retirarse a sus iglesias. En un momento de la conversación, Antonio Berbel, refiriéndose a sus imágenes titulares le dijo a Megias: Yo no sigo el recorrido, me vuelvo a San Miguel, porque lo que yo llevo sobre los pasos son auténticas joyas de la imaginería. Enrique Megias, ofendido por aquel ataque gratuito a sus imágenes titulares no dudó en espetar: Pues yo sigo el recorrido hasta la tribuna, a fin de cuentas, lo que yo llevo en los tronos son muñecos de Almacenes el 95.
En 1980, ya como La Santa Cruz, Manuel Toro, con su Hermano Francisco, Francis Guillén, los hermanos Ortiz, Jesús y Falo, y tantos otros imposibles de enumerar, portan diversos pasos como la cuadrilla de La Santa Cruz. El martillo lo ostentan, Antonio Sánchez Osuna, “Antoñín”, José Carranza, “Wuily” y Juan Toro para sacar su Virgen de La Aurora.
En 1982, cuando Juan de Dios Morillas viene de la mili, quiere ser capataz, y entonces, Wuily, Antoñín y yo – Francisco Toro – nos vamos a fundar la cuadrilla de La Cañilla. El año anterior sacamos una hermandad cada día. El Lunes, La Virgen de Los Dolores, y en la puerta de San Pedro, don Antonio González Ortiz, su hermano mayor, lloraba emocionado de ver como mí suegro, - Antoñín – sacó la Virgen tres veces y la metió cuatro en la iglesia. Durante el recorrido nos dieron cinco bocadillos, con batidos de vainilla. En ocasiones nos ayudaban costaleros de La Concha, y así sacamos un año La Estrella y La Alhambra.
Mientras Manuel Toro fue presidente de los costaleros de La Santa Cruz, se montó una casa Hermandad en La Cuesta de Marañas, con una gran actividad social, allí se proyectaba hasta cine con la máquina de Francisco Toro. Uno de los atractivos más interesante de La Santa Cruz, era que se trataba de una cuadrilla independiente, aunque sus componentes pertenecieran a otras, pero todos a una.
Al ser los primeros, pagamos muchas novatadas. Recuerdo – Francisco Toro – cuando sacamos el Silencio por primera vez, que le quitaron los palos de por fuera y lo pusieron para trabajar a hombros por dentro. Fue Pepe Carvajal el Jueves Santo por la mañana a revisar el trono, y se horrorizó al comprobar que no había forrado los palos. Así que sobre la marcha se improvisó, forrando los largueros con túnicas viejas que tenían por allí, así que terminamos con los hombros en sangre viva. Nos iba mandando Pepe Barrales.
La Santa Cruz, con la colaboración de La Concha, sacan el primer año la Hermandad de La Estrella, que de regreso sube por los Grifos de san José. La Cuadrila, para los pasos en la Puerta de la Iglesia de San Miguel, entra y sacan a la puerta la Virgen de La Aurora, con lo que se produce un encuentro histórico unos metros más arriba, antes de llegar a Santa Isabel La Real, un cable que nadie ha previsto roza los varales del paso de palio, produciendo una descarga eléctrica en los costaleros, que nunca olvidarán, sobre todo el patero derecha “alante”, Alejandro, que lleva brakets metálicos. Salieron vivos de milagro.
Uno de los peores días, recuerda Manuel Toro, fue cuando le quitamos las ruedas al paso del Huerto de Los Olivos, y lo sacamos a hombros por primera vez en la historia. Empezamos el recorrido 34 costaleros, y fuimos a darle la vuelta al Campo del Príncipe. Aquello pesaba más que una condena. Cuando llegamos a Santo Domingo, la gente se iba saliendo con el pretexto de ir a orinar, y ya no volvía. Y aquello pesaba más y más. Ya sólo íbamos 24 debajo, pero es que la llegar a la calle Jesús y María, ya éramos solo 18 y así nos fuimos a la carrera oficial. Cuando subimos la rampa de la Catedral, el paso se nos iba para atrás, de los pocos que éramos y de las pocas fuerzas que nos quedaban. Allí se nos metió debajo, Adolfo, el de la Pastelería El Sol, que estaba viéndonos con su familia, para echarnos una mano. Él se dio cuenta que nos moríamos. Intentábamos avanzar, pero las fuerzas nos faltaban y otra vez se nos iba el paso para atrás, y la gente, creyendo que lo estábamos haciendo a posta, nos aplaudía una y otra vez. Toda la plaza aplaudiendo como volvíamos al principio de la rampa, cuando la verdad es que nos estábamos muriendo y el paso se nos iba sin querer. Yo iba de patero derecho-comenta Manolo Toro- y hasta la cuarta trabajadora iba todo vacío. En la calle Pavaneras, de regreso, tuvieron que sacar arrastrándolo a mí hermano Paco Toro, porque los aductores se le habían montado y ya se había bloqueado. No podía dar un paso. Al llegar a los Seis Peniques, nos invitaron a un cubalibre, y la gente empezó a meterse por su cuenta, hasta que pudimos encerrarlo con honor, pero hay quien todavía se acuerda de los chispazos que soltaban los zancos al rozar con el suelo.
