jueves, 31 de agosto de 2017

MORENTE-SABICAS, EL TESTAMENTO DE DOS GENIOS

MORENTE-SABICAS, EL TESTAMENTO DE DOS GENIOS Granada le rindió homenaje al genio de la guitarra que con su estilo, perpetuó el estilo de Ramón Montoya. Tito Ortiz.- No me lo podía creer. Estaba sentado en la presidencia, junto al máximo exponente de la guitarra flamenca, Sabicas, y me estaba hablando de una de las veces que vino a tocar a Granada, cosechando un gran éxito. Era la noche del 23 de Julio de 1932, en plena república, cuando formando parte del elenco de artistas que protagonizaban un cartel de los entonces habituales, llamado, Ópera Flamenca. Se celebró en la plaza de toros de El Triunfo, y con él venían, La Niña de Los Peines, su inseparable, Pepe Pinto, Niño Ricardo, El Cojo de Málaga, y el Gran Cepero, entre otros. Nos estaban sirviendo los platos, llenando las copas, y no hacía más que hablarme de Granada, de sus artistas, de sus paisajes y monumentos, alguno de los cuales, conocía mejor que yo. Sabicas en aquel momento, era para la guitarra flamenca, lo que Andrés Segovia a la clásica. Dos monstruos que ya no se perdían por Nueva York, pues no en vano, el flamenco llevaba viviendo allí decenas de años. Estábamos en el restaurante, hotel, “Colombia”, a tan solo unos metros de la casa de don Manuel de Falla, persona a la que él había conocido, tratado y admirado. El dueño del local, Juan, nos trataba como a reyes, y su metre, Clemente Carrillo, nos agasajaba con lo mejor que tenían, no en vano, con Clemente me une gran amistad, porque mis padres fueron los padrinos de su boda, y del bautizo de sus dos hijas. JUAN HABICHUELA En el comedor del Colombia, estaba lo más preciado de la Granada flamenca, reunidos junto al genio de la guitarra, y todo gracias a Juan Carmona Habichuela, que fue quién lo hizo posible. Días antes, había sonado el teléfono en mi despacho de Radio 80, era Juan desde su casa de Madrid: --Tito, ¿a que no sabes a quién tengo aquí? -- ¿A quién maestro? -- Pues eso, al maestro de todos nosotros, a Sabicas, y quiere darse una vueltecita por Graná. ¿Qué hacemos? -- Que lo metas en tu coche y salgáis “pacá” pitando. De la comida homenaje se encargó Radio 80, y del acto solemne, La Peña Flamenca, La Platería, en una noche inolvidable. Llegó la hora de los postres en el restaurante Colombia, y Clemente sacó de la cocina con gran sorpresa de todos los presentes que irrumpieron en un gran aplauso, una tarta enorme con forma de guitarra, que a Sabicas le dio pena partir. La jornada de principios de los ochenta, fue histórica para la ciudad y para todos nosotros, que sin saberlo, estábamos asistiendo a la última visita del genio de la guitarra flamenca. SABICAS, MORENTE, SABICAS Agustín Castellón Campos, “Sabicas”, había nacido en Pamplona el año en que se hundió el Titanic, y comenzó a tocar la guitarra de forma autodidacta a la temprana edad de cinco años. Influenciado por su tío, Ramón Montoya, alcanzó las cotas más altas como intérprete, hasta el momento conocidas. A los siete años, dio su primer concierto en el teatro Gayarre, tres años más tarde, ya lo tenemos en Madrid, considerado como un niño prodigio, con un futuro imparable, como así fue. Los que conocimos a Morente, en las distancias cortas, y yo tuve el honor de tenerlo en mi casa en más de una ocasión, sabíamos que una de sus mayores ilusiones, era grabar un disco con Sabicas, hecho que por fin tuvo la oportunidad de conseguir en el tramo final de la vida del guitarrista. Los dos genios tendieron un puente artístico desde Nueva York hasta Granada, que ha quedado para la historia del flamenco, imposible de repetir. En el verano de 1989, se metieron en un estudio de Madrid, y sin ensayos previos, surgió el milagro de arte de dos genios, cada uno el mejor en lo suyo, dejando para la posteridad, la pureza de lo jondo en la que pueden aprender, cuantos se acercan a éste arte irrepetible e inimitable. La voz de un Morente, pleno de experiencia y conocimiento sobre el cante, encuentra en la guitarra de Sabicas, el acompañamiento puro y tradicional de nuestro arte gitano-andaluz. El navarrico no pudo disfrutar del éxito de la grabación, que se presentó en Madrid una semana después de su muerte en un hospital neoyorkino. Morente pudo disfrutarla antes de desaparecer físicamente de éste mundo, porque los artistas geniales como ellos, no mueren jamás.

miércoles, 30 de agosto de 2017

LEYENDAS DE NUESTRO FESTIVAL

LEYENDAS DE NUESTRO FESTIVAL Por el recinto alhambreño, han pasado todas las estrellas de la música y la danza. Tito Ortiz.- El gran Padial, socio de Juventudes Musicales de Granada, melómano distinguido, y mejor fotógrafo, presumía y con razón, de haber conseguido una foto histórica, tanto por el motivo de la misma, como por su belleza. Había logrado captar con su cámara, a Arturo Rubinstein sentado al piano, nada más y nada menos que en el patio de Los Arrayanes. Un vez más, Rubinstein volvía a Granada, aquella ciudad en la que tanto departió con Lorca y Falla, en las tertulias del café Alameda, “El Rinconcillo”. Fue el año en que Massiel ganó el festival de Eurovisión, hecho éste que sacó un poco a España, del ostracismo al que nos tenían sometidos muchos países, debido a nuestra falta de democracia y libertad. El genio del piano a nivel mundial, vino a Granada, a nuestro festival, y conmovió a una ciudad, cuya afición musical acreditada desde el siglo XIX, lo tenía por el dios del teclado. Pero ese mismo año, iban a ocurrir otras cosas con carácter de acontecimiento en la programación. Los jardines del Generalife, recibirían a los dos máximos exponentes de la danza. La presencia de los genios, Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, hicieron de la edición de 1968, ocasión irrepetible, cuando el Mayo francés ocupaba todavía las principales páginas de la prensa internacional. También fue el año de la primera vista al festival de un director aclamado internacionalmente: Zubin Mehta. ATAULFO ARGENTA Y SEGOVIA El festival granadino, nacido al rebufo de los míticos conciertos que por el Corpus se celebraron en el siglo diecinueve, había tenido hasta ésta ocasión, el recuerdo vivo y permanente de muchos y buenos intérpretes, pero en lugar de honor estaba el gran director de orquesta cántabro, Ataulfo Argenta, cuyo paso por el festival en las primeras ediciones, había dejado un sello indeleble, que no pudo borrar su prematura muerte. Antonio el bailarín, protagonizaría en más de una ocasión, la presencia de la Danza Española, y del flamenco, con resultados del máximo nivel, como correspondía a una figura reconocida a nivel mundial por su arte. Lo mismo que ocurrió cuando el linarense, tantas veces afincado en Granada, Andrés Segovia, decidió participar en el festival, que él había visto nacer desde sus inicios, y poner su guitarra, a la altura del monumento acogedor, donde él con Lorca, Falla y otros amigos, habían organizado el primer concurso de cante jondo de toda la historia. Jovencísima, la soprano Teresa Verganza, hizo sus primeras apariciones aquí, Montserrat Caballé, o Yessye Norman. Lorin Maazzel, inauguró en Granada la madurez de su batuta, aclamada después por los grandes públicos internacionales, y Rafael Frühbeck de Burgos, nos demostró que un director español, puede estar a la altura de los grandes mitos de todos los tiempos. KARAJAN Y SU FILARMÓNICA A un festival internacional como el nuestro, cuya historia estaba jalonada por todas las estrellas de la música y la danza, solo le faltaba la joya de la corona, y eso fue posible en 1973. Su presencia en la Alhambra, puso al festival en el mapa mundial, y la ciudad entera lo vivió con carácter de gran acontecimiento. Meses antes, grandes pancartas, afiches y carteles, anunciaban la presencia del gran músico del imperio austrohúngaro, que convulsionó para la historia, nuestro festival, con la interpretación el primer día de la sexta y quinta de Beethoven. Al concierto siguiente, asistió la entonces Princesa de España, Sofía, que siguiendo la tradición granadina, después del concierto, degustó un chocolate con churros en la plaza de Bibarrambla. La visita de Karajan a nuestra ciudad, está escrita con letras de oro en la historia de un festival, cobijado en un marco incomparable, imposible de encontrar en el globo terráqueo. Granada respiró con alivio, pues no eran pocos los temores que antes de su visita se habían difundido, tales como que si escuchaba una tos, o el menor ruido, Karajan interrumpiría de inmediato el concierto, dándolo por concluido y abandonando el Palacio de Carlos V. Durante las tres noches que el divo de la batuta estuvo en el escenario, yo no escuché ni la respiración del millar de personas asistentes. Ni mucho menos, observé llegar tarde a nadie, cosa que en otras ocasiones, los ujieres permitían la entrada de los rezagados a los asientos, en la pausa entre movimientos. El tres de Julio, el día de su último concierto, me licencié de la mili, su música esa noche, me supo a gloria.

martes, 29 de agosto de 2017

MIS VIRTUDES

MIS VIRTUDES Tito Ortiz.- No es por presumir, pero tengo escondidas algunas virtudes de las que no me gusta alardear. Pocos de mis allegados son conocedores, de mi gran éxito internacional como concertista de Txalaparta. Fue en Andoáin, a pocos kilómetros de Donosti, donde conocí y quedé prendado de instrumento tan sutil e inteligente, que a el consagré mi vida desde entonces. Al ver mis sorprendentes aptitudes para con la Txalaparta, el gran compositor euzkaldun, Txomin Levantapiedras, tuvo la ocurrencia de escribirme, para mí en exclusiva, una sinfonía para Txalaparta y Txapela en Do Mayor, con la que se me han rendido a los pies los auditorios más exigentes del mundo. Cuando ensayo, en los descansos, parto troncos con un hacha, y cargo adoquines a la espalda, asunto éste que me relaja y predispone a la ejecución más virtuosa, de las obras que me escriben por cientos, los nuevos compositores para Txalaparta y púa. Es comenzar el aporreo de las tablas, y ya se me eriza el vello, mi mente se concentra, y todo el ruido fluye como si de una lira tocada por Homero, sobrevolara los valles de las vascongadas. ¡Qué éxtasis, dios del txacolí y del patxarán! De igual forma y en el más absoluto de los secretos, doy clases particulares de Sardana, con nocturnidad y alevosía. Josep Pella, dejó escrito que éste baile ya se hacía en la Cataluña Neolítica, y que dada su sencillez, podría remontarse mucho tiempo atrás. Lo bueno es que, no necesitas tener ni el bachiller para hacerte un profesional de la sardana. Comprenderán ustedes que eso de cogerse de las manos, y dar brinquitos de un lado a otro, al son de un triste “pitocaña”, no exige una mente superdotada, solo buena voluntad de las criaturas dispuestas a llevar a cabo el baile regional más soso jamás interpretado. Yo me hice con el una noche en los bajos de La Pedrera, mientras deglutía un “pantumaca”, pensando en la tragedia de Gaudí, porque no tuvo que ser plato de buen gusto, morir atropellado por un tranvía, dejando una catedral inconclusa. El suceso fue tan grave, que la obra sigue igual: Sin terminar. Los chicos y chicas de la Cup, junto con las juventudes de Bildu, han decidido unificar su estética, y aparte de no frecuentar la ducha, ellos que tanto proclaman la vida sana, muestran como señal de identidad, un pelado a lo tazón con flequillo a lo Torquemada, y unos pitos al rey, en la manifestación en la que yo creía que todos estábamos unidos por el dolor de quince muertos inocentes y contra el terrorismo yihadista. Éstos descerebrados sociales, han perdido una oportunidad de oro, de ganar incluso más adeptos, si hubieran respetado por unos minutos, el silencio que exigen los muertos. Pero no, sus cerebros carcomidos, prefieren hacerse notar en momento tan solemne, con una falta de respeto absoluta, no solo a la corona, sino a los representantes de la comunidad musulmana que con su presencia, se han unido a dolor de las víctimas, y rechazan la violencia ejercida por miembros de su raza y creencia. La Txalaparta y la Sardana más casposas, se han unido para romper una foto de convivencia pacífica por la que apostamos la mayoría. Éstos/as del peinado a lo Marcelino, me acaban de echar de la docencia, cuando las víctimas ya ascienden a 16. Majestad: La primera vez que asiste a una manifestación, bien vale esa pitada, por causa tan noble.

