jueves, 7 de julio de 2016
NO ESTAMOS SOLOS ¿O SÍ?
NO ESTAMOS SOLOS. ¿ O SÍ?
Tito Ortiz.-
Yo es que me desespero. No sé de qué ha servido morirme, si al final esto se prolonga indefinidamente, y seguimos sin Gobierno, como pollos sin cabeza. Yo pensé que al pasar al otro mundo, el de los vivos recuperaría la sensatez, y formaría nuevo estaff directivo para sacar al país de éste letargo asfixiante, pero no sólo el asunto se prolonga, sino que los ingleses se van de la Unión Europea. En el mundo de los muertos todos nos preguntamos, como es tan fácil irse de Europa, y tan difícil de Gibraltar. ¿No sería más fácil esto último?. Claro que a los muertos nadie nos hace caso. Lo que nosotros vemos muy sencillo, para los vivos es un mundo, pero así les va. Los partidos que más corruptos tienen en sus filas y que más empobrecen a la población con sus recortes, suben de votos en las urnas, y los que pretenden repartir de otra manera el dinero, para que les llegue a los que menos tienen, esos bajan. Es como si al mundo lo dirigiera un dios loco, o que permanentemente está mirando a la Luna de Valencia. Eso si es que existe, porque yo llevo muerto varios meses, y por aquí no ha venido ni a dar un recado. Que bueno está que no aparezca por el mundo vivo, pero hombre, dejarnos de lado también a los que ya hemos palmado, con la de promesas que se nos ha hecho desde chicos, con éste mundo de los muertos, ya podría aparecer y dar una explicación, si es que ésta insensatez la tiene. El otro día me senté en un banco del Paseo del Salón, junto a un hombre que leía el Ideal, y de pronto me descubrí haciendo lo que tantos granadinos hacen por tacañería: Leer el periódico gratis. Yo me recosté un poco en su hombro, y aunque tenía que esperar a que pasara página, porque leía más lento que yo, me puse al día de todas las calamidades, pero de gorra, que es como gusta en ésta tierra. La gente lee de reojo el periódico del vecino en el autobús. Hay clientes de Barbería, que se pelan una vez cada tres meses, pero que van todos los días a leer el Ideal porque es gratis, y no les importa esperar el tiempo que sea necesario, con tal de no comprar el periódico. Pasa igual en muchas cafeterías, en las que ya por fatiga, esperando a que el rotativo quede libre, el camarero te retira el servicio del primer café, y a ti por vergüenza, porque es muy evidente que tu espera es para leer el periódico, se te escapa con dolor la petición de un segundo café, a ver si el pesado que está memorizando los deportes, suelta ya el rotativo. Así que por tacañería, el precio del desayuno se ha incrementado en lo que vale el Ideal, y además cuando termines de leer las esquelas, tendrás que dejarlo allí, para que sigan manchándolo de mantequilla, y así llegue a las doce del medio día, como el papel de los churros. Pues a lo que iba, que ahora como soy transparente, me leo el Ideal gratis y donde quiero, aunque llevo muy mal eso de tener que leer las páginas que le gustan al lector vivo, y al ritmo de su lectura, por eso estoy ensayando una especie de soplido suave, que pase las páginas y me permita leer a mi cadencia, pero es que no controlo mucho todavía y el otro día, en el Carmen de Isabela, me puse sobre el hombro de Eduardo y, como se recreaba en un anuncio de puros, hice acopio de energía y soplé para ver la página siguiente, pero lo debí hacer tan fuerte que gritó: ¡Víctor apaga el aire!
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