martes, 19 de enero de 2021

HE SIDO YO

 HE SIDO YO


Tito Ortiz.-


Llevo ya varios días escondido en el anonimato, pero ya no puedo aguantar más, y he decidido confesarlo. Me consta que todo el mundo se pregunta quién ha sido, por eso he decidido romper el silencio y gritar a los cuatro vientos que he sido yo. Conste que la culpa fue de ellos, porque a mi casa no entra ningún extraño, y fue el año pasado a raíz de la noche de reyes, cuando comenzaron a sucederse los tristes acontecimientos que han derivado en la pandemia. Llegaron Melchor, Gaspar y Baltasar, y nos dejaron una cepa estupenda de la Covid 19, que no ha hecho más que traer enfermos, muertos y ha tirado por los suelos nuestra – ya de por sí – maltrecha economía. Después de muchas investigaciones, como corresponde a un periodista de mi calado, he llegado a la conclusión de que fueron ellos los culpables de traer entre los regalos, el maldito bichito que está acabando con nosotros. ¿Quiénes? Sino ellos han podido venir de Oriente y entrar en mi casa. Yo tengo claro que, los culpables de la pandemia fueron el año pasado los reyes magos, y hasta que  no lo he descubierto, los distintos gobiernos han guardado un silencio cómplice, pero aquí estoy yo para denunciarlo.

Gobiernos que nos tienen sin información de la pandemia, porque prefieren tenernos en la ignorancia, a que sepamos de que va la fiesta y como yerran en la lucha contra el virus. La información oficial se limita a decir los nuevos contagios, los muertos, nuevos ingresos y la ocupación de las UCI. Nadie nos informa por qué el ritmo de vacunación es tan lento. Cuanto tiempo dura la inmunización, cuantas son las altas diarias, y sobre todo y más grave, cuáles son las terribles secuelas de quienes lo han pasado y los reinfectados, aquellas personas que han pasado la enfermedad un mínimo de dos veces, sin que nadie les asegure que podrán contraerla alguna vez más. Para colmo de males, nadie comprende la rapidez con la que han dado con la vacuna, y por qué no se han dado la misma prisa en dar con el antídoto que, sirva de tratamiento directo contra la pandemia durante la enfermedad, para dejar de dar palos de ciego, o lo que es peor, encomendarse a la divina providencia para que los enfermos mejoren y vuelvan a la salud de sus cuerpos. Hay tantas incógnitas en torno a la enfermedad, que la información que se nos ofrece desde las instituciones oficiales no es completa, cuando no, falsa y mal intencionada. No se pueden pedir miles de vacunas, cuando no se han contratado a los profesionales sanitarios para administrarlas. Por todo ello, sí, he sido yo, lo confieso, me he vengado y éste año, los reyes magos al entrar en mi casa, no han encontrado ni agua para los camellos, ni dulces y licores para ellos. Les he puesto carbón, mucho carbón, un montón de carbón negro y oscuro que tizna más que un mono pintando un zócalo. He sido yo, el primer humano en la tierra, que les ha echado carbón a los reyes.

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