EL CLAUSTRO

EL CLAUSTRO En la década de los setenta, “La Trastienda”, acogió un ramillete de artistas e intelectuales granatensis, de lo más heterogéneo. Tito Ortiz.- Aquella tienda de comestibles del padre de Fernando Miranda, en la placeta de Cuchilleros, se fue convirtiendo con el tiempo, en ilustre taberna- tabernáculo de las ciencias y las artes, donde gentes de toda extracción social, formación y conducta, convivían a diario a base de vino de Huétor y mejor jamón, sin olvidar el paté casero de la profesora Calixta, musa inspiradora de poema y loas, a la belleza y la simpatía innatas. Fernando consiguió sentar en su trastienda, a un albañil sindicalista en la clandestinidad, junto a un director de banco. A un poeta, al lado de un anarquista, a un pintor, de un escultor, toda una proeza de libertad y tolerancia, mientras los grises perseguían a palos a los manifestantes, que buscaban refugio en la bodega de la intelectualidad de la época. “La Trastienda”, poseía tras el pequeño mostrador de la entrada, una estancia acogedora, donde en bancos pegados a la pared, y banquetas al lado externo, se sentaban a departir, los creadores del momento, y los que como yo, testigos de cuanto sucedía, levantábamos acta notarial para la historia, en compañía del profesor, Alejandro Víctor García, y del cantautor, traductor y flamencólogo, Miguel Ángel González, oriundo de la cercana placeta de San Gil. LOS QUE ALLÍ HABLARON Imposible dejar constancia aquí, de todos los que en alguna ocasión o asiduamente, pasaron por éste Claustro apócrifo, al que se accedía después de meritoriaje, tras la lectura de una tesis doctoral, con clase práctica. De entre las que allí se llevaron a cabo los domingos, en que Fernando cerraba al público, y solo asistíamos los pertenecientes a dicho estamento, quedan en el recuerdo, la impartida por el profesor de la Universidad de Granada, y traductor de árabe, Miguel José Haguerty, sobre como encalar debidamente una cueva del Sacromonte, cuyo ejercicio consistió tras la exposición oral en, provisto de mono azul, pañuelo atado a la cabeza con cuatro nudos, cubo de cal, no de pintura blanca, sino de auténtica cal, velada durante la noche en el patio, como lo hiciera con las armas el caballero de la triste figura, encalar el retrete del establecimiento situado en patio del local, con brocha de esparto escobero, a la tradición más ajustada. De igual manera, consiguió su doctorado, el profesor de la Universidad de Granada, el poeta, José Heredia, nuestro Pepe Heredia, recitándonos por primera vez los versos inéditos de su obra, “Charol”. Famosa fue la tesis defendida por el profesor, Francisco Manuel Díaz, constructor de guitarras y guitarrista, bautizado por Fernando Miranda, como,“profisore manu di ferro”, que nos versó a cerca de la construcción de dicho instrumento, y su aportación a la historia, al haber realizado una guitarra de cristal. Mi doctorado lo conseguí, al exponer la historia de la mezcla que fumo en mi pipa, en la que intervienen junto al tabaco, hierbas naturales de la tierra como, el tomillo, el romero o la alhucema, que tuvo su primer fumador en la persona del gran pintor, Iván Piñerúa, que fue quién nos convenció al poeta y escritor Antonio Enrique, y a mí, a fumar tal mixtura. Desde entonces fui bautizado como: “El profesor Sahumerios”. El cante siempre lo puso, Jaime Heredia, “El Parrón”, padre de Marina Heredia, cuyo claustro asistió en pleno, a su bautizo en el Dauro. PROTAGONISTAS DEL CLAUSTRO De aquel cónclave granatensis, no se salvaron de asistencia debida, entre otros, Los pintores, Jesús Conde, Pepe Cañas o Manuel López Vázquez. Los escultores, Aurelio López Azaustre, Pepe Castro Llamas, o Miguel Moreno. El profesor de la Universidad, Emilio Puche, farmacólogo de reconocido prestigio, el director del Museo de Bellas Artes de la Alhambra, Enrique Pareja, antes de su traslado hispalense, su inseparable, Francisco González de la Oliva, y sobre todo, el poeta y escritor, Arcadio Ortega, alma máter de la Academia de Buenas Letras, que como siempre llegaba tarde a la reunión por motivos profesionales, hacía su entrada triunfal de aquesta manera: Cuando Arcadio asomaba por la cortina de la sala interior de La Trastienda, los allí reunidos llevábamos enfrascados en nuestras discusiones, alrededor de unas dos horas, pero él sin tener ni idea de lo que se estaba hablando, irrumpía en el quicio, y levantado el dedo índice de su mano derecha, voceaba: ¡Pues no estoy de acuerdo! Y al instante las carcajadas eran sonoras y la charla continuaba en el mejor de los ambientes. Jamás se pusieron trabas a tratar cualquier tema, desde el delicado momento que vivíamos con la dictadura, a la irrupción provinciana del arte abstracto, como si fuera algo nuevo, hasta la música contemporánea, un tema que trató con buen tino, el compositor vasco, Carmelo Bernaola, al que rescaté de los Cursos Manuel de Falla un día, en compañía de su hija adolescente, que alucinaba en colores, al escuchar aquella reunión.

lunes, 28 de agosto de 2017

NOCTURNOS DE IGNACIO BELDA

NOCTURNOS DE IGNACIO BELDA Se especializó en pintar la noche granadina, sacándole una luz a la oscuridad, que pocos han conseguido en la historia se la pintura. Tito Ortiz.- La Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, lo tenía en el puesto que merecía y mejor desempeñaba, con plenas responsabilidades sobre las actividades culturales. En aquellos años en los que Salomé ganó Eurovisión y el hombre llegó a la luna, el edificio de la caja en la esquina de Cárcel Baja, con la placeta de Villamena, frente a Tejidos y Confecciones el Ahorro, de don Manuel Balboa Saavedra, y doña Gabriela Fernández Valero, tenía un pasillo mágico, que durante el día soportaba el devenir propio de las oficinas internas de la entidad, y por la tarde noche, se convertía en una sala de exposiciones, por donde pasaron los artistas más preciados del momento. Entonces Granada tenía algunas salas donde colgar, muy singulares, como la del primer piso de la entrada a la calle poeta José Zorrilla, regentada por el Centro Artístico, Literario y Científico, o La Casa de América. Ignacio Belda, era la educación y la corrección personificadas, su amabilidad en el trato con todos, y su familiaridad en las distancias cortas, le granjearon la simpatía y la amistad de todos cuantos le trataban, pero terminada la jornada laboral, exento de la chaqueta y la corbata, se transformaba. SU PINTURA Poseía un estudio en las cercanías de la Basílica de San Juan de Dios, y allí se enclaustraba, para llevar a cabo su vocación que no era otra que la pintura. De estilo académico en su lenguaje pictórico, se manejaba con seguridad en el mediano y pequeño formato, captando sobre todo las calles de Granada, su tipismo y singularidades. El paisaje de la tierra le conmovía, hasta el punto de sacarle partido a una esquina, calle o placeta, en la que su ciudad se reconocía, llegando a especializarse en los barrios históricos como el Realejo y sobre todo, el Albayzín. Pero llegado un momento de su trayectoria, Ignacio decidió ponérselo asimismo más difícil, y abordó una faceta de la pintura, que no todos los pintores han resuelto con brillantez, el nocturno. Sus noches oscuras de luz resplandeciente, donde una farola de forja granaína, se reflejaba en un charco del empedrado, adquirían cotas de brillantez. El embrujo de una ciudad a deshoras, de callejuelas encantadas bajo un manto de estrellas, atraían la atención de los visitantes a sus exposiciones. Callejones albaycineros en penumbra, donde todo se veía, pero todo estaba oscuro. Belda imprimía a sus nocturnos, la poesía cromática suficiente, para embrujar la noche alhambreña, captando toda la atención del que admira una obra, que en si misma ya era un desafío para el pintor. Con una dicción realista, su dialecto plástico rezumaba frescura, era como un soplo tenue de modernismo, dentro de lo escolástico, el avance del clasicismo en un hombre de su tiempo, que aportó un estilo personal a toda su obra, sin parecerse a nadie. LOS BELDA Me confesó en más de una ocasión, que de su inclinación a la pintura, tenía la culpa su hermano Fernando, de quién siempre decía que era el auténtico pintor de la familia. Fernando Belda, poseía la virtud de los grandes maestros para la pintura, sobre todo para el retrato, en el que se manifestaba con delicadeza dominadora del realismo. De actitudes muy peculiares, Fernando se negó a exponer su obra siempre, y pocos éramos los que tuvimos la suerte de ver alguno de sus trabajos, hasta que años después de su muerte, su esposa y su hija, junto a unos amigos, hicieron posible la exposición de un gran pintor que en vida permaneció oculto, por voluntad propia. Ignacio, que propició que yo accediera a la obra de su hermano, me decía: Hasta que no veas una obra de mi hermano Fernando, no vas a saber lo que es bueno. Pinta como los ángeles. Pero ellos dos, no son los únicos de la familia llamados al arte. Su hermano Carlos Belda, también tiene aptitudes para los pinceles, aunque lo que haya trascendido de su obra en los últimos años, haya sido el fascinante mundo de la caricatura. Carlos se maneja como pez en el agua, sacando el máximo partido a las caricaturas de personajes, pero no solo de su rostro, sino en un desafío total, de todo el cuerpo del protagonista. Y además, las complementas con elementos afines al modelo, haciendo de cada caricatura una obra, propia e inigualable. En la Peña Flamenca, “La Platería”, se conserva una colección irrepetible de caricaturas de Carlos Belda, que tienen como protagonistas a las grandes figuras del flamenco de Granada. Algo digno de ver y admirar.

domingo, 27 de agosto de 2017

LOS DIFERENTES SON NUESTROS IGUALES

LOS DIFERENTES, SON NUESTROS IGUALES Durante la dictadura, La Ley de Vagos y Maleantes, encarcelaba a los homsexuales Tito Ortiz.- En los años sesenta, los chistes machistas, sobre Franco, o de mariquitas, eran los más demandados por la sociedad tabernaria. Eran tiempos en los que la homosexualidad femenina vivía oculta, pasaba desapercibida. La mujer lesbiana, con vestirse como las heterosexuales, y no mostrar sus sentimientos en público, lo tenían resuelto. No así los hombres, que atrapados en una presencia física con la que no se identificaban, sufrían lo indecible para ocultar su condición sexual, y algunos no podían reprimir que sus gestos y ademanes, los delataran desde muy temprana edad. Recuerdo casos sangrantes en el colegio, donde la mofa y el desprecio llegaron a tanto, que algunos compañeros tuvieron que abandonar los estudios y refugiarse en sus casas, presas del pánico y la depresión. Cuando en la niñez y adolescencia, los síntomas ya eran evidentes, no pocos fueron expulsados de sus casas por padres intransigentes, más preocupados por el qué dirán de los vecinos y amistades, que por el grave problema al que se enfrentaba su hijo, en una sociedad, especialmente educada desde la cuna, para rechazar la homosexualidad, hasta el punto de encarcelar a los que sin poder sujetar su cuerpo, mostraban reasgos en la voz o en sus movimientos, de carácter afeminado. La crueldad en los cuarteles llegaba a la violación, ya que se les obligaba a realizar el servicio militar, aunque una vez jurada la bandera, se les destinara a la cocina, a la cantina, o a servir de asistentes en casa de los mandos, para así evitarles escarnios. NO ERA SU CUERPO Se sentaba en una silla de tijera, equidistante, entre el quiosco de madera pintado en verde de, La Mimbre, y la entrada al Generalife, en aquellos años cuando aún no se entraba por allí a la Alhambra. Sobre una banqueta bajita y siempre con las rodillas muy juntas, ante sí colocaba una cesta de mimbre, forrada de papel blanco, en la que sobresalían los montones de pipas con sal, garbanzos tostados, maní, almendras garrapiñadas, chicles y pistolines, junto a otras golosinas. Debajo, en una caja metálica de carne de membrillo fuera de la vista de los guardias, los paquetes de, Chesterfielg, Lucky, y Bisontes cortos sin emboquillar, todos de contrabando, para venderlos sueltos. Una botellita cristal con un corcho terminado en pitorro metálico, almacenaba la gasolina de color azul, para recargar los mecheros, cajas de mistos de fosforera española coleccionables a dos reales, cigarrillos a perragorda. Aquel hombre se buscaba la vida honradamente, desde que salía el sol, hasta el anochecer, en tan turístico lugar, aunque en los sesenta y setenta, las ventas también se nutrían de la clientela que bajaba del cementerio, tras haber asistido a algún entierro, y festejaba allí con unos chatos de vino, que a ellos todavía no le había llegado la hora. MIGUEL Aquel hombre, era toda una mujer en un cuerpo que no le correspondía, y él dejaba claro quién era de verdad. Al acercarte, olías a colonia cara de fémina. Si te fijabas bien, advertías un ligero maquillaje en su cara, tenue colorete en las mejillas, contorno de los ojos resaltado con lápiz negro, pestañas con suave rímel. En su gesticulación de brazos y manos o, pose para sentarse, había más feminidad que en cientos de mujeres juntas. Pedicura y manicura al día, lucía sus enormes manos con el acabado de las uñas esmaltadas en color carne y un brillo casi mate. En los pies calzaba unas sandalias de goma de meter el dedo, que entonces no utilizaban más que las mujeres, y a veces, sus pies y sus manos, gritaban más que sus ojos. Cuando hablaba, enmarcado en la educación más exquisita, mientras no hicieras comentario inconveniente, su voz recia y aguardentosa, contrastaba con su musicalidad al hablar. Como si de un ventrílocuo se tratara, ante imagen varonil, el sonido de su voz, era femenino y plural con toda riqueza de eses. Sus vaqueros ajustados, y sus jersey de pico, sin nada debajo y en colores vivos, advertían rápidamente de su presencia, que él no dudaba en protagonizar, con gestos sin necesidad de abrir la boca. Solo con el paso de los años, he sido consciente de la terrible tragedia que aquel hombre vivía a diario, mientras los demás le comprábamos un cigarrillo suelto, y le pedíamos fuego, a lo que él respondía con una sonrisa enorme, mirándote fijo a los ojos, mientras tu creías tener delante al mismísimo, Ramsés II. Aquel no era su cuerpo, lo mismo que le ocurría al extranjero, que cada día subía a su casa del Albayzín por la Calderería, con el cesto de esparto de haber hecho la compra en el mercado de San Agustín, luciendo piernas y muslos, con un vestido vaporoso de mujer, que dejaba ver una extremidades inferiores hercúleas, al igual que sus brazos desnudos y fornidos, mostrando una redecilla, con la que se recogía en diminuto moño, el poco pelo que ya le quedaba. Mi reconocimiento a éstas dos mujeres aprisionadas en un cuerpo de hombre, que en los años difíciles de la dictadura, cuando se les aplicaba la ley de vagos y maleantes, tenían el valor de gritar que estaban encarceladas en un cuerpo que no era el suyo.

