domingo, 23 de junio de 2024

 


NOS VAMOS DE CAÑAS

 

Tito Ortiz.-

 

Mis primeros recuerdos de la cerveza cuando era niño, son unos toneles de madera, como los del vino, pero más pequeños, que los repartidores de Alhambra, llevaban rodando por el suelo hasta llegar a la puerta de la taberna donde, con un golpe eficaz de martillo, se le introducía el mecanismo que, por una tubería llevaba el rubio líquido, hasta un gripo de mando lateral, encargado de llenarte una caña con su espuma y la temperatura de entonces, que no era tan fría como ahora.

Los “quintos de cerveza” venían en formación de a seis por fila, en unas jaulas de madera, que llevaban el nombre de la marca granadina, quemado en un lateral como si de un pirograbado se tratara. El color del vidrio era un ámbar oscuro y en el frontal, el dibujo de nuestro monumento más visitado, coronado por sierra nevada. Eran tiempos en los que cada provincia tenía su propia cerveza. Jaén “El Alcázar” o Málaga “La Victoria”, y en los que se podía pedir una caña o una jarra. Después llegaron los tiempos de los tamaños más grandes, por ejemplo, los botellines podían ser “tercios” y solo había una cerveza, la tipo Pilsen.

De tapas andaba la cosa chunga. Unas patatas fritas de bolsa, que con el tiempo se enriquecieron con unos boquerones en vinagre encima. Unos cacahuetes, maní o aceitunas de la casa, e ibas que te matabas, aunque en algunos bares se tiraban el rentoy de ofrecerte una banderilla encurtida, que eso ya era un lujo.

NUESTRA CERVEZA

Cervezas Alhambra, fue fundada en 1925 con capital granadino y con la participación de Carlos Bouvard, propietario de la fábrica “La Moravia”. La marca le debe parte de su evolución al químico D. Miguel Hernainz quien, cuando la fábrica pasaba un mal momento, elaboró la Alhambra Reserva 1925, junto a otras creaciones posteriores.

 

En 1954 entró en el accionariado de la empresa española Damm y en 1979 entró también Cruzcampo.​ En 1995 la empresa acumulaba deudas por valor de 600 millones de pesetas, lo que le llevó a renegociar su deuda con los acreedores. En 1995 Cruzcampo y Damm abandonaron la marca y Cervezas Alhambra vendió el 99% de su accionariado a un grupo exterior a bajo coste. ​ En 1996 la empresa empezó a dar beneficios. ​ En 1998 tuvo 300 millones de pesetas de beneficios y en 1999 compró la Compañía Andaluza de Cervezas, productora de la marca de cerveza cordobesa Sureña, que era propiedad del grupo colombiano Bavaria.

En 2001 el grupo Heineken (propietario de Cruzcampo y El Águila) se querelló contra Cervezas Alhambra para evitar que produjeran la cerveza Águila Negra. La denuncia iba acompañada del informe de un detective que informaba de la producción de Águila Negra por parte de Cervezas Alhambra. No obstante, la marca Águila Negra había nacido en Asturias en 1901 y fue comprada por Cervezas Alhambra en 1997, por lo que en 2002 la Audiencia de Granada dio permiso a Cervezas Alhambra para producirla.

Este sería solo uno de los casos, casi anecdótico, de las aventuras por las que ha pasado nuestra cervecera granadina que, en un momento determinado de buena gestión, llegó a ser deseada por otras más grandes e internacionales. Como granadino me consta que, durante la etapa de Antonio Perera, la firma llegó a ser solvente y codiciada por multinacionales.

EN LA BRECHA

En el año 2006 se integró en el grupo Mahou-San Miguel. El coste de esta operación fue de 200 millones de euros. ​ La empresa concentra sus ventas en la región de Andalucía Oriental, aunque a comienzos de la década de los 2000 había empezado a extender la marca al resto del Levante español y a Madrid. Desde 2006, su comercialización se extiende a todo el país, aunque sigue concentrando la mayor parte de sus ventas en su área de influencia original.

Hace unos días, lo cuenta mi compañera Sara Bárcenas, los responsables de que nuestra cerveza siga conquistando paladares exigentes, se le ha puesto a la factoría del barrio de Cartuja, un corazón nuevo, pero con el alma de siempre. Esa es la esencia de la nueva sala de cocción que, Cervezas Alhambra, insignia de la ciudad de Granada, ha inaugurado en Carretera de Murcia. A punto de cumplir cien años de vida en 2025, la emblemática factoría apuesta así «por seguir al lado de los granadinos cien años más».

De ahora en adelante, calderas renovadas y procesos mejorados servirán para aumentar la eficiencia energética de la planta. Esto implicará un ahorro anual de 2.500 KWh de gas natural y una significativa reducción de la huella de carbono. Pero la renovación va más allá de la apuesta por el progreso económico, social y sostenible. Las tinas se han revestido de cobre para evocar el origen, la tradición, de la cervecera más singular de Granada.

PRIMERA MUJER EN CIEN AÑOS

Desde el pasado mes de marzo, Elisabeth Montoya es la nueva directora de la fábrica de Cervezas Alhambra en Granada, reportando a la dirección industrial. Fue precisamente en la fábrica de Granada donde Elisabeth comenzó su andadura profesional, hace ya más de 20 años. Desde entonces, ha ocupado varias posiciones de responsabilidad en la compañía. En primer lugar, al frente de la planta piloto en Alcalá de Henares y, más adelante, como jefa de planta de la micro cervecería ubicada en la fábrica de Alovera (Guadalajara), la más grande de nuestro país. Allí, participó en el diseño y lanzamiento de varios proyectos y productos innovadores en su categoría, como Mahou Barrica. Este nombramiento refleja el compromiso de Mahou San Miguel con el empleo de calidad y con las personas, así como su capacidad para captar, desarrollar y fidelizar talento. La compañía es, según el Ranking Merco Talento, una de las diez empresas más atractivas para trabajar en nuestro país y la primera dentro del sector cervecero. Es la primera mujer en un siglo y a ella corresponde celebrar la efeméride.

 

 

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