martes, 9 de abril de 2019

CABLEADOS


CABLEADOS

Tito Ortiz.-

Recuerdo cuando en plena transición democrática, se confeccionó el primer borrador del Plan Albayzín para recuperar el barrio, y entre sus cometidos, se apostaba por la desaparición de los cables aéreos de telefonía y electricidad, fundamentalmente, no solo por su impacto medio ambiental, sino por, estética y seguridad de las criaturas humanas. El proyecto sonó tan ambicioso a principios del segundo lustro de los setenta, que ni las administraciones ni las empresas fueron capaces de llevarlo a cabo jamás. Ni siquiera firmarlo. Los políticos de entonces estaban más preocupados por saber que iba a ser de sus vidas, que de la conservación y belleza del barrio que fue antes que Granada. Y desde aquellos tiempos, a pesar de la declaración de la Unesco, esta noticia aparece en Ideal periódicamente, como uno de los eternos proyectos que parece nunca se llevarán a cabo. Se trata del tema pendiente por excelencia, al que las instituciones públicas no han sido capaces de dar una solución, salvo algún parcheo puntual, para que parezca que en realidad está en vías de solución, pero los decenios transcurridos hablan de todo lo contrario.

Hubo un tiempo en el que una institución centenaria como, La Cámara de Comercio Industria y Navegación de Granada, bajo la presidencia de Luís Curiel, tomó el tema como propio, y recuerdo haber asistido a más de una reunión en el Palacio de Los Condes de La Jarosa, con Fernando Mir como notario de actas, para poner a todos de acuerdo. Entre los sentados a la mesa, aparte de los representantes políticos de la época, se encontraban los máximos responsables entonces de la Compañía Sevillana de Electricidad, Francisco González de Castro, y de Telefónica, Jiménez Ortiz, todos dispuestos a llevar a cabo el proyecto de retirar los cables aéreos del Albayzín. Todo esto ocurría a iniciativa de Luís Francisco Curiel Aróstegui y de la Plata, presidente cameral, siempre extraordinariamente sensibilizado con los temas de la provincia, y a cuya convocatoria de buena voluntad para resolver problemas de los granadinos, nadie faltaba. Eran años heroicos en los que Luís, con su avioneta aterrizaba en Sevilla y se entrevistaba con el presidente José Rodríguez de La Borbolla, para solicitarle una autovía que conectara con el mundo a Granada, o con el consejero, Jaime Montaner, para hablarle de otra que en forma de te invertida, enlazara Mortil, hacia el Oeste con Portugal y el Este con Barcelona, pero que hacia Granada, nos permitiera se el puerto más cercano a Madrid. Curiel, sin descuidar sus obligaciones camerales, se implicó tanto en la defensa de la provincia, que algún político me comento una vez, que si se postulaba para alcalde. Luis no tiene otra ambición de siempre, que no sea la de ver a Granada en el puesto que le corresponde y en, igualdad de oportunidades en infraestructuras con otras provincias. Pero esta sensibilidad parece que desde que él abandonó la Cámara, no ha vuelto a repetirse, ni siquiera como elemento aglutinador en la defensa de nuestras carencias más preclaras. También por aquellos años, Witiza Miguel Martín Gracián, me presentó un proyecto de repetidor para el Albayzín, por el que, sin un solo cable, se le podía dar señal de televisión a todo el barrio, retirando todas las antenas de los tejados y fachadas, un asunto que se presentó en su momento a las autoridades y que aún duerme el sueño eterno de la paz dentro de un cajón, en casa del técnico granadino. Las instituciones no tienen alma, pero sus responsables sí. Esta provincia necesita muchos Luís Curiel, aunque sea como libro de consulta. Quién quiera… Yo tengo su teléfono.

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