sábado, 26 de agosto de 2017

EL FLAMENCO EN LA UNIVERSIDAD

EL FLAMENCO EN LA UNIVERSIDAD La de Granada, fue la primera Universidad en dedicar una Cátedra de Flamenco, con la bailaora Mariquilla, al frente. Tito Ortiz.- La década de los ochenta del siglo pasado, nuestra Universidad, a las órdenes de José Vida Soria, se abrió más si cabe a la sociedad. Teníamos un valedor para esas acciones de excepción, el Vicerrector de Extensión Universitaria, Juan José Ruiz-Rico López-Lendines, un hombre de toga, que después investigaría el caso Juan Guerra, como miembro del alto tribunal andaluz, pero con grandes inquietudes culturales y literarias, como demostró en su obra: “Al Sur son Las Hogueras”. En aquella época, la Universidad de Granada, organizó una serie de actividades pioneras, como por ejemplo, el ciclo sobre Tauromaquia, impartido por el matador de novillos toros- entonces, porque después se doctoraría en Atarfe- y crítico taurino, Juan Ramón Romero, que entre otros participantes, trajo a las aulas al matador de toros, Rafael de Paula, o al ganadero Victorino Martín. Ruiz-Rico, consciente de la importancia del mundo flamenco, no dudó en poner en marcha una Cátedra de Flamenco, depositando sus responsabilidades de enseñanza y divulgación en todas las facetas de éste arte, en la persona de nuestra genial bailaora sacromontana, María Guardia, “Mariquilla”, quién no dudó en aceptar tan alta responsabilidad. ACTIVIDADES DOCENTES DE LA CÁTEDRA Lógicamente, al ser Mariquilla la responsable de llevar a cabo el proyecto, el baile era un plato fuerte en las actividades ya respaldadas por la Universidad, pero la bailaora no dejó atrás los aspectos fundamentales del arte gitano andaluz, y abordó con acierto, el resto del programa de estudios, en el que tenía un peso específico, la enseñanza y divulgación del cante y del toque. Tuve el honor de que María me llamara para iniciar ese aspecto docente, con una conferencia, y pensé en la posibilidad de ilustrarla con cante, para evitar así a los alumnos la aridez, de enfrentarse sólo a la teoría e historia de lo jondo. Yo, la historia del cante flamenco la tenía en la cabeza, pero necesitaba un cómplice que la tuviera en la voz, y encontré al mejor. Llamé a mi amigo Enrique Morente, a su casa de Madrid, le propuse el reto y el me lo aceptó. Se trataba de que yo hablara sobre los cantes menos interpretados en los festivales, y él demostrara en público los que eran y como se hacían. Le pasé una lista de los que yo incluía en mi conferencia para que los repasara. Se trataba de rescatar palos como, Las Marianas, Las Bamberas, Los cantes de Columpio, Las Temporeras, el Polo, La Caña y sus diferencias, y así hasta una docena de los menos ejecutados por los artistas, y desconocidos para un público joven como al que nos dirigíamos. NOCHE ÉPICA DE MORENTE La noche que inauguramos las actividades docentes de la Cátedra de Flamenco de la Universidad de Granada, el salón de Caballeros 24 de la madraza, estaba a reventar. Tuvimos que sacar altavoces a la escalera y el patio, para que la gente pudiera oír, pero sin ver, lo que allí sucedía. Morente desplegó toda la sabiduría de un gran maestro, conocedor hasta los tuétanos de lo jondo, y a cada introducción que yo hacía con una breve historia del palo y de que rama del flamenco provenía, Enrique remachaba con una interpretación histórica, ajustada a los cánones más profundos del cante. Los dioses que le dieron todas sus virtudes interpretativas, estuvieron esa noche con él en La Madraza, y las musas lo rodearon en perfecta sintonía armónica con el genio de la Cuesta de San Gregorio. En que nos vimos para poder salir de allí, y refugiarnos, como tantas veces, en el Bar Provincias. La noche siguió, y cuando yo me despedí de Morente, a eso de las nueve de la mañana, lo dejé cantando en una cueva del Sacromonte, con “El Cascarilla” acompañándolo a la guitarra. Levaba toda la noche sin parar de cantar. EL SEMINARIO No podemos olvidar, que el flamenco, no le era ajeno a nuestra Universidad, puesto que desde muchos años antes, se mantenían las actividades del “Seminario de Estudios Flamencos”, del que yo fui un libre asistente. Lo dirigía el profesor de la Universidad, poeta y dramaturgo, Pepe Heredia, que provisto de un tocadiscos y su propia colección de vinilos, cada tarde semanal, impartía sus clases en el primer ayuntamiento de Granada, ante un auditorio heterogéneo, donde los nativos estábamos en minoría. José Heredia Maya, nos introducía primero en el palo que íbamos a escuchar, nos lo hacía oír, y a continuación corregía nuestros errores de concepto, comprobando la validez de nuestros conocimientos adquiridos. El curso finalizaba todos los años, con la presencia en directo de una estrella del flamenco, y clausurando los estudios, yo tuve la oportunidad de ver en directo por primera vez a Camarón de La Isla, o al enciclopédico, Antonio Mairena.

viernes, 25 de agosto de 2017

LA ACAMPADA

LA ACAMPADA Hacer la mili en los años setenta, no era fácil, sobre todo si te enfrentabas a la realidad de los objetores de conciencia Tito Ortiz.- Fue terrible la primera impresión. Al día siguiente de llegar al campamento de Viator, ví salir del Cuerpo de Guardia, una larga fila de soldados, casi todos mirando al suelo, escoltados por otros compañeros Cetme en mano, con la orden de disparar si alguno intentaba huir. Se trataba de los objetores de conciencia. Ciudadanos valientes, que se oponían a las armas, a la guerra, y a todo lo que sonara a bélico proviniente de la oficialidad. Al llegar reclutados a la fuerza, como todos, se habían declarado objetores, y entonces cumplían todo el tiempo de mili, detenidos en los calabozos, salvo aquel rato que los sacaban al patio escoltados para que estiraran las piernas. La escena era desgarradora, corriendo la década de los setenta, del siglo pasado. Yo me había alistado voluntario, para así no entrar en sorteo, y poder hacer el servicio militar en Granada, lo que me permitía solicitar el pase de pernocta, que consistía en ir al cuartel solo por la mañana, y por la tarde, poder trabajar en Patria y en Radio Popular. Algo que fue realidad, nada más jurar bandera tres meses depués. Así que el 19 de Diciembre de 1971. regresé junto a mis compañeros, incorporándonos al Batallón Mixto de Ingenieros, compañía de zapadores, unos, y a la compañía de transmisiones otros. CURSILLOS DE CRISTIANDAD Conocí a mi querido amigo, Rafaelito Velázquez, haciendo la acampada en la mili, que al contrario de lo que se pueda pensar, no eran unas maniobras, sino, los cursillos de cristiandad. A mí me habían elegido para participar, el teniente coronel Prat, y el comandante Rejano, que un día me sorprendió en el cuerpo de guardia, leyendo la Biblia. Yo la tenía forrada con un papel de estraza, y como entonces (1971) se perseguían las lecturas no apropiadas al Régimen, creyendo que estaba liado con El Capital, de Carlos Marx, me lo arrebató de las manos y lo inspeccionó. Ante la sorpresa, me llamó al despacho, avisó al Teniente Coronel, y a los pocos días, yo estaba en La Acampada. El Capital, lo tenía bien guardado en casa, y más que releído. Ninguno de los dos advirtieron, que La Biblia, leída con detenimiento, sobre todo El Nuevo Testamento, y fijándose en la figura y hechos de Jesús, puede ser más peligrosa que la obra de Marx. Creo a éstas alturas de la vida, que el primer comunista, fue el nacido en Belén, y que su obra no ha sido superada, aunque se está en ello. Al menos yo me voy reconciliando con su iglesia, tras el ejemplo del Papa Francisco. RENAULT Y TENIS DE MESA En aquella acampada, conocí a muchos de mis amigos de hoy, entre ellos, a Jesús, el asistente del comandante Castañeda, y a Rafael Velázquez,- como digo - hijo del dueño del Restaurante Americano, en la esquina de Gran Vía con Tinajilla. Rafa era ya entonces eso que ahora llaman, emprendedor, y a pesar de los negocios de su padre, él se buscaba la vida para no depender. Recuerdo con alegría nuestra aventura como vendedores de libros de una gran editorial, montando la oficina en un piso de la calle profesor Emilio Orozco, cuyo suelo de madera, barnicé y restauré, gracias a los materiales que me dio mi padre, lo mismo que laqué toda la marquetería de puertas y parabrisas de aquel coche de época que Rafa compró, y al que mimamos como si de un hijo se tratara. Pero no fue menor la ilusión con la que mi amigo adquirió, aquel legendario Alpine-Renault, el primero de un granadino, que hacía volver la cara a todos por donde pasábamos. Un deportivo biplaza, blanco con la tapicería en piel roja, que una vez dentro, te daba la sensación de ir sentado en el suelo. Éramos jóvenes, hoy no podríamos salir del, si es que consiguiéramos subirnos, la espalda no da para esos trotes. Era un espectáculo vernos subir por la cuesta de la Alhacaba, hasta llegar al Mesón Las Murallas, para escuchar música en vivo, algo que en aquella época no era frecuente en muchos sitios. El Alpine hacía gentes por donde íbamos, tan sólo competía con el flamante, Renault 8 TS bifaro, que Manolo Tarragona, se había comprado y aparcaba en la Bodega, Las Siete Puertas, que ya en aquellos años, era un genio en el tenis de mesa que organizaba mi admirado, Juan García Collado, y en el que Juan Ortiz Fernández, (Orfer), se lo puso muy difícil. Eran tiempos en los que la Juventud se tenía que buscar el futuro a manotazos, sin depender de nadie, siendo su propio orientador profesional. Hoy algunos jóvenes esperan a que el porvenir les caiga del cielo, o aguardan ser subsidiados de por vida por los padres, los abuelos y la administración. Algo estamos haciendo mal, convirtiéndolos en inútiles sociales.

