sábado, 15 de agosto de 2015

TEATRO GRAN CAPITÁN

GRANADA EN BLANCO Y NEGRO Tito Ortiz.- De cómo el lugar donde nació el almirante de la mar, quedó impregnado por su labor de mecenazgo, que a tan sólo unos metros de su casa natal, fue levantado un teatro con el nombre del Gran Capitán, para mayor honra de las artes. Teatro Gran Capitán Hay toda una serie de edificios en Granada, beneficiados por el paso cercano de la aguas del Darro, cuyo exiguo caudal, es suficiente para proporcionar cierto nivel de bienestar en verano. Es el caso que ocurría a principios del siglo XX, con el Teatro Gran Capitán. Construido sobre el lugar en el que estuvo el Palacio de Los Córdova, a tan sólo unos metros del cauce, ya para entonces embovedado del río Darro, junto al edificio de Correos y Telégrafos, y la primigenia casa de, Álvaro de Bazán, señor de la mar océana, loado por el mismísimo Miguel de Cervantes. Encabalgados los terrenos y la historia, Álvaro de Bazán y Guzmán, nace terciado el siglo XVI, puede decirse que estos son sus dominios en la capital. El Conde de Santa cruz, llegó a ser Capitán General de la Armada española, gozando del favor muy merecido de Felipe II. Es éste uno de los granadinos más preclaros de su época, nieto de quién ostentó el cargo de Capitán General, al servicio de los reyes católicos durante la guerra de Granada. De Bazán y Guzmán, nace aquí en la confluencia hoy de Reyes católicos con la Gran Vía, a la orilla del río Darro, y aupado por la familia, a los tres años por orden real, recibe el hábito de Santiago y a los ocho, ya es alcaide de Gibraltar. Su trayectoria estaba predestinada desde la cuna, en parte, por agradecimientos reales a sus progenitores. Con tan sólo nueve años se le instruye en la mar, y siendo aún adolescente, ya comienza a contar sus victorias, en cuantas batallas participa. Álvaro de Bazán pronto se convirtió en el azote de franceses, ingleses y piratas, que dada la época en poco se diferenciaban, y sus éxitos militares se contaron por intervenciones, siendo el precursor de la infantería de marina. Su inteligente intervención en la batalla de Lepanto, dio como resultado el éxito de don Juan de Austria, al mando de las tropas españolas. Durante toda su vida, fue mecenas de escritores, poetas y autores teatrales, muchos de los cuales, le dedicaron pasajes importantes de sus obras. El arte de Talía Pepe Tamayo, buscando mayor gloria a su teatro, marchó de Granada en busca del éxito y el reconocimiento nacionales, dejándonos aquí a Ramón Moreno, que hizo una labor extraordinaria sobre las tablas, abordando desde el sainete al drama, o los clásicos. Son años en los que La Agrupación Lírica Francisco Alonso, o la Álvarez Quintero, junto con el TEU, y el cuadro de actores líricos de EAJ-16, Radio Granada, cosechan éxitos con un trabajo encomiable, nunca bien reconocido, en el muchos hombres y mujeres de la escena granadina, sacan un producto adelante con marchamo de profesionalidad. Emilio Prieto, José María Parro, el director Pablo López y su mujer, Josefina, son sólo una muestra de la Granada teatral y lírica, cuyos comienzos tuvieron lugar en el teatro Gran Capitán. El psiquiatra, José María López Sánchez, se hizo más tarde con las riendas del teatro universitario granadino, que con la distancia debida, había recogido el testigo de La Barraca lorquiana, ofreciendo un producto teatral irrechazable por la crítica nacional más severa, y entre los que pudieron conquistar Madrid, pero les tiró más la tierra, está José María Guadalupe y Guerrero, señor de Las Pasiegas, cuyo espíritu teatral se forjo en sus ojos de niño, desde los balcones de sus casa, la de los canónicos, con el decorado más universal que Diego de Siloé diseñara, para los autos sacramentales. De todo ello es testigo el teatro Gran Capitán, con las humedades del Darro, cuyo telón fue sacrificado a mediados del siglo pasado, como antes lo había sido, el cercano convento de Sancti Spíritu, primer enterramiento de la familia Bazán. Los terrenos en los que ahora, la reina católica acepta la propuesta de otro almirante, Cristóbal Colón, para descubrir las indias, fueron desde la conquista de la ciudad, lugares de nobles blasones, y con el tiempo, escenario adecuado para la interpretación de las artes, gracias a la iniciativa de Ricardo Martín Flores, que aunque despieza la acreditada sillería jalonada por los siglos para en su lugar construir su teatro Gran capitán, en el deja partes importantes, y el resto lo traslada a su finca, donde con el tiempo sería recuperado para la ciudad.

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