jueves, 13 de agosto de 2015
PULIANAS
GRANADA EN BLANCO Y NEGRO
Tito Ortiz.-
Su fértil vega regada por el Juncaril, fue lugar donde guarecerse de los rigores veraniegos, disfrutando de especiales noches al fresquito. Aquí nació, Asunción Linares, la primera catedrática de la Universidad.
Pulianas
Su especial situación geográfica, y la bondad de la tierra de su vega, históricamente permitieron que las dos Pulianas fueran lugar de provecho para sus gentes, y que en determinadas épocas, destacaran algunos de sus cultivos. Por ejemplo, durante la ocupación romana, famoso era el vino que daban sus vides, muy demandado desde otras zonas de la Hispania. Luego, en tiempos de mozárabes, la calidad de sus productos agrícolas, estuvieron presentes en las nobles mesas de las gentes acomodadas, convirtiendo el lugar en una despensa natural de la gran medina nazarí, hasta donde se desplazaban tan acreditados productos. Tras la conquista de Granada por los reyes católicos, ésta huerta convertida en vergel, es repoblada con cristianos llegados de otras tierras, y la bondad de sus frutos, llega así hasta nuestros días. Pese a las tragedias vividas por epidemias primero y la posterior llegada de los franceses, que tanto mermaron su población, las dos Pulianas supieron renacer a la prosperidad, llegando incluso el siglo pasado, a fundirse en una sola.
Azúcar y barro
Su historia bien pudiera concentrarse ahora en el Huerto de san Antón, el Parque del Río, y sobre todo, sus cruces de piedra, testigos mudos de aquel Vía Crucis de antaño, que tan famoso fue en sus contornos. En ese remanso de paz y frescor que es Pulianas, la historia mantiene un lugar de privilegio, para aquellos que en su momento, tuvieron la visión económica de apuntarse al carro de la remolacha, consiguiendo para el terreno y sus gentes, la primacía de un cultivo que trajo prosperidad al lugar, haciendo de sus Jueves Lardero, un día de fiesta por todo lo alto, en el que la gastronomía vuelve a sus orígenes, y en el que incluso, se puede encontrar una sabrosa e incomparable, tortilla de collejas, solo apta para paladares finos y exigentes.
Siempre hubo en las Pulianas, la tradición de trabajar el barro, en parte, debido a las cualidades excelentes de su tierra y la bondad de sus aguas. Nos podemos remontar siglos atrás, para encontrar todo tipo de enseres domésticos e industriales, hechos por la mano del hombre, que permitieron a los lugareños abastecerse para la vida en el hogar y en el trabajo, sin necesidad de recurrir fuera de sus fronteras. Los pulianeros, poseían los conocimientos necesarios, y el secreto, para hacer del barro al sol, o pasando por el horno, la cerámica más atractiva del contorno.
Asunción Linares
Y es en éste paraíso de Granada, donde durante siglos se escuchó perfectamente el tañido de la campana alhambreña de La Torre de La Vela, donde, nada más iniciarse los felices años veinte del charlestón, nace Asunción Linares Rodríguez, una mujer precursora de su tiempo, y que desde entonces, blasona con su trayectoria, Pulianas, éste lugar de encanto a tiro de piedra de la capital. Asunción fue, la primera Catedrática de una Facultad de Ciencias en España. Alumna de La Complutense en Madrid, allí se doctoró en 1952, y a partir de esa fecha, su historial académico y su obra, la ponen a la cabeza de todos sus compañeros, porque no hay que olvidar, que Linares Rodríguez, es una mujer en un mundo de hombres, donde se le exige más que a sus compañeros, para llegar al mismo sitio. Asunción, poseía un expediente académico clamoroso, al punto de ser reconocida su labor en el extranjero, mucho antes que aquí. Algo que por otra parte, no sorprende, si nos miramos un poco hacia dentro en aquellos años, y tal vez, en éstos algo también. A su muerte ocurrida en 2005, su obra escrita, impresiona como legado científico y académico, y prueba de ello son sus innumerables tesis doctorales dirigidas. A su enorme solvencia docente, unió siempre con gran discreción, una labor humanitaria, aún hoy no reconocida ni valorada.
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