A SU DEBIDO TIEMPO
Tito Ortiz.-
Una noche en la taberna de “El Elefante”, en presencia de Pascual, el sereno de la zona, con las puertas cerradas al público, y mientras Enrique y Encarna se enzarzaban en sus acostumbradas diatribas, Pepe Ladrón de Guevara me espetó entre dogmático y contundente: Tito, moriremos de nada, y a su debido tiempo. Y se quedó tan tranquilo. Tiempo después lo dejó por escrito para la posteridad. Yo jamás he olvidado esa frase, que ahora se encuentra engarzada en su obra, pero el otro día me subí a la Silla del Moro, para recrearme en la visión de la ciudad, y debo confesar que alguien se está encargando de que, eso de morir a nuestro debido tiempo, se produzca más pronto que tarde. La alfombra de contaminación y suciedad que tenemos sobre nuestras cabezas, es para preocupar al más pintado. Eso que antes veíamos con asombro en la tele, referido a urbes como Madrid o Barcelona, hemos tenido los grandes bemoles de que – como el viejo Tarradellas – ya está aquí. Puestos a codearnos con las grandes ciudades, no hemos elegido su PIB, ni sus cifras menores de paro, tampoco su proyección cultural. Hemos decidido igualarnos, baremándonos con lo peor de cada casa: Su contaminación.
Una ciudad carente de industria, bella por su patrimonio, y excelsa por su paisaje, alcanza al día de hoy unas cotas de contaminación en el aire, dignas de los altos hornos de Bilbao, o el polo petroquímico de Huelva. ¿Se puede ser más gafe? Dicen los que de esto saben, que Granada se convirtió en 2019, un año más, en la zona urbana más contaminada de Andalucía, con superaciones de los límites máximos permitidos en varias sustancias contaminantes, y por encima de las recomendaciones de la OMS en otros, lo que la sitúa también entre las capitales que sufren más polución de España. Tenemos El Área Metropolitana superando de nuevo, los niveles legales de dióxido de nitrógeno y está a la cabeza también en ozono troposférico y partículas en suspensión. En cristiano, vamos. Que estamos respirando veneno puro, con un coste para nuestra salud de agárrate y no te menees, que diría un albaycinero, o sea, yo. Según el último informe de la Red de Vigilancia y Control de la Calidad del Aire en Andalucía, Granada volvió a ser la única ciudad andaluza que superó el máximo legal de dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante producido principalmente por el tráfico, aunque también por las calefacciones.
Está claro que nos estamos matando sin prisa, pero sin pausa, a la vista de todos, sin que nadie mueva un dedo. Somos la nueva Sagunto, con el consentimiento de nuestros políticos, que dudan aún de las incuestionables restricciones al tráfico, de la peatonalización del centro, las energías alternativas para la calefacción, la irrenunciable renovación de la flota del transporte urbano y el abandono del coche particular para ir a por tabaco. Sospecho que detrás de esto, lo único que hay es un lúgubre interés: Emucesa.
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