martes, 23 de febrero de 2021

POBREZA SÍN APELLIDOS

 POBREZA SÍN APELLIDOS


Tito Ortiz.-


Cuando yo era niño, si a alguien se le calificaba de pobre por sus carencias a la vista, a nadie se le ocurría ponerle ningún apellido a esa aciaga circunstancia. Eras pobre... Y se acabó. Pero en ésta era moderna de los eufemismos, y de no querer reconocer la realidad de las cosas, los políticos y  economistas, se empeñan en camuflar la triste verdad, unos en el afán de quedar ante los medios como educados y cultos, lo que deduce su catetez y falta de formación, y otros para engañar deliberadamente al pueblo. Son los que como Zapatero, en lugar de aceptar el cataclismo de una crisis que todo el mundo veía menos él, optaron por decir que solo estábamos bajo la influencia temporal de una desaceleración económica. No hay más ciego que el que no quiere ver. Sín ir más lejos, hace un año cuando la temida pandemia que padecemos a nivel mundial enseñaba la patita, fueron varios los que convocaron ruedas de prensa para asegurar que se trataba de un simple resfriado y que esto se pasaría en quince días. Alguno de estos iluminados han llegado incluso, a padecer la enfermedad, y "ese" simple rsfriado ha llegado para quedarse. Comenzaremos a ver la luz al tercer año de su llegada, o sea, 2022, y habrá hecho multimillonarios a los constructores de féretros y a las empresas que prestan los servicios funerarios, cuyas acciones se han disparado enriqueciendo a sus propietarios. Alguien dijo una vez que la muerte nos iguala a todos. Yo digo que no. Porque si el muerto soy yo, amí me incineran, mientras que el de la funeraria se está haciendo rico de por vida, él y sus descendientes.

Volviendo a la pobreza y sus apellidos, alguien ha descrito a un porcentaje cada vez mayor de la población como, componente de una nueva tribu urbana llamada, pobreza energética. En cristiano, los que no tienen ni para pagar la luz, pero dicho así, por lo visto duele menos en la conciencia de los políticos y empresarios que permiten que se les corte la luz a los que no pueden pagarla, y de paso, a los que pagan su recibo, tambien, por falta de renovación y mantenimiento de las instalaciones.

Y por último, quisiera llamar la atención sobre esta otra clasificación de la pobreza, que cada vez crece más en la estadística. La pobreza farmacéutica, que afecta en España al 3% de la población, según cifras oficiales del Barómetro Sanitario del CIS, dificulta el acceso a los medicamentos a más de 1,4 millones de personas, que no pueden hacer frente al copago por motivos económicos. Todos los indicadores de los estudios independientes que analizan las consecuencias sociales de la pandemia, de la COVID-19 coinciden en evidenciar la repercusión negativa del nivel de pobreza en las tasas de contagio, dificultando todavía más la inclusión social de la población vulnerable. Ahora, que esta caterva de inútiles que nos desgobiernan, sigan poniéndoles apellidos a la pobreza.

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