jueves, 24 de agosto de 2017

DOLORES MONTIJANO: UNA GREÑÚA DE ALCALÁ LA REAL

DOLORES MONTIJANO: UNA “GREÑÚA” DE ALCALÁ LA REAL Máximo exponente de la pintura granadina, su obra evoluciona incesantemente, con un lenguaje plástico exportable a lo universal. Tito Ortiz.- Al inicio de los años setenta del siglo pasado, hacía yo mis primeras armas como crítico de arte en las páginas del Diario Patria, y la revista madrileña, “Crítica de Arte”, cuando me topé con la obra de Dolores Montijano, que desde entonces, no ha dejado de sorprenderme muy gratamente. En aquellos años, su pintura femenina, era como un halo de luz nueva, entre tanto bodegón y paisaje academicista con aromal varonil. La Granada pictórica. Recibe desde entonces una aportación personalísima, de una artista que ha sabido conjugar, desde sus enseñanzas, la verdadera misión del artista, que debe dejar para la posteridad, sello indeleble en toda su obra. Lo que en aquellos años era toda una novedad, se ha convertido con el paso de los años, en un lenguaje plástico de indudable valor, con la valentía de la experimentación por bandera. Una mujer que ha sabido conjugar a la perfección, la creación consecuente con los tiempos, cuya evolución la ha llevado a plasmar en sus cuadros, la inquietud de una juventud creadora ignorante del calendario. Dolores Montijano, no solo es una adelantada a su tiempo, es una precursora del arte venidero, sin barreras que impidan la libertad creativa, dejando un poso de sabiduría y buen hacer en lo realizado. Es muy difícil para mí, etiquetarla, y mucho menos, encasillarla en un estilo determinado, que pudiera salvar la posición del crítico, pero seguramente, mermaría la proyección de su hacer. Ante un estilo tan personal, el que admira se rinde, y yo lo hice ante ella hace ya muchos años, contemplando su creación. VINO PARA VENCER Ésta mujer de ojos grandes e infinitos, apareció por nuestra ciudad para quedarse, y lo hizo en el barrio “greñúo” del Realejo. Para proyectarse al infinito, había nacido en Alcalá La Real, en aquellos años en que sus paisanos venían al médico y a comprar a Granada. Aquí estudió, también lo hizo en Híspalis, pero cuando vino, ya traía en su mochila, el París de Picasso, que algo influye en su obra, y desde el final de los años cuarenta, decenas de exposiciones por toda España, América, Japón, Francia, Alemania, o Rusia. No en vano, su obra está repartida por múltiples colecciones particulares, incluyendo los museos de Arte Contemporáneo, de Madrid; el Ermitage, San Petersburgo; La Galería de Arte Moderno de Santo Domingo, en la República Dominicana; O el de Grabado Contemporáneo Español, en Marbella. Diversos premios y medallas, jalonan una trayectoria, un tanto adormecida en los últimos años, pero que no restan un ápice de importancia a toda su labor. Montijano, es alérgica – lo ha sido siempre – a los focos, el papel cuché y las cámaras. Ella vive su creatividad como un celibato, disfruta en la soledad de su estudio, y solo sale a los medios, si es obligada, por muy fuerte que sea la ovación. De no ser así, no habría conseguido ese puesto de honor que con todo merecimiento, ocupa entre las pintoras de los siglos XX y XXI. Sus exposiciones se cuentan por éxitos, sus obras, como únicas. GRABADO EN LA FUNDACIÓN En 1973 la Fundación Rodríguez Acosta, amplió su labor de fomento artístico con la creación del, Centro de Experimentación de Artes Gráficas, a cuyo taller de grabado acudieron numerosísimos artistas nacionales y extranjeros y en el que se realizaron, hasta 1979, importantes trabajos de investigación y estampaciones de tiradas numeradas y limitadas, así como cuidadas ediciones de bibliofilia. De entre los artistas de éste histórico taller granadino, junto con la japonesa, Teiko Mori, destaca Dolores Montijano, con un tratamiento personal del grabado, y brillante es su intervención en la confección de diversas carpetas, con variada motivación, que no hacen más que engrandecer el currículum de la artista, que demuestra una versatilidad más de su técnica, ésta vez en la plancha o en la piedra, aunque reconocida es su variedad de texturas, en las que su valentía le lleva a emplear, todo tipo de materiales, a los que poder sacar partido estético y artístico. Últimamente, le he perdido la pista, pero sus cuadros…no se me van de la cabeza.

miércoles, 23 de agosto de 2017

NOCHES DE CALOR

NOCHES DE CALOR Tito Ortiz.- Esto es inhumano. Lo que la calor está haciendo con nosotros, no tiene nombre. Si alguien no se cree todavía lo del cambio climático, que venga a mi casa y lo compruebe. La otra noche, bañado en un charco de sudor, y habiendo escuchado ya la campana de La Vela tocar a riego y las ánimas, sin haber podido pegar un ojo hasta esa hora de la madrugada, me armé de valor poniendo en práctica todas las técnica contundentes que poseo para coger el sueño, porque, ni con la camiseta blanca de tirantes, de éstas de agujeritos para el verano que yo utilizo, hay forma de pasar una noche descansando. Me bajé al salón, enchufé el ventilador lo primero, y después el pikú, con el disco grande de Palito Ortega, con eso de la “chevecha”, La Felicidad y otras zarandajas, y ni por esas. Que no había forma. Fui a la nevera, saqué un poquito de gazpacho que guardaba en un tupperware, cambié el disco por uno de, Luís Aguilé, me senté en el sillón con el abanico dale que te dale, y que si quieres arroz Catalina, claro que como la tapicería es de skay, cuando quise darme cuenta, estaba tan caliente y pegado al sillón, como si hubiera hecho ventosa. Desesperado, di un salto y me cambié al sofá, que es de polipiel, mucho más fresquito. Me puse el ventilador dirigido al pecho, sin que se maree de un lado a otro, en eso que me desafió un mosquito trompetero, intentando entrar en mi cuerpo por el oído, del manotazo que me di en la oreja, me entró un zumbido peor, y se me cayeron los hielos del gazpacho, poniéndome perdida la camiseta de los agujeros, que con tanto cariño me regaló para mi santo la parienta, hace ya unos treinta años. La cosa se agravaba por momentos, casi las claras del día y sin pegar ojo, escuchando por castigo el tercer elepé de “Los Beatles de Cádiz”. ¡Qué desesperación! Y ese fresquito de Graná, que tan famosos nos ha hecho, sin llegar. Me levanté, me eché tres “garfas” de agua en la cara, saqué el colchón al balcón, me tumbé, y cuando iba a cerrar los ojos, el disco se terminó, no tuve más remedio que levantarme y poner uno que tengo reservado para estas ocasiones extremas de, Georgie Daan, la cosa iba de barbacoas y chiringuitos, pero nada de nada. Para colmo, llegó el camión de la basura, sin silenciador, como siempre, y me tiré como un poseso para la nevera, a por agua que guardo en un botijo chato, de barro “colorao”, que me entra entre bandeja y bandeja, pero al sacarlo, se me cayeron tres yogures caducados. ¡Cómo puse el suelo, dios mío! Con la fregona estaba, cuando me acordé de un disco muy especial para las noches de insomnio, que yo recomiendo, porque o te duermes, o te tiras por el balcón, aprovechando que el camión de la basura está debajo, y así le ahorras un funeral a la familia, porque los precios de Emucesa están por la nubes. El disco no es otro que un recopilatorio de los grandes éxitos de, Leticia Sabater, y fue mano de santo, nada más escuchar el primer tema, en calzoncillos blancos, como estaba, de esos de agujeritos, compañero de la camiseta, me baje a la calle dando “chillíos”, y ahora ya descanso todas las noches como un bendito, Estoy en una habitación acolchada, con aire acondicionado, y con una camisa muy moderna, que lleva unas correas, con la que no me veo las manos. ¡Que descanso dios mío!

¡QUERIDOS MALAGUEÑOS!

¡QUERIDOS MALAGUEÑOS! El error de Franco, al dirigirse desde el balcón del Ayuntamiento a los granadinos, dio pie a infinidad de chistes sobre el dictador Tito Ortiz.- De mi casa, nadie asistió a la llegada de Franco a Granada, procedente de Málaga, y menos a engrosar las filas de afectos al Régimen que abarrotaron las calles para recibir al general bajito de El Ferrol. Yo preparaba aquellos días mi examen de ingreso, para iniciar el bachillerato, y aunque nos dieron suelta en las aulas para acudir de palmeros al evento, mi familia permaneció acuartelada en casa, porque hacía apenas veintitantos años, que algunos de los nuestros, habían sido asesinados por defender al gobierno legalmente instituido por las urnas. Aquel 29 de Abril de 1961, la ciudad y los pueblos se volcaron en el recibimiento, que tuvo como histórica anécdota, que Franco, al dirigirse a los allí congregados, iniciara su discurso con un sonoro y rotundo: ¡Queridos malagueños! Algunos de los que allí estaban, nos contaron que en ese momento se hizo en la plaza del Carmen un silencio sepulcral, roto por la rápida intervención de entusiastas aplausos, a cargo de grupos camuflados de la famosa, Guardia de Franco y algunos falangistas. El dictador, añadió a modo de disculpa: No os extrañe que con estas calurosas acogidas que Andalucía me viene haciendo domine en mis pensamientos el recuerdo de los días vividos, como me ha ocurrido en estos momentos al dirigirme a vosotros. Desde ese momento, el ingenio popular, a sottovoce, se dedicó a propagar los chistes más graciosos y crueles sobre el estado mental del dictador, saliendo como mejor parado solo en aquellos que anunciaban ya su chocheo y declive personal. MIS ESCOLAPIOS Aquel año, la finca del colegio de Los Escolapios, todavía abarcaba desde el callejón del Pretorio, Dando al Refugio, fundado en tiempos de los reyes católicos en 1513, hasta el callejón del Ángel, por donde nosotros accedíamos a Torremocha. Yo formaba parte de la clase de gratuitos, donde nos preparaban aquel curso para comenzar el bachiller, que como novedad, teníamos una asignatura nueva: Mecanografía. Fuera de la clase y pegadas a la pared del pasillo, había una serie de máquinas de escribir, donde aprendíamos a ganar pulsaciones, y entre nosotros, echábamos carreras para ver quién alcanzaba más, y sin errores. Teníamos misa diaria a las ocho de la mañana, rosario por la tarde, merienda a base de bollo de pan y carne de membrillo, y cada cierto tiempo, nos proyectaban películas en el salón de actos. Eso sí, toleradas para menores, y en caso de que hubiera alguna escena en la que se veía un beso entre los protagonistas, la censura nos lo cortaba, a veces tan mal, que veíamos a los protagonistas aproximar sus caras, y al instante, se mostraban separados y distantes, con lo cual nosotros pateábamos y chiflábamos, acción ésta que finalizaba con la interrupción de la proyección y, el encendido de la iluminación en la sala. A los internos no nos permitían convivir mucho con los internos, pero coincidíamos en los recreos, y ahí confraternizábamos. Ellos, apartados de sus familias, requerían noticias del exterior. LA GRANADA DE 1961 Por las calles, se ven con mayor frecuencia circulando los populares seiscientos, y los más pudientes, acceden al Renault Daunphine, el llamado coche de las viudas, que en su máxima aceleración se levanta de adelante, convirtiéndose en un peligro tal, que ya hay vecinos que cargan el maletero con ladrillos y sacos de arena, para no tener accidentes. En el Granada, equipo fundado con el entusiasmo de la República, juegan éste año: Mesa, Mingorance, Torres, Larrabeiti, Delfín, Forneiris, Lalo, Bustillo, Rafa, Arsenio Iglesias y Barceló. Todo con permiso de mi compañero, Ramón Ramos, que es el que más sabe de esto. Las distintas peñas, suben cada domingo a jugar al Llano de La Perdiz. En el paseo de La Bomba, se celebran carreras de motos, al tranvía de la sierra le enganchan jardineras, por la mucha afluencia de público que hace el trayecto los días de fiesta. En el paseo de Los Tristes, a los pies de la Alhambra, se celebra el tradicional, Festival de Cante Jondo, durante los días del Corpus. Los últimos días de Junio y primeros de Julio, se celebra aquí con carácter de acontecimiento, la Primera Semana de Exaltación de la Fiesta Nacional, con el patrocinio de la Señora Marquesa de Villaverde, hija del dictador. El ayuntamiento ha comenzado el derribo del antiguo edificio de Correros, en Reyes Católicos, para hacer una plaza, y trasladar aquí el monumento de la reina católica y Colón, que se encuentra en el paseo del Salón.

martes, 22 de agosto de 2017

MANOLITO MONTESINOS

“MANOLITO MONTESINOS” 
Tito Ortiz.-
La relación entre Lorca y su cuñado, siempre fue de mutua admiración. 

Pese a ser tres años más joven que su cuñado, Federico García Lorca, Manuel Fernández-Montesinos Lustau, en ocasiones parecía ejercer de hermano mayor, pues no en vano, en más de una ocasión aconsejó a Federico, que aunque solo fuera por darle una satisfacción a su padre, terminara los estudios universitarios emprendidos, sin que eso tuviera que significar, abandonar su vocación de poeta, dramaturgo y escritor, pero la llamada de las artes en Lorca, siempre fue mayor que la de las aulas universitarias, y mucho menos, cuando comprobaba, que el éxito le acompañaba en todo lo que emprendía. Lejos de la rivalidad típica y tópica entre cuñados, los dos se admiraban mutuamente, y mantuvieron un mismo círculo de amistades, lo que da fe, de que un pretendido pragmático, hombre de ciencia y médico vocacional, era perfectamente compatible con la imaginación desbordante de un poeta creador de atmósferas y tiempos inverosímiles, inmerso en la fantasía creativa de un genio irrepetible. Dos hombres que morirían en la flor de la vida, casi a la vez, como si de la sonrisa cruel de un destino injusto, se tratara. 
FAMILIAS BIEN 
Terratenientes de la vega, unos, y burguesía acaudalada los otros, las familias emparentaron, cuando “Manolito” –que así lo llamaba Lorca- casó con la hermana de Federico, Concha, diez años después de que terminara Medicina con brillantes calificaciones, y montado consulta frente a la Capitanía General. Pero los cuñados ya se conocían de antes, y de hecho frecuentaban sitios coincidentes, como por ejemplo, la tertulia, “El Rinconcillo” del Café Alameda, donde además de asistir sus respectivos hermanos, lo hacían entre otros, Melchor Fernández Almagro, Manuel de Falla, Manuel Ángeles Ortiz, José Acosta Medina, José Mora Guarnido, Juan José Santa Cruz, el periodista Constantino Ruiz Carnero, que tristemente correría la misma suerte de nuestros protagonistas, Francisco Soriano, Miguel Pizarro, Hermenegildo Lanz, Ángel Barrios, e Ismael González de la Serna. Coinciden los años en los que Federico es ya un poeta y dramaturgo reconocido, con los del inicio de la actividad política en su cuñado, que comienza a fraguar en el inicio de la década de los años treinta del siglo pasado, cuando, Manuel Fernández-Montesinos, dos días antes de que se proclame la República, es elegido concejal del ayuntamiento de Granada, en las listas del Partido Socialista, y al año siguiente, siendo un completo convencido de la necesaria vertebración de Andalucía, participa junto a otros en la ponencia: “La Conveniencia de Formar Parte de la Mancomunidad Andaluza”, con la que Granada asiste un año más tarde a la Asamblea de Córdoba, con el horizonte de un Estatuto de Autonomía, y donde Fernández-Montesinos, se muestra contrario a la integración de Granada, no en vano, él se había mostrado a lo largo de toda su trayectoria política, partidario de una moderación y mesura en su ideas de izquierdas, que no siempre fueron compartidas por sus compañeros de partido, propensos a la acción contundente de la política. Aun así, en 1934 es encarcelado con motivo de las revueltas del momento. 
EL TRÁGICO FINAL DE LOS CUÑADOS 