En el primer lustro de los ochenta, famoso fue también el campeonato de fútbol sala que organizó La Santa Cruz, en el que participaron todas las cuadrillas, y en cuyos encuentros no faltaron los piques, puesto que durante el juego afloraban los comentarios de quienes andaban mejor, y quien peor, así que no en pocas ocasiones, alguno terminaba con un rasponazo cuyo dolor se diluía cuando al final se compartía la cerveza fresquita, como recompensa al buen juego.
Con los nuevos costaleros granadinos, las hermandades recuperan a la gente en las calles. Ellos son los que instauran las primeras comidas de hermandad. Fundan El Coro de La Santa Cruz, realizan un festival benéfico para los hermanos obreros de maría, en gratitud por dejarles el campo para los campeonatos de fútbol. Los costaleros de la santa cruz, continuadores de la santa Vera Cruz, junto con el resto de ilusionados costaleros granadinos, hicieron posible el auténtico cambio de la semana santa de Granada. Existe un antes y un después, gracias a ellos.
martes, 15 de marzo de 2016
¡POR ESPAÑA, TODO POR ESPAÑA!
¡POR ESPAÑA, TODO POR ESPAÑA!
Tito Ortiz.-
Los que vivimos la transición, y veníamos de lo que veníamos, tenemos conocimiento de causa para hablar así. Los españoles no teníamos cultura monárquica, aunque veíamos al príncipe como un mal menor. Hablo de los demócratas, porque los franquistas no lo querían ni ver. La mayor oposición a su Jefatura del Estado, Juan Carlos la tuvo por parte de los fachas, aunque a los que deseábamos libertad, nos ganó la noche del 23F, y de esas rentas ha vivido el monarca hasta hace poco. Somos muchos los que nunca fuimos monárquicos, pero si que nos consideramos “Juancarlistas “ a raíz de esa noche en la que Tejero se quedó en el Congreso más solo, que los de Tudela. Luego sus escarceos, incluidas las cacerías de todo tipo, en tiempos de crisis, le han pasado factura, y al final, como aquello famoso de... La cabra siempre tira al monte. Por mucho que hemos querido justificarlo como hacedor de la democracia, han vuelto las pesadillas de los borbones, con imágenes históricas de retozar en cama ajena, cacerías, pachandas, prebendas, y juergas, mientras el pueblo lo pasaba fatal, de ahí que su abuelo tuviera que salir por piernas, y llegó la República, para borrar todo rastro de reyes que no viven en consonancia con la realidad de su pueblo. Un pueblo que tiene millones de parados y que, ve como su Jefe de Estado se da a los placeres de la carne, aunque sea de elefante, es un pueblo que tiene derecho a desprenderse de la atadura que tuvo su nacimiento un aciago 23 de Febrero de 1981.
