martes, 22 de marzo de 2016
PASIÓN
PASIÓN
Tito Ortiz.-
Llevo varios años pidiendo el carnet de cofrade, y hasta ahora, nadie me lo ha expedido, y eso que lo he solicitado en distintas instancias. Lo cierto es que me piden mucho. No solo años de veteranía en la militancia cofrade, sino modelo de conducta, sabiduría de la materia, años de experiencia en el ejercicio de la vocación, testimonio de Fe o pedagogía impartida. De esto último, aporto diploma acreditativo de que fui el segundo granadino, que impartió un curso de conocimientos cofrades en la Universidad de Verano de La Complutense, allá por los años noventa en tierras almerienses, aceptando la cariñosa invitación que una noche en la casa hermandad del Cautivo de Málaga, en el barrio de La Trinidad, me hizo el rector, Gustavo Villapalos, en presencia de Pepe París, su hermano mayor y de mí admirado, Antonio Garrido Moraga. De mi antigüedad en las filas nazarenas, presento los recibos de todo el año, pagados al retirar el hábito blanco de La Aurora, para formar parte de su procesión en 1960, hecho que tuvo lugar en la zapatería de Antonio, en la Calderería del bajo Albayzín. También foto, vistiendo el morado y oro viejo del Cristo de La Paciencia, cuando La Virgen de Las Penas salía sin palio. Digo yo que por trienios no será, pero el asunto es que no reúno aún las condiciones exigidas para tener el carnet de cofrade granatensis. Presento certificados de mi cercanía a la fundación de nuevas hermandades, de pregones y presentaciones. Exaltaciones varias, salpican mi curriculum, al que añado la primera guía práctica de la semana santa granadina, agotada en varias ediciones, costalería como aficionado práctico, capatacía con nombramiento oficial en Los Escolapios. Pues con todo esto, la instancia rellenada y su póliza de tres pesetas, me acerqué a la ventanilla, y aquel funcionario de gafitas redondas, manguitos negros y visera a juego, me dijo... ¡vuelva usted mañana!. Las amonestaciones están corriendo todavía en cuatro iglesias, y los plazos se deben cumplir, no vaya a ser que alguien tenga que alegar algo en su contra. Si será seria la iglesia, que para los curas que quieren ordenarse, también corren las amonestaciones. Y no basta que el día 19 de Marzo, día de San José Obrero, la iglesia festeje el día del seminario, y a las puertas de las iglesias se aposten jóvenes seminaristas con su sotana negra y su fajín rojo, ofreciendo estampitas de los santos a los feligreses que acuden a misa. Tampoco que los Lunes en la iglesia de San José, se ofrezcan a los feligreses los panecillos milagrosos, para dar a tomar a los enfermos, rezando preceptivamente a san Nicolás de Tolentino, que ya por el siglo XIII fue llamado a la vocación, y eso si es antigüedad en el escalafón, y no la mía. Soy un monaguillo preconciliar, de los de misa en Latín de espaldas a los fieles, que vio con alborozo, como se instalaban en las iglesias altares para decir la misa mirando a los fieles. Soy de Juan XXIII y Francisco, que poco a poco me está convenciendo de que la Iglesia instituida, tiene en su seno a personas que piensan como yo, pero aún así, no me dan el carnet de cofrade. ¿Mira que si al final, el carnet de cofrade no existe, y lo he soñado cualquier noche en una casa de hermandad, cuando el gallo que delató a Pedro en su tercera negación, me anunció que la barra estaba cerrada, y nos echaban a Fútbol a desayunar?.
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