La elecciones de 1936, devuelven a Manuel, a la Alcaldía de la plaza del Carmen, sustituyendo el uno de Julio a Luís Fernández, y quiere el destino que solo dieciocho días después, Franco inicie el golpe de Estado y una guerra fratricida que durará tres años. Un día antes, como si de una premonición macabra se tratara, el cuñado de Lorca, ha acompañado en ceremonial fúnebre, la llegada de los restos mortales a la estación del tren de Granada, del Duque de San Pedro de Galatino, y en solemne ceremonia lo entierran en La Catedral. El 20 de Julio de 1936, Fernández- Montesinos, junto a otros concejales, lleva horas sin dormir, y sin salir del Ayuntamiento, ante los trágicos sucesos que están ocurriendo en España, cuando minutos antes de las siete de la tarde, el sublevado traidor al gobierno instituido por las urnas, Coronel, Miguel del Campo, pistola en mano, y acompañado por soldados golpistas, los destituyó a voces en el salón municipal y se lo llevó detenido junto a otros. Nada se supo más de nuestro Alcalde, hasta que en la madrugada del 16 de Agosto, las balas asesinas atravesaron su cuerpo en las tapias del cementerio. Tan solo unas horas más tarde, el destino uniría a los dos cuñados, porque Federico, caía en un barranco entre Víznar y Alfacar. Ambos se admiraron y respetaron hasta la muerte injusta y asesina de la sinrazón.

lunes, 21 de agosto de 2017

PARA JOSÉ GUERRERO, GRANADA FUE MADRE Y MADRASTRA

PARA JOSÉ GUERRERO, GRANADA FUE MADRE Y MADRASTRA. “La Brecha de Víznar” fue su homenaje a Lorca en tiempos muy comprometidos. Tito Ortiz.- Ésta ciudad, que cerraba las ventanas al paso de la comitiva que escoltaba a Mariana de Pineda camino del cadalso, para no tener nada que ver en el asunto, y que salvo alguna individualidad muy meritoria, no movió un músculo para impedir que Lorca fuera asesinado, muestra desde la noche de los tiempos, su peor cara contra sus propios hijos, aplicando la sordina a quienes triunfan, con esa envidia que nos reconcome ante el éxito ajeno. Una respuesta social incomprensible, que va por rachas y épocas, y de la que tampoco se salvó el pintor, José Guerrero, que con el paso de los años, reparado el agravio de unos insensatos, nuestros representantes públicos supieron reparar, acogiendo el legado del pintor, en el edificio donde me hice periodista. Guerrero fue un hombre de una gran conciencia social en lo humano, y un adelantado a su tiempo en lo artístico, dos pecados mortales que difícilmente se perdonaban, en la Granada afecta al Régimen del Nacional Catolicismo. A CONTRACORRIENTE José García, escoge el apellido de su madre para darse a conocer en el mundo artístico y firma Guerrero. Había nacido en el seno de una familia humilde, el año de La Gran Guerra, y con tan solo catorce años queda huérfano de padre, con lo cual, tiene que abandonar los estudios y ponerse a trabajar, pasando de las aulas de Los Escolapios, a ejercer durante el día de camarero o carpintero. La proclamación de La República, le coge matriculado en la Escuela de Artes y Oficios de Granada en horario nocturno. Cuando nuestra guerra incivil termina, marcha a Madrid para estudiar en la Academia de San Fernando, pudiendo subsistir gracias a la venta de sus propios cuadros, y de pintar los grandes cartelones de los cines en La Gran Vía. Al finalizar la segunda Guerra Mundial, el gobierno francés lo beca y en París toma contacto con todas las vanguardias, algo impensable en ésta su tierra, donde la figuración es la única reconocida, salvo alguna excepción. Trabaja en Roma, Londres y el inicio de los años cincuenta ya le coge en Estados Unidos, donde su abstracción ya define una trayectoria sin vuelta atrás. Para despedirse de lo figurativo, pinta su autorretrato más conocido. CRISIS Y PROYECCIÓN No es infrecuente que los genios, atraviesen crisis a lo largo de su trayectoria, y José Guerrero la pasa en Chicago presa del estrés. Se somete a un psicoanálisis, y emerge un autor de valentía inaudita, donde el mundo del dibujo, la forma y sobre todo, el color, van a definir su obra. No en vano, en esas asignaturas, el granadino había obtenido Matrículas de Honor durante su estancia madrileña. Viaja solo a España, en un reencuentro íntimo y artístico con el Madrid que lo abrió al mundo, vuelve a América, crea obras como, Sacromonte, Generalife o Alpujarra, y prepara su regreso para 1965, instalándose con la capital del reino. Ese año visita Granada, va hasta el barranco de Víznar donde mataron a Federico y toma bocetos, y de ahí nace su famosa obra, La Brecha de Víznar. No es hasta 1976, cuando se produce su regreso artístico a Granada, con una gran exposición antológica, que se celebra en las salas del Banco de Granada y La Fundación Rodríguez Acosta. José Guerrero, es descubierto entonces por una Granada nueva que nada tiene que ver con la que en un momento de su vida le obliga a marcharse, ya que según me confesó, en una entrevista que le hice para el Diario Patria, sentados los dos en un banco a la entrada de lo que hoy conocemos como el Auditorio Manuel de Falla, junto al torreón de la entrada, ahí tenía él instalado su estudio de pintor, hasta que una noche traicionera salió en llamas. Un incendio que en los mentideros granadinos, se aseguraba que había sido provocado por algunos pintores de nuestra ciudad. Con obra en museos tan importantes como, el Guggenheim de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y el de Arte Abstracto Español de Cuenca, los granadinos tenemos la suerte de disfrutar su obra en la calle Oficios. Su arte está considerado como una de las aportaciones más importantes a la abstracción, a nivel mundial, un ejemplo más de la riqueza humana y artística de nuestra tierra.

domingo, 20 de agosto de 2017

VIVIR Y MORIR EN EL CARMEN DE LOS CATALANES

VIVIR Y MORIR EN EL CARMEN DE “LOS CATALANES” Su especial ubicación en plena Alhambra, y la originalidad de su construcción, lo convierten en lugar romántico, no exento de misterio. Goya, vivió en el. Tito Ortiz.- Durante los años que presenté un programa de misterio en la radio pública de Andalucía, en no pocas ocasiones, el Carmen de Los Catalanes alhambreño, fue objeto de estudio y tertulia por parte de parasicólogos y estudiosos de lo oculto, debido – según ellos – a una serie de manifestaciones recogidas in situ, durante los muchos años que el recinto estuvo abandonado. Hablaban de que caída la noche, en ocasiones se escuchaban conversaciones ininteligibles, un piano sonar, o sombras que deambulaban por los jardines, junto a extrañas luces en el interior ruinoso, aunque nunca precisaron que allí hubiera ocurrido desgracia alguna, al menos en los dos últimos siglos en que estuvo habitado. Cierto es que su ubicación estratégica, lo convierten en testigo mudo de nuestra historia, pues su cercanía a Peña Partida, le permitió asistir a la entrada de las tropas cristianas, en la madrugada del dos de Enero de 1492, prestos a tomar posiciones en el recinto a evacuar por Boabdil y los suyos. De hecho, se sabe que durante la primera etapa nazarí fueron abiertos en el subsuelo numerosos silos para almacenar provisiones, mientras se asentaba la dinastía en la ciudad y se organizaban las expediciones militares, todo ello en un amplio sector en cuyo ámbito territorial hubo, al menos un gran cementerio urbano, además de servir de acampada al ejército, siendo utilizada la suave ascensión de la loma como escenario de paradas y desfiles. Según avanzaba la reconquista, muchos de esos silos se utilizaron también para encerrar a prisioneros cristianos y poderlos intercambiar por presos musulmanes, según consta en los archivos. FRANCISCO DE GOYA EN GRANADA Aunque antes fue convento de la orden carmelita, está también registrado, que en el siglo XVIII, allí vivía el matrimonio formado por Don Antonio Porcel, destacado jurista, académico y político liberal granadino, consejero de Estado y parlamentario en las Cortes de Cádiz, y su esposa, doña Isabel de Los Cobos, personajes muy populares en su época, cuya casa era visitada asiduamente por lo mejor de la sociedad de su tiempo, que alcanza hasta entrado el siglo XIX. Famoso es el hecho de que el mismísimo pintor, Francisco de Goya, les hizo unos bellos retratos que estuvieron en este Carmen hasta 1887 en que fueron vendidos; el de doña Isabel se admira hoy en la National Gallery de Londres, mientras que el de Don Antonio se perdió en Argentina en 1906, durante un incendio. Se supone que el genio aragonés, lleva a cabo los retratos, en agradecimiento al matrimonio, por acogerlo en su casa. Las recepciones en el Carmen, tuvieron categoría de grandes acontecimientos, disfrutando los invitados no solo de un interior palaciego, sino de un hermoso jardín, donde el agua en todas sus manifestaciones era protagonista, junto con gran variedad de plantas y flores. Fue a principios del siglo pasado cuando la familia Miralles adquirió el Carmen y dada su procedencia geográfica, el lugar fue bautizado por la ciudadanía como, El de Los Catalanes. Ésta familia también embellece el lugar, sobre todo la parte exterior y sus miradores. EL PATRONATO LO HACE SUYO El Carmen de Los Catalanes, supone como una cuarta parte de los terrenos que rodean La Alhambra, de ahí que debido a su abandono durante la segunda mitad del siglo XX, el patronato que rige los destinos del monumento más visitado de España, con buen criterio, no dudara en litigar para conseguir su propiedad y añadirla al recinto como parte fundamental de su entorno e historia. Su vecindad con Torres Bermejas, sus vistas a la ciudad, sus torreones defensivos, y su riqueza arqueológica aún sin explotar, hacen de éste lugar, una joya de las que adornan la corona de la Alhambra. Nuestro pasado está en cada piedra de sus muros, y el cariño que todos sus moradores pusieron en su conservación, permite que ahora disfrutemos de ésta maravilla, que se dio a la historia como parte adyacente de los palacios nazaríes, sobre todo intendencia, pasó por monasterio, casa palaciega, carmen granaíno, que un día habitó, Francisco de Goya y Lucientes.

