ESTÁN EN LA RUINA
Tito Ortiz.-
Dado que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, es de suponer que grandes inventores están en la más absoluta de las ruinas. Como por ejemplo, aquel hojalatero albaycinero, que con gran inteligencia nos proporcionó aquella chimenea portátil, con la que mi abuela conseguía prender el brasero de picón con total facilidad. El artefacto nacía de una lata de mortadela “Mina”, que una vez gastada, le hacían unos cortes en la parte inferior para abrirla en abanico, y a modo de soporte, colocarla sobre las brasas, para que la combustión fuera rápida y meter el brasero en casa cuanto antes para calentarnos, en la mesa de camilla, donde mi madre colgaba la ropa para que se secara al mismo tiempo. Todo un lujo de la época. Pero qué decir del que inventó la lata de conservas, que al mismo tiempo, creó el abrelatas para poder consumirlas, cuando ahora se abren tirando de una anilla. Esto debe ser frustrante. Lo mismo pasa –imagino- con el autor del reloj de bolsillo, todo un adelanto de su época, que ha desaparecido de nuestras vidas, lo mismo que el chaleco para portarlo. ¿Quién necesita llevar un reloj? Cuando el móvil te da ese servicio y sin tener que darle cuerda.
Yo llevo tiempo inventando el pelador de plátanos, pero no me atrevo a patentarlo, porque lo mismo se me queda anticuado. También tengo muy avanzados los bocetos para el pelador automático de higos chumbos, pero me retengo cada vez que hago el estudio de mercado. No sé si valdrá la pena la inversión. Pienso en cómo estará deprimido el que inventó “el chino” que había en todas las cocinas para pasar la comida a puré, el de la sartén para tostar la harina y hacerles la papilla a los bebés, o el que agujereó otra para asar las castañas. Deben estar en la ruina. No le van a la zaga el creador del cortador de puros, el de los gemelos para los puños de las camisas, o el del “pillacorbatas”. Esto de inventar se está poniendo cada vez más feo.
El de los tirantes para pantalones y el de botones en la bragueta, tampoco lo deben estar pasando bien. El cinturón y la cremallera les han hecho mucho daño. Y el que diseñó la capa española, debe estar en la indigencia. Lo mismo que el de las fundas para los asientos del coche, y el del perrito que puesto en la batea de atrás, movía el cuello simpáticamente. Inventores que un día estuvieron en el pico de la ola, y que hoy no tienen para comer. Ya nadie lleva junto al perro de cuello lánguido, aquel cojín multicolor de croché que con tanto cariño nos hicieron en casa el día que compramos el coche, ni las fotos familiares pegadas en el salpicadero, junto a la imagen de San Cristóbal, patrón de los conductores. Ni siquiera los camioneros llevan en la visera de la cabina, aquellas frases como: Mí Pili y mis niños. Esto de inventar no está de moda, y los que lo hicieron, ya no ganan un duro, como el de las plumas estilográficas, o el zapatero que echaba medias suelas. Que no, que no merece la pena inventar.