Pero ésta España es tan injusta y la historia tan irremediable, que volvemos a meternos en un berenjenal, cuando mejor podría irnos. Ahora que nuestro país tiene un monarca, espléndidamente formado, incluso en el extranjero, que sabe de la realidad de su pueblo, y que tiene a su mejor asesora al otro lado de la almohada, con una visión perfecta de la realidad. Ahora que podríamos presumir ante el mundo de tener al Jefe de Estado, más preparado de toda nuestra historia, y con los pies más en el suelo que nunca, ahora, le crecen los enanos en su jardín particular de La Zarzuela, y tiene que sonrojarse con las imágenes diarias de tener a su propia hermana sentada en un banquillo de los acusados, para deshonra eterna de la dinastía, un padre abdicado, ante la presión social de sus desmanes, y un país sin gobierno, gracias a la ineptitud de los políticos que le han tocado en suerte. La realidad es mucho más contundente que la ficción, y el rey español más preparado desde los reyes católicos, está siendo zarandeado por coletas en camisa, pancistas que lo ningunean, y separatistas analfabetos que olvidaron que su “nación”, viene desde los tiempos de Alfonso II, Rey de Aragón y Conde de Barcelona. Y en ese su estandarte, es en el que se envuelven ahora ayunos de conocimiento, los que pretenden poner frontera, aduanas y pasaporte para pisar Barcelona. Comprendo que eso de ser rey, porque has tenido la suerte de nacer en familia distinta al resto, ya no es de recibo. Pero también entiendo, que para una vez en todos nuestros siglos, que tenemos un rey en condiciones, que el hombre esté pasando por esto, no debe ser plato de buen gusto, con lo facilito que lo han tenido sus predecesores. Ya lo dijo su abuelo, el rey que nunca reinó: ¡Majestad, por España, todo por España!.
lunes, 7 de marzo de 2016
AMELIA
AMELIA
Tito Ortiz.-
Todo hacía sospechar que aquel embarazo no iba a ser normal. Las molestias, la amenaza de aborto en el cuarto mes, en fin que la cosa no pintaba bien. Los médicos dijeron que era una niña, y que de llegar a término, el asunto tendría complicaciones. Nos encontramos por casualidad a Amelia en un pasillo del trabajo. Puso la mano sobre el ombligo de la embarazada y le dijo: No os preocupéis por nada, es un niño y viene sano como una pera. Hoy el niño tiene 26 años, y es padre de dos hijos sanos como otra pera. Así es Amelia, una mujer que nunca llegó a superar la muerte de su hijo, Rafael Fernández Píñar y Afán de Rivera, en aquel trágico accidente de caravana. Un amigo con el que compartí ideas políticas, amistad y pasión por las motos de gran cilindrada. Actividades culturales y música también nos entretenían. Volviendo con Amelia, yo no sabría definir bien si Amelia Afán de Rivera es un ángel, o una vidente. Sólo sé que un día, al terminar una charla de amigos, me entregó una bolsita verde atada, que aún conserva el nudo, y me dijo que nunca me olvidara de ella y la llevara encima, porque me protegería, y al día de hoy, puedo decir que desde entonces, en un par de ocasiones como mínimo, yo no sabría explicar por qué sigo vivo. Una tarde conversábamos con unos compañeros, yo no intervenía en la conversación, pero Amelia llamó mí atención y me dijo: pronto te ascenderán en tu puesto de trabajo, y prepárate porque vas ha hacer muchos viajes. A los pocos días, llegó ese nombramiento, y en los siguientes siete años, hice más kilómetros de los que pueda realizar en toda mi vida. Amelia es así. Un día que el ministro del interior se desplazó hasta Granada, de incógnito para celebrar el fin de año en el Gobierno Civil, entre amigos, avanzada ya la madrugada me confesó, que en no pocas ocasiones, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, recurrían a Amelia, que no solía fallar a la hora de encontrar un zulo, o un cadáver escondido, incluso había resuelto más de un misterio policial con vivos de por medio. Amelia creía en Dios, era una cristiana convencida, adoraba a Fray Leopoldo, y con sólo mirarte, sabía quién te acompañaba y por qué, a pesar de que tu ibas solo. La educación, la amabilidad, el encanto personal, la sencillez y el cariño al prójimo, eran normas usuales de conducta en su saber estar, sin levantar la voz, sin destacar por indumentaria o protagonismo, si te la cruzabas por la calle, nunca sospecharías que estabas ante una vidente o un ángel, nacida para hacer el bien a los demás, sin necesidad de bolas de cristal, cartas, luces apagadas, cortinas de terciopelo o incienso. Amelia Afán de Rivera es, esa mujer nacida para hacer el bien, con una conexión directa con el otro mundo, del que hablaba con tanta naturalidad, que tu creías, que lo hacía de éste. Amelia, aunque sé que no te has ido, pero por si yo me voy antes, quiero darte las gracias públicamente, por ser mi ángel de la guarda. Siento tu presencia y con eso me basta. Éste mundo y ese otro, necesitan muchos ángeles como tú.
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