sábado, 19 de agosto de 2017

AGUSTÍN LARA, VINO PARA QUEDARSE

AGUSTÍN LARA, VINO PARA QUEDARSE El autor de nuestro himno, que escribió sin conocer la ciudad, quedó enamorado de ésta tierra para siempre. Tito Ortiz.- Estábamos una tarde de principios de los setenta, en casa de Gervasio Elorza, -entonces director del hotel Alhambra Palace- su hermana, Beatriz, su marido, el compositor linarense-granadino, Francisco Guerrero, el músico y crítico musical, José Antonio Lacárcel, el fotógrafo de Ideal, Orfer. Departíamos en amena charla sobre lo divino y humano, cuando Paco se puso al piano y comenzó a interpretar con brío, La Internacional Socialista. Creo que fui yo el que le dijo al músico entre carcajadas… Paco si algún vecino reconoce lo que estás tocando, en menos que tarda en persignarse un cura loco, tenemos un Jeep de los grises en la puerta, y terminamos todos en la Plaza de Los Lobos. Paco abortó la partitura, y sin solución de continuidad, abordó el Himno Nacional con todas sus fuerzas en el teclado. Fui yo también el que le dije entre risas… Hombre, Paco, ni calvo ni con tres pelucas, que se van a creer que somos afectos al Régimen. Y sin pensarlo, Guerrero comenzó a interpretar Granada, de Agustín Lara. En ese momento fue su cuñado Gervasio, quién dijo… Apropósito de ésta canción, os voy a contar una historia, que todavía no ha sido escrita. GRANADA, SALDA SU DEUDA CON LARA Todo el mundo sabe que, Agustín Lara, compuso nuestra canción sin conocer la ciudad, allá por 1932, y la cantó con tal acierto, que estábamos en deuda con él. Por eso, la corporación municipal, lo invitó a conocernos. El Ayuntamiento de Granada, por Acuerdo del Pleno Extraordinario Municipal de 12 de junio de 1964, le nombró "Hijo Adoptivo", le hospedó en el Hotel Alhambra Palace y le ofreció una recepción en el Carmen de los Mártires, siendo objeto de numerosos obsequios, entre ellos una caja de taracea que contenía tierra granadina y de una batuta con empuñadura de plata. El multitudinario homenaje popular, se hizo en el Paseo de los Tristes a los pies de la Alhambra, aprovechando el escenario allí instalado durante las recién celebradas fiestas del Corpus. La Banda Municipal de Música, interpretó los sones de Granada y fue incluso dirigida unos breves instantes por el propio Lara. Durante dos días, la corporación lo acompañó a conocer la ciudad que con tanto acierto había descrito sin conocerla, y terminados los fastos, se despidieron de él a las puertas del hotel, ya que a las once de la noche, partía en coche cama del Exprés camino de Madrid, donde los esperaban en “Chicote” para honrarlo debidamente, ya que también había escrito el chotis, “Madrid”, sin conocer la capital del reino. El compositor mexicano, estaba emocionado del trato recibido, mostrando su agradecimiento con grandes expresiones. No solo el homenaje oficial había sido de su completo agrado, sino que durante los días que estuvo hospedado en la suite real del Alhambra Palace, lo había estado a gastos pagados, incluidos los billetes de ida y vuelta, y había podido visitar los rincones más interesantes de nuestra ciudad. Recorrió el Albayzín, quedando prendado de su belleza y sus vistas. Del Sacromonte, no había forma de llevárselo cuando presenció La Zambra, y convivió con los gitanos. Visitó La Alhambra, La Catedral, La Capilla Real, y fue invitado a comer y cenar en los mejores restaurantes, como por ejemplo, “El Sevilla”, donde dejó testimonio gráfico de su visita y firmó en el libro de honor. ME VOY DE GRANADA, PERO LES DEJO MI CORAZÓN Como a los ocho o diez días del acontecimiento, el director del Alhambra Palace, bajó al despacho del alcalde, Manuel Sola Rodríguez Bolívar, y le preguntó: ¿Alcalde, que hacemos con la factura de don Agustín Lara? La primera autoridad municipal, le dijo: Pues lo de siempre, trae que te la firme y pasa por caja a que te la paguen. A lo que el director respondió: Es que la factura va por un pico. Hombre tampoco será tanto – dijo el alcalde – si prácticamente no ha estado en el hotel, y los dos días ha comido y cenado con nosotros. A lo que el director del Alhambra Palace sentenció: Ya lo creo, que va por un pico, es que el señor Lara, sigue hospedado en el hotel. Minutos después de ésta conversación, un motorista salió de la Plaza del Carmen, con un saluda personal del señor alcalde para entregar en mano a don Agustín Lara, en el que se le rogaba con mucho cariño, que abandonara la ciudad.

viernes, 18 de agosto de 2017

PIROPO A GRANADA

PIROPO A GRANADA Miguel de Los Reyes: Un malagueño con la Alhambra en los ojos, el Albayzín y el Sacromonte en la boca. Tito Ortiz.- Nacido en los albores de la República en el barrio malacitano de La Victoria, no era cantante, ni bailaor, ni coplero, ni tonadillero, ni cantaor… lo era todo. Algunos dicen que fue el heredero natural de Miguel de Molina, pero sus registros le permitían abarcar otros palos, mezclarlos con sabiduría, hacer eso que ahora llaman los modernos, fusión, y que él ya practicaba en los años cuarenta, en un Madrid rendido a sus pies, como después en los cincuenta lo haría Argentina, donde llegó a rodar varias películas. Ocupaba todo el escenario, todos los focos eran suyos y su público, incondicional y entregado nunca lo abandonó. Murió antes de acabar el milenio, dando clases en su academia hasta el último día, fumando tres paquetes de tabaco diarios, y habiéndose bebido hasta el agua de los floreros, pero disfrutó de la vida como un auténtico cosaco. Jamás conocí a un malagueño más enamorado de Granada, habiendo dejado para la historia una asignatura pendiente que hasta ahora, nadie ha superado. Ningún competidor ni valor emergente se ha atrevido a cantar, “Noches Bonitas de España”, por temor a no estar a la altura. Y de su olfato cazatalentos da prueba que en su espectáculo, con tan solo dieciséis años y siendo un desconocido, ya llevaba en plantilla a un adolescente que se llamaba, José Monje, y que después el mundo conocería como: “Camarón de La Isla”. POR CALLE GRANADA, HASTA LARIOS Una tarde, iba yo paseando desde la casa natal de Pablo Ruiz Picasso, hasta la calle Granada, en compañía de Enrique Romero, presentador de “Toros para Todos”, Pepelu Ramos, ingeniero de sonido, y Barto Martos, productor de “El Toreo”. Al entrar en la calle y antes de llegar a la Bodega, “El Pimpi”, una voz abierta y afillá dijo tras de mí:¡Eh, el de la pipa!. Lógicamente me volví, y era Miguel de Los Reyes. Nunca conseguí que me llamara por mi nombre, yo siempre fui para él, el granaíno de la pipa. Se vino con nosotros paseando por Larios, hasta llegar a la plaza de La Marina, y en ese trayecto, yo no he vuelto a escuchar más elogios a Granada, ni a sus barrios, ni a sus gentes. A Miguel de Los Reyes, se le iluminaba la cara cuando nos hablaba del Sacromonte, de La Zambra, de María La Canastera, de Curro Albayzín, de La Rocío y La Golondrina. Se le empañaban los ojos cuando recordaba sus días vividos en las cuevas granadinas, con los gitanos del barrio, de lo mucho que había aprendido de ellos, de la gracia y el postín de sus gentes. Pipa – me decía – los gitanos de graná son señores, en otros puntos de Andalucía hay también gitanos, pero como los del Sacromonte, en ningún sitio. Esos son señores. PIROPO A GRANADA A punto de desviarse ya para su casa, cercana al santuario de la patrona de Málaga, donde su hermana lo esperaba para ponerle la cena, casi en la puerta de la antigua diputación, frente al puerto, no se pudo resistir, y solo para nosotros cuatro, nos cantó su famoso, “Piropo a Granada”, no sin antes hacerme prometerle, que en unos días, yo lo llevaría al Sacromonte de nuevo. No quería morirse sin estar en nuestro barrio una vez más. Yo le dije, Miguel el barrio ya no es el barrio que tú viviste, y que tú conozcas, ya no queda más que el Curro. Me da igual, llévame, que no me muera con la pena de no verlo más. Y en eso quedamos, pero sus tres cajetillas de cigarros diarias, y las noches vividas hasta el amanecer, lo impidieron. Quienes no conocían su capacidad creativa y artística, erróneamente, llegaron a compararlo con el Príncipe Gitano, pero Miguel de Los Reyes, era un artista nato, capaz de abordar con una voz personalísima, el cuplé de una revista a lo Celia Gámez, o un fandango sentencioso de Paco Toronjo. Su abanico de posibilidades no tenía límites, y a todo imprimía un sello personal que lo hacía diferente a todos los demás. Su pasión por la ciudad de la Alhambra, y por sus barrios del Albayzín y el Sacromonte, no pocas veces le crearon situaciones incómodas entres sus paisanos, que le reprochaban, querer más a Granada que a Málaga, pero en eso, como en tantas otras cosas, Miguel era visceral, donde él ponía el Sacromonte, no lo ponía nadie, y lo defendía con vehemencia.

jueves, 17 de agosto de 2017

AY TANI, MI TANI, QUE MI TANI

AY TANI, MI TANI QUE MI TANI Una noche, mientras seguíamos a la Virgen de La Alhambra, recorrí con Carlos Cano, las voces de Granada. Tito Ortiz.- Conocí a Carlos Cano de zagalón en nuestros juegos por Plaza Nueva, la placeta de Cuchilleros y la calle donde él vivía, la Cuesta Rodrigo del Campo. Por razones de vecindad, teníamos más contacto con Miguel Ángel González, Ángel Luís Luque y Esteban Valdivieso, porque vivíamos todos en el mismo “roal”. Él se fue a la emigración y cuando volvió, compartíamos estudio de grabación con, Juan de Loxa, que nos dirigía en radio Popular de Granada. Él en “Manifiesto Canción del Sur” y yo en “Poesía 70”. En algún momento, hasta Joaquín Sabina, apareció por allí. Después vino el éxito y solo nos veíamos, cuando aterrizaba por Granada, como aquella ocasión en la que en plena transición democrática, llenó el Palacio del Cine, dando un magnífico recital que yo reflejé en Patria. Nuestra relación fue siempre la de dos malafollás, que coincidían en lo importante, pero divergían en las formas y en la estética de las cosas, algo que nunca quebrantó nuestra amistad y admiración mutua. Eran los tiempos en los que Carlos, comenzó a tener mayor trato con Eladio Fernández-Nieto, Pepe Heredia y Antonio Ortega éste último en su etapa granadina. Fueron los tiempos de la blanca y verde, en los que el padre Iniesta, desde los escolapios, nos enseñaba a Blás Infante y su obra. BUSCANDO A LA VIRGEN Coincidimos una noche buscando a La Virgen de La Alhambra, los hermanos Garzón, del comercio, que iban con Carlos Cano y yo, porque fue una de esas ocasiones en las que la hermandad varió el recorrido, y pasó por el Campo del Príncipe. Aprovechamos para pasar por la casa donde nació el cantante, en la Cuesta Rodrigo del Campo, subimos por la Puerta del Sol a los Alamillos, repostamos en Casa de “La Trini”, y así llegamos a los bosques de la Alhambra, para esperar a la Señora en su regreso. Durante el camino, recuerdo haber hablado con Carlos, de Frasquito Yerbagüena, Francisco Ayala, Enrique Padial, Gelu, Valen, Rhut y Los Granada, José Antonio Cantaré, el maestro Novis y los Jueves Infantiles, Pepita Ávila, Rosita Ferrer, Li Morante, Paquito Rodríguez y “El Mascota”, su inseparable acompañante al órgano, del que Paquito siempre contaba una anécdota para él muy dolorosa, y es que con motivo de la boda de su hija, lógicamente Paquito cantó para los invitados, y “El Mascota”, que lo acompañó toda la vida, le cobró sus emolumentos como si de una actuación más se hubiera tratado. Seguimos repasando las historias de los granadinos, y recordamos a, Julián Granados, que tanto tiempo fue buscando a Lupita, al que descubrimos años más tarde de reputado veterinario en Madrid, y de nuestro Enrique Morente, que por fin triunfaba en la capital del reino. Ese mismo año, Carlos Cano le puso la voz a la marcha de semana santa, ”Pasan los Campanilleros”, con la letra de Antonio Burgos, marcando un hito más en su carrera, y en la semana santa. HASTA SU IGLESIA Mientras llegaba la virgen, hablamos de cuando jugábamos a las bolas en Santa Ana, antes de que se trajeran el pilar del toro, cuando el tranvía daba allí la vuelta, a la Lima, Los platicos, a Churro, Pico o Terna, al “abejorro”, y a las cajillas de mistos. De cuando íbamos al cine Canuto, los martes, porque entraban dos con una sola entrada. De María, la aguadora de Plaza Nueva, bajo las carteleras de los cines y de Chalo, siendo un niño, en su kiosco de periódicos. Era nuestro barrio, eran nuestros vecinos, crecimos allí, y eran nuestros recuerdos de infancia. Apostados en la fuente del Tomate vimos pasar a la señora de la Alhambra, y recortando por la puerta de los carros, la vimos traspasar la puerta del Vino, encarrilando la calle real alhambreña. En ese momento, cuando los costaleros hacían el giro para encarar la iglesia, otrora mezquita, Manolo Montes comenzó a cantar una saeta, desde el primer piso del antiguo edificio de correros, y yo, acercándome al oído de Carlos le comenté con malicia, o malafollá granatensis: Te imaginas que ahora, cuando termine Manolo, camuflado como estás por todos nosotros, tu sales y te largas una saeta por carceleras, ¿la que se podría liar aquí? Carlos, me miró muy fijo, abriendo los ojos y echándose hacia atrás y me contestó: “A ti se tascapao la cabeza”.

miércoles, 16 de agosto de 2017

TARDE DE TOROS Y TOREROS

TARDE DE TOROS Y TOREROS Granada tiene una historia irrenunciable en el mundo de los toros, con claras aportaciones de las que hacen afición. Tito Ortiz.- La tarde del 23 de Junio de 1973, cuando salía de la plaza de toros de Granada, mi padre me paró bajo el arco de la puerta grande, y me dijo: “Juani, ya has visto toros para toda tu vida”. Y no se equivocó, porque después de aquello que habíamos presenciado los dos en el tendido, no he logrado superar el entusiasmo, por muchos toros y toreros que he visto a lo largo de mi vida. Aquel Corpus mágico, comenzó con la caída del cartel de, Paco Camino, que anunciaba retirada de los ruedos, y a don Luís Miranda, no se le ocurrió otra cosa que sustituirlo con su paisano y rival en los ruedos, Curro Romero. Pero es que el cartel lo encabezaba, nada más y nada menos que Luís Miguel Dominguín, que llevaba más de una docena de años sin torear en Granada, y venía con tal fuerza, que recibió a su primero de, Juan Pedro Domecq, con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio, como si de un novillero debutante se tratara. Vestía un terno, verde manzana y blanco, con los bordados diseñados por Picasso, y calzaba medias blancas. Solo verlo vestido para torear de aquella manera, ya valía la pena haber pagado la entrada. Curro Romero en su primero recibió una de sus acostumbradas broncas, y se le arrojaron algunos royos de papel higiénico, como era costumbre, pero en el segundo, puso literalmente la plaza bocabajo, con el delirio en los tendidos que yo no he vuelto a vivir nunca, lo mismo que no he vuelto a ver a los tres espadas, dar la vuelta al ruedo juntos y a la vez, con la plaza puesta en pie, las palmas echando humo y las gargantas rotas del clamor. Y remató la tarde nuestro José Julio Granada, que en su primero destapó todos los tarros de las esencias, cuya fragancia viaja aún por los aires de Granada. No hay tarde, como aquella tarde. LA ESCUELA DEL CLUB TAURINO Granada no ha vuelto a vivir una rivalidad taurina, como la que protagonizaron los novilleros, Rafael Mariscal y Miguel Montenegro. “Mariscalistas” y “Montenegristas”, llegaron incluso a las manos, por defender al torero de su afición. La escuela taurina del Club Taurino, se encargó de formarlos y lanzarlos a la gloria del toreo, para regocijo de una Granada taurina, que los vio triunfar, no solo en su tierra, sino en todas las plazas importantes de España y América. Aquellos dos niños granadinos, pusieron Vista Alegre en pie, la noche de su mano a mano, y Madrid se les rindió. Pronto surgieron sus peñas taurinas y la intención de contar con ellos para todo, en la ciudad que los vio nacer y crecer. Hasta La Albaicinera Virgen de La Aurora, llevó los bordados de sus vestidos de torear en el palio. Granada hervía con las dos aficiones encontradas, y el club taurino era entonces un centro de actividad frenética, hasta el punto de que un toro muerto, mató a un socio. Si he dicho bien, un toro muerto, mató a un socio. Costumbre era, que los taurinos se reunieran en el salón de la chimenea a leer el periódico, y un día ocurrió lo imposible. Una de las cabezas de toro que colgaba de la pared, con su placa en la que se leía, la ganadería, el nombre del bicho y los caballos que había matado en la plaza del Triunfo, se descolgó al fallarle la alcayata, con tan mala fortuna que un socio que bajo ella leía el Ideal, resultó muerto en el acto. De los toros no puede uno fiarse, aunque estén muertos y disecados. Años más tarde, Granada iba a recobrar su afición y su ilusión taurina, con la irrupción de un torero diferente. Ricardo Puga, “El Cateto”, logró hacerse un hueco en la Granada taurina con su verdad taurómaca y originalidad, porque se hacía anunciar en unos enormes carteles, vestido de pana y albarcas, con un haz de leña al hombro. Algunos decían ver en él, la reencarnación de otro mítico torero granadino, Miguel Gálvez, “El Lechero”, que en 1737 tuvo bastante renombre. Ricardo Puga Cifuentes, “El Cateto”, nacido en Juviles, tomó la alternativa en Motril de manos de Curro Girón, y actuó como testigo el torerazo de nuestra tierra, José Julio Granada. “El Cateto”, en su corta trayectoria, revolucionó a la afición, y hoy su estirpe sigue siendo famosa, porque su sobrino, es el Mago Migue, tan querido por todos nosotros, y su hermano y padre del mago internacional, Francisco Puga, nos arrancó durante mucho tiempo una sonrisa, al ver sus chistes en la prensa local, firmados como “Frapuci”.

martes, 15 de agosto de 2017

ADIÓS A LA GALLINA

ADIÓS A LA GALLINA Tito Ortiz.- Dentro de esa forma mental que los extremos nacionalistas tienen de entender la “democracia”, de un tiempo a ésta parte, éstos chicos y chicas que se identifican por su analfabetismo político, histórico y social, además de por su corte de pelo con flequillo a lo tazón, heredado de otro extremista que estoy seguro desconocen, dada su extrema ignorancia, que se llamó, Tomás de Torquemada, están imponiendo el miedo y la impunidad de sus acciones, a los ciudadanos pacíficos que nos visitan. Acuchillar las ruedas de las bicicletas para turistas, atacar sus autobuses, y sobre todo, restaurantes donde pacíficas familias, con sus hijos pequeños incluidos, disfrutan de sus vacaciones, es un acto de “valentía” digno de admirar. La sequedad de su cerebro no da para más, pero yo creo que hasta para ser antisistema, hay que tener clase y formación. La originalidad les ha llevado incluso, a copiar un desacertado cartel de Lenin, donde con una escoba barría lo que para él en su época, le sobraba a Rusia. Se empieza por imitar al camarada Lenin, y se puede terminar por remedar al no menos sanguinario, camarada, Lósif Stalin, masacrando a cientos de miles de los suyos, en un genocidio cuya realidad es soslayada por cierta militancia trasnochada de la izquierda patria, ávida de formación y cultura, a la hora de admirar a alguien. Pintadas y pegatinas contra pacíficos turistas extranjeros y nacionales, son acciones execrables de individuos/as acéfalos que solo pretenden un minuto de gloria en el telediario, como una diversión más de sus alucinaciones, sin preguntarse por falta de valor, porqué la sociedad los margina y arrincona. Si de verdad quieren ser efectivos en sus nocivas acciones, ¿por qué no las llevan a cabo a las cuatro de la madrugada de cualquier día, en las calles tomadas por borrachos y drogados de Magaluf? Seguramente porque para eso hay que tener valor, y en ocasiones, ni la policía lo tiene para enfrentarse a ese tipo de turistas, que si degradan nuestro país, rompiendo la convivencia pacífica de los ciudadanos que pagamos el pato, de algo que estas huestes no harían en su tierra de origen, porque serían severamente castigados. Pero a éstos salvajes, los chicos y chicas del pelado a tazón no los ven, no les interesa verlos, porque de enfrentarse a ellos, seguramente saldrían muy mal parados. Es mejor y más seguro para éstos/as “valientes”, llevar sus acciones, contra padres de familia con hijos pequeños, o pacíficos octogenarios que pasean viendo la ciudad en bus descapotado. Es una muestra más de su valentía y cordura. No dirigen sus actos, contra los culpables de que los cascos urbanos históricos, se estén despoblando gracias a la especulación y el negocio rápido, obligando a los vecinos de toda la vida a una diáspora llena de incógnitas y desarraigo. Ellos/as vuelcan todo su odio contra los más desvalidos, los que saben que no les van a responder, por educación, formación y civismo. Contra ciudadanos pacíficos que solo quieren disfrutar de sus merecidas vacaciones en paz y felicidad con los suyos. Una vez más, la ira de unos descerebrados nos coge por sorpresa, y amenaza con acabar con la gallina de los huevos de oro, de éste país, que desde los años sesenta del siglo pasado, respira algo gracias al turismo. La prensa internacional ya se ha hecho eco de éste despropósito, los turoperadores más importantes ya están ofreciendo destinos alternativos a España, por miedo a éstos desórdenes. El Gobierno y la autoridad competente, como corresponde a las fechas… De vacaciones.

FOTOMATÓN EN REYES CATÓLICOS

FOTOMATÓN, EN REYES CATÓLICOS Como en cualquier otro lugar de España, Granada tuvo sus personajes predemocráticos. Un puñado de nostálgicos que se resistieron a la libertad, y que fueron engullidos por la democracia. Tito Ortiz.- Era “Matajacas”, un subteniente del ejército de tierra, que presumía de lucir La Cruz Laureada de San Fernando, la máxima distinción española para hechos heroicos de guerra, que sólo una persona más tenía concedida: El general Franco. “Matajacas” decía haberla obtenido por su valentía en la defensa del Peñón de La Mata, en Cogollos Vega. Hasta casi la década de los años setenta del siglo pasado,” Matajacas”, se paseaba por el centro de Granada, con su uniforme militar, a lomos de una jaca blanca, perfectamente adiestrada para su recorrido, que comenzaba en las bodegas Castañeda, donde el subteniente daba cuenta de su acreditado vermut, mientras la jaca permanecía paciente en la puerta de la calle Almireceros. Sobre el brioso corcel, proseguía el recorrido hasta el bar “Jandilla”, donde después del chato de vino, la desataba de la aldaba en puerta del Corrral del Carbón, y andando se dirigían ambos hasta el cercano, “Cisco y Tierra”, la jaca siempre dos pasos atrás del militar, como manda el reglamento. Era aquel el momento que aguardaba “El Mananas”, con su mono azul, el yugo y las flechas de Falange en el pecho y sus botas militares acharoladas, para dejar impecables las de montar de “Matajacas”. JACA BLANCA ALBINA El animal aguardaba paciente en la puerta de la Casa de Socorro, hasta que su amo le silbaba, y ésta se disponía a ser montada hasta “Los Mariscos”, junto al teatro Cine Regio, donde don Mariano Méndez, salía a acariciarle sus blancas crines. La siguiente estación era el club taurino, donde “Matajacas” ya no descabalgaba, y se hacía servir en la puerta el caldo correspondiente. De ahí, a la taberna del “Elefante” en Puerta Real, en la que el bueno de Enrique y su mujer, Encarna, atendían con esmero al habitual cliente, no sin elogiar la extraordinaria doma de aquel animal bendito, henchido de paciencia, que con solo un gesto de su dueño, sabía lo que tenía que hacer. Sobre la cabalgadura de nuevo, el borlo de su gorro de barco, le iba golpeando la nariz al ritmo sereno de la yegua postinera y elegante, que era la envidia de todos los paseantes, y de ésta guisa, el animal proseguía su ruta hasta la puerta de la basílica de nuestra patrona, donde sin ser avisada, giraba su cuerpo a la derecha para enfrentar la puerta, y con el jinete sobre sus lomos, la jaca se arrodillaba de sus manos delanteras, haciendo genuflexión a la virgen de las Angustias, mientras “Matajacas”, permanecía en el primer tiempo del saludo militar. Arrancados los aplausos de los presentes, al comprobar aquella escena, la jaca recuperaba su posición erguida, y lentamente giraba hacia la puerta del bar de los hermanos “Granados”, donde su jinete respostaba de nuevo. Allí aguardaría una vez más paciente, atada a la reja. SEDE DE FALANGE Mientras, El “Mananas”, permanecía en Reyes Católicos, frente a los balcones donde ondeaban las banderas de Falange, y preconstitucional española, en el primer tiempo del saludo fascista, brazo en alto, con la mirada en el infinito, y así aguantaba hasta que pasaban, “El Palanca” y “Al Capone”, en un soberbio Dogge 3700, que en el parabrisas llevaba una foto de Franco y otra de José Antonio Primo de Rivera, con un letrero que decía: Éste coche está al servicio de los españoles. En el salpicadero, de manera bien visible, se mostraba una copia del testamento que Franco había dejado a su muerte, para que los españoles fuéramos “buenos” y no, nos descarriáramos. Uno de los ultras más significados de Granada era, Carlos Jiménez Palanca, expulsado de Falange por violento militante de, Solidaridad Española, partido que lideraba el ex teniente coronel Antonio Tejero Molina. También destacaban, José María Caballero, entonces jefe de Falange; José Castro Ortega, “Al Capone”, militante de Solidaridad Española, y Francisco José Bolaños Pérez. La cúpula de la Jefatura Superior de Policía de Granada, la ostentaba el comisario, Juan José Lesmes, que procedía de la Brigada Político-Social, encargada de perseguir a los demócratas durante la dictadura franquista. En aquellos años, la extrema derecha protagonizó en Granada numerosos altercados. Entre otros, las agresiones en 1984, a personas que asistían a una representación de “Els Comediants”, el sostenido por el subcomisario, Manuel Palomo Junco, quien, acompañado de varios ultraderechistas, obligó pistola en mano a cantar a los clientes de una güisquería el Cara al sol. Habían sido incendiadas ocho sedes de partidos políticos, centrales sindicales y el cine Regio, cuando se proyectaba la película “El caso Almería”. Ésta también es la historia de nuestra tierra y sus gentes.

lunes, 14 de agosto de 2017

LA SILLA

LA SILLA Pese a los cuatro decenios en democracia, la mujer sigue pendiente de una efectiva igualdad con el hombre, algo que comenzó a fraguarse en el siglo XIX. Tito Ortiz.- Es verdad que en los últimos cien años, la mujer ha avanzado mucho en su equiparación con respecto al hombre, pero ésta no se ha hecho efectiva, es más, en algunos aspectos dista mucho de conseguirse. No hace tantos años, nos resultaba raro ver una mujer en el ejército, la policía, bomberos. Incluso llama la atención una mujer conduciendo un taxi, ahora que ya las vemos manejando un autobús o el metro de Granada. Seguimos soportando que ganen menos que los hombres ante igual trabajo, aunque hasta hace poco tiempo, las enfermeras en turno de noche ganaban un plus, por el hecho de ser mujeres, frente a los hombres enfermeros que no lo cobraban. Son esos paternalismos extraños, con los que se ha pretendido a lo largo de la historia, compensar la eterna discriminación de la mujer en el ámbito laboral con respecto al hombre. De hecho se mantienen determinados estamentos e instituciones, donde a la mujer le sigue costando dios y ayuda alcanzar las máximas responsabilidades. Que la señora Botín dirija los destinos del banco creado por su padre, no es más que la excepción que confirma la regla. Ninguna otra entidad bancaria tiene a una mujer rigiendo sus destinos. Igual ocurre en la judicatura, donde las mujeres están, pero no en la cúspide de la pirámide. La iglesia instituida, por mucho que el Papa Francisco intenta modernizarla, no admite que la mujer acceda al sacerdocio, y éste es a mi juicio, el ejemplo más flagrante de lo mucho que queda aún por lograr la igualdad entre hombres y mujeres. UNA LEY CONDESCENDIENTE La masiva incorporación de mujeres a la vida laboral en fábricas y comercios en el último cuarto del siglo XIX, hizo que en 1900, se plantearan una serie de demandas para mejorar las condiciones de trabajo de éstas, debido a que tenían unas larguísimas y duras jornadas con unos salarios muy por debajo de los hombres. Evidentemente, todo ello se hizo desde el convencimiento de que la mujer era el ‘sexo débil’, tenía menos aguante que cualquier hombre y además, su trabajo era menos productivo. Así fue como el 27 de febrero de 1912, bajo el reinado de Alfonso XIII, el Presidente del Consejo de Ministros y también Ministro de Gracia y Justicia, José Canalejas Méndez, aprobaba la que sería conocida como ‘Ley de la silla’ y en la cual se obligaba a los empresarios a poner a disposición de todas las mujeres que trabajaran en  almacenes, tiendas, oficinas, escritorios, y en general en todo establecimiento no fabril, de cualquier clase que sea, donde se vendan, artículos u objetos al público o se preste algún servicio relacionado con él por mujeres empleadas, y en los locales anejos, será obligatorio para el dueño o su representante particular o Compañía, tener dispuesto un asiento para cada una de aquéllas. Cada asiento, destinado exclusivamente a una empleada, estará en el local donde desempeñe su ocupación. Algunos informes médicos que hoy en día carecerían de validez alguna, señalaban que el organismo de la mujer no estaba preparado para aguantar las mismas horas de pie que cualquier hombre, teniendo en cuenta que las jornadas laborales eran aproximadamente de doce horas diarias. También se señalaba que al tener que estar de pie durante mucho tiempo, esto podría ser contraproducente para su organismo a la hora de querer tener descendencia, ya que esa postura podía llegar a atrofias sus órganos, entre ellos los ovarios y la matriz. SE PROHÍBE A LA MUJER TRABAJAR DE NOCHE En esa tendencia de proteger al sexo débil, dentro del más acaramelado paternalismo, y vista la experiencia reivindicativa de la mujer en los centros de trabajo, donde hasta ahora no había concurrido, la patronal presiona al Estado, y el 11 de julio de 1912, el gobierno de Canalejas volvía a sorprender a la clase trabajadora, con una nueva ley aprobada, esta vez presentada por Antonio Barroso y Castillo, Ministro de la Gobernación, por la cual, se prohibía el trabajo industrial nocturno de las mujeres en talleres y fábricas. Éstas debían tener un descanso mínimo de once horas entre el término de la jornada laboral y el inicio de la siguiente, teniendo que estar comprendidas, entre las nueve de la noche y las cinco de la mañana. Ambas leyes también disponían apartados en los que se especificaba que el incumplimiento de las mismas por parte de los patronos, podría sancionarse, con multas que podrían ir desde 20 a 250 pesetas. Han pasado muchos años desde la famosa ley de La Silla y su hermana, de la nocturnidad, y lo que es peor, queda más por hacer, que lo que se ha conseguido. La igualdad va muy despacio.

domingo, 13 de agosto de 2017

LA SORTIJA DE BOABDIL

LA SORTIJA DE BOABDIL La conquista de Granada, fue posible gracias al concurso de notables caballeros. Tito Ortiz.- La lista de caballeros valientes que intervinieron con sus gestas decisivas en la toma de Granada es muy larga, pero tal vez con un trío de ases, pudiéramos rendir homenaje a todos. A mí, particularmente me fascina la vida y obra de Hernán Pérez del Pulgar, uno de los siete elegidos por los reyes católicos, para que el día de la Inmaculada Concepción de María del año 1491, entraran en Granada, para acordar con Boabdil, los términos de las capitulaciones y entrega de la ciudad. Éste castellano de Ciudad Real, conocido por el valor de sus hazañas, fue maestro de la guerra psicológica. En 1490, se encontraba asediado por las tropas de Boabdil en Salobreña y los pozos de agua de la ciudad habían sido agotados, se negó a aceptar la orden de rendición del rey musulmán y selló esta decisión arrojando desde lo alto de las murallas el último cántaro de agua. Ganó la batalla subsiguiente y rompió el asedio granadino. Ese mismo año, acompañado de sólo quince caballeros y su escudero Pedro, se infiltró durante la noche en la propia ciudad de Granada cerca de la torre de Bib-Altaubin y consiguió recorrer la ciudad sin ser descubierto hasta llegar a la mezquita principal, hoy Catedral. Aunque no pudo incendiarla, como tenía previsto inicialmente, clavó sobre la puerta principal un cartel, escrito por el propio Pulgar, donde se podía leer el Ave María y a continuación la frase «Sed testigos de la toma de posesión que realizó en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles». Tras esto se dirigió a la Alcaicería y le prendió fuego, saliendo a su encuentro la guardia granadina, a la que derrotó en su propia ciudad a pesar de su aplastante inferioridad numérica. Aprovechó entonces la confusión para escapar hasta el río Genil y luego al campamento real de Santa Fe, donde la hazaña le valió la concesión de otro castillo más en su escudo y el derecho a ser enterrado en la futura catedral de Granada, que sería construida sobre la antigua mezquita. BOABDIL ENTREGA LAS LLAVES Y ALGO MÁS En el mismo día 2 de Enero de 1492, fecha de la recepción militar de Granada por los Reyes Católicos, éstos, a propuesta del Infante don Juan, presunto heredero de la corona, nombraron por Capitán General de dicha Ciudad y Reino a don Iñigo López de Mendoza, segundo Conde de Tendilla, a quien, según refieren algunos historiadores, Boabdil entregó una sortija de oro, que tenía grabado un sello ó timbre, con las palabras arábigas «LA ALÁH ILE ALÁH E BAN ABEN ABÍ ABDALÁ», que significa: “No hay más Dios que Dios; este es el sello de Aben-Abi-Abialá”. Al quitarse Boabdil la sortija del dedo donde la ostentaba, dijo al Conde de Tendilla: “Con este sello se ha gobernado Granada; tomadlo para que la gobernéis, y Dios os haga más venturoso que a mí”. FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Fiel a la causa isabelina, inició la carrera militar que le correspondía a un segundón de la nobleza en la Guerra de Sucesión Castellana. Pero fue en la larga Guerra de Granada, donde sobresalió como soldado en el asalto de Antequera y en el sitio de Tájara donde demostró dotes de mando, así como ingenio práctico al idear una máquina de asedio hecha con las puertas de las casas para proteger el avance de las tropas. Pero las acciones que más lo distinguieron fueron las conquistas de Íllora, Montefrío, donde mandó el cuerpo de asalto y fue el primero que subió a la muralla a la vista del enemigo.​ También Loja, donde hizo prisionero al monarca nazarí Boabdil que se entregó tras pedir piedad para los vencidos y moradores. Acompañado de Gonzalo Fernández de Córdoba, a quien terminaría considerando su amigo, se presentó ante el rey Fernando y se arrojó a sus pies. Doña María Manrique y Figueroa, viuda del Gran Capitán D. Gonzalo Fernández de Córdova, al otorgar su testamento el 7 de Junio de 1527, nombró por albacea y tutor de su nieto D. Gonzalo, Duque de Sessa, a D. Iñigo Manrique, (su primo), señor de Frigiliana, Alcaide y Capitán de Málaga, Corregidor de Granada. Éste señor fue quien a las cuatro horas de haber muerto su prima, la viuda del Gran Capitán, ordenó que por el pasadizo que comunicaba la casa de D. Gonzalo Fernández de Córdova con el convento de San Francisco, pasasen al Monasterio el cadáver de aquella señora, poniéndolo seis frailes de la Orden en la misma tumba del Gran Capitán, que estaba delante del Altar Mayor, sitio en donde estuvieron en depósito hasta que se terminaron las obras de la Capilla Mayor de San Jerónimo y a ella fueron llevados los dos ilustres cadáveres el año 1552.

sábado, 12 de agosto de 2017

LUÍS ROSALES: A MÍ LO DE LORCA ME SALIÓ MAL

LUÍS ROSALES: “A MÍ LO DE LORCA ME SALIÓ MAL” El premio Cervantes de Las Letras, jamás pudo sospechar que su casa sería asaltada, durante su ausencia. Tito Ortiz.- Mi compadre, Luís Cerón, ha sido y sigue siendo a lo largo de los decenios de nuestra amistad, el cómplice imprescindible para llevar a cabo actos de enjundia en favor de ésta ciudad perteneciente a nuestras entretelas. La noche que bajábamos del auditorio Manuel de Falla, donde él había protagonizado un recital, en el que por primera vez se musicaron poemas de nuestro paisano Rafael Guillén, tuvimos la idea de homenajear a otro poeta ilustre de Granada, Luís Rosales Camacho, amigo y protector de Federico García Lorca. Eran los años de la movida madrileña, y a nosotros nos dio por la poesía de los nuestros. La acción era doble: De un lado, yo en mi calidad de vicepresidente de la peña flamenca, La Platería, propuse entregar a Rosales, el máximo galardón de los plateros, entre otras cosas, porque habiendo recibido el premio Cervantes de las letras, en su ciudad no había recibido ninguno. La otra pata del banco, era entrevistar al poeta de la calle Ángulo, en el programa que dirigía y presentaba Luís, en Radio Cadena Española, y que con el título de, “Perfiles Andaluces”, cada semana contaba con la presencia de un andaluz ilustre en cualquier campo. En ese programa entrevistamos por ejemplo, al rector de la universidad, Pepe Vida Soria, quién nos confesó, entre otras cosas, que era su perro el que lo sacaba a pasear a él por las mañanas. O la Duquesa de Medina Sidonia, Luisa Isabel Álvarez de Toledo, (La duquesa roja), que ya nos vaticinó entonces, la discordia de su legado a su muerte, con mucha antelación. EL REGRESO A LA CALLE ÁNGULO María, la esposa de Luís Rosales, había sufrido un accidente doméstico y tenía un brazo en cabestrillo, lo que obligó a Cerón a desplazarse a Madrid para recogerlos a los dos. Yo me acerqué al aeropuerto granadino con mi Seat Ronda Diésel azul metalizado, para llevarlos hasta el hotel Alhambra Palace, donde habíamos reservado la suite. Dejamos que la esposa del poeta descansara un rato, y mientras él nos pidió pasear por Granada. Recorrimos las principales calles de la ciudad, él no perdía detalle, recordaba lugares y nombres. En un momento, a mí que conducía me dijo: Tito, llévame a mi casa. Yo miré a mi compadre Luís Cerón, cuyos ojos se le salían de las órbitas, y me asintió, así que puse rumbo a la calle de Las Tablas. Íbamos a vivir el momento histórico del regreso de Luís Rosales a su casa de la calle Ángulo, donde el refugió a García Lorca, en la seguridad de que nada le iba a ocurrir en su casa, pero no contó en aquel momento, con la homofobia de Queipo de Llano, el odio a los poetas e intelectuales de la época del Comandante Valdés, y la inquina personal de Ruiz Alonso contra Federico. Los tres, aprovecharon la ausencia de Luís Rosales aquel día, desplazado al frente de Loja, para perpetrar el crimen más repugnante del franquismo. Llegamos a la puerta de su casa, entonces convertida en colegio mayor, entramos al patio, Rosales se quedó muy fijo mirando la escalera que daba acceso al piso superior, me puso la mano en el hombro y me dijo: Vámonos, aquí ya está todo visto. HOMENAJE EN LA PLATERÍA Nos fuimos entonces a los estudios de Radio Cadena Española, en la calle Severo Ochoa, y comenzamos a grabar el programa, Perfiles Andaluces, con un Luís Rosales, entregado y emocionado de estar de nuevo en su tierra. En un momento de la entrevista, Luís Cerón, abordó la pregunta obligada: Maestro, ¿qué pasó con Federico en tu propia casa? Rosales, respiró profundamente, hizo una pausa y contestó: A mí lo de Federico me salió mal. Yo le di cobijo en mi propia casa, pensando que jamás, nadie se iba a atrever a sacarlo de allí, pero la historia se encargó de demostrarme que estaba equivocado. Después de llevarse a Federico de mi casa, hubo incluso quién apostaba por depurarnos a mi hermano Pepiniqui y a mí, y eso que eran de los nuestros. Terminada la entrevista, volvimos al hotel a por María y subimos hasta el Carmen de la Platería, donde por primera vez desde los hechos dramáticos del 36, una entidad rendía homenaje público al poeta, Luís Rosales, reconociéndole toda su obra, no exenta de incursiones muy afortunadas con letras para el flamenco, firmando en el libro donde también fueron homenajeados y reconocidos con los máximos galardones de los plateros, entre otros: Andrés Segovia, Henry Kissinger, Samaranch, Rafael Alberti, Javier Solana, Havelange, Yehudi Menuhin, Pilar López, Paco de Lucía, Agustín Castellón “Sabicas”, Paco Rabal, Isabel Clara Angelez-Ortíz, Carmen Sevilla, Pilar Bardém, o Miguel Ángel Gómez Martínez.