lunes, 11 de abril de 2016

DAPHNE

DAPHNE Tito Ortiz.- Invadido por la tristeza de pertenecer a un país sin Gobierno, ésta es la bendita hora en la que cada vez aborrezco más a la clase política, cada vez confío menos en ellos, y para colmo, mi mujer me ha retirado el saludo desde que sabe de mis devaneos platónicos, con la masajista de Martin Crane, padre del doctor, Fraiser. Daphne Moon, es la mujer que todo hombre ha deseado siempre. Guapa, buen cuerpo, simpática, te trae las zapatillas, te hace la cena, la cama y te da un masaje a las primeras de cambio. ¿Qué hombre puede resistirse a esos encantos?. Dice mi mujer que hablo con ella en sueños, que a media noche me escucha decirle con voz de baboso, lo exquisita que le ha salido la tortilla liada, que me ha preparado para la cena, que me río con voz de gilí aunque solo me haya dado los buenos días, y que – una vez despierto – suelo exhalar un interminable suspiro, cada vez que se termina un capítulo de Fraiser. Daphne, es esa pareja de baile con la que has soñado, abrir en el salón de las mil lámparas de araña, la interpretación de El Danubio Azul, y además, le quita el polvo a las figuras de la estantería, y le pasa la aspiradora a la moqueta. ¿Quedan mujeres así, o ya son como los gobiernos de éste país... imposibles de encontrar?. Algo hemos debido hacer mal, cuando después de una transición democrática, que según todos los próceres fue impoluta y ejemplarizante, ahora, hay quién mantiene que debemos revisarla, porque tal vez no fue tan afortunada, ni tan modélica. Yo pienso que los dos bandos cedieron para cerrar heridas, pero quién más lo hizo fue el lado democrático, que pasó excesivamente la mano sobre los franquistas, para que el ruido de sables y los fachas, no terminarán ofreciéndonos un cuartelazo, al más puro estilo república bananera, y dieran al traste con nuestros deseos de libertad. Lo cierto es que perdonamos demasiado, y ahora toca revisar todo aquello, un poco a contra corriente, porque sostienen los “pepeses”, que aquello ya fue revisado en su momento y olvidado. Pero yo no he echado los pelillos a la mar. Una ley de amnistía, no lo es de amnesia. Mi gente murió en las tapias de un cementerio por sus ideas, sin estar manchados de sangre, ni haber pegado más que, carteles republicanos, y a éstas alturas, no sé dónde están, mientras que los golpistas tienen localizados y homenajeados como héroes a todos los suyos, y eso ni lo voy a perdonar ni a consentir. Déjennos desenterrarlos, no estamos abriendo viejas heridas, intentamos cerrar una página de terror que nosotros no abrimos, y con mis muertos, no juega nadie. Por eso tengo que poner la mente en otra cosa, y por eso estoy en manos del doctor Fraiser, porque mientras estoy viéndolo a él y su familia, me llega su terapia “freudiana”, y no voy por la calle dando chillidos. No, señores de derechas, con la transición no se acabó todo, aunque tuviéramos el detalle del sumo hacedor, de ver autorizado el partido comunista en sábado santo. Aquello no fue más que un guiño del gran tentador. Daphne, cariño, necesito un